Acaso no he pagado el precio de mi vida
antes de distinguir
las tinieblas de las tinieblas...
acaso no he evitado elogiar demasiado pronto
la gloria sombría de la noche...
Barcos, mis hermanos del horizonte,
habladme de mi madre...
...donde mi hermano estaba en la orilla,
donde mi hermana durmió a gusto
su engaño,
yo hablaba de verde manzana
y de salvado de invierno,
rebuscaba en los bolsillos de mi abrigo...
Difundía desde el púlpito
salmos absurdos,
sofocaba gritos de pájaros
en el sinsentrigo...
Dos mil años después de ti
descubrí yo las ciudades,
morí yo en la colina,
yo, cráneo calcinado del norte...
Recuerdo el relampaguear
de todas las estrellas
que me dio el lenguaje de pueblos extraños,
las letras de Virgilio,
el hablar de mis campesinos...
Dos mil años después de ti
estoy yo en el país, enfermizo,
ando en mis camas de diciembre.
Thomas Bernhard