Asumamos la actitud de vírgenes.
Así
nos quieren ellos.
Forniquemos mentalmente,
suave, muy suave,
con la piel de algún fantasma.
Sonriamos
femeninas
inocentes.
Y a la noche clavemos el puñal
y brinquemos al jardín
abandonemos
esto que apesta a muerte.
Ana Maria Rodas