Palidece la noche al mirarme,
Sólo árido suelo a mis pies.
Quién pudiese de mí rescatarme,
Cual zahorí, a la cuenta de tres.
Ni Jenófanes mismo sabría,
Ni Virgilio, ni el bueno de Horacio.
Definir mi terrible elegía.
De mi idilio abarcar el espacio.
Cada paso en mi viaje es tardío.
Al llegar todo vuelve a estar lejos.
Mi tristeza recurre a Vallejo
Y mi amor se refugia en Darío.
Mas, ni uno ni otro podrían,
Conseguir que regreses…María.
Luciano Cavido