ondas sobre las aguas y temblor en el río;
cuando vi su hermosura, con todo el pensamiento,
grabé su amado nombre para llamarlo mío.
Nunca supe la hora ni el exacto momento
en que amé su mirada. Sólo sé que tardío
su amor llegó a mi vida con el deslumbramiento
de una fruta en invierno, de una flor en estío.
Por menos presentido, todo fue tan hermoso
como ver cuando caen nieves en primavera,
lluvias en el verano, lágrimas en el gozo.
Después de haberlo amado que mi alma responda
si sabe por qué existen sobre la tierra entera
el perfume en el aire y el temblor en la onda.
Dora Castellanos