Este Viernes por la noche
las muchachas mejicanas
en el carnaval católico
parecen muy buenas
sus maridos andan en los bares
y las muchachas mejicanas lucen jóvenes
nariz aguileña con tremendos ojazos,
cálidas nalgas en apretados bluyines
han sido agarradas de algún modo,
sus maridos andan cansados
de esos culos calientes
y las muchachas mejicanas
caminan con sus hijos,
existe una tristeza real en sus ojazos
como si recordaran noches
cuando sus bien parecidos hombres
les dijeron tantas cosas bellas
cosas bellas que ellas
nunca escucharán de nuevo,
y bajo la luna y en los relampagueos
de las luces del carnaval
lo veo todo y me paro silencioso
y lo lamento por ellas.
Ellas me ven observando
el viejo chivo nos está mirando
está mirando a nuestros ojos;
ellas sonríen una a otra,
hablan, salen juntas,
ríen, me miran
por encima de sus hombros.
Camino hacia una caseta
ponga una moneda de diez
en el número once
y gane un pastel de chocolate
con 13 coloreadas colombinas en la cima
suficiente por demás para un ex-católico
y un admirador de los calientes y jóvenes y
no usados ya más
afligidos culos de las mejicanas.
Charles Bukowski