Te quiero así, con celos y con rabia,
con toda la potencia de la sangre
y sin claudicaciones en el alma.
Te quiero como un hombre enamorado,
que comparte la vida y la esperanza
pero no el tiempo del objeto amado.
Te quiero con dolor y sin temores,
como quiso a la lanza de Longinos
quien fabricó una cruz con sus amores.
Te quiero con amor, sin tolerancias,
midiendo el universo con tu nombre
y el vacío estelar con tus distancias.
Te quiero sin renuncias, toda mía,
como el amanecer que no tolera
que le quiten un átomo del día.
Te quiero con razón o contra ella,
como el acantilado indiferente
al mar que lo acaricia o que lo estrella.
Te quiero con pasión, como el gitano
a quien le brilla el alma en la pupila
y el filo de la sangre entre la mano.
Te quiero con violencia y desespero,
como quiere el marino en la tormenta
el áncora remota de un lucero.
Te quiero contra todo y contra todos
sin medir el amor ni el sacrificio
y sin buscar esguinces ni recodos.
Te quiero con temblor, con la entereza
de no haber conocido la sonrisa
de quien entrega el alma por flaqueza.
Te quiero como hombre, alta la frente
y sin las cobardías que arrodillan
la indignidad servil de mucha gente.
Te quiero con furor, como mereces,
montando guardia al pie de tu cariño,
dispuesto a dar la vida una y mil veces.
Te quiero así: con celos y con rabia,
con el golpe total de las arterias
y el ancestro viril de nuestra raza.
Jorge Robledo Ortiz