CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

31 de julio de 2009

LA BRISA



En su retiro de algodón,
con suave aliento, duerme el aura:
en su nido de seda y lana,
el aura de alegre mentón

Cuando el aura levanta su ala,
en su retiro de algodón
y corre do la flor lo llama
su aliento es un fruto en sazón.

¡Oh, el aura quintaesenciada!
¡Oh, quinta esencia del amor!
¡Por el rocío enjugada,
qué bien me huele en el albor!

Jesús, José, Jesús, María.
Es como el ala de un halcón
que invade, duerme y apacigua
al que se duerme en oración.
Versión de Andrés Holguín

Arthur Rimbaud

NOSTALGIA DE LA NIEVE



¡Cae la nieve sobre la noche!

¡Qué luz de atardecer increíble,
hecha del polvo más fino,
llena de misteriosa tibieza,
anuncia la aparición de la nieve!
Luego, por hilos invisibles
descienden
y sueltos en el aire como una cabellera,
copos de pluma, copos de espuma.

Y algo dulce sueño,
del sueño sin angustia,
infantil, tierno, leve
goce no recordado,
tiene la milagrosa
forma en que por la noche
caen las silenciosas
sombras blancas de la nieve.

Xavier Villaurrutia

30 de julio de 2009

MARCHA FUNEBRE DE UNA MARIONETTE



Suena trompa del infante con aguda melodía...
la farándula ha llegado de la reina Fantasía;
y en las luces otoñales se levanta plañidera
la carroza delantera.
Pasan luego, a la sordina, peregrinos y lacayos
y con sus caparazones los acéfalos caballos;
va en azul melancolía
la muñeca. ¡No hagáis ruido!;
se diría, se diría
que la pobre se ha dormido.
Vienen túmidos y erguidos palaciegos borgoñones
y los siguen arlequines con estrechos pantalones.
Ya monótona en litera
va la reina de madera;
y Paquita siente anhelo de reír y de bailar,
flotó breve la cadencia de la murria y la añoranza;
suena el pífano campestre con los aires de la danza.
¡Pobre, pobre marionette que la van a sepultar!
Con silente poesía
va un grotesco Rey de Hungría
y lo siguen los alanos;
así toda la jauría
con los viejos cortesanos.
Y en tristor a la distancia
vuelan goces de la infancia,
los amores incipientes, los que nunca han de durar.
¡Pobrecita la muñeca que la van a sepultar!
Melancólico un zorcico se prolonga en la mañana,
la penumbra se difunde por el monte y la llanura,
marionette deliciosa va a llegar a la temprana
sepultura.
En la trocha aúlla el lobo
cuando gime el melodioso paro bobo.
Tembló el cuerno de la infancia con aguda melodía
y la dicha tempranera a la tumba llega ahora
con funesta poesía
y Paquita danza y llora.


Jose Maria Eguren

SONETO WATTEAU



Manón, la ebúrnea frente,
la de cabello empolvado
y vestidura crujiente,
¡tus ojos me han cautivado!

Eco de mi amor ardiente,
el clavicordio ha cantado
la serenata doliente
y el rondel enamorado...

¡Ven! el amor que aletea
lanza su flecha dorada
y en el mar que azul ondea,

surge ya la empavesada
galera flordelisada
¡que conduce a la Citerea!

Jose Juan Tablada

29 de julio de 2009

LOS ADIOSES



Quisimos aprender la despedida
y rompimos la alianza
que juntaba al amigo con la amiga.
Y alzamos la distancia
entre las amistades divididas.

Para aprender a irnos, caminamos.
Fuimos dejando atrás las colinas, los valles,
los verdeantes prados.
Miramos su hermosura
pero no nos quedamos.

Llevamos nuestros pies
donde la soledad tiene su casa
y allí nos detuvimos para siempre.
En silencio aguardamos
hasta aprender la muerte.

Rosario Castellanos

BALADA CATALANA



Rugiente pasión ardía
en el alma del doncel;
fuera de Ella nada había
en el mundo, para él.

-¡Lo que a tu capricho cuadre
-dijo a su amada- lo haré;
si las joyas de mi madre
me pides, te las daré.

Y ella, infame como hermosa,
dijo en horrible fruición:
-¿Sus joyas? ¡Son poca cosa!
¡Yo quiero su corazón!

En fuego impuro él ardiendo
hacia su madre corrió
y al punto su pecho abriendo
el corazón le arrancó.

Tan presuroso volvía
la horrible ofrenda a llevar,
que, tropezando en la vía,
fue por el suelo a rodar.

Y brotó un acento blando
del corazón maternal,
al ingrato preguntando:
-Hijo, ¿no te has hecho mal?

Vicente Balaguet

PALABREO DE LA LOCA LUZ CARABALLO




De Chachopo a Apartadero
caminas, Luz Caraballo,
con violeticas de mayo,
con carneritos de enero;
inviernos del ventisquero,
farallón de los veranos,
con fríos cordilleranos,
con riscos y ajetreos,
se te van poniendo feos
los deditos de tus manos.

La cumbre te circunscribe
al sólo aliento del nombre,
lo que te queda del hombre
que quién sabe dónde vive:
cinco años que no te escribe,
diez años que no lo ves,
y entre golpes y traspiés,
persiguiendo tus ovejos,
se te van poniendo viejos
los deditos de tus pies.

El hambre lleva en sus cachos
algodón de tus corderos,
tu ilusión cuenta sombreros
mientras tú cuentas muchachos;
una hembra y cuatro machos,
subida, bajada y brinco,
y cuando pide tu ahínco
frailejón para olvidarte
la angustia se te reparte:
uno, dos, tres, cuatro, cinco.

Tu hija está en un serrallo,
dos hijos se te murieron,
los otros dos se te fueron
detrás de un hombre a caballo.
“La Loca Luz Caraballo”
dice el decreto del Juez,
porque te encontró una vez,
sin hijos y sin carneros,
contandito los luceros:
...seis, siete, ocho, nueve, diez...

Andrés Eloy Blanco


NO ES MAS



Un poema no es más
que una conversación en la penumbra
del horno viejo, cuando ya
todos se han ido, y cruje
afuera el hondo bosque; un poema

no es más que unas palabras
que uno ha querido, y cambian
de sitio con el tiempo, y ya
no son más que una mancha, una esperanza indecible;

un poema no es más
que la felicidad, que una conversación
en la penumbra, que todo
cuanto se ha ido, y ya
es silencio.

Eliseo Diego

EN SILENCIO



Así, calladamente
sin grandes estridencias
dejaré de quererte
casi sin darte cuenta.

Dejaré de sentirme
muñeca, entre tus brazos,
dejaré de temblar
por tus caricias nuevas.

Y así... pausadamente
como llega la noche
aún estando a tu lado
comenzaré a estar muerta.

Carmen Sánchez Ibáñez

SIEMPRE SOLO



Si de la aurora diamantina
se dibujan los célicos albores
los pájaros del viento moradores
al éter mandan su canción divina.

Y si el sol orgulloso se reclina
sobre un lecho radiante de colores,
llenas de amor las carminadas flores
entreabren su corola purpurina.

Todos tienen un ser que los comprenda,
yo al vicio y la virtud indiferente
aislado cruzo la maldita senda,

cual se arrastra en las rocas la serpiente;
mas tengo un alma de vivir cansada
que ni al cielo ni al mundo pide nada.


Antonio Plaza

28 de julio de 2009

QUEJA



Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algún amor que fuera
la vida toda, la poesía.

Y pasaba el invierno y no venía,
y pasaba también la primavera,
y el verano de nuevo persistía,
y el otoño me hallaba con mi espera.

Señor, Señor: mi espalda está desnuda:
haz restallar allí, con mano ruda
el látigo que sangra a los perversos.

Que está la tarde ya sobre mi vida,
y a esta pasión ardiente y desmedida
la he perdido, Señor, haciendo versos.

Alfonsina Storni

LA LUNA ES UNA AUSENCIA



Y tú, ¿quién eres de la noche errante
aparición que pasas silenciosa,
cruzando los espacios ondulante
tras los vapores de la nube acuosa?
negra la tierra, triste el firmamento,
ciegos mis ojos sin tu luz estaban,
y suspirando entre el oscuro viento
tenebrosos espíritus vagaban.
yo te aguardaba, y cuando vi tus rojos
perfiles asomar con lenta calma,
como tu rayo descendió a mis ojos,
tierna alegría descendió a mi alma.
¿Y a mis ruegos acudes perezosa
cuando amoroso el corazón te ansía?
Ven a mí, suave luz, nocturna, hermosa
hija del cielo, ven: ¡por qué tardía!

Carolina Coronado

YESO




Silencio. Aquí se ha hecho ya de noche,
ya tras del cementerio se fue el sol;
aquí se está llorando a mil pupilas:
no vuelvas; ya murió mi corazón.
Silencio. Aquí ya todo está vestido
de dolor riguroso; y arde apenas,
como un mal kerosene, esta pasión.

Primavera vendrá. Cantarás «Eva»
desde un minuto horizontal, desde un
hornillo en que arderán los nardos de Eros.
¡Forja allí tu perdón para el poeta,
que ha de dolerme aún,
como clavo que cierra un ataúd!

Mas... una noche de lirismo, tu
buen seno, tu mar rojo
se azotará con olas de quince años,
al ver lejos, aviado con recuerdos
mi corsario bajel, mi ingratitud.
Después, tu manzanar, tu labio dándose,
y que se aja por mí por la vez última,
y que muere sangriento de amar mucho,
como un croquis pagano de Jesús.

¡Amada! Y cantarás;
y ha de vibrar el femenino en mi alma,
como en una enlutada catedral.

Cesar Vallejo

RECOGIMIENTO



Modérate, ¡oh, mi Dolor! y tranquilízate.
Reclamabas la Tarde; ella desciende; hela aquí:
Una atmósfera oscura envuelve a la ciudad,
A unos trayéndoles la paz, a los otros la aflicción.

Mientras que de los mortales la multitud vil,
Bajo el látigo del Placer, este verdugo implacable,
Recoge remordimientos en la fiesta servil,
Mi Dolor, dame la mano; ven por aquí,

Lejos de ellos. Ve inclinarse a los difuntos Años,
Sobre los balcones del Cielo, con vestimentas anticuadas;
Surgir del fondo de las aguas el Pesar sonriente;

El Sol, moribundo, se adormece bajo un arco,
Y, cual un amplio sudario, arrastrándose hacia Oriente,
Escucha, mi amada, escucha a la Dulce Noche que avanza.

Charles Baudelaire

EL HOMBRE Y EL MAR



¡Hombre libre, siempre adorarás el mar!
El mar es tu espejo; contemplas tu alma
En el desarrollo infinito de su oleaje,
Y tu espíritu no es un abismo menos amargo.

Te complaces hundiéndote en el seno de tu imagen;
La abarcas con ojos y brazos, y tu corazón
Se distrae algunas veces de su propio rumor
Al ruido de esta queja indomable y salvaje.

Ambos sois tenebrosos y discretos:
Hombre, nadie ha sondeado el fondo de tus abismos,
¡Oh, mar, nadie conoce tus tesoros íntimos,
Tan celosos sois de guardar vuestros secretos!

Y empero, he aquí los siglos innúmeros
En que os combatís sin piedad ni remordimiento,
Tanto amáis la carnicería y la muerte,
¡Oh, luchadores eternos, oh, hermanos implacables!

Charles Baudelaire

27 de julio de 2009

LA HABANA



No es Cuba, donde el mar disuelve el alma.
No es Cuba -que nunca vio Gaugin,
Que nunca vio Picasso-,
Donde negros vestidos de amarillo y de guinda
Rondan el malecón, entre dos luces,
Y los ojos vencidos
No disimulan ya los pensamientos.

No es Cuba - la que oyó a Stravisnsky
Concertar sones de marimbas y güiros
En el entierro del Papá Montero,
Ñañigo de bastón y canalla rumbero.

No es Cuba -donde el yanqui colonial
Se cura del bochorno sorbiendo "granizados"
De brisa, en las terrazas del reparto;
Donde la policía desinfecta
El aguijón de los mosquitos últimos
Que zumban todavía en español.

No es Cuba - donde el mar se transparenta
Para que no se pierdan los despojos del Maine,
Y un contratista revolucionario
Tiñe de blanco el aire de la tarde,
Abanicando, con sonrisa veterana,
Desde su mecedora, la fragancia
De los cocos y mangos aduaneros.

Alfonso Reyes

RETORNO



"Vivir sin tus caricias es mucho desamparo;
vivir sin tus palabras es mucha soledad;
vivir sin tu amoroso mirar, ingenuo y claro,
es mucha oscuridad..."

Vuelvo pálida novia, que solías
mi retorno esperar tan de mañana,
con la misma canción que preferías
y la misma ternura de otros días
y el mismo amor de siempre, a tu ventana.

Y elijo para verte, en delicada
complicidad con la Naturaleza,
una tarde como ésta: desmayada
en un lecho de lilas, e impregnada
de cierta aristocrática tristeza.

¡Vuelvo a ti con los dedos enlazados
en actitud de súplica y anhelo
-como siempre-, y mis labios no cansados
de alabarte, y mis ojos obstinados
en ver los tuyos a través del cielo!

Recíbeme tranquila, sin encono,
mostrando el deje suave de una hermana;
murmura un apacible: "Te perdono",
y déjame dormir con abandono,
en tu noble regazo, hasta mañana....

Amado Nervo

TIENES EL RESPLANDOR



Tienes el resplandor
que alumbra la campiña,
el canto del equinoccio...

Y marcas el sendero
donde corona el trigo
y el vino joven
que refugia la tiranía
de la tarde.

Felipe Servulo

NAVIDAD




Un Dios ha nacido. Otros mueren. La realidad
Que no ha venido ni se ha ido: un cambio de Error.
Tenemos ahora otra Eternidad,
Y siempre lo pasado fue mejor.
Ciega, la ciencia trabaja en el inútil suelo
Loca, la Fe vive el sueño de su culto.
Un nuevo Dios es una palabra -o un nuevo sonido
No busques ni tampoco creas: todo está oculto.

Fernando Pessoa

EL DESTELLO




Aunque el cielo no tenga ni una estrella
y en la tierra no quede casi nada,
si un destello fugaz queda de aquella
que fue maravillosa llamarada,

me bastará el fervor con que destella,
a pesar de su luz medio apagada,
para encontrar la suspirada huella
que conduce a la vida suspirada.

Guiado por la luz que inmortaliza,
desandaré mi noche y mi ceniza
por el camino que una vez perdí,

hasta volver a ser, en este mundo
devuelto al corazón en un segundo,
el fuego que soñé, la luz que fui.

Francisco Luis 
Bernárdez

TE BUSCO EN LA FUERZA DEL FUTURO



Sola yo, amor,
y vos quién sabe dónde;
tu recuerdo me mece como al maíz el viento
y te traigo en el tiempo,
recorro los caminos,
me río a carcajadas
y somos los dos juntos
otra vez,
junto al agua.
Y somos los dos juntos
otra vez,
bajo el cielo estrellado
en el monte,
de noche.

Yo, amor, he aprendido a coser con tu nombre,
voy juntando mis días, mis minutos, mis horas
con tu hilo de letras.
Me he vuelto alfarera
y he creado vasijas para guardar momentos.
Me he soltado en tormenta
y trueno y lloro de rabia por no tenerte cerca,
en viento me he cambiado,
en brisa, en agua fresca
y azoto, mojo, salto
buscándote en el tiempo
de un futuro que tiene
la fuerza de tu fuerza.

Gioconda Belli


RIMA XCV - QUIEN FUERA LUNA




¡Quién fuera luna,
quién fuera brisa,
quién fuera sol!

¡Quién del crepúsculo
fuera la hora,
quién el instante
de tu oración!

¡Quién fuera parte
de la plegaria
que solitaria
mandas a Dios!

¡Quién fuera luna
quién fuera brisa,
quién fuera sol! ...

Gustavo Adolfo 
Bécquer

MADRIGAL



Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué si me miráis, miráis airados?
Si cuando más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.

Gutierre de Cetina

NO ES NADA DE TU CUERPO



No es nada de tu cuerpo,
ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
No es tu boca -tu boca
que es igual que tu sexo-,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo, en que bebo.
No son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras que te deja el sueño.
Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad caliente de tu asfixia
que sostiene tu beso.
No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un gramo, ni un momento:

Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.

Jaime Sabines

PAZ







No nos diremos nada. Cerraremos las puertas.
Deshojaremos rosas sobre el lecho vacío
y besaré, en el hueco de tus manos abiertas.
la dulzura del mundo, que se va, como un río...

Jaime Torres Bodet

DESVESTIDO



La noche, deseosa, apenumbrada,
te quitó sin pensar las zapatillas...
y -por sentirse blanca y alumbrada-
desnudó blancamente tus rodillas.

Luego -por diversión, sin decir nada-
la noche se llevó tu blusa larga
y te arrancó la falda ensimismada
como una cosa tímida y amarga.

Después te colocaste travesura:
desnudaste tus pechos por ternura
y -hablando de un amor vago, inconexo-

Porque sí y porque no, a medio reproche,
desnudaste también, entre la noche,
la noche pequeñita de tu sexo.

Jorge de Bravo

SPINOZA




Las traslúcidas manos del judío
labran en la penumbra los cristales
y la tarde que muere es miedo y frío.
(Las tardes a las tardes son iguales.)

Las manos y el espacio de jacinto
que palidece en el confín del Ghetto
casi no existen para el hombre quieto
que está soñando un claro laberinto.

Jorge Luis Borges

POEMA DEL DOMINGO TRISTE




Este domingo triste pienso en ti dulcemente
y mi vieja mentira de olvido ya no miente.
La soledad a veces es peor castigo,
ah, ¡pero qué alegre todo si estuvieras conmigo!

Entonces no querría mirar las nubes grises
formando extraños mapas de imposibles países
y el monótono ruido del agua no sería
el motivo secreto de mi melancolía.

Este domingo triste nace de algo que es mío,
que quizás es tu ausencia y quizás es mi hastío,
mientras corren las aguas por la calle en declive
y el corazón se muere de un ensueño que vive.

La tarde pide un poco de sol, como un mendigo,
y acaso hubiera sol si estuvieras conmigo,
y tendría la tarde, fragantemente muda,
el ingenuo impudor de una niña desnuda.

Si estuvieras conmigo, amor que no volviste.
Oh, ¡qué alegre me sería este domingo triste!

Jose Angel Buesa

POEMA DEL DESENCANTO





Y comenzamos juntos un viaje hacia la aurora
como dos fugitivos de la misma condena.
Lo que ignoraba entonces no he de callarlo ahora:
No valías la pena.

Ya llegaba el otoño, y ardía el mediodía.
Sentí sed. Vi tu copa. Pensé que estaba llena,
pero acerqué mis labios y la encontré vacía.
No valías la pena.

Te di a guardar un sueño, pero tú lo perdiste,
o acaso abrí mis surcos en la llanura ajena.
Es triste, pero es cierto. Por ser tan cierto, es triste:
No valías la pena.

Fuiste el amor furtivo que va de lecho en lecho,
y el eslabón amable que es más que una cadena.
Pero hoy puedo decirte, sin rencor ni despecho:
No valías la pena.

Me alegré con tu risa; me apené con tu llanto,
sin pensar que eras mala ni creer que eras buena.
Te canté en mis canciones, y, a pesar de mi canto,
no valías la pena.

Me queda el desencanto del que enturbió una fuente,
o acaso el desaliento del que sembró en la arena.
Pero yo no te culpo. Te digo, simplemente:
No valías la pena.

Jose Angel Buesa

EL ECO



Imitación de Coppée

Yo en la soledad he dicho:

—¿Cuándo cesará el dolor
Que me oprime noche y día?

—¡Nunca!—el eco respondió.

—¿Cómo viviré más tiempo,

En tan cruel opresión,

Cual un muerto en su sudario?

—¡Solo!—el eco respondió.

—¡Gracias, oh suerte severa!

¿Cómo de mi corazón

Acallaré los gemidos?

—¡Muere!—el eco respondió.

Julian del Casal

NO SABE QUE ES AMOR



No sabe qué es amor quien no te ama,
celestial hermosura, esposo bello,
tu cabeza es de oro, y tu cabello
como el cogollo que la palma enrama.

Tu boca como lirio, que derrama
licor al alba; de marfil tu cuello;
tu mano el torno y en su palma el sello
que el alma por disfraz jacintos llama.

¡Ay Dios!, ¿en qué pensé cuando, dejando
tanta belleza y las mortales viendo,
perdí lo que pudiera estar gozando?

Mas si del tiempo que perdí me ofendo,
tal prisa me daré, que un hora amando
venza los años que pasé fingiendo.

Lope de Vega

LA DESPEDIDA



Ya me voy, pues me lleva el destino
Como la hoja que el viento arrebata
¡Ay de mi, tu no sabes, ingrata,
Lo que sufre mi fiel corazón.

Estos ojos llorar no sabían
Que el llorar parecíame locura;
Mas hoy lloro con triste amargura
a mis solas mi ardiente pasión..

Ya no espero consuelo en la vida,
Que podrá consolar mis dolores!
Que me importan riquezas y honores!
Que me importa este mundo sin ti!
Bajare silencioso a la tumba
A buscar el perdido sosiego
De rodillas, ingrata, te ruego,
Que, a lo menos, te acuerdes de mí.

Ya me voy a una tierra distante,
A un lugar donde nadie me espera,
Donde no sentirán que me muera,
Donde nadie por mi llorara,
Cada cual seguirá en sus festines,
En sus bailes, y risas y amores,
Ceñiránse la frente de flores,
Y de mi ni siquiera hablaran.

Manuel Carpio

RESUCITARAN



Los pájaros que en sus nidos
mueren, ¿a dónde van?
¿Y en que lugar escondidos
están, muertos o dormidos,
los besos que no se dan?

Nacen, y al punto traviesos
hallar la salida quieren;
¡pero como nacen presos,
se enferman pronto mis besos
y, apenas naces, se mueren!

En vano con raudo giro
éste a mis labios llegó.
Si lejos los tuyos miro. . .
¿sabes lo que es un suspiro?
¡Un beso que no se dio!

¡Que labios tan carceleros!
¡Con cadenas y cerrojos
los aprisionan severos,
y apenas los prisioneros
se me asoman a los ojos!

¡Pronto rompe la cadena
de tan injusta prisión,
y no mueran más de pena,
que ya está de besos llena
la tumba de mi corazón!

¿Qué son las bocas? Son nidos.
¿Y los besos? ¡Aves locas!
Por eso, apenas nacidos,
de sus nidos aburridos
salen buscando otras bocas.

¿Por qué en cárcel sepulcral
se trueca el nido del ave?
¿Por qué los tratas tan mal,
si tus labios de coral
son los que tienen la llave?

-Besos que apenas despiertos,
volar del nido queréis
a sus labios entreabiertos,
en vuestra tumba, mis muertos,
dice: ¡Resucitaréis!

Manuel Gutiérrez Najera

YO NO QUIERO MAS LUZ QUE TU CUERPO ANTE EL MIO



Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda..

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.

Miguel Hernandez

OVILLEJOS



¿Quién menoscaba mis bienes?
¡Desdenes!
¿Y quién aumenta mis duelos?
¡Los celos!
¿Y quién prueba mi paciencia?
¡Ausencia!
De ese modo en mi dolencia
ningún remedio me alcanza,
pues me matan las esperanzas,
desdenes, celos y ausencia.

¿Quién me causa este dolor?
¡Amor!
¿Y quién mi gloria repugna?
¡Fortuna!
¿Y quién consiente mi duelo?
¡El cielo!
De ese modo yo recelo
morir deste mal extraño,
pues se aúnan en mi daño
amor, fortuna y el cielo.

¿Quién mejorará mi suerte?
¡La muerte!
Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?
¡Mudanza!
Y sus males, ¿quién los cura?
¡Locura!
De ese modo no es cordura
querer curar la pasión,
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.

Miguel de Cervantes Saavedra

VAGABUNDOS EN LA NOCHE



Te llama el sur esta noche, te llama como nunca
el corazón secreto de la lluvia, te llama un perfume
dejado en la distancia y que regresa ahora.
¿Hay algo para el cuerpo que espera con nostalgia,
algo para su sed, para el canto que escapa;
hay algo, viene algo por el cielo, no oculta la cordillera
nuestra pregunta insomne, no guarda su pecho oscuro
la respuesta a ese tiempo que desde el mar avanza?

¿Es eso lo que recuerdas, es ese ser oculto que por las calles
canta,
es ese vagabundo que duerme en la basura,
con los zapatos rotos y la cara hacia el cielo,
en una horrible mueca?
¿Es eso lo que recuerdas, es eso que por las ramas
insiste en la primavera:
la joven esposa muerta, la huella de los hombres
en el parque mojado? ¿Era eso en la noche,
eran las luces secas de brillos petrificados
en las calles del lujo?

Para ti, tierra, las vidas de los hombres solitarios,
los niños harapientos jugando entre la lluvia,
los nombres, las fechas y las personas muertas;
para ti las tormentas, las colinas purpúreas,
las castañas en duros zurrones afilados,
las lámparas en grandes
habitaciones, los vientos,
los vientos sobre plazas desiertas,
mientras las hojas secas en el sediento asfalto
acumulan la futura lluvia que aparece.

Es cierto: porque cuando pasas sobre la noche;
cuando, sigilosamente, aparece la lluvia,
y recuerdo los seres que pasaron,
el calor de unas sienes doradas por el vino;
cuando cruza el otoño -rojo de furia triste-
por semáforos, autobuses, tiernas escalinatas,
¿hay algo en esa cara que interroga hacia el aire
de un día que soporta otro día lejano?

Para aquéllos las luces llenas de terciopelo,
las sibilinas voces de perfumes, las vagas
promesas de placer en cálidos recintos;
para ellos las noches de promesas ocultas,
las estampas de un invierno pasado,
el entierro lejano, el humo
sobre el parque. Papeles enloquecidos
caen hacia un otoño rabioso que se acerca.
Están sobre los puentes acumulando angustia,
el agua tiene secos reflejos afiebrados,
sus ojos se adormecen, fiebre y frío penetran
los ansiados retornos que por el río pasan.
¿Qué han perdido en las noches,
en la esquina poblada qué interrogan sus caras?
Hablan del mar cercano (el viento se estremece,
el viento cruza y pasa) y apretados esperan
un ayer imposible para un futuro incierto.

Tierra, tierra sobre deseos, sobre puentes y ramas,
sobre arenas desiertas, sobre pasos que mueren,
¿qué buscas, qué esperas
para alcanzar un rostro, un harapo, una mano quemada
por la moneda avara? ¿Es que esperas sus muertes
en la noche, sólo sus vidas hoscas
consumidas sin haber conocido
el hueco de un calor,
el sueño sin temores, el alba
por fin mágica y buena?

Miguel Arteche Salinas

COBARDE



Raudo el buque navega. En la toldilla
fuma impasible el capitán negrero.
Por la abierta escotilla
sube murmullo ronco y plañídero,
que el sollozo semeja
de mil bestias humanas;
es el ébano vivo que se queja
al dejar las llanuras africanas.

Y mientras gime abajo el cargamento,
y a merced de las olas y del viento,
navega el barco por la mar bravía,
que nos relate el capitán un cuento,
pide a voces la audaz marinería.

-¿Una historia pedís? Ahí va la mía,
-el negrero exclamó-. Si por mi alarde
de arrojo temerario habéis creído,
que cual valiente soy, valiente he sido,
¡grande fue vuestro error! Yo fuí un cobarde.

Yo fuí cobarde, sí, porque yo amaba
con la ternura de la edad primera,
a una mujer que infame me engañaba,
y la amaba frenético, la amaba
como ama a sus cachorros la pantera.

No sé si su adulterío o mi cariño
la hicieron concebir un tierno niño,
mas sé que entre la madre y el hijuelo
tanta dicha gocé, tanta ventura,
que a deciros verdad me figuraba
que casí comprendí lo que era el cielo.

Breves fueron mis cándidos amores,
breve mi dicha fue, breve mi calma,
y al saber la traición de los traidores
sentía del infierno los horrores,
dentro del corazón, dentro del alma.

A mi ríval deshice a machetazos
y antes de herir a la que impía
rompió de amor los bendecidos lazos,
el arma se detuvo, que en los brazos
de la mujer culpable, sonreía
el pequeñuelo débil e inocente,
y no quise manchar su tersa frente;
y, de pueril ternura alarde,
por no dejar sin madre al pequeñuelo,
¡a la infiel perdoné como un cobarde!

Marcos Rafael Blanco Belmonte

EL SEDIENTO



Por buscarme, Poesía, en ti me busqué:
deshecha estrella de agua,
se anegó en mi ser.
Por buscarte, Poesía,
en mí naufragué.

Después sólo te buscaba
por huir de mí:
¡espesura de reflejos
en que me perdí!

Más luego de tanta vuelta
otra vez me vi:
el mismo rostro anegado
en la misma desnudez;
las mismas aguas de espejo
en las que no he de beber;
y en el borde del espejo,
el mismo muerto de sed.

Octavio Paz

SENSACION



Iré, cuando la tarde cante, azul, en verano,
herido por el trigo, a pisar la pradera;
soñador, sentiré su frescor en mis plantas
y dejaré que el viento me bañe la cabeza.

Sin hablar, sin pensar, iré por los senderos:
pero el amor sin límites me crecerá en el alma.
Me iré lejos, dichoso, como con una chica,
por los campos , tan lejos como el gitano vaga.

Marzo de 1870

Arthur Rimbaud

MELANCOLIA



Hermano, tú que tienes la luz, dime la mía.
Soy como un ciego. Voy sin rumbo y ando a tientas.
Voy bajo tempestades y tormentas
ciego de sueño y loco de armonía.

Ése es mi mal. Soñar. La poesía
es la camisa férrea de mil puntas cruentas
que llevo sobre el alma. Las espinas sangrientas
dejan caer las gotas de mi melancolía.

Y así voy, ciego y loco, por este mundo amargo;
a veces me parece que el camino es muy largo,
y a veces que es muy corto...

Y en este titubeo de aliento y agonía,
cargo lleno de penas lo que apenas soporto.
¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?

Ruben Dario

LA PENA DE PERDERTE



Al poema confío la pena de perderte.
He de lavar mis ojos de los azules tuyos,
faros que prolongaron mi naufragio.
He de coger mi vida desecha entre tus manos,
leve jirón de niebla
que el viento entre sus alas efímeras dispersa.
Vuelva la noche a mí, muda y eterna,
del diálogo privada de soñarte,
indiferente a un día
que ha de hallarnos ajenos y distantes.

Salvador Novo

LA ROSA DEL JARDINERO

Era un jardín sonriente;
era una tranquila fuente
de cristal;
era, a su borde asomada
una rosa inmaculada
de un rosal.
Era un viejo jardinero
que cuidaba con esmero
del vergel,
y era la rosa un tesoro
de más quilates que el oro
para él.

A la orilla de la fuente
un caballero pasó,
y la rosa dulcemente
de su tallo separó.
Y al notar el jardinero
que faltaba en el rosal,
cantaba así, plañidero,
receloso de su mal:

-Rosa la más delicada
que por mi amor cultivada
nunca fue;
rosa la más encendida
la más fragante y pulida
que cuidé;
blanca estrella que del cielo
curiosa del ver el suelo
resbaló;
a la que una mariposa
de mancharla temerosa
no llegó.

¿Quién te quiere? ¿Quién te llama
por tu bien o por tu mal?
¿Quién te llevó de la rama
que no estás en tu rosal?

¿Tú no sabes que es grosero
el mundo? ¿Que es traicionero
el amor?
¿Que no se aprecia en la vida
la pura miel escondida
en la flor?
¿Bajo qué cielo caíste?
¿A quién tu tesoro diste
virginal?
¿En qué manos te deshojas?
¿Qué aliento quema tus hojas
infernal?
¿Quién te cuida con esmero
como el viejo jardinero
te cuidó?
¿Quién por ti sólo suspira?
¿Quién te quiere? ¿Quién te mira
como yo?

¿Quién te miente que te ama
con fe y con ternura igual?
¿Quién te llevó de la rama,
que no estás en tu rosal?

¿Por qué te fuiste tan pura
de otra vida a la ventura
o al dolor?
¿Qué faltaba a tu recreo?
¿Qué a tu inocente deseo
soñador?
En la fuente limpia y clara
¿espejo que te copiara
no te di?
¿Los pájaros escondidos,
no cantaban en sus nidos
para ti?
¿Cuando era el aire de fuego,
no refresqué con mi riego
tu calor?
¿No te dio mi trato amigo
en las heladas abrigo
protector?
¿Quién para sí te reclama?
¿Te hará bien o te hará mal?
¿Quién te llevó de la rama
que no estás en tu rosal?

* * * * * *

Así un día y otro día,
entre espinas y entre flores,
el jardinero plañía
imaginando dolores,
desde aquél en que a la fuente
un caballero llegó,
y la rosa dulcemente
de su tallo separó.

Serafín y Joaquín Álvarez Quintero

25 de julio de 2009

LA CANCION DEL PIRATA



Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín:
bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:

"Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
cien naciones
sus pendones
a mis pies."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

"Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

"A la voz de "¡barco viene!"
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

"Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

José de Espronceda

ELLA DICE:



-Esta noche no sales, te secuestro,
aquí está tu sillón, aquí tu lámpara,
tu pluma, tu tintero, tus cuartillas,
escribe, o lee, o sueña, o no hagas nada.
Esta noche no sales, te secuestro,
con mis tijeras cortaré tus alas.

Recorreré las piezas diligente,
iré, por ver la noche, a la ventana...
Fastidiaos, diré, hondas tinieblas,
rústicas brisas, estrellitas pampas,
esta noche no es para vosotras,
su meditar llena de luz la casa.
Aflojaré después las ropas mías,
esponjaré mi cabellera blanda,
te serviré un café como tú quieras,
escribirás las últimas palabras,
y verás qué reposo el de tu cuerpo:
de tu sillón, un paso, y a la cama.
Las almohadas creerás montón de flores,
frescas hojas las sábanas...

Y estarás dormitando todavía,
cuando entraré con silenciosa planta
a nuestro cuarto; tocaré tu hombro,
estirarás una pereza larga,
y ante tus ojos, de mis brazos puros,
rodará dulcemente la mañana.

Baldomero Fernández Moreno

ENSUEÑOS



Eco sin voz que conduce
El huracán que se aleja,
Ola que vaga refleja
A la estrella que reluce;
Recuerdo que me seduce
Con engaños de alegría;
Amorosa melodía
Vibrando de tierno llanto,
¿qué dices a mi quebranto,
qué me quieres, quién te envía?

Tiende su ala el pensamiento
Buscando una sombra amiga,
Y se rinde de fatiga
En los mares del tormento;
De pronto florido asiento
Ve que en la orilla aparece,
Y cundo ya desfallece
Y más se acerca y le alcanza,
Ve que su hermosa esperanza
Es nube que desaparece.

Rayo de sol que se adhiere
A una gota pasajera,
Que un punto luce hechicera
Y al tocar la sombra muere.
Dulce memoria que hiere
Con los recuerdos de un cielo,
Murmurios de un arroyuelo
Que en inaccesible hondura
Brinda al sediento frescura
Con imposible consuelo,

En inquietud, como el mar,
Y sin dejar de sufrir,
Ni es mi descanso dormir,
Ni me consuela llorar.
En vano quiero ocultar
Lo que el pecho infeliz siente;
Tras cada sueño aparente,
Tras cada mentida calma,
Hay más sombras en el alma,
Más arrugas en la frente.

Si bien entra este empeño
En que tan doliente gimo
La esperanza de un arrimo,
De un halago en un ensueño,
Si de mí no siendo dueño
Sonreír grato me veis,
Os ruego que recordéis
Que estoy de dolor rendido. . .
Pasad. . . dejadme dormido. . .
Pasad. . . ¡no me despertéis!

Guillermo Prieto

RIQUEZA



Tengo la dicha fiel
y la dicha perdida:
la una como rosa,
la otra como espina.

De lo que me robaron
no fui desposeída:
tengo la dicha fiel
y la dicha perdida,
y estoy rica de púrpura
y de melancolía.

¡Ay, qué amante es la rosa
y qué amada la espina!
Como el doble contorno
de dos frutas mellizas,
tengo la dicha fiel
y la dicha perdida....

Gabriela Mistral

LA CIUDAD SIN LAURA




En la ciudad callada y sola
 mi voz despierta  una profunda resonancia.
Mientras la noche va creciendo pronuncio un nombre
 y este nombre me acompaña.

La soledad es poderosa 
pero sucumbe ante mi voz enamorada.
No puede haber nada tan fuerte como una voz
cuando esa voz es la del alma.

En el sonido con que suena 
siento el sonido de una música lejana.
Y en la energía remota que la mueve 
siento el calor de una remota llamarada.

Porque mi voz es una chispa de aquella hoguera
que eterniza lo que abrasa.
Porque mi amor es una chispa de aquella hoguera
que eterniza lo que abrasa.

Para poblar este desierto me basta 
y sobra con decir una palabra.
El dulce nombre que pronuncio 
para poblar este desierto es el de Laura.

Las cosas son inteligibles 
porque este nombre de mujer las ilumina.
Porque este nombre las arranca de las tinieblas en
que estaban sumergidas.

Una por una recuperan su resplandor espiritual 
y resucitan.
Una por una se levantan con el candor
 y la belleza que teman.

La obscuridad desaparece 
mientras el sueño silencioso se disipa.
Por este nombre de los nombres
 hasta la muerte sin palabras tiene vida.

Ya no resuena entre las cosas 
el gran torrente de las noches y los días.
El tiempo calla y se detiene 
para escuchar esta perfecta melodía.

Mi vida entera permanece 
porque este nombre que recuerdo no me olvida.
Porque este nombre me sostiene 
con emoción
 desde su tierna lejanía.

Cuando mi boca lo ignoraba, 
la soledad era más honda que el silencio.
Cuando mi boca estaba muda, 
mi corazón era invisible como el viento.

Se conocía que vivía por la canción 
que lo tenía prisionero.
Pero vivía en otro mundo,
para las cosas de este mundo estaba muerto.

Le pesadumbre de las horas 
era mas íntima que nunca en aquel tiempo.
Porque las noches eran largas; 
porque los días de las noches eran lentos.

La tierra estaba más obscura 
porque faltaban las estrellas en el cielo.
El manantial de donde brota la luz 
que alumbra el corazón estaba seco.

¿Qué hubiera sido de mi vida sin este nombre 
que pronuncio en el desierto ?
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este amor
 que me acompaña desde lejos?

Lejos está la dulce causa del corazón, 
de la cabeza y de la mano.
Pero su ausencia es la del río, 
que con la fuente que lo llora vive atado.

Nunca he sentido como ahora la vecindad 
de la mujer que estoy cantando.
Cuando el amor está presente 
no puede haber nada escondido ni lejano.

La luz del fuego que me alumbra
 ¿no es la que alumbra el corazón del ser amado ?
La llamarada que me quema 
¿no es la del fuego en que se quema sin descanso ?

Aunque las leguas se interponen entre nosotros,
 ya no pueden separarnos.
Porque el amor que vence al tiempo 
no puede estar sino a cubierto del espacio.

Entre la dicha y mi existencia
 la diferencia que hubo ayer se va borrando.
El ser que nombro es el que, siendo, 
me da una vida sin dolor ni sobresalto.


Francisco Luis 
Bernárdez

SI. DESPUES QUE YO MUERA.......



Si, después que yo muera, se quisiera escribir mi biografía,
Nada sería más simple.
Exactamente poseo dos fechas -la de mi nacimiento y
la de muerte.
Entre una y otra todos los días me
pertenecen.
Soy fácil de describir.
He vivido como un loco.
He amado a las cosas sin ningún sentimentalismo.
Nunca tuve un deseo que no pudiera colmar, pues nunca anduve ciego.
Incluso escuchar para mí fué nada más que un complemento del ver.
Comprendí que las cosas son reales y totalmente diferentes una de otra:
Lo comprendí con los ojos, jamás con el pensamiento.
Comprenderlo con el pensamiento hubiera sido encontrarlas
todas iguales.

Un día me sentí dormido como un niño.
Cerré los ojos y dormí.
Y, a propósito, yo era el único poeta de la Naturaleza.

Fernando Pessoa

SOLDADO DE LA LIBERTAD



Sobre un caballo brioso
camina un joven guerrero
cubierto de duro acero,
lleno de bélico ardor.

Lleva la espada en el cinto,
lleva en la cuja la lanza,
brilla en su faz la esperanza,
en sus ojos el valor.

De su diestra el guante quita,
y el robusto cuello halaga,
y la crin, que al viento vaga
de su compañero fiel.

Al sentirse acariciado
por la mano del valiente,
ufano alzando la frente
relincha el noble corcel.

Su negro pecho y sus brazos
de blanca espuma se llenan;
sus herraduras resuenan
sobre el duro pedernal;

y al compás de sus pisadas,
y al ronco son del acero,
alza la voz el guerrero
con un acento inmortal:

'Vuela, vuela, corcel mío
denodado;
no abatan tu noble brío
enemigos escuadrones,
que el fuego de los cañones
siempre altivo has despreciado,
y mil veces
has oído
su estallido
aterrador,
como un canto
de victoria,
de tu gloria
precursor.

'Entre hierros, con oprobio
gocen otros de la paz;
yo no, que busco en la guerra
la muerte o la libertad.

'Yo dejé el paterno asilo
delicioso:
dejé mi existir tranquilo
para ceñirme la espada,
y del seno de mi amada
supe arrancarme animoso;
vi al dejarla
su tormento,
¡qué momento
de dolor!
Vi su llanto
y pena impía;
fue a la mía
superior.

'Entre hierros, con oprobio
gocen otros de la paz;
yo no, que busco en la guerra
la muerte o la libertad.'

'El artero cortesano
la grandeza
busque adulando al tirano
y doblando la rodilla;
mi trotón y humilde silla
no daré por su riqueza,
y bien pueden
sus salones
con canciones
resonar:
corcel mío,
yo prefiero
tu altanero
relinchar.

'Entre hierros, con oprobio
gocen otros de la paz;
yo no, que busco en la guerra
la muerte o la libertad.'

'Vuela, bruto generoso
que ha llegado
el momento venturoso
de mostrar tu noble brío,
y hollar del tirano impío
el pendón abominado.
En su alcázar
relumbrante
arrogante
pisarás,
y en su pecho
con bravura
tu herradura
estamparás.

'Entre hierros, con oprobio
gocen otros de la paz;
yo no, que busco en la guerra
la muerte o la libertad.'

Así el guerrero cantaba
cuando resuena en su oído
un lejano sordo ruido,
como de guerra el fragor.

'¡A la lid!', él fuerte grita,
en los estribos se afianza
y empuña la dura lanza,
lleno de insólito ardor.

En sus ojos, en su frente,
la luz brilla de la gloria,
un presagio de victoria,
un rayo de libertad.

Del monte en las quiebras hondas
resuena su voz terrible,
como el huracán horrible
que anuncia la tempestad.

Rápido vuela el caballo,
ya del combate impaciente,
mucho más que el rayo ardiente
en su carrera veloz.

Entre una nube de polvo
desaparece el guerrero:
se ve aún brillar su acero,
se oye a lo lejos su voz:

'¡Gloria, gloria!¡Yo no quiero
una vergonzosa paz;
busco en medio de la guerra
la muerte o la libertad!'

Fernando Calderón

SI TE NOMBRO TE PIERDO




Si te nombro te pierdo
y tengo que imaginarte
en la penumbra.

De carne no,
de crepúsculos sencillos,
de aire casi.

Te mandaré un arcángel,
que el bulevar del adiós
es largo y sin remedio.

Tú sabes: a buscarte.


Felipe Servulo