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7 de junio de 2020

EL ÁGUILA Y EL ESCARABAJO

Escarabajo Ciervo, Gran Escarabajo Ciervo
Que me matan; favor: así clamaba 
 una liebre infeliz, que se miraba 
en las garras de una Águila sangrienta.
 A las voces, según Esopo cuenta,
 acudió un compasivo Escarabajo;
 y viendo a la cuitada en tal trabajo, 
 por libertarla de tan cruda muerte, 
lleno de horror, exclama de esta suerte: 
 ¡Oh reina de las aves escogida! 
¿Por qué quitas la vida
 a este pobre animal, manso y cobarde?
 ¿No sería mejor hacer alarde
 de devorar a dañadoras fieras,
 o ya que resistencia hallar no quieras, 
 cebar tus uñas y tu corvo pico 
en el frío cadáver de un borrico? 

Cuando el Escarabajo así decía, 
 la Águila con desprecio se reía,
 y sin usar de más atenta frase, 
 mata, trincha, devora, pilla y vase. 
 El pequeño animal así burlado
 quiere verse vengado. 
En la ocasión primera
 vuela al nido del Águila altanera,
 halla solos los huevos, y arrastrando,
 uno por uno vuelos despeñando; 
 mas como nada alcanza 
a dejar satisfecha una venganza, 
 cuantos huevos ponía en adelante
 se los hizo tortilla en el instante. 

La reina de las aves sin consuelo,
 remontaba su vuelo,
 a Júpiter excelso humilde llega, 
 expone su dolor, pídele, ruega
 remedie tanto mal; el dios propicio, 
 por un incomparable beneficio,
 en su regazo hizo que pusiese
 el Águila sus huevos, y se fuese;
 que a la vuelta, colmada de consuelos,
 encontraría hermosos sus polluelos. 
 Supo el Escarabajo el caso todo:
 astuto e ingenioso hace de modo
 que una bola fabrica diestramente 
de la materia en que continuamente
 trabajando se halla,
 cuyo nombre se sabe, aunque se calla,
 y que, según yo pienso,
 para los dioses no es muy buen incienso. 

 Carga con ella, vuela, y atrevido 
pone su bola en el sagrado nido.
 Júpiter, que se vio con tal basura,
 al punto sacudió su vestidura, 
 haciendo, al arrojar la albondiguilla, 
 con la bola y los huevos su tortilla. 
 Del trágico suceso noticiosa, 
 arrepentida el Águila y llorosa
 aprendió esa lección a mucho precio:
 a nadie se le trate con desprecio, 
 como al Escarabajo,
 porque al más miserable, vil y bajo, 
 para tomar venganza, si se irrita,
 ¿le faltará siquiera una bolita?


Felix Maria Samaniego