CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

28 de septiembre de 2024

HIERBA






Allá va la hierba 
que creció sin tocar tierra.
Va la que no conoció el lodo 
ni el seco craquelar sin lluvia.
Pasa en flor,
sobre la ráfaga.
Pasa silbante.
Blandida o aventada como arma o herramienta.
No sabe pesar porque nunca ha pesado.
Al volar no duerme ni descansa.
Hierba sin nombre, hierba perra, 
hierba palabra del mono 
que en la noche grita articulando sin gramática.
Hierba oliendo a carne,
nacida al roce de una piel insomne con otra 
que no sabía conciliar el sueño,
las de esos dos entrando donde rige la razón 
incuerda con los ojos abiertos,
ignorando el rito tajante del sueño 
que divide a lo real en dos trozos.
Un paso los traía o los llevaba a la locura,
 no los quemaba la frontera.

Perdían el piso sin saltar, 
distrayéndose volaban,
sus huesos desconocían el gravitar de la piedra.
Hierba que repudia al rocío, 
que no obedece al sol,
hierba sin rumbo,
nació crecida, arrancada; 
su flor lleva en trozos diminutos 
el fúnebre color que en Cuaresma
 cubre el rostro y la llaga de Cristo,
 es luto destazado.
Va la hierba, como si no tuviera cuerpo,
 en el lomo del viento.
Tose.
Allá va, miente, nunca aprendió a pisar,
 firme firmeza,
desnuda, acostada, la siempremuerta.
No hubo semillas en su árbol genealógico.
Nació entre cuatro paredes, 
donde el hombre cubría su miembro 
con vísceras de gato
 y usaba a los vientres hasta reventarlos,
sellando con incansable gozo su infertilidad.
Apenas mira el rostro que lo ama.

La hierba nació donde la sangre animal 
y la menstrual se vaciaban en el mismo vaso,
 y el semen era desordenadas sílabas gritando
 revueltas en la boca de la hembra.

Como el moho en el rincón inmundo,
así la nunca pegada ni adherida 
nació entre el vientre de él 
 y el de ella, a golpes,
sin el rito que bendice el amor, 
hurtada al jadeo,
 robada al llanto, 
irreverente humo sacrificial sin ofrenda, 
sacado con el carbón ardiente
y la ausencia de El Cordero o de El Hijo.

El cuchillo la encontró sin tocar la carne.
Es brote de puñal, 
vástago de la boca entreabierta 
por la que entra o sale el suspirar agitado,
 rasposo y anómalo de la noche.

Atrás de ella sólo se escucha la bala,
de mosquete, la espuela raspar la losa.
Un grito pidiendo misericordia.
Ella es la ruidosa respiración  de un cuerpo
 que se pierde en el laberinto a voluntad
para que lo devore el mitad animal,
 mitad ángel y hombre que ahí reina,
llamado con las letras del incrédulo,
que besa como si comiera y hablara a un tiempo,
en besos de verbo,
el encajando-encajado,
el ladrón-hurtado, 
el esclavo-tirano,
el perro amo,
el hacha, galletita, caramelo, 
guillotina, horca y abrazo,
el desconcierto,
el veneno adictivo,
el rayo de luz asesina,
el todo párpado (cierras, abres),
el lumbre,
el hielo,
el dolor.
"Sombra, iluminación, 
doble, inconfiable.
Ciego, visible, 
duda, negación, vista:
Entierras mil veces el cuerpo 
sobre el que insistes en acostarte,
lápida móvil 
que repites incansable el enterramiento, 
sepultas con tu forma,
revestido de lo que llamas 
con tres sonidos forasteros emulando al amor.
Manto de suave fibra.
Ráfaga, rayo,
descanso, vuelo.

Caes mientras te habla 
el ciervo que has cazado,
 vencedor vencido,
cazador apresado,
gángster de la metralla 
despojando al corazón del cálido pecho.
Pum-pum (hace él ahora, a solas, 
canto del gallo huérfano del amanecer,
colorado músculo, manco, 
si no sería tuerto: 
desearía ahorcarse con sus leales venas.
¿No Podrías dejar la garra y la pezuña, 
acceder a la tentación del labio
que cuatro veces repetido en un solo cuerpo, 
más sus dobleces,
te habla, pide, te suplica, 
lo reconcilies con el término Amor.
¿Terminar la ceguera?
¿Traer al gozo la dicha, la paz, la risa?
¿Restaurar la gramática?
¿Arrebatarle la lengua al insensato mico
 que no comprende la selva?
¿Dar a la hierba
 un trecho de tierra que habitar junto al pozo?
¿Provocar la llegada de la lluvia?
Una frase más del beso hablante.
Desnudo vistes la manta
 sin la que hoy muero de frío, 
al Sur, en la tierra del calor."

Allá va la hierba de que hablaba.
Apareció cerca de las sábanas 
que aceptaron la caligrafía de tinta sangre,
 dejando que la borrara para siempre 
el tonto jabón y el agua,
sin suspirar una de las cien merecidas veces 
por la pérdida del dibujo del amor
 que trazaron con tanto empeño los torsos.

Ahí apareció, la hierba. 
El viento la adoptó viéndola sin dónde sostenerse,
 y yo la nombro,
leal a su paso.

Salió entre tu piel y la mía,
entre mi vagina y el esqueleto de acero del edificio 
donde habita el amor.
Nació robándome el alma. 
La encarna en clorofila y fibras,
alma sin cuerpo volando en la frágil ráfaga.

Carmen Boullosa