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27 de junio de 2020

QUINTILLAS


1


¡Cuán dado, mi Dios te diste,
pues, por darte al alma amada,
la aleve y desmesurada
llegar a ti permitiste,
con bondad no imaginada!


La sagrada Comunión
recibiendo cada día,
siete veces la escondía,
y con perversa traición
a un moro infiel te vendía.


El cual un escudo daba
por ti, en que eras apreciado,
y para hechizos comprado;
que para ellos no ignoraba
ser tú, mi gloria, apropiado.


Pero, ¿cómo no entendió
el infamísimo avaro,
si riqueza pretendió,
que tesoro inmenso dio
vendido en sólo un ducado?


¡Tan barato te vendía,
mi bien, estando yo aquí!
¡Ay, si me encontrara a mí,
y diérale, sin porfía,
hacienda y vida por Ti!


Quien te vendió me lastima,
y también quien te compró,
pues ninguno conoció
el gran respeto y estima
que a tu persona debió.


¡Oh hechizos! cuán venturosa
fue el alma a quien hechizastes!
Decidme, ¿no la dejastes
hecha una celestial diosa,
si a dicha en gracia la hallastes?


Que si así fue, empíreo cielo
vuelta, sin duda, quedó,
mientras en sí os poseyó;
que el no pensado consuelo
y eterna vida se halló.


En fin, hechizos se hicieron,
con que bien enhechizado
de amor quedó el que ha tomado
tales hechizos, pues fueron
hechos del Verbo encarnado.


Que, en hechizos, yo no dudo,
Hostia sacra, que ese amor
hechice con tal primor,
que ni supo Dios ni pudo
hacer hechizo mejor.





2



Llora Silva, y su Pastor,
se alegra de su pesar:
¡hasta aquí pueden llegar
las trazas que tiene amor
para su fuego aumentar!


En las niñas de los ojos
dice el Pastor que le ofende
quien en dar a Silva entiende
aun muy pequeños enojos,
y que su furor enciende.


Y viéndola él afligida
y llena de desconsuelo,
la vuelve de plomo el cielo,
y su luz oscurecida,
y de metal todo el suelo.





3



No es mal remedio el sereno
y estar en portal sin casa
para pecho que se abrasa
y que está de fuego lleno.


Y ya que eso no ha bastado
a templar la ardiente llama,
tener el suelo por cama,
y estar temblando de helado.


Mas fuego que al hielo ataja,
y que pone-en tal estrecho
al Niño,¿como no ha hecho
ceniza el heno y la paja?


Sin duda es el fuego, a quien
figuró la llama ardiente,
que vio tan resplandeciente
entre la zarza Moisén.


Y siendo amor, su potencia
no asesta en pajas ni en heno,
sino en el pecho terreno
do busca correspondencia.


Que una rústica serrana
fue quien su pecho encendió,
desde el punto que la vio
en su idea soberana.


Herido me han los amores
del Niño, y sus gracias mil;
parece un florido Abril
cuando derrama sus flores.


Toda me quiero vender
por sus llamas al amor;
que no habrá trueco mejor,
y eso debe él pretender.


Luisa Carvajal y Mendoza