Ligero como el canto que no acaba
se ondula tu recuerdo en el verbero.
Regresa y es el mismo.
Despierto y no es un sueño,
a tu vuelta inocente encadenado.
La voz no sabe lo que canta.
Tallas mi vida y no lo advierto.
Hablo,
y siempre ignoro de quién hablo.
Jose Carlos Castaño