Sin lilas, tu cabello, tu cara, cristal de espejo.
De ojo en ojo pasa la nube, como Sodoma hacia Babel:
como fronda destroza la torre
y brama en redor del zarzal de azufre.
Entonces te brinca un relámpago en torno a la boca
-esa cañada con los restos del violín.
¡Con níveos dientes alguien mueve el arco:
Oh más bellas se oyeron las cañas!
Amada, también tú eres la caña y nosotros la lluvia;
un vino sin par tu cuerpo y nosotros copeamos los diez;
una barca en el cereal tu corazón,
la bogamos noche adelante;
un cantarito de cielo,
así retozas ligera sobre nosotros que dormimos...
Delante de la tienda desfila la centuria
y entre copas te llevamos al sepulcro.
Entonces tintinea sobre las losas del mundo
el duro tálero de los sueños.
Paul celan
