Las tres de la mañana.
El invierno planea
entre girones densos de la noche
y los pies trashumantes de la niebla.
Las ráfagas que vienen de sus alas
zumban entre las ramas:
congelan el rocío en las ventanas.
Afuera todo es frío.
Pero yo vengo de tu cuerpo.
Y estoy alegre
reposado
tibio.
*
Por las calles vacías sigo tu auto.
La madrugada arrastra su cabellera larga.
Vengo de estar en ti.
Con cada fibra muscular bebí tu cuerpo.
Fui por el túnel del deslumbramiento
como el que va cayendo en sueños.
Vengo de ahí.
De los labios donde una herida roja
bebió la vida en otra.
Ahora recorremos las calles somnolientas.
Vamos por la ciudad
como si fuera una extensión del lecho.
*
Ante el golpe de luz con que las hiere el auto
las piedras se incorporan van cerrando la calle.
Los árboles arrancan su cuerpo de la sombra.
Ahora somos la calma
el reposo del mundo
la oscuridad.
El pozo de lo diario.
Efraín Bartolomé