En esas casas bebí
mi cerveza...
en las conversaciones del aire,
en la frialdad de los pensamientos...
Ni uno solo de mis enterradores
me desenterró
mis tempranas desesperaciones...
Con el olor a quesería, el
sonido de los zuecos
soy, sin motivo,
el polvo de los huesos de mis
endeudados vecinos...
Sigue, sigue en silencio,
apártate de sus
entierros...
los cansancios sin sentido,
las largas noches en el
molino de las recriminaciones...
sigue, sigue,
no necesitas ningún juez...
sigue...
Thomas Bernhard