CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

30 de abril de 2010

EL LORO DIONISIACO


Durante treinta años
vivió bajo la parra,
bien firmes en el aro
de fierro las dos patas.

Allí tenía todo
cuanto necesitaba
su gárrula persona:
balcón, tribuna y cama.

El viejo alambre que
tras la botella clásica
el aro sostenía,
vibraba con la charla,

la grita y el fandango.
¡Botella que colgabas
al pájaro impidiendo
trepar hasta la parra,

creyérase que siempre
vertieras rubia caña
para embriaguez perpetua
del ave dionisiaca!

Dicen: murió de viejo;
dicen: murió de rabia.
Es falso: el pobre loro
murió por otras causas.

¡Pregunten a la higuera,
pregunten a la parra,
pregunten al silencio
en que se hundió la casa!

Hugo Rodriguez Alcala

29 de abril de 2010

LA FORTUNA



En su curso voluble la Fortuna
todo cuanto me diera me quitó;
y la Miseria pálida y hambrienta
al umbral de mi puerta se sentó.

Y llegó la Amistad la que en un día
el festín de mis dichas presidió-
y aunque le dije ven, ella, espantada
al ver aquel espectro, se alejó.

Amor llegó también... Sellé mi labio,
porque temí que se alejara Amor;
pero él sin vacilar, bañado en lágrimas,
vino a mí presuroso... y me abrazó.

Y la Miseria pálida y hambrienta
que al umbral de mi puerta se sentó
a la luz de aquel ángel que lloraba,
ella... ¡la horrible arpía!... se embelleció.

Manuel M. Flores

28 de abril de 2010

LA TRILLA


En ronda por los peñascos
que el agua talló en cantares,
el viento robó la flauta
de las torcazas del valle,
y perpetuó la promesa
del sol en blondos oleajes.

Madura de espera y trinos
la mies sintió desgajarse
y el oro de los crepúsculos
se derramó en los trigales.

Canción de espigas y estrellas
la noche sembró en el aire,
y destrenzando de sombras
su cabellera ondulante,
cubrió los campos dormidos
bajo el tupido follaje.

Amaneció el rancherío
soleado de palomares,
y los labriegos partieron
para segar madrigales,
aprisionando en sus ponchos
la llijlla de los celajes
y el vellocino de oro
de las majadas solares.

Humedecida de auroras
cayó la mies palpitante,
sobre la tierra olorosa
que la nutrió con su sangre,
y enloquecidas las hoces
por el temblor de su carne,
desmelenaron rastrojos
y agavillaron romances.

Bruñendo de oro la espalda
de los vallunos jadeantes,
rodó en cascada de gemas
el áureo penacho de haces;
y apilonada la torre
de espigas crepusculares,
se enroscó el sol en las eras
estrangulando la tarde.

Por las callejas del pueblo
gimió el charango galante,
y un remolino de coplas
revoloteó en espirales
sobre los túrgidos senos
de las zagalas errantes,
que enfloran de primavera
su estampa de líneas gráciles.

¡Qué olor de huerto llovido
tienen los muslos fugaces,
cuando se rinde la moza
como una flor de romance,
y la era guarda el secreto
lunado de los amantes!

Otoño cuajó en el cielo
la sangre de los rosales,

y salpicando rocío
de trinos sobre el paisaje,
una alborada de pájaros
se desgajó de los sauces.

Gemía el viento en el bronco
pututo de los menguantes;
izaba el sol en las cumbres
su luminoso estandarte,
y atropellando la pampa
como un tropel de huracanes,
pasó entre nubes de tierra
la caballada piafante.

Ebrios de sol y guarapo
gritaban los caporales,
y hundiendo las roncadoras
en los nerviosos ijares,
alborotaron los jacos
con el rebenque chasqueante.

Salpicó polvo de estrellas
de los lucientes herrajes,
y en una tromba de espuma
giraron los animales,
desmenuzando las parvas
en rutilar de collares.

Rasgó un relámpago de oro
la Pajcha de agua espumante,
y las imillas del ayllu
en danza con los gañanes,
ciñeron la era en sortija
de brazos primaverales.

Trillada la última curva
del ruedo de gavillares,
desnudó el viento la paja
con las horquetas punzantes,
y relumbró entre sus manos
el seno de los trigales.

Cargado por los nativos
sobre un hualucu rampante,
se irguió el Apóstol Santiago
capitaneando los aires,
y desfilaron los indios
bajo los arcos fragantes,
challando la Pachamama
con misteriosos rituales.

Bebió la tierra en el cuenco
de la encañada radiante,
y el jilakata más viejo
clavó una cruz de pallares,
sobre la cúpula de oro
cuajada de trinos de ave.

Y al rudo trueno del bombo
preñado de tempestades,
sangró en las quenas nativas
el corazón de los Andes.

Javier del Granado

27 de abril de 2010

LOS DADOS ETERNOS

Para Manuel González Prada, esta
emoción bravía y selecta, una de las
que, con más entusiasmo, me ha aplau-
dido el gran maestro.




Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado.
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.

Dios míos, y esta noche sorda, obscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.

Cesar Vallejo

26 de abril de 2010

CONFIANZA


Mientras haya
alguna ventana abierta,
ojos que vuelven del sueño,
otra mañana que empieza.

Mar con olas trajineras
-mientras haya-
trajinantes de alegrías,
llevándolas y trayéndolas.

Lino para la hilandera,
árboles que se aventuren,
-mientras haya-
y viento para la vela.

Jazmín, clavel, azucena,
donde están, y donde no
en los nombres que los mientan.

Mientras haya
sombras que la sombra niegan,
pruebas de luz, de que es luz
todo el mundo, menos ellas.

Agua como se la quiera
-mientras haya-
voluble por el arroyo,
fidelísima en la alberca.

Tanta fronda en la sauceda,
tanto pájaro en las ramas
-mientras haya-
tanto canto en la oropéndola.

Un mediodía que acepta
serenamente su sino
que la tarde le revela.

Mientras haya
quien entienda la hoja seca,
falsa elegía, preludio
distante a la primavera.

Colores que a sus ausencias
-mientras haya-
siguiendo a la luz se marchan
y siguiéndola regresan.

Diosas que pasan ligeras
pero se dejan un alma
-mientras haya-
señalada con sus huellas.

Memoria que le convenza
a esta tarde que se muere
de que nunca estará muerta.

Mientras haya
trasluces en la tiniebla,
claridades en secreto,
noches que lo son apenas.

Susurros de estrella a estrella
-mientras haya-
Casiopea que pregunta
y Cisne que la contesta.

Tantas palabras que esperan,
invenciones, clareando
-mientras haya-
amanecer de poema.

Mientras haya
lo que hubo ayer, lo que hay hoy,
lo que venga.

Pedro Salinas

25 de abril de 2010

BAHIA


¿Cómo comer sin ti, sin la piadosa
costumbre de tus alas
que refrescan el aire y renuevan la luz?

Sin ti, ni el pan ni el vino,
ni la vida, ni el hambre, ni el jugoso
color de la mañana
tienen ningún sentido ni para nada sirven.

Allá fuera está el mar,
allá fuera, en el mundo, estás tú.

Comiendo tú sin mí:
tu hambre, tu pan, tu vino y tu mañana.

Yo aquí, ante los manteles opacos
y la bebida amarga,
ante platos sin sabor ni colores.

Lo intento, sí, lo intento, pero cómo
comer sin ti, ni para qué...

Tú te has llevado tu olor a bosque
y el gusto de la vida.

Fuera están mar y aire.

Dentro, yo solo frente a la mesa puesta
que ha perdido su voz y su alegría.

Antonio Gala

24 de abril de 2010

COLOQUIO AMOROSO


Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?

- Alma, ¿qué quieres de mí?
? Dios mío, no más que verte.
? Y ¿qué temes más de ti?
? Lo que más temo es perderte.

Un alma en Dios escondida
¿qué tiene que desear,
sino amar y más amar,
y en amor toda escondida
tornarte de nuevo a amar?

Un amor que ocupe os pido,
Dios mío, mi alma os tenga,
para hacer un dulce nido
adonde más la convenga.

Santa Teresa de Jesus

23 de abril de 2010

AL COLEGIO


Yo iba en bicicleta al colegio.
Por una apacible calle muy céntrica de la noble ciudad misteriosa.
Pasaba ceñido de luces, y los carruajes no hacían ruido.
Pasaban majestuosos, llevados por nobles alazanes o bayos,
que caminaban con eminente porte.
¡Cómo alzaban sus manos al avanzar, señoriales, definitivos,
no desdeñando el mundo, pero contemplándolo
desde la soberana majestad de sus crines!

Dentro, ¿qué? Viejas señoras, apenas poco más que de encaje,
chorreras silenciosas, empinados peinados, viejísimos terciopelos:
silencio puro que pasaba arrastrado por el lento tronco brillante.
Yo iba en bicicleta, casi alado, aspirante.
Y había anchas aceras por aquella calle soleada.

En el sol, alguna introducida mariposa volaba
sobre los carruajes y luego por las aceras
sobre los lentos transeúntes de humo.
Pero eran madres que sacaban a sus niños más chicos.
Y padres que en oficinas de cristal y sueño...

Yo al pasar los miraba.
Yo bogaba en el humo dulce, y allí la mariposa no se extrañaba.
Pálida en la irisada tarde de invierno,
se alargaba en la despaciosa calle
como sobre un abrigado valle lentísimo.
Y la vi alzarse alguna vez para quedar suspendida
sobre aquello que bien podría ser borde ameno de un río.

Ah, nada era terrible.
La céntrica calle tenía una posible cuesta y yo ascendía, impulsado.
Un viento barría los sombreros de las viejas señoras.
No se hería en los apacibles bastones de los caballeros.
Y encendía como una rosa de ilusión, y apenas de beso,
en las mejillas de los inocentes.

Los árboles en hilera eran un vapor inmóvil, delicadamente
suspenso bajo el azul. Y yo casi ya por el aire,
yo apresurado pasaba en mi bicicleta y me sonreía...
y recuerdo perfectamente cómo misteriosamente plegaba
mis alas en el umbral mismo del colegio.

(Historia del corazón. La mirada infantil)

Vicente Aleixandre

CANCION DESNUDA



Despierta de caricias,
aún siento por mi cuerpo corriéndome tu abrazo.
Estremecida y tenue sigo andando en tu imagen.
¡Fue tan hondo de instintos mi sencillo reclamo!

De mi se huyeron horas de voluntad robusta,
y humilde de razones, mi sensación dejaron.
Yo no supe de edades ni reflexiones yertas.
¡Yo fui la Vida, amado!
La vida que pasaba por el canto del ave
y la arteria del árbol.

Otras notas más suaves pude haber descorrido,
pero mi anhelo fértil no conocía de atajos:
me agarré a la hora loca,
y mis hojas silvestres sobre ti se doblaron.

Me solté a la pureza de un amor sin ropajes
que cargaba mi vida de lo irreal a lo humano,
y hube de verme toda en un grito de lágrimas,
¡en recuerdo de pájaros!

Yo no supe guardarme de invencibles corrientes
¡Yo fui la Vida, amado!
La vida que en ti mismo descarriaba su rumbo
para darse a mis brazos.


Julia de Burgos

22 de abril de 2010

A LA ALTEZA DEL PENSAMIENTO Y SU CONSUELO


Pues servís a un perdido, y tan perdidos,
dejadme, pensamientos desdichados.
Basten los pasos por mi mal andados,
basten los pasos por mi mal perdidos.

¿Qué, osados, me queréis? ¿A do, atrevidos,
montes altos ponéis de mis cuidados?
Mirad vuestros iguales fulminados,
mirad los robles de su piel vestidos.

Dan vida a mi mediano pensamiento
el ver un pino y una fuente clara
en esta soledad que el alma adora.

El árbol tiembla al proceloso viento,
corrida el agua, de humildad, no para;
que el alto teme y el humilde llora.

Luis Carrillo de Sotomayor

21 de abril de 2010

RETORNOS DEL AMOR RECIEN APARECIDO


Cuando tu apareciste,
penaba yo en la entraña más profunda
de una cueva sin aire y sin salida.

Braceaba en lo oscuro, agonizando,
oyendo un estertor que aleteaba
como el latir de un ave imperceptible.

Sobre mí derramaste tus cabellos
y ascendí al sol y vi que eran la aurora
cubriendo un alto mas en primavera.

Fue como si llegara al más hermoso
puerto del mediodía. Se anegaban
en ti los más lucidos paisajes:
claros, agudos montes coronados
de nueve rosa, fuentes escondidas
en el rizado umbroso de los bosques.

Yo aprendí a descansar sobre sus hombros
y a descender por ríos y laderas,
a entrelazarme en las tendidas ramas
y a hacer del sueño mi más dulce muerte.

Arcos me abriste y mis floridos años
recién subidos a la luz, yacieron
bajo el amor de tu apretada sombra,
sacando el corazón al viento libre
y ajustándolo al verde son del tuyo.

Ya iba a dormir, ya a despertar sabiendo
que no penaba en una cueva oscura,
braceando sin aire y sin salida.
Porque habías al fin aparecido.

Rafael Albertti

LETRILLAS SATIRICAS

1


Que pida a un galán Minguilla
cinco puntos de jervilla,
bien puede ser;
mas que calzando diez Menga,
quiera que justo le venga,
no puede ser.

2

Que se case un don Pelote
con una dama sin dote,
bien puede ser;
mas que no dé algunos días
por un pan las damerías,
no puede ser.

3

Que la viuda en el sermón
dé mil suspiros sin son,
bien puede ser:
mas que no los dé, a mi cuenta,
porque sepan dó se sienta,
no puede ser.

4

Que esté la bella casada
bien vestida y mal celada,
bien puede ser;
mas que el bueno del marido
no sepa quién dio el vestido,
no puede ser.

5

Que anochezca cano el viejo,
y que amanezca bermejo,
bien puede ser;
mas que a creer nos estreche
que es milagro y no escabeche,
no puede ser.

6

Que se precie un don Pelón
que se comió un perdigón,
bien puede ser;
mas que la biznaga honrada
no diga que fue ensalada,
no puede ser.

7

Que olvide a la hija el padre
de buscalle quien le cuadre,
bien puede ser;
mas que se pase el invierno
sin que ella le busque yerno,
no puede ser.

8

Que la del color quebrado
culpe al barro colorado,
bien puede ser;
mas que no entendamos todos
que aquestos barros son lodos,
no puede ser.

9

Que por parir mil loquillas
enciendan mil candelillas,
bien puede ser;
mas que, público o secreto,
no haga algún cirio efecto,
no puede ser.

10

Que sea el otro Letrado
por Salamanca aprobado,
bien puede ser;
mas que traiga buenos guantes
sin que acudan pleiteantes,
no puede ser.

11

Que sea Médico más grave
quien más aforismos sabe,
bien puede ser;
mas que no sea más experto
el que más hubiere muerto,
no puede ser.

12

Que acuda a tiempo un galán
con un dicho y un refrán,
bien puede ser;
mas que entendamos por eso
que en Floresta no está impreso,
no puede ser.

13

Que oiga Menga una canción
con piedad y atención,
bien puede ser;
mas que no sea más piadosa
a dos escudos en prosa,
no puede ser.

14

Que sea el Padre Presentado
predicador afamado,
bien puede ser;
mas que muchos puntos buenos
no sean estudios ajenos,
no puede ser.

15

Que una guitarrilla pueda
mucho, después de la queda,
bien puede ser;
mas que no sea necedad
despertar la vecindad,
no puede ser.

16

Que el mochilero o soldado
deje su tercio embarcado,
bien puede ser;
mas que le crean de la guerra
porque entró roto en su tierra,
no puede ser.

17

Que se emplee el que es discreto
en hacer un buen soneto,
bien puede ser;
mas que un menguado no sea
el que en hacer dos se emplea,
no puede ser.

18

Que quiera una dama esquiva
lengua muerta y bolsa viva,
bien puede ser;
mas que halle, sin dar puerta,
bolsa viva y lengua muerta,
no puede ser.

19

Que junte un rico avariento
los doblones ciento a ciento,
bien puede ser;
mas que el sucesor gentil
no los gaste mil a mil,
no puede ser.

20

Que se pasee Narciso
con un cuello en paraíso,
bien puede ser;
mas que no sea notorio
que anda el cuerpo en purgatorio,
no puede ser.

Luis de Gongora y Argote

20 de abril de 2010

EL ESTUDIANTE


Cierto día un estudiante
al revisar su ropilla,
se encontró en la pantorrilla,
un enorme interrogante.

Siguió el pobrete adelante,
y al ver que en puntos hervía
su calceta, maldecía
diciendo: "¡Cuán bueno fuera
si más estambre tuviera
y menos ortografía!"

Baltazar de Alcazar

SONETO ELEGIACO A RITA SOTOMAYOR DE ORDOÑEZ

Homenaje Póstumo




Un suspiro de lágrimas y estrellas
bajaba por el aire tiritando.
Y en su corriente azul como flotando,
el aliento postrer sus labios sella.
Al tiempo de la cita; Dios con ella
no puede hablar, está esperando
que el llanto de sus ojos, escapando
al aquilón del cielo y su querella,
se vuelva seco en su mejilla seca,
le mire y vea como tanta duda,
cristal azul, que a la mirada obceca,
es a los ojos la respuesta muda,
que el ser humano conocer no puede,
si no abrazando la verdad desnuda.

Jose Antonio Azpeitia

19 de abril de 2010

SONETO II



Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso,
qué soledad errante hasta tu compañía!
Siguen los trenes solos rodando con la lluvia.
En Taltal no amanece aún la primavera.

Pero tú y yo, amor mío, estamos juntos,
juntos desde la ropa a las raíces,
juntos de otoño, de agua, de caderas,
hasta ser sólo tú, sólo yo juntos.

Pensar que costó tantas piedras que lleva el río,
la desembocadura del agua de Boroa,
pensar que separados por trenes y naciones

tú y yo teníamos que simplemente amarnos,
con todos confundidos, con hombres y mujeres,
con la tierra que implanta y educa los claveles.

Pablo Neruda

OPINIONES


Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.
de "Gotán"

Juan Gelman

18 de abril de 2010

AMOR


¡Amar a una mujer, sentir su aliento,
y escuchar a su lado
lo dulce y armonioso de su acento;
tener su boca a nuestra boca unida
y su cuello en el nuestro reclinado,
es el placer más grato de la vida,
el goce más profundo
que puede disfrutarse sobre el mundo!

Porque el amor al hombre es tan preciso,
como el agua a las flores,
como el querube ardiente al paraíso;
es el prisma de mágicos colores
que transforma y convierte
las espinas en rosas,
y que hace bella hasta la misma muerte
a pesar de sus formas espantosas.
Amando a una mujer, olvida el hombre
hasta su misma esencia,
sus deberes más santos y su nombre;
no cambia por el cielo su existencia;
y con su afán y su delirio, loco,
acaricia sonriendo su creencia,
y el mundo entero le parece poco...

Quitádle al zenzontle la armonía,
y al águila su vuelo,
y al iluminar espléndido del día
el azul pabellón del ancho cielo,
y el mundo seguirá... Mas la criatura,
del amor separada
morirá como muere marchitada
la rosa blanca y pura
que el huracán feroz deja tronchada;
como muere la nube y se deshace
en perlas cristalinas
cuando le hace falta un sol que la sostenga
en la etérea región de las ondinas.

¡Amor es Dios!, a su divino fiat
brotó la tierra con sus gayas flores
y sus selvas pobladas
de abejas y de pájaros cantores,
y con sus blancas y espumosas fuentes
y sus limpias cascadas
cayendo entre las rocas a torrentes;
brotó sin canto ni armonía...

Hasta que el beso puro de Adán y Eva,
resonando en el viento,
enseñó a las criaturas ese idioma,
ese acento magnífico y sublime
con que suspira el cisne cuando canta
y la tórtola dulce cuando gime,
¡Amor es Dios!, y la mujer la forma
en que encarna su espíritu fecundo;
él es el astro y ella su reflejo,
él es el paraíso y ella el mundo...
Y vivir es amar. A quien no ha sentido
latir el corazón dentro del pecho
del amor al impulso,
no comprende las quejas de la brisa
que vaga entre los lirios de la loma,
ni de la virgen casta la sonrisa
ni el suspiro fugaz de la paloma.

¡Existir es amar! Quien no comprende
esa emoción dulcísima y suave,
esa tierna fusión de dos criaturas
gimiendo en un gemido,
en un goce gozando
y latiendo en unísono latido...

Quien no comprende ese placer supremo,
purísimo y sonriente,
ese miente si dice que ha vivido;
si dice que ha gozado, miente.
Y el amor no es el goce de un instante
que en su lecho de seda
nos brinda la ramera palpitante;
no es el deleite impuro
que hallamos al brillar una moneda
del cieno y de la infamia entre lo oscuro;
no es la miel que provoca
y que deja, después que la apuramos,
amargura en el alma y en la boca...

Pureza y armonía,
ángeles bellos y hadas primorosas
en un Edén de luz y de poesía,
en un pensil de nardos y de rosas,
Todo es el amor.

Mundo en que nadie
llora o suspira sin hallar un eco;
fanal de bienandanza
que hace que siempre ante los ojos radie
la viva claridad de una esperanza.

El amor es la gloria,
la corona esplendente
con que sueña el genio de alma grande
que pulsa el arpa o el acero blande,
la virgen sonriente.

El Petrarca sin Laura,
no fuera el vate del sentido canto
que hace brotar suspiros en el pecho
y en la pupila llanto.

Y el Dante sin Beatriz no fuera el poeta
a veces dulce y tierno,
y a veces grande, aterrador y ronco
como el cantor salido del infierno...

Y es que el amor encierra
en su forma infinita
cuanto de bello el universo habita,
cuanto existe de ideal sobre la tierra.

Amor es Dios, el lazo que mantiene
en constante armonía
los seres mil de la creación inmensa;
y la mujer la diosa,
la encarnación sublime y sacrosanta
que la pradera con su olor inciensa
y que la orquesta del Supremo canta,
¡Y salve, amor! emanación divina...

¡Tú, más blanca y más pura
que la luz de la estrella matutina!
¡Salve, soplo de Dios!...

Y cuando mi alma
deje de ser un templo a la hermosura,
ven a arrancarme el corazón del pecho
ven a abrir a mis pies la sepultura

Manuel Acuña

A THAIS


Beso tus ojos tristes como suele
sus reliquias besar, en tanto reza,
una anciana piadosa. Y tu cabeza
que a perfumadas liviandades huele,

beso, porque mi beso te consuele,
mi beso que es unción y que es tristeza,
mi beso que está limpio de impureza,
mi beso que no mancha y no duele.

Yo bien sé que es romántica locura
besarte así, con beso que no alcanza
a encender la pasión sensual e impura;

mas gusto de juntar, en suave alianza,
mi aspiración de amor y de ternura
a tu ideal de ensueño y esperanza

Luis G. Urbina

17 de abril de 2010

YA PASARA


Hoy Señor, me siento triste,
muy cansada de luchar...
pero sé que con tu ayuda...
todo esto... pasará.

Aceptar como son a los demás,
Hoy debo luchar conmigo;
pero sé que con tu ayuda
todo esto... pasará.

Hoy no es buena mi salud,
no veo el sol brillar,
pero sé que con tu ayuda
todo esto... pasará.


Dame Señor fortaleza
llena mi vida de amor,
porque sé que con tu ayuda,
todo esto pasará...

Ana María Rabatté

LA MOÑA

(A la Marquesa del Salar)




¡Cuán airosa y ufana en la corrida
irá la noble fiera, engalanada
con tan bella divisa, regalada
por tan ilustre dama y tan garrida!

Cárdena sangre de la oculta herida
matizará la seda recamada,
y aun el toro, al mirarla disputada,
más sentirá el perderla que la vida.

¡Ay, si al coger la codiciada prenda,
tu corazón ganara y tu albedrío
el esforzado justador!... -¡Oh gloria!

¡Todos fueran al par a la contienda!...
¡Y yo, ante todos, redoblando el brío,
diera la vida allí por la victoria!


Pedro Antonio de Alarcon

16 de abril de 2010

DIME AMOR



¿Qué harás?

Si sobrevivo sin ti a la furia de la noche,
y desnuda atravieso entre balas
este campo minado de recuerdos,
si descubro un aljibe de amor en el desierto
y a solas bebo en la noria de las ansias.

¿Qué pasará amor?

Si mis pies a seguir tu huella se afanan
y mis manos en perseguir hojas al viento,
si convierto atormentadas nubes en llovizna
y desquebrajadas olas en manso huracán.
Si mi voz repite que te amo en la penumbra,
y tus besos es lo único que quiero.
Si busco tu nombre en el sueño que se extingue
y tu aroma de violetas mientras duermo.
Si al probar la madurez de mis mares
tus labios enmudecen de ternura
y de tanto amor se desorientan las gaviotas
que descubren al vuelo el secreto que nos une.

¿Qué ganaría?

Por coser atardeceres al diván de tu regazo
ofreciendo devorar a besos la nostalgia
mientras someto torbellinos corazón adentro.
Si vendiera como espejo mi rostro en el mercado
y dibujara tu imagen en el corazón de mis entrañas
para que pueda este poema soportar tanto tormento.

¿Cómo continuar?

Ahora que la ausencia es la única que ama
en esta soledad congelada de suspiros.
Si no hay más desiertos ni lluvia en mi alma
y tu recuerdo es oscuridad sobre mis ojos.
¡Dime amor cómo recuperarte!...
Tal vez regando mi piel por los caminos
hasta ser cadáver mezclada con tus huesos.

Lina Zeron

LUZ



Luz...
cuando mis lágrimas te alcancen
la función de mis ojos
ya no será llorar,
sino ver.

Leon Felipe

15 de abril de 2010

PEQUEÑO CANTO PARA EL BIEN PARIR


Como la Virgen del Carmen
vas a parir,
en una cama de nardos.
En medio de la montaña
vas a parir
mañana por la mañana.
Cuando el sol está naciendo
el cielo está carmesí,
estás teñida de sangre,
vas a parir.
Nardos teñidos de sangre,
vas a parir,
sangre teñida de nardos.
Como la Virgen del Carmen
vas a parir,
un muchachito moreno.
Alrededor de tu cama
baila todo Nindirí,
en tu vientre baila el niño
vas a parir.
En una cama de nardos
vas a parir.
Como la Virgen del Carmen.

Joaquín Pasos

RIMA III - EN LA CLAVE DEL ARCO MAL SEGURO







En la clave del arco mal seguro
cuyas piedras el tiempo enrojeció,
obra de cincel rudo campeaba
el gótico blasón.

Penacho de su yelmo de granito,
la yedra que colgaba en derredor
daba sombra al escudo en que una mano
tenía un corazón.

A contemplarle en la desierta plaza
nos paramos los dos.
Y, ese, me dijo, es el cabal emblema
de mi constante amor.

¡Ay!, es verdad lo que me dijo entonces:
verdad que el corazón
lo llevará en la mano... en cualquier parte...
pero en el pecho no.


Gustavo Adolfo Bécquer

14 de abril de 2010

NO ACABARAN MIS FLORES



No acabarán mis flores,
No cesarán mis cantos.
Yo cantor los elevo,
Se reparten, se esparcen.
Aun cuando las flores
Se marchitan y amarillecen,
Serán llevadas allá,
Al interior de la casa
Del ave de plumas de oro.

Nezahualcoyotl

13 de abril de 2010

EL SOÑADOR


Le aserraron el cráneo;
le estrujaron los sesos,
y el corazón ya frío
le arrancaron del pecho.

Todo lo examinaron
los oficiales médicos
mas no hallaron la causa
de la muerte de Pedro;

de aquel soñador pálido
que escribió tantos versos,
como el espacio azules
y como el mar acerbos.

¡Oíd! Cuando yo muera,
cuando sucumba, ¡oh, médicos!
ni me aserréis el cráneo
ni me estrujéis los sesos,

ni el corazón ya frío
me arrebatéis del pecho,
que jamás hasta el alma,
llegó vuestro escalpelo.

Y mi mal es el mismo,
es el mismo de Pedro;
de aquel soñador pálido
que escribió tantos versos,
y como el espacio azules
y como el mar acerbos.

Almafuerte

12 de abril de 2010

CASO


A un cruzado caballero,
garrido y noble garzón,
en el palenque guerrero
le clavaron un acero
tan cerca del corazón,

que el físico al contemplarle,
tras verle y examinarle,
dijo: "Quedará sin vida
si se pretende sacarle
el venablo de la herida".

Por el dolor congojado,
triste, débil, desangrado,
después que tanto sufrió,
con el acero clavado
el caballero murió.

Pues el físico decía
que, en dicho caso, quien
una herida tal tenía,
con el venablo moría,
sin el venablo también.

¿No comprendes, Asunción,
la historia que te he contado,
la del garrido garzón
con el acero clavado
muy cerca del corazón?

Pues el caso es verdadero;
yo soy el herido, ingrata,
y tu amor es el acero:
¡si me lo quitas, me muero;
si me lo dejas, me mata!

Ruben Dario

11 de abril de 2010

LA ENCUHETADA



Hoy hará una trasnochada
apretando el imprentero,
y allá al rayar el lucero
piensa acabar mi versada.

Siendo ansí, a la madrugada
le echaré en la población;
pero antes hago intención
(se lo alvierto por si acaso)
de ir a pegarle un albazo
llevándosela, patrón.

Por ahora voy a largar
solamente el primer trozo,
y hay otro más cosquilloso,
que después le he de atracar
hasta hacerlo corcoviar
a ese conde Palmetón;
y le asiguro, patrón,
que no desprecio a otro inglés,
más que a ese maula, y después
a otro de un zaíno rabón.

Conque, va sabe, temprano,
mañana al venir el día,
me cuelo en la imprentería
de Hernández el Valenciano,
y me agarro mano a mano
a cimarroniar con él:
y en cuanto acabe el papel
dándomelo, de ahi mesmito,
me guasquiaré, patroncito,
a su casa de tropel.

Verá, señor, con qué esmero
ha pintao la estampería,
que le ha hecho a mi versería
Musiú Lebas, el santero.

¡Ah, francés, lindo!, ansí quiero
pagarle muy rigular;
y ansí tienen que alumbrar
los que pretiendan libritos,
con diez y ocho vintencitos
al tiro y sin culanchear.
Su amigo, Luciano Callejas.



ADVERTENCIA a los uropeos cosquillosos

Van tres gauchos liberales
a quejarse, con razón,
de una floja y ruin aición
de dos gobiernos desleales.

Siendo gauchos, como tales,
se explicarán sin rodeos,
sin que dentre en sus deseos
ni un remoto pensamiento
de hacer en el fundamento
agravio a los uropeos.



Dedicatoria

Señor conde Palmetón:
a usté por lo bien portao,
y el haberse acreditao
¡tan lindo en su Intervinción!

Callejas, de refilón,
a nombre de la gauchada,
le dedica esta enflautada
celebrando entre otras cosas,
¡que en ancas le largue Rosas
por el Harpy una ensilgada!

¿Sabe lo que es ensilgada?
Es una vaina, patrón,
sin grano, y ¡con su perdón¿
que jiede a bosta quemada:

medio aceitosa, y buscada
en los pagos del Tandil
y propia para el candil
de cualesquier baladrón;
conque, atráquele, patrón,
esa mecha a Mistre Pil.




La Encuhetada

Sorpresa del gaucho Morales al recibir a su amigo Olivera en su rancho junto a las trincheras de Montevideo.


Marcelo

¡Cristo!... ¿Si será verdá
lo que dudo en la ocasión?.
Cabal... no es una ilusión...
que es él mesmo... ¡voto-va!
lleguesé, amigo Olivera:
¿Diaónde sale? ¿Qué anda haciendo?

Olivera

¡Tristemente consumiendo
la vida, hasta que Dios quiera!
Así caigo a su presencia
dichosamente, aparcero,
pues acá soy forastero
sin la menor conocencia.

Marcelo

Debe serlo, me hago el cargo,
como que de Maldonao
presumo que habrá llegao,
y, habrá padecido largo...

Olivera

¡Largo y fiero!... mesmamente:
y toda laya de penas,
tanto mías como ajenas,
que es mejor que ni las mente
porque el corazón, lueguito
que dentro a considerar,
se me oprime de pensar
y se me hace chiquitito.

Marcelo

¡Infeliz viejo Olivera!
¡lagrimiando!... sientesé;
aunque no tengo, ya ve,
ni un triste tronco siquiera.

Ansí, amigaso, en el suelo
crucesé sobre este ijar,
a bien que no ha de extrañar...

Olivera

¡Qué he de extrañar, ño Marcelo!
después que me han baquetiao,
ocho años de sacrificios
tan crudos, que hasta los vicios
¡sin sentir he olvidao!

Marcelo

Dejuradamente lo creo:
porque yo en el mesmo caso
de infelicidá y atraso
con la familia me veo.

Ahora mesmo mi Pilar
cogió y fue desesperada
a vender una frezada,
ganosa de yerbatiar.

Olivera

¿Conque, Dios se la conserva
alentada?...

Marcelo

Y trajinista,
mientras la salú le asista:
ya verá como trai yerba,
y tabaco y aguardiente,
y en ancas puede que traiga
la frezada, sin que la haiga
ni empeñao siquieramente.

Por lo tanto, a prevención
voy a mandar hacer fuego,
cosa que, en llegando, luego
tomemos un cimarrón...
Con su licencia... ¡Agapito:
vení, llená la caldera!...

Agapito

¡La bendición, ño Oliveral

Olivera

¡Que Dios te haga un santo, hijito!
¡Temeridá que ha crecido
el muchacho!... y memorista:
en cuanto me echó la vista
al golpe me ha conocido.

Vení, largáme un abrazo,
rubio amargo... ¿cómo estás?
Y decíme... ¿te acordás
de tu potrillo picazo?...

Agapito

¿Cuál?... ¿Aquel bellaco viejo?
Me lo ajeniaron cuantuá
en las puntas de Aceguá
junto con otro azulejo.

Que yo le puse collera
y se lo prendí al picazo,
porque como era malazo
presumí que se me juera.

Y ni bien se aquerenció
cuando cierta madrugada,
con la yunta y la manada
una partida se arrío.

Marcelo

Vaya un recuerdo prolijo
del tiempo de don Echagua
pero de calentar agua,
¿a que no te acordás, hijo?

Aunque... alvierto a ño Severo
ganoso de hablar con vos;
así, quédense los dos,
que voy y vuelvo ligero.

Olivera

Bueno, paisano... ¿Conque,
Agapito, ahora andarás
como andamos, a cual más
atrasao, pobre y a pie?

Agapito

Pobre, a veces suelo andar,
y ansí mesmo siempre yo
me amaño, creameló,
y agenceo qué ensillar.

Luego verá, ño Severo,
un potrillo pangaré,
lindo, que le trajiné
a un inglés, que fue chasquero:

Y salía cola alzada
ajuera continuamente,
y de ahi volvía caliente
a presumir en la Aguada:

Aonde se apea y se cuela
atrás de cualquier muchacha,
a pesar que tiene facha
de más zonzo que su agüela...

Olivera

¡La del inglés, Agapito!...
¡barajo!... no te turbés...

Agapito

¿Cuál quiere que sea, pues?
La del bisquete mesmito:
ese maula que cruzaba
lo mesmo que autoridá,
del Cerrito a la Ciudá,
y aquí nos menospreciaba...

Tanto, que a mí en la avanzada,
porque le pedí un cigarro,
si no ando vivo, en el barro
me arronja de una pechada.
¡Ahijuna!... y se la juré.
Ansí un día que salió
de manabita y volvió
trayendo el tal pangaré,

Dije entre mí... "si te pillo
hoy en pedo lo verás,
matucho, si te me vas
golpio y sin el potrillo!"

Olivera

¡La Purísima, el muchacho,
que es propio para un descuido!
Me alegra que haigás salido
alentao y vivaracho.

Proseguí, no te parés,
que recién me va gustando.

Agapito

Pues, como le iba contando,
resolví dende esa vez
no darle alce ni cuartel,
y sobre el rastro ahí no más
largármele por atrás,
¡y que se me iba el infiel!

Advierta, señó Severo,
que dende que lo seguí,
y aun antes, ya conocí
que el pingo era pajarero.

De suerte que en cuanto entró
en el pueblo esa mañana,
le dio al potrillo la gana
de espantarse, y se tendió;

Y ya por el costillar
lo echó al hombre de cabeza,
y en colmo de la maleza
medio lo empezó a arrastrar.

Porque al cair, en la estribera
de una pata lo enredó,
fortuna que reventó
el ojal de la arcionera.

Entonces echó el caballo
a disparar como flecha
por esa calle derecha
del Veinticinco de Mayo.

Y yo atrás dél me largué,
hasta que allá entre las tiendas
se enredó fiero en las riendas,
se sofrenó y lo agarré.

Severo

Mira el diablo ...¡de manera
que en cuanto lo asiguraste,
de ahí mesmo ya enderezaste
a media rienda hasta juera!

Agapito

Al contrario, le aflojé
la cincha, y bajo la silla
el tronco de una costilla
de punta le acomode.

Luego le cinché flojito,
dejando el cuhete tapao,
y el pingo, por de contao,
comenzó a lomiar lueguito.

Últimamente, tirando
volví a trairselo al inglés,
al cual lo encontré otra vez
aliento y renegando.

Y después que le arreglé
el estribo como pude,
dije entre mí: ¡Dios te ayude!...
y el potrillo le arrimé.

Conque, patrón... ¿cómo se halla?
le pregunté medio en broma;
y él me contestó en su aidioma:
"¡Marchi diabli la caballa!"

Y al verlo en disposición
de montar, cuasi me río;
porque... cuándo... ¡Cristo mío,
se aguantaba el chapetón!

Mesmamente la acerté.
El hombre apenas montó,
y ni bien se acomodó,
¡la gran... punta el pangaré!

Cuando le asentó la nalga
a la inglesa, y con el peso
le hizo tomar gusto al güeso,
se encogió, y ¡Cristo le valga!

Conoció al jinete tierno,
y al pingo se le hizo robo
aliviarse, y de un corcovo
echó la carga al infierno...

Olivera

¡Oiganlé al matucho inglés!
¡Cómo aflojó de un tirón...
y tan altivos que son
en sus barcos!... y ¿después?

Agapito

Hasta frente a un conventillo
que le llaman de Pozolo,
siguió guasquiándose solo
y corcoviando el potrillo:

Tanto, que al fin se quedó
en pelos completamente,
y como era consiguiente
entonces se sosegó.

Ahi mesmito lo agarré;
y... "¡ahora sí, lo verás, laucha,
si has de pelar esta chaucha!"
le dije, y me le senté.

Y dende allí cachetiando
y meniándole talón,
me fui a golpiar del tirón
a la Aguada disparando.

Y como hasta hoy en el pago
ni el inglés me lo ha cobrao,
que lo habrá descogotao
es la cuenta que yo me hago.

Conque ansí, señó Olivera,
supuesto que se halla a pie,
disponga del pangaré
como guste y cuando quiera...

Marcelo

Pero, hijito, ¿todavía
estás meniándole taba?
¿Y usté soltando la baba,
aparcero? ¡Virgen mía!

Olivera

¡Voto alante, ño Marcelo!
por su tardanza ha perdido
de oir cómo me ha divertido
su Agapito, que es un cielo,
y gaucho crudo y a macho.

Marcelo

Y prosista más que todo;
si no, repare del modo
con que a mí me largó el guacho
de hacer fuego y calentar
la agua que yo le mandé.
¡Ah, diablito!... pero... che,
¡velay, acá está Pilar!...

Pilar

¡Aparcero ño Olivera,
gracias a Dios que lo veo!
¿y ña Petrona, y Mateo?...

Olivera

A su mandao, aparcera.

Marcelo

¡María Santísima! Amigo,
perdone si he olvidao
el haberle preguntao
por su mujer... pucha digo.

Olivera

Recién se acaba de apiar,
y ya quería venir;
pero no puede salir
hasta medio pelechar.

Pilar

¡Por vida!... y ¿cómo les ha ido
en tanto apuro o redota?

Olivera

¡Hágase cargo!... en pelota,
y en montón hemos venido.

Pues mandaron embarcar
de un modo tan redepente,
que fue rejuntar la gente,
y al momento de mandar,

como aguacero a la costa
la botería acudió,
y el criollaje ahí se juntó
como manga de langosta.

De ahí empezaron a echar
viajes al barco a menudo,
y en el bordo como pudo
nos hizo desparramar...

Del pértigo a la culata
de un barcazo roncador,
ñato viejo y rodador
a impulsos de una fogata:

Cosquilloso a una ruedita
que de atrás un marinero
se le prendió a lo carnero,
como haciéndole colita.

Pero, paisana... ¡qué cosa
de barco tan maquinal!
y grandote el animal
de una manera asombrosa.

Oiga, le relataré
la laya de barco que era,
que no es fácil, aparcera;
pero, en fin, me amañaré.

Era un barco... ¡tamañazo!
de madera de mi flor,
y tendría de largor
como dos tiros de lazo.

En la barriga tenía
un pozo, donde se apiaba
la gente que trajinaba
en pura carbonería.

Arriba los comendantes
rodeaos de la oficialada,
y mucha marinerada,
con sombreros relumbrantes,

Abajo había cuarteles
y corrales y galpones;
y encima grandes cañones
con rondanas y cordeles.

Y un cañuto ¡temerario!
enterrao yo no sé cómo
en lo más ancho del lomo,
y más allá un campanario.

Y luego en cada costao
una rueda con aletas,
que no he visto ni en carretas
de esa laya de rodao.

Viese, aparcera, al montar,
¡qué julepe y qué jabón
nos pegó una quemazón
que abajo entró a reventar!...

Y ver salir apuraos
como avestruces corridos...
los hombres, que a unos chiflidos
subían todos tiznaos.

Yo me empecé a refalar
el poncho para aliviarme,
y estuve por azotarme,
como carpincho, a la mar.

Pero supe que de intento
prendían abajo el fuego,
y vi a un oficial que luego
se puso a vichar atento.

Y en cuanto por el cañuto
vido salir la humadera,
le aflojaron, aparcera,
y echó a correr ese bruto.

A dos laos, y relinchando,
campo ajuera salió al mar,
aonde empezó a bellaquiar:
y ya nos juimos echando.

Luego nomás, en tendales
quedó todito el hembraje,
y atrasito entró el machaje
a rodar como costales.

Al momento una fatiga
y un asco tal nos entró,
que a todos nos revolvió
tan de-una-vez la barriga...

Que con los ojos saltaos,
haciendo juerza bramaban
los criollos, y gomitaban
quedando despatarraos.

Y sin poder aguantar
a semejante alboroto,
hasta el último poroto
nos hizo desembuchar.

Ansí he cruzao el camino
con todito ese trabajo,
y he venido cuesta abajo
a entregármele al destino.

Marcelo

¿Ha visto cuán rigoroso
el nuestro nos ha salido,
que a todos nos ha sumido
en un abismo espantoso?

¿Y cuánta sangre y estrago
aun devora nuestra tierra?
sin terminarse esta guerra,
porque hay hombres...

Pilar

Eche un trago;
y arme, aparcero: velay
papel, tabaco y facón,
pues alvierto en la ocasión
que usté ni cuchillo trai.

Olivera

Cabal, paisana: ni quiero
negarle que traigo apenas
muy poca sangre en las venas,
y ojales por todo el cuero.

Marcelo

¿Y cuándo, amigo, al remate,
de esta custión llegaremos?
¡Por Cristo! que ya debemos
tener juicio y...

Agapito

Velay mate.

Marcelo

¿Será posible que siendo
tan poquitos los paisanos,
como fieras entre hermanos
nos sigamos destruyendo?

Usté que tiene experencia
profunda, y conocimiento,
y en cada razonamiento
el poder de una sentencia,

Diga, si por desventura
nos ha condenao el cielo
a tener el desconsuelo
de cair a la sepultura.

Sin que logremos jamás
bendecir a cualesquiera
que a nuestros hijos siquiera
les ponga su tierra en paz...

Olivera

Sí, amigo: no desespere
de que esta calamidá
puede terminarse ya
si la Virgen y Dios quiere.

Pues ya sabe que en la vida
no hay cosa que no termine,
por más que el hombre imagine
de que no tiene medida.

Marcelo

Con todo eso, van ocho años
de ruina que hemos tenido;
¡y en la guerra hemos sufrido
tan amargos desengaños!...

De ambición en los de acá
hasta asigurar el mono,
y a lo último de abandono
y perfidia en los de allá...

¿No ha visto de Ingalaterra
y de Francia lo que han hecho
con nosotros, que hasta el pecho
nos han metido en la guerra?

Haciendo al principio roncha
con tanta alianza y promesa,
y a lo último con vileza
juir y meterse en la concha...

Queriéndonos entregar
después de sacrificaos
por esos mesmos aliaos
que nos han hecho matar

¡Malditos sean... ahijuna,
ciertos monarcas del mundo,
a quienes odio profundo
les juro y piedá ninguna!

Y de corazón, quisiera
que cierto rey reculao
algún día ande arrumbao
y con las tripas de juera.

Pues, si algún criollo no sale
a sacarnos de este infierno,
será nuestro mal eterno,
¡y cairse muerto más vale!

Olivera

Dejuro, tiene razón
de quejarse y renegar;
pues a eso ha dado lugar
la ruinosa entrivención:

Que la figura más ñata
con fantástico poder,
es lo que ha venido hacer
en el Río de la Plata.

Ansí es, paisano Marcelo,
que me alegro de que Rosas
a esas potencias famosas
hoy las humille hasta el suelo.

Sin que ninguno le ladre
de esos diablos coronaos,
que de miedo y sobajeaos
lo están haciendo compadre:

Y le quitan el bocleo
como diciendo: "nos vamos,
y velay que te entregarnos
por junto a Montevideo".

Aonde nos echan bravatas
a nosotros, pero a aquél,
al tirano Juan Manuel
lo saludan con fragatas.

En fin, usté me ha templao,
y malo es que me caliente;
pero... déme el aguardiente,
y luego me oirá, cuñao.

Marcelo

¡Ah, viejo terne!... de balde
lo traquea la vejez,
se conserva cada vez
con más letras que un alcalde.

Sí, amigo: me ha de gustar
oirlo a usté, y oir a Callejas;
casualmente hacen parejas
en el modo de pensar.

Olivera

¿Conque, mi amigo Luciano,
también anda por acá?
me alegro. Y ¿cómo le va?

Marcelo

Rigularmente, paisano.
Hoy ha venido un ganao
que lo están desembarcando,
y allí lo dejé enlazando
por seis pesos y un asao.

Y ahí mestizo me asiguró
que viene a hacer medio día
conmigo, y que me trairía
vino duro, ¡y qué sé yo!

De suerte que comeremos;
y luego con mi patrona
a traer a será Petrona
al cuartel nos largaremos.

Pero... ¿usté está cabeciando?
Mal dormido.. ya se ve...

Olivera

Es verdá...

Marcelo

... Pues echesé
vaya medio dormitando.

Y... andá, Pilar, por favor,
mientras duerme ño Severo,
ve si te empriesta el pulpero
un vaso y el asador.

Y en cuanto llegue Luciano,
la venida de Olivera
celebraremos siquiera
con un pedo soberano.

Ansí, aprontáte, mujer,
como para cocinar;
que yo voy a trajinar
más leña, que es menester.

Vos, Agapito, por la olla
andá al muelle, ya sabés...

Agapito

¿Y si me topa el inglés?

Pilar

Sumíle, hijito, la bolla.

Agapito

Entonces, por si lo pillo,
y me atropella Balija
para irme más a la fija
voy a llevar mi cuchillo.

Pues, si me atraviesa el zaino
en que ahora anda, y con la tranca
me ataja, y volea la anca
ahi mesmo le desenvaino...

Marcelo

Salí... maula... farolero:
si te ronca, ¿qué has de hacer?

Agapito

Nadita... aunque... puede ser
¡que le haga sonar el cuero!

Hilario Ascasubi

10 de abril de 2010

GRACIAS SEÑOR


Gracias Señor, por el día de hoy...
por darme salud y una familia...
que me permiten crecer en plenitud...
para vivir dándome con amor...

Gracias Señor, por el día de hoy...
que no sea ciego, que vea claramente,
quiénes necesitan de mí...
aunque sea una sonrisa... mi tiempo...

Gracias Señor, por el día de hoy...
por darme el don de la vida...
permíteme ver claramente mi misión...
quiero gastarme lentamente en Tí...

Gracias Señor, por el día de hoy...
por el aire y por las flores...
por el sol... y por el mar...
por el don de la amistad... por el

amor... Gracias Señor.


Ana María Rabatté

9 de abril de 2010

LA CANCION DEL PAJE


Tan abierta de brazos como de piernas,
Tocas el harpa y ludes madera y oro.
Dejo al mueble la plaza por el decoro,
Y contemplo caricias a hurgarme tiernas.

A tu ardor me figuras y subalternas
En la intención del alma que bien exploro,
Y en el roce del cuerpo con el sonoro
Y opulento artefacto que mal gobiernas.

Y tanto me convidas, que ya me infiernas;
Y refrenado y mudo finjo que ignoro,
Para que si hay ultraje no lo disciernas.

Por fiel a un noble amigo pierdo un tesoro...
Tan abierta de brazos como de piernas,
Tocas el harpa y ludes madera y oro.


Salvador Díaz Mirón

8 de abril de 2010

SOL DE MONTERREY



No cabe duda: de niño,
a mí me seguía el sol.

Andaba detrás de mí
como perrito faldero;
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

Saltaba de patio en patio,
se revolcaba en mi alcoba.
Aun creo que algunas veces
lo espantaban con la escoba.
Y a la mañana siguiente,
ya estaba otra vez conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

(El fuego de mayo
me armó caballero:
yo era el niño andante,
y el sol, mi escudero.)

Todo el cielo era de añil;
Toda la casa, de oro.
¡Cuánto sol se me metía
por los ojos!
Mar adentro de la frente,
a donde quiera que voy,
aunque haya nubes cerradas,
¡oh cuánto me pesa el sol!
¡Oh cuánto me duele, adentro,
esa cisterna de sol
que viaja conmigo!

Yo no conocí en mi infancia
sombra, sino resolana.-
Cada ventana era sol,
cada cuarto era ventanas.

Los corredores tendían
arcos de luz por la casa.
En los árboles ardían
las ascuas de las naranjas,
y la huerta en lumbre viva
se doraba.
Los pavos reales eran
parientes del sol. La garza
empezaba a llamear
a cada paso que daba.

Y a mí el sol me desvestía,
para pegarse conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

Cuando salí de mi casa
con mi bastón y mi hato,
le dije a mi corazón:
-¡Ya llevas sol para rato!-
Es tesoro – y no se acaba:
no se acaba – y lo gasto.
Traigo tanto sol adentro
Que ya tanto sol me cansa.-
Yo no conocí en mi infancia
Sombra, sino resolana.

Alfonso Reyes

7 de abril de 2010

UNAS POCAS PALABRAS


Unas pocas palabras
en tu oído diría. Poca es la fe de un hombre incierto.
Vivir mucho es oscuro, y de pronto saber no es conocerse.
Pero aún así diría. Pues mis ojos repiten lo que copian:
tu belleza, tu nombre, el son del río, el bosque,
el alma a solas.

Todo lo vio y lo tienen. Eso dicen los ojos.
A quien los ve responden. Pero nunca preguntan.
Porque si sucesivamente van tomando
de la luz el color, del oro el cieno
y de todo el sabor el pozo lúcido,
no desconocen besos, ni rumores, ni aromas;
han visto árboles grandes, murmullos silenciosos,
hogueras apagadas, ascuas, venas, ceniza,
y el mar, el mar al fondo, con sus lentas espinas,
restos de cuerpos bellos, que las playas devuelven.

Unas pocas palabras, mientras alguien callase;
las del viento en las hojas, mientras beso tus labios.
Unas claras palabras, mientras duermo en tu seno.
Suena el agua en la piedra. Mientras, quieto,
estoy muerto.

Vicente Aleixandre

6 de abril de 2010

EL RUEGO



Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, alguna amor que fuera
la vida toda, toda la poesía.

Y pasaba el invierno y no venía,
y pasaba también la primavera,
y el verano de nuevo persistía
y el otoño me hallaba con mi espera.

Señor, Señor, mi espalda está desnuda.
¡Haz restallar en mí con mano ruda
el látigo que sangra a los perversos!

Que está la tarde ya sobre mi vida,
y esta pasión ardiente y desmedida
la he perdido, Señor, ¡haciendo versos!

Alfonsina storni

5 de abril de 2010

LAS HORAS DE ANGUSTIA

(En la enfermedad de mi segundo hijo)




Sin brillo la mirada,
bañado el rostro en palidez de muerte,
casi extinta la vida, casi inerte,
te miró con pavor el alma mía
cuando a otros brazos entregué, aterrada,
tu cuerpo que la fiebre consumía.

En ruego entonces sobre el suelo frío,
y de angustia y dolor desfalleciente,
aguardé de rodillas ¡oh, hijo mío!
que descendiese el celestial rocío,
el agua bautismal, sobre tu frente.

Después, en mi regazo
volví a tomarte, sin concierto, loca,
de cabezal sirviéndote mi brazo,
mientras en fuego vivo
se escapaba el aliento de tu boca;
y allí cerca, con treguas de momentos,
el hombre de la ciencia, pensativo,
espiaba de tu ser los movimientos.

Pasaron intranquilas
horas solemnes de esperanza y duda ;
latiendo el pecho con violencia ruda,
erraban mis pupilas
de uno en otro semblante, sin sosiego,
con delirio cercano a la demencia;
y entre el temor y el ruego
juzgaba, de mi duelo en los enojos,
escrita tu sentencia
hallar de los amigos en los ojos.

¡Oh, terrible ansiedad! ¡Dolor supremo
que nunca a describir alcanzaría!
Al cabo, de esa angustia en el extremo,
reanimando mi pecho en agonía,
con voz sin nombre ahora
que a pintar su expresión habrá que cuadre,
¡salvo! -dijo la ciencia triunfadora
¡salvo! -gritó mi corazón de madre.

¡Salvo, gran Dios! El hijo de mi vida,
tras largo padecer, de angustia lleno,
vástago tierno a quien la luz convida,
salud respira en el materno seno.

Hermoso cual tus ángeles, sonríe
de mi llamado al cariñoso arrullo,
y el alma contemplándole se engríe
de amor feliz y de inocente orgullo.

Por eso la mirada
convierto al cielo, de mi bien testigo,
y, de santa emoción arrebatada,
tu nombre ensalzo y tu poder bendigo.

Salome Ureña de Henriquez

4 de abril de 2010

CONSTANZA


Dos galanes pelearon
sobre Constanza una tarde:
Mirad, así Dios nos guarde,
para donde lo guardaron.

Si nació la enemistad
de verse un poco apretados,
dos pueden caber holgados
y aún tres a necesidad.

Baltazar de Alcazar

ABEL Y CAIN


I

Raza de Abel, duerme, bebe y come;
Dios te sonríe complaciente.

Raza de Caín, en el fango
Arrástrate y muere miserablemente.

¡Raza de Abel, tu sacrificio
Halaga la nariz de Serafín!

Raza de Caín, tu suplicio,
¿Tendrá alguna vez fin?

Raza de Abel, ve tus sembrados
Y tus ganados crecer;

Raza de Caín, tus entrañas
Aúllan hambrientas como un viejo can.

Raza de Abel, calienta tu vientre
En el hogar patriarcal;

Raza de Caín, en tu antro
Tiembla de frío, ¡pobre chacal!

¡Raza de Abel, ama y pulula!
Tu oro también procrea.

Raza de Caín, corazón ardiente,
Guárdate de esos grandes apetitos.

¡Raza de Abel, tú creces y paces
Como las mariquitas de los bosques!

Raza de Caín, sobre los caminos
Arrastra tu prole hasta acorralarla.


II

¡Ah, raza de Abel, tu carroña
Abonará el suelo humeante!

Raza de Caín, tu quehacer
No se cumple suficientemente;

Raza de Abel, he aquí tu vergüenza:
¡El hierro vencido por el venablo!

¡Raza de Caín, al cielo trepa,
Y sobre la tierra arroja a Dios!

Charles Baudelaire

3 de abril de 2010

EN PAZ


Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Amado Nervo

ROSA VESPERTINA


Anochece: En la aldea,
un gallo cacarea
mirando el amapol
del Sol.

Vacas y recentales
pacen en los herbales,
y canta una mociña
albina.

El refajo de grana
de la niña aldeana
enciende al cristalino
lino.

En el fondo del prado
el heno agavillado,
entre llovizna y bruma
perfuma.

Por la verde hondonada,
la luz anaranjada
que la tarde deslíe,
ríe.

Y abre sobre la loma
su curva policroma,
el arco que ventura
augura.

Y toda azul, la hora,
tiene el alma que llora
y reza, de una santa
infanta.

Con el rumor de un vuelo
tiembla el azul del cielo,
y un lucero florece.
Anochece.

Ramon Maria del Valle Inclan

2 de abril de 2010

LOS NUEVE MONSTRUOS


Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rousseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.

El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar…
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más)
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardio!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud; ¿qué hacer?
!Ah! desgraciadamente, hombres humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.

Cesar Vallejo