Hermosa y sana, en el pasado estío, murmuraba, en mi oído, sin espanto: -Yo quisiera morirme, amado mío; más que el mundo me gusta el camposanto. Y de fiebre voraz bajo el imperio, moribunda, ayer tarde, me decía: -No me dejes llevar al cementerio... ¡Yo no quiero morirme todavía! ¡Oh señor... y qué frágiles nacimos! ¡Y que variables somos y seremos! ¡Si la tumba está lejos... la pedimos! ¡Pero si cerca está... no la queremos! Julio Flores