En tiempos de siembra aprende,
en tiempos de cosecha enseña
y en el invierno goza.
Conduce tu carro y tu arado
sobre los huesos de los muertos.
La senda del exceso
lleva al palacio de la sabiduría.
La prudencia es una fea y rica solterona
cortejada por la incapacidad.
Quien desea y no actúa
engendra la plaga.
El gusano perdona
al arado que lo corta.
Sumergid en el río
a quien ama el agua.
El necio no ve el mismo árbol
que ve el sabio.
Aquel cuyo rostro no irradia luz
nunca será estrella.
La eternidad está enamorada
de las creaciones del tiempo.
A la atareada abeja
no le queda tiempo para la pena.
Las horas de la locura las mide el reloj,
pero ningún reloj puede medir
las horas de la sabiduría.
Ningún alimento sano
se atrapa con red ni trampa.
En años de escasez,
usa número,
peso y medida.
No hay pájaro que vuele demasiado alto
si lo hace con sus propias alas.
Un cuerpo muerto
no venga injurias.
El acto más sublime consiste
en poner a otro delante de ti.
Si el necio persistiera en sus necedades
llegaría a sabio.
La necedad es el atuendo de la bellaquería,
la vergüenza es
el atuendo del orgullo.
Las prisiones se construyen con piedras de Ley;
los burdeles con ladrillos de religión.
La altivez del pavo real
es la gloria de Dios.
La lujuria del chivo
es la liberalidad de Dios.
La ira del león
es la sabiduría de Dios.
La desnudez de la mujer
es obra de Dios.
El exceso de pena ríe;
el exceso de dicha llora.
El rugir de los leones, el aullido de los lobos,
el oleaje furioso del mar huracanado
y la espada destructora,
son porciones de la eternidad demasiado grandes
para que las aprecie el ojo humano.
El zorro condena a la trampa,
no a sí mismo.
El júbilo impregna;
las penas engendran.
Dejad que el hombre vista la melena del león
y la mujer el vellón de la oveja.
El ave un nido,
la araña una tela,
el hombre la amistad.
El egoísta y sonriente necio
y el necio que frunce malhumorado el ceño
han de considerarse sabios,
y podrían ser medidos con la misma vara.
Lo que hoy está probado,
en su momento era sólo algo imaginado.
La rata, el ratón, el zorro
y el conejo vigilan las raíces;
el león, el tigre, el caballo
y el elefante vigilan los frutos.
La cisterna contiene;
el manantial rebosa.
Un pensamiento
llena la inmensidad.
Si estás siempre listo a expresar tu opinión,
el vil te evitará.
Todo lo que es creíble,
es una imagen de la verdad.
Nunca el águila malgastó tanto su tiempo
como cuando se propuso aprender del cuervo.
El zorro se provee a si mismo;
pero Dios provee al león.
Piensa por la mañana,
actúa a mediodía,
come al anochecer
y duerme por la noche.
Quien ha sufrido tus imposiciones,
te conoce.
Así como el arado sigue a las palabras,
Dios recompensa las plegarias.
Los tigres de la ira son más razonables
que los caballos de la instrucción.
Del agua estancada
espera veneno.
Nunca sabrás lo que es suficiente
a menos que sepas lo que es más que suficiente.
¡Escucha los reproches de los tontos!
¡Forman un título real!
Los ojos del fuego,
las narices del aire,
la boca del agua
y las barbas de la tierra.
El débil en coraje
es fuerte en astucia.
El manzano nunca pregunta al haya
cómo ha de crecer,
tal como el león no interroga al caballo
sobre cómo atrapar la presa.
Quien recibe agradecido
da copiosas cosechas.
Si otros no hubiesen sido tontos,
lo seríamos nosotros.
El alma rebosante de dulce deleite
jamás será profanada.
Cuando ves un águila,
ves una porción de Genio:
¡Alza la cabeza!
Tal como la oruga elige las hojas mejores
para depositar en ellas sus huevos,
el sacerdote lanza sus imprecaciones
para los más dulces goces.
Crear una florecilla
es labor de siglos.
La condena estimula,
la bendición relaja.
El mejor vino es el más añejo;
la mejor agua, la más nueva.
¡Las plegarias no aran!
¡Los elogios no cosechan!
Las alegrías no ríen.
Las tristezas no lloran.
La cabeza lo Sublime;
el corazón, lo patético;
los genitales, la Belleza;
manos y pies la Proporción.
Como el aire al pájaro o el agua al pez,
así es el desprecio para el despreciable.
El cuervo quisiera que todo fuese negro;
el búho, que todo fuese blanco.
La exuberancia
es belleza.
Si el león recibiese consejos del zorro,
sería astuto.
El perfeccionamiento traza caminos rectos;
pero los torcidos y sin perfeccionar
son los caminos del Genio.
Mejor matar a un niño en su cuna
que alimentar deseos
que no se llevan a la práctica.
Donde no está el hombre,
la naturaleza es estéril.
La verdad nunca puede decirse de modo
que sea comprendida sin ser creída.
¡Suficiente!
o demasiado.
William Blake