¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla!;
porque, ¿a quién no suspende y maravilla
esta máquina insigne, esta braveza?
¡Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más que un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla,
Roma triunfante en ánimo y riqueza!
¡Apostaré que la ánima del muerto,
por gozar este sitio, hoy ha dejado
el cielo, de que goza eternamente!
Esto oyó un valentón y dijo: ¡Es cierto
lo que dice voacé, seor soldado,
y quien dijere lo contrario miente!
Y luego en continente
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
Miguel de Cervantes Saavedra