No celebro en mis cantares
la luz de plácida aurora
ni su risa,
ni las orillas de Almendares,
donde habita encantadora
mi Delisa.
No a ti, Cádiz opulenta,
ni tus hijas tan hermosas
que yo amé:
no tu orilla turbulenta,
ni tus olas ruidosas
cantaré.
En triste endecha tan solo
dejadme, musas, que diga
mi pasión.
Dadme la lira de Apolo
con que cante mi fatiga
y aflicción.
Y lleve plácido el viento
dulce y sonoro mi acento
por do quiera,
y que sonando entre rosas
y entre fuentes ruidosas,
blando muera.
¡Ay mi lira, la mi lira
de las musas olvidada
tantos años!
Tierna conmigo suspira
cantando de mi adorada,
los engaños.
Tú que alegras mis pesares
y mis cuitas adormeces
con tu canto,
hora alivia mis azares,
con tu son que tantas veces
fue mi encanto.
Mas... no sepa que la adoro,
que por ella gimo y lloro
mi Delisa.
No más gemir: si lo advierte
burlará mi triste suerte,
con su risa.
Antonio Garcia Gutierrez