Dos ranas que vivían juntamente,
En un verano ardiente
Se quedaron en seco en su laguna.
Saltando aquí y allí, llegó la una
A la orilla de un pozo.
Llena entonces de gozo,
Gritó a su compañera:
Ven y salta ligera.
Llegó, y estando entrambas a la orilla,
Notando como grande maravilla,
Entre los agotados juncos y heno,
El fresco pozo casi de agua lleno,
Prorrumpió la primera:
¿A qué esperamos,
Que no nos arrojamos
Al agua, que apacible nos convida?
La segunda responde: Inadvertida
Yo tengo igual deseo,
Pero pienso y preveo
Que, aunque es fácil al pozo nuestra entrada,
La agua, con los calores exhalada,
Según vaya faltando,
Nos irá dulcemente sepultando,
Y al tiempo que salir solicitemos,
En la Estigia laguna nos veremos.
Por consultar al gusto solamente
Entra en la nasa el pez incautamente,
El pájaro sencillo en la red queda,
Y ten qué lazos el hombre no se enreda?
Felix Maria Samaniego