Pero cómo decírtelo
si eres tan leve
y silenciosa como una flor.
Cómo te lo diré cuando eres agua,
cuando eres fuente,
manantial, sonrisa,
espiga, viento,
cuando eres aire, amor.
Cómo te lo diré, a ti,
joven relámpago,
temprana luz, aurora,
que has de morirte un día
como quien no es así.
Tu forma eterna,
como la luz y el mar,
exige acaso
la majestad durable de la materia.
Hermosa como la permanencia del océano
frente al atardecer,
es más efímera tu carne que una flor.
Pero si eres comparable a la luz,
eres la luz,
la luz que hablase,
que dijese "te quiero",
que durmiese en mis brazos,
y que tuviese sed,
ojos, cansancio
y una infinita gana de llorar,
cuando miras en el jardín las rosas nacer,
una vez más.
Carlos Bousoño