Te duermes a mi lado.
Caes silenciosamente en ese mundo
donde yo puedo ser alguna remota conocida,
una compañera de banca de parque
o la amante que acabas de dejar
para evadirte a esa región donde,
mutuamente, nos privamos de la palabra.
Me conmueve verte dormido,
hundido en las sabanas con el abandono del sueño,
enigmáticamente encerrado en tu cuerpo.
También yo me dormiré
y entonces quizás te despiertes
y pienses esto que yo estoy pensando,
tal vez me imaginarás
enredada en algún árbol enmarañado
de los que sabes que me encantan
y me quieras alcanzar tocándome,
sacándome del mutismo de estación
de radio apagada, volviéndome a traer hacia tu lado,
hacia el amor que nos dio el sueño.
Gioconda Belli