CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

31 de enero de 2009

NADA


Nadaba entre la nada. Sin empeño
a la vida, que es nada, de improviso
vine a soñar que soy; porque Dios quiso
entre la nada levantar un sueño.

Dios, que es el Todo y de la nada es dueño,
me hace un mundo soñar, porque es preciso;
El siendo Dios, de nada un paraíso
formó, nadando en eternal ensueño.

¿Qué importa que en la nada confundida
vuelva a nadar, al fin, esta soñada
vil existencia que la nada olvida,

nada fatal de la que fue sacada?…
¿Qué tiene esta ilusión que llaman vida?
-Nada en su origen. - ¿ Y en su extremo? - ¡Nada!

Antonio Plaza

LA FELICIDAD


Un cielo azul de estrellas
brillando en la inmensidad;
un pájaro enamorado
cantando en el florestal;
por ambiente los aromas
del jardín y el azahar;
junto a nosotros el agua
brotando del manantial
nuestros corazones cerca,
nuestros labios mucho más,
tú levantándote al cielo
y yo siguiéndote allá,
ese es el amor mi vida,
¡Esa es la felicidad!...

Cruza con las mismas alas
los mundos de lo ideal;
apurar todos los goces,
y todo el bien apurar;
de lo sueños y la dicha
volver a la realidad,
despertando entre las flores
de un césped primaveral;
los dos mirándonos mucho,
los dos besándonos más,
ese es el amor, mi vida,
¡Esa es la felicidad...!

Manuel Acuña

PARA EL CORPIÑO



Las campánulas hermosas,
¿sabes tú qué significan?
Son campanas que repican
en las nupcias de las rosas.
-Las campánulas hermosas
son campanas que repican.
¿Ves qué rojas son las fresas?
Y más rojas si las besas...
¿Por qué es rojo su color?
Esas fresas tan suaves
son la sangre de las aves
que asesina el cazador.
Las violetas pudorosas,

en sus hojas escondidas,
las violetas misteriosas
son luciérnagas dormidas.
¿Ves mil luces cintilantes
tan brillantes cual coquetas,
nunca fijas, siempre errantes?
¡es que vuelan las violetas!
La amapola ya es casada;
cada mirto es un herido;
la gardenia inmaculada
en la blanca desposada
esperando al prometido.
Cuando flores tú me pides
y te mando "no me olvides".
y esas flores pequeñitas
que mi casto amor prefiere,
a las blancas margaritas
les preguntan; "¿No lo quiere?"
"¡No me olvides!" Frescas flores
te prodigan sus aromas
y en tus hombros seductores
se detienen las palomas.
¡No hay invierno! ¡No hay tristeza!
Con amor, Naturaleza
todo agita, todo mueve...,
luz difunde, siembra vidas...
¿Ves los copos de la nieve?
¡Son palomas entumidas!
Tiene un alma cuanto es bello;
los diamantes son los trémulos amantes
de tu cuello.
La azucena que te envío
es novicia que profesa,
y en tu boca es una fresa
empapada de rocío.
Buenos dioses tutelares,
dadme ramos de azahares.
Si me muero, dormir quiero
bajo flores compasivas...
¡Si me muero, si me muero,
Dadme muchas siemprevivas!

Manuel Gutiérrez Nájera

QUIEN PUDIERA VIVIR SIEMPRE SOÑANDO



Es la existencia un cielo,
cuando el alma soñando embelesada,
con amoroso anhelo,
en los ángeles fija su mirada.
¡Feliz el alma que a la tierra olvida
para vivir gozando!
¡Quién pudiera olvidarse de la vida!
¡Quién pudiera vivir siempre soñando!
En esa estrecha y mísera morada
es un sueño engañoso la alegría;
la gloria es humo y nada
y el más ardiente amor gloria de un día.
Afán eterno al corazón destroza
cuando los sueños ¡ay! nos van dejando.
Sólo el que sueña goza.
¡Quién pudiera vivir siempre soñando!
De su misión se olvidan las mujeres,
los hombres viven en perpetua guerra;
no hay amistad, ni dicha, ni placeres;
todo es mentira ya sobre la tierra.
Suspira el corazón inútilmente . . .
la existencia que voy atravesando
es hermosa entre sueños solamente.
¡Quién pudiera vivir siempre soñando!
Sin mirar el semblante a la tristeza,
pasé de la niñez a la dulce aurora,
contemplando entre sueños la belleza
de ardiente juventud fascinadora.
Pero ¡ay! se disipó mi sueño hermoso,
y desde entonces siempre estoy llorando
porque sólo el que sueña es venturoso.
¡Quién pudiera vivir siempre soñando!

Jose Rosas Moreno

29 de enero de 2009

ROMANCE DE LA ROSA




Cuando nace en la mañana
roja como sangre está.
El rocío no la toca
porque se teme quemar.

Abierta en el mediodía
es roja como el coral.
El sol se asoma a los vidrios
para verla relumbrar.

Cuando en las ramas empiezan
los pájaros a cantar,
y se desmaya la tarde
en las violetas del mar,
se pone blanca, con blanco
de una mejilla de sal.

Y cuando toca la noche
blanco cuerno de metal
y las estrellas avanzan
mientras los aires se van,
en la raya de lo oscuro,
se comienza a deshojar...

Federico Garcia Lorca

TUERCELE EL CUELLO AL CISNE




Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje
que da su nota blanca al azul de la fuente;
él pasea su gracia no más, pero no siente
el alma de las cosas ni la voz del paisaje.

Huye de toda forma y de todo lenguaje
que no vayan acordes con el ritmo latente
de la vida profunda. . .y adora intensamente
la vida, y que la vida comprenda tu homenaje.

Mira al sapiente búho cómo tiende las alas
desde el Olimpo, deja el regazo de Palas
y posa en aquel árbol el vuelo taciturno...

Él no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta
pupila, que se clava en la sombra, interpreta
el misterioso libro del silencio nocturno.

Enrrique González Martínez

NOCHE





Sobre la nieve se oye resbalar la noche
La canción caía de los árboles
Y tras la niebla daban voces
De una mirada encendí mi cigarro
Cada vez que abro los labios
Inundo de nubes el vacío
En el puerto Los mástiles están llenos de nidos
Y el viento gime entre las alas de los pájaros
Las Olas Mecen El Navío Muerto Yo en la orilla silbando
Miro la estrella que humea entre mis dedos

Vicente Huidobro

27 de enero de 2009

NUPCIAL

En el regazo frío
del remanso escondido en la floresta,
feliz abandonaba
su hermosa desnudez el amor mío
en la hora calurosa de la siesta.
El agua que temblaba

al sentirla en su seno, la ceñía
con voluptuoso abrazo y la besaba,
y a su contacto de placer gemía
con arrullo, tan suave y deleitoso,
como el del labio virginal opreso
por el pérfido labio del esposo
al contacto nupcial del primer beso.
La onda ligera desparcía, jugando,

la cascada gentil de su cabello,
que luego en rizos dé ébano flotando
bajaba por su cuello;
y cual ruedan las gotas de rocío
en los tersos botones de las rosas,
por el seno desnudo así rodaban
las gotas temblorosas.
Tesoro del amor el más precioso

eran aquellas perlas;
¡Cuánto no diera el labio codicioso

trémulo de placer por recogerlas!
¡Cuál destacaba su marfil turgente

en la onda semioscura y transparente,
aquel seno bellísimo de diosa!
¡Así del cisne la nevada pluma

en el turbio cristal de la corriente,
así deslumbradora y esplendente
Venus rasgando la marina espuma!

Después, en el tranquilo
agreste cenador, discreto asilo
del íntimo festín, lánguidamente
sobre mí descansaba, cariñosa,
la desmayada frente,
en suave palidez ya convertida
al color que antes fuera deliciosa,
leve matiz de nacarada rosa
que la lluvia mojó... Mudos los labios,
de amor estaban al acento blando.
¿Para qué la palabra si las almas
se estaban en los ojos adorando?
¡Si el férvido latido
que el albo seno palpitar hacía
decíale al corazón... lo que tan sólo,
ebrio de dicha, el corazón oía...!
Salimos, y la luna vagamente
blanqueaba ya el espacio.
Perdidas en el éter transparente
como pálidas chispas de topacio
las estrellas brillaban... las estrellas
que yo querido habría
para formar con ellas
una corona a la adorada mía...
En mi hombro su cabeza, y silenciosos
porque idioma no tienen los dichosos,
nos miraban pasar, estremecidas,
las encinas del bosque, en donde apenas
lánguidamente suspiraba el viento,
como en las horas del amor serenas
dulce suspira el corazón contento.
Ardiente en mi mejilla de su aliento
sentía el soplo suavísimo, y sus ojos
muy cerca de mis ojos, y tan cerca
mi ávido labio de sus labios rojos,
que, rauda y palpitante
mariposa de amor, el alma loca,
en las alas de un beso fugitivo
fue a posarse en el cáliz de su boca...
¿Por qué la luna se ocultó un instante
y de los viejos árboles caía
una sombra nupcial agonizante?
El astro con sus ojos de diamante
al través del follaje ¿qué veía...?
Todo callaba en derredor, discreto.
El bosque fue el santuario
de un misterio de amor, y sólo el bosque
guardará en el recinto solitario
de sus plácidas grutas el secreto
de aquella hora nupcial, cuyos instantes
tornar en siglos el recuerdo quiso...
¿Quién se puede olvidar de haber robado
su única hora de amor al paraíso?

Manuel M. Flores

26 de enero de 2009

CUAL DE INCENSARIO ROTO





Cual de incensario roto huye el perfume
Así de mi dolor se escapa el verso:
Me nutro del dolor que me consume,
De donde vine, ahí voy: al Universo.
Cirio soy encendido en la tormenta:
El fuego con que brillo me devora
Y en lugar de apagarme me alimenta
El vendaval que al temeroso azora.
Yo nunca duermo: al despertarme, noto
En mí el cansancio de una gran jornada
Adonde voy de noche, cuando, roto
El cuerpo, hundo la faz en mi almohada.
¿Quién, cuando a mal desconocido postro
Mis fuerzas, me unge con la estrofa blanda,
Y de lumbre de amor me baña el rostro
Y abrir las alas y anunciar me manda?
¿Quién piensa en mí? ¿Quién habla por mis labios
Cosas que en vano detener intento?
¿De dónde vienen los consejos sabios?
¿Adónde va sin rienda el pensamiento?
Ya no me quejo, no, como solía,
De mi dolor callado e infecundo:
Cumplo con el deber de cada día
Y miro herir y mejorarse el mundo.
Ya no me aflijo, no, ni me desolo
De verme aislado en mi difícil lucha,
Va con la eternidad el que va solo,
Que todos oyen cuando nadie escucha.
Qué fue, no sé: jamás en mí di asiento
Sobre el amor al hombre, a amor alguno,
Y bajo tierra, y a mis plantas siento
Todo otro amor, menguado e importuno.
La libertad adoro y el derecho.
Odios no sufro, ni pasiones malas:
Y en la coraza que me viste el pecho
Un águila de luz abre sus alas.
Vano es que amor solloce o interceda,
Al limpio sol mis armas he jurado
Y sufriré en la sombra hasta que pueda
Mi acero en pleno sol dejar clavado.
Como una luz la férvida palabra
A los temblantes labios se me asoma:
Mas no haya miedo que las puertas le abra
Si antes el odio y la pasión no doma.
Qué fue, no sé: pero yo he dado un beso
A una gigante y bondadosa mano
Y desde entonces, por donde hablo, impreso
Queda en los hombres el amor humano.
Ya no me importa que la frase ardiente
Muera en silencio, o ande en casa oscura,
Amo y trabajo: así calladamente
Nutre el río a la selva en la espesura.

Jose Marti

NOCTURNO




Oh dulce niña pálida, que como un montón de oro
de tu inocencia cándida conservas el tesoro;
a quien los más audaces, en locos devaneos
jamás se han acercado con carnales deseos;
tú, que adivinar dejas inocencias extrañas
en tus ojos velados por sedosas pestañas,
y en cuyos dulces labios -abiertos sólo al rezo-
jamás se habrá posado ni la sombra de un beso...
Dime quedo, en secreto, al oído, muy paso,
con esa voz que tiene suavidades de raso:
si entrevieras en sueños a aquél con quien tú sueñas
tras las horas de baile rápidas y risueñas,
y sintieras sus labios anidarse en tu boca
y recorrer tu cuerpo, y en su lascivia loca
besar todos sus pliegues de tibio aroma llenos
y las rígidas puntas rosadas de tus senos;
si en los locos, ardientes y profundos abrazos
agonizar soñaras de placer en sus brazos,
por aquel de quien eres todas las alegrías,
¡oh dulce niña pálida!, di, ¿te resistirías?...

Jose Asunción Silva

NIEBLAS DEL VALLE DE RICOTE



Nieblas de la Sierra de Carrasco y
Nieblas del Valle de Ricote,
de Carrascoy también
nos llegan nieblas.
El aire de Neyramb
nos llega tenue.
Imperceptible casi,
sumido entre la bruma
en Haikus que se asoman,
al vértigo del verso,
pequeño sí, pero profundo.
En formas perfectas
pensadas sin quererlo,
sentidas sin pensarlo.

Azpeitia
1 de Diciembre de 2007

EL COMPLICE




Me crucifican y yo debo ser la cruz y los clavos.
Me tienden la copa y yo debo ser la cicuta.
Me engañan y yo debo ser la mentira.
Me incendian y yo debo ser el infierno.
Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo.
Mi alimento es todas las cosas.
El peso preciso del universo, la humillación, el júbilo.
Debo justificar lo que me hiere.
No importa mi ventura o mi desventura.
Soy el poeta.

Jorge Luis Borges


23 de enero de 2009

POR LA CALLE TRISTE



No hay palabras,
sino cierzo y nieve.
El exilio que doma
y el río de la noche.
Lejos, por la calle triste,
la princesa de ojos infinitos.
Niebla en los sentidos
y el silencio que la sombra
entroniza.

Felipe Servulo

AL DOLOR DE UNA MUJER

Antes de conocerlo era vital y hermosa,
un surtidor de gozo y alegría,
su risa congregaba y era un conjuro mágico
que mataba nostalgias y tristezas
y ahuyentaba las penas y la melancolía.

Su mirada de miel, traviesa y maliciosa
fue por siempre su joya más preciada,
era rocío fresco en las mañanas
que alumbraba las noches y los días
como una gota de luz en sus pestañas.

Cuando él llego a su vida
con ropajes de amor y de esperanza
ella dejo el paisaje de flores y de trinos
que había en su ventana
para irse a vivir muy cerca de la gloria,
en la esquina del beso y la confianza.

Con treinta y tres eneros y muchas experiencias
se graduó como novia enamorada,
y, como cuando tenia quince abriles
se soñó con pañales y con nanas,
desamarró su blusa y temblorosa
se jugó el corazón con malas cartas.

Después de conocerlo y de quererlo
con toda la pasión que el despertara,
una mañana se marcho en silencio,
la desnudo de besos y caricias,
rompió la nube, destrozó sus sueños
y se llevo la miel de su mirada.

Ella quedo asombrada, como ave sin su nido
el peso de su ausencia le borró la sonrisa
y dibujó en sus ojos un paisaje de olvido.
Se torno dura y fría, una vieja sin años,
un barco a la deriva con el norte perdido.

Ójala que mi amiga si volviera a encontrarlo,
a el, al tan mal ido,
le pida le devuelva la risa de su boca,
sus ganas de vivir, sus ilusiones,
su alegre despertar en las mañanas
y ante todo, esa dulce mirada que alumbraba
como gota de luz en sus pestañas.

Beatriz Rivera

22 de enero de 2009

CREPUSCULO




En la tarde, en las horas del divino
crepúsculo sereno,
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños.
Sobre un fondo de tonos nacarados
la silueta del templo
las altas tapias del jardín antiguo
y los árboles negros,
cuyas ramas semejan un encaje
movidas por el viento
se destacan oscuras, melancólicas
como un extraño espectro!
En estas horas de solemne calma
vagan los pensamientos
y buscan a la sombra de lo ignoto
la quietud y el silencio.
Se recuerdan las caras adoradas
de los queridos muertos
que duermen para siempre en el sepulcro
y hace tanto no vemos.
Bajan sobre las cosas de la vida
las sombras de lo eterno
y las almas emprenden su viaje
al país del recuerdo.
También vamos cruzando lentamente
de la vida el desierto
también en el sepulcro helada sima
más tarde dormiremos.
Que en la tarde, en las horas del divino
crepúsculo sereno
se pueblan de tinieblas los espacios
y las almas de sueños!

José Asunción Silva

SONETO





Porqué dejaste el mundo de dolores

buscando en otro cielo la alegría
que aquí, si nace, sólo dura un día
y eso entre sombras, dudas y temores.

Porqué en pos de otro mundo y de otras flores
abandonaste esta región sombría,
donde tu alma gigante se sentía
condenada a continuos sinsabores.

Yo vengo a decir mi enhorabuena
al mandarte la eterna despedida
que de dolor el corazón me llena;

Que aunque cruel y muy triste tu partida,
si la vida a los goces es ajena,
mejor es el sepulcro que la vida.

Manuel Acuña

20 de enero de 2009

SONETO LEJANO




Bello sería el río de mi canto,
que arrastra por el mundo su corriente,
si dicho canto no naciera en cuanto
el río se separa de la fuente.

Bello sería el silencioso llanto
de la estrella en la noche de mi frente
si dicha estrella no distara tanto
de quien le da la luz resplandeciente.

Bello sería el árbol de mi vida
si la raíz de amor lo sostuviera
sin estar alejada y escondida.

Bello sería el viento que me nombra
si la voz que me llama no estuviera
perdida en la distancia y en la sombra.

Francisco Luis 
Bernárdez

AL PARTIR


¡Perla del mar! ¡Estrella de occidente!
¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo
la noche cubre con su opaco velo,
como cubre el dolor mi triste frente.

¡Voy a partir!... La chusma diligente,
para arrancarme del nativo suelo
Ias velas iza, y pronta a su desvelo
la brisa acude de tu zona ardiente.

¡Adiós!, ¡patria feliz, edén querido!
¡Doquier que el hado en su furor me impela,
tu dulce nombre halagará mi oído!

¡Adiós!... Ya cruje la turgente vela...
¡El anda se alza... El buque, estremecido,
Ias olas corta y silencioso vuela!

Gertrudis Gómez de Avellaneda

19 de enero de 2009

AUTORETRATO




Pinta de "shushetín", visto a la moda
porque el sastre me cobra el mismo precio;
al pantalón planchado no lo desprecio,
y el "yuguillo" encolao no me incomoda...
Remato una verbena con whisky y soda;
encurdelao no soy matón ni necio.
Le tengo "al carro de la vida" aprecio,
pero emberretinao... ¡la juego toda!...
Como no soy vicioso, ni la "carpeta"
ni el burro más ligero ni el más maleta
le han sacao mucho vento a este bacán
Pero, artísticamente, soy "milonguero",
porque..., a una opereta de Lehar, prefiero
los canyengues que siempre tangueó Cobián...

Celedonio Flores

IMPOSIBLE




Vaciarme de paisajes, olvidarme caminos,
reedificar el arco de tu desnudo día.
Borrar tus ojos, sendas de mi llagado sueño,
y engriar en mi sangre tus dos terribles manos.

(...La estatua que he vaciado en soledad, volverla
raíz y musgo en tierra, canto y ala en el aire).

...O, en la antípoda lluvia de mi aherrojado llanto,

hacer cantar el muerto pájaro de tu beso.
Tornar a las cenizas las flechas de la llama,
reenhebrar en las venas el hilo del suspiro.

Y del dolor crecido, monstruo y criatura mía,

hacer de nuevo aquella sonrisa que en tus labios
me bautizaba tuya, con el nombre más mío.

Josefina Pla

18 de enero de 2009

EL GRANIZO



¡Tin, tin, tin, tin! Yo caigo del cielo, en insensato
redoble, al campo y todos los céspedes maltrato.
Tin, tin! ¡Muy buenas tardes, mi hermana la pradera!
Poeta, buenas tardes, ¡ábreme tu vidriera!
oy diáfano y geométrico, tengo esmalte y blancura
tan finos y suaves como una dentadura,
y en un derroche de ópalos blancos me multiplico.
¡La linfa canta, el copo cruje, yo . . . yo repico!
Tin, tin, tin, tin, mi torre es la nube ideal:
¡oye mis campanitas de límpido cristal!
La nieve es triste, el agua turbulenta; yo sin
Ventura, soy un loco de atar, ¡tin, tin, tin, tin!
...¿Cenduras? No por cierto, no merezco censuras;
las tardes calurosas por mí tienen frescuras,
yo lucho con el hálito del verano
yo soy bello...
- ¡Loemos a Dios, Granizo hermano!


Amado Nervo

SOÑABA


Soñaba yo... Mis párpados henchidos.
de lágrimas sentía;
soñé que estabas en la tumba, muerta,
y muerta te veía...
Era un sueño no más pero despierto
lloraba todavía.
Estaba yo soñando, y por la cara,
el llanto, me corría,
soñé que te arrancaba de mi lado,
alguno, vida mía...
Era un sueño, no más, pero despierto
lloraba todavía.
Soñaba yo... Me ahogaban los sollozos,
el llanto me bebía...
Estaba yo soñando que me amabas,
¡soñando que eras mía!
Era un sueño no más, no más que un sueño,
y lloro, más que nunca, todavía.

Manuel M. Flores

16 de enero de 2009

TENGO TANTO SENTIMIENTO



Tengo tanto sentimiento
que es frecuente persuadirme
de que soy sentimental,
mas reconozco, al medirme,
que todo esto es pensamiento
que yo no sentí al final.

Tenemos, quienes vivimos,
una vida que es vivida
y otra vida que es pensada,
y la única en que existimos
es la que está dividida
entre la cierta y la errada.

Mas a cuál de verdadera
o errada el nombre conviene
nadie lo sabrá explicar;
y vivimos de manera
que la vida que uno tiene
es la que él se ha de pensar.

Fernando Pessoa

VERDAD DEL ALMA





Asciende a ti la luz del pensamiento.
Brota por ti la flor de mi alegría
y por tu amor enciende cada día
mi corazón su lámpara en el viento.

Que si pierdo tu imagen, al momento
la recobra en tu alma el alma mía
y tu rostro se vuelve melodía
de claridad en el entendimiento.

Amor incorruptible que no daña,
ni con halago de placer se viste.
En su diafanidad jamás engaña.

Por ti, sólo por ti, que por ti existe
-cristal que no se quiebra ni se empaña-
esta verdad del alma que me diste.

Dora Castellanos

13 de enero de 2009

SILENCIO





...Me besarás los ojos... estarás a mi lado...
--Adiós, hasta mañana, hasta mañana amado.
Y caerá en mis pupilas una luz bienhechora,
la luz azul-celeste de la última hora.
Una luz tamizada que bajando del cielo
me pondrá en las pupilas la dulzura de un velo.
Una luz tamizada que ha de cubrirme toda
con su velo impalpable como un velo de boda.
Oh, silencio, silencio... esta tarde es la tarde
en que la sangre mía ya no corre ni arde.
Oh, silencio, silencio... en torno de mi cama
tu boca bien amada dulcemente me llama.
Oh silencio, silencio que tus besos sin ecos
se pierden en mi alma temblorosos y secos.
Oh silencio, silencio que la tarde se alarga
y pone sus tristezas en tu lágrima amarga.
Oh silencio, silencio que se callan las aves,
se adormecen las flores, se detienen las naves.
Oh silencio, silencio que una estrella ha caído
dulcemente a la tierra, dulcemente y sin ruido.
Oh silencio, silencio que la noche se allega
y en mi lecho se esconde, susurra, gime y ruega.
Oh silencio, silencio... que el silencio me toca
y me apaga los ojos, y me apaga la boca.
Oh silencio, silencio... que la calma destilan
mis manos cuyos dedos lentamente se afilan...

Alfonsina Storni

TE HABLO


Estoy con pavura.
hame sobrevenido lo que más temía.
no estoy en dificultad:
estoy en no poder más.

No abandoné el vacío y el desierto.
vivo en peligro.

tu canto no me ayuda.
cada vez más tenazas,
más miedos,
más sombras negras.


Alejandra Pizarnik

10 de enero de 2009

TERCER POEMA DE LA DESPEDIDA




Llamarada de ayer, ceniza ahora,
ya todo será en vano,
como fijar el tiempo en una hora
o retener el agua en una mano.

Ah, pobre amor tardío,
es tu sombra no más lo que regresa,
porque si el vaso se quedó vacío
nada importa que esté sobre la mesa.

Pero quizás mañana,
como este gran olvido es tan pequeño,
pensaré en ti, cerrando una ventana,
abriendo un libro o recordando un sueño...

Tu amor ya está en mi olvido,
pues, como un árbol en la primavera,
si florece después de haber caído,
no retoña después de ser hoguera;

pero el alma vacía
se complace evocando horas felices,
porque el árbol da sombra todavía,
después que se han secado sus raíces;

y una ternura nueva
me irá naciendo, como el pan del trigo:
Pensar en ti una tarde, cuando llueva,
o hacer un gesto que aprendí contigo.

Y un día indiferente,
ya en olvido total sobre mi vida,
recordaré tus ojos de repente,
viendo pasar a una desconocida...

Jose Angel Buesa

NADIE LE EMPUJA




Nadie le empuja Nadie lo retiene
nadie le advierte nadie le cede el paso ni le espera
Indiferentes
le ven pasar con su sentencia
oculta como un zorro robado en la cintura
royéndole hasta el hueco de los dientes
Nadie le impide el paso ni le espera
porque todos quisieran ser los últimos.
Nadie le toca. Nadie
le empuja. Llega solo
llenándose sin nadie del silencio
de todos los que llegaron antes
tapiándose de nombres olvidados
y de palabras sin respuesta
Llega solo
nadie le empuja nadie le retiene
porque todos quisieran ser los últimos

Josefina Pla

4 de enero de 2009

SI TU MURIERAS





Anoche, mientras fijos tus ojos me miraban
y tus convulsas manos mis manos estrechaban,
tu tez palideció.
¿Qué hicieras -me dijiste- si en esta noche misma
tu luz se disipara, si se rompiera el prisma,
si me muriera yo?
¡Ah! deja las tristezas al nido abandonado,
las sombras a la noche, los dardos al soldado,
los cuervos al ciprés.
No pienses en lo triste que sigiloso llega;
los mirtos te coronan, y el arroyuelo juega
con tus desnudos pies.
La juventud nos canta, nos ciñe, nos rodea;
es grana en tus mejillas; en tu cerebro, idea,
y entre tus rizos, flor;
tenemos en nosotros dos fuerzas poderosas,
que triunfan de los hombres y triunfan de las cosas:
¡la vida y el amor!
Comparte con mi alma tus penas y dolores,
te doy mis sueños de oro, mis versos y mis flores
a cambio de tu cruz.
¿Por qué temer los años, si tienes la hermosura;
la noche, si eres blanca; la muerte, si eres pura;
la sombra, si eres luz?
Seré, si tú lo quieres, el resistente escudo
que del dolor defienda tu corazón desnudo;
y si eres girasol,
seré la pare oscura que en hondo desconsuelo
sin ver jamás los astros se inclina siempre al suelo;
¡Tú, la que mira al sol!
La muerte está muy lejos; anciana y errabunda,
evita los senderos que el rubio sol fecunda,
y por la sombra va;
camina sobre nieve, por rutas silenciosas,
huyendo de los astros y huyendo de las rosas;
¡la muerte no vendrá!
La vida, sonriendo nos deja sus tesoros:
¡abre tus negros ojos, tus labios y tus poros
al aire del amor!
Como la madre monda las frutas para el niño,
¡Dios quita de tu vida, cercada de cariño,
las penas y el dolor!
Ahora todo canta, perfuma o ilumina;
ahora todo copia tu faz alabastrina,
y se parece a ti;
aspiro los perfumes que brotan de tu trenza,
y lo que en tu alma apenas como ilusión comienza,
es voluntad en mí.
¡Ah! deja las tristezas al nido abandonado,
las sombras a la noche, los dardos al soldado;
los cuervos al ciprés.
No pienses en lo triste que sigiloso llega;
los mirtos te coronan, y el arroyuelo juega
con tus desnudos pies.

Manuel Gutiérrez Najera

EL TREN DE LA VIDA


El tren no llega nunca,
no llegará, se ha muerto....
En la estación vacía, no caben los suspiros.
En la estación vacía, no caben los deseos.
La esfera blanca del reloj, se apaga.
La aguja negra de las horas trepa.
¡No llegará a su hora!... Un beso se lo impide.
¡No llegará,.... está muerto!... se ha roto su destino.
Las manos separadas, no volverán a unirse.
Las manos separadas, agrietarán el aire.
Un túmulo de ruidos, anuncia su llegada.
Se para, se estremece, respira su chatarra.
Se suben los andenes,
se bajan sin saberlo,
los hombres y mujeres que llevan un secreto.
El tren tiene ventanas, son de cristal y sueños.
Detrás de cada una, un rostro que no vemos,
un llanto contenido, ya mudo en el recuerdo.
Detrás de esa ventana, su rostro está en escorzo,
las ruedas se lo llevan, estrépito y silencio.
Detrás, vagón de cola, se lleva lo que quiero.

Jose Antonio Azpeitia
4 de Diciembre del 2007

HUMANA



Hermosa y sana, en el pasado estío,

murmuraba, en mi oído, sin espanto:
-Yo quisiera morirme, amado mío;
más que el mundo me gusta el camposanto.
Y de fiebre voraz bajo el imperio,
moribunda, ayer tarde, me decía:
-No me dejes llevar al cementerio...
¡Yo no quiero morirme todavía!
¡Oh señor... y qué frágiles nacimos!
¡Y que variables somos y seremos!
¡Si la tumba está lejos... la pedimos!
¡Pero si cerca está... no la queremos!

Julio Flores