Al fondo de esta tarde de tormenta
nada huye del sabor a duelo
en las nubes que pasan.
La confianza de que vendrá
otro amanecer, la cabaña
entre los sombríos redobles
del viento,
como invitando a danza
o fin de asedio.
No puedo darte nada más
que este ahora de todo en abandono,
como si cumpliera una respuesta o un deseo
que ya no importa.
Montón de labios, presencia de cosas
de repente, vislumbres que se apagan,
desolada siembra en los bordes de la crecida
avalancha que trastoca y confunde,
y todo lo inunda, y también termina.
Jose Carlos Castaño