Dedicado a Macó (mi amor maduro) en mínima
recompensa por haberme regalado la eternidad
en Joaquín.
Internado en la noche
entre copas y ruidos
cruzó la bohemia
dos palabras conmigo,
me dijo: -Poeta,
no te des por vencido,
no vive quien suma
los años cumplidos;
sino quien entrega
cada año vivido.
Partido en dolor
y afectos perdidos
se eleva gritando
¡Dios, estoy vivo!
Guerrero furioso
va abriendo caminos,
aún cayendo la nieve
sobre su pecho erguido,
logra encontrar el amor
y un hijo escondido
en la trama del tiempo
que cae vencido.
Felipe Evangelista