Para Gastón F Deligne, Poeta
Sobre el negro prestigio de su lacia melena
se desprende la lluvia de un millón de diamantes
y fulgura en sus ojos pensativos y amantes
el encanto apacible de una noche serena.
En el ritmo sonoro, de su voz de Sirena
hay el tremolo vago de cadencias distantes,
y en la rosa divina de sus labios fragantes
se adormece la risa con un nimbo de pena.
Esa tarde, en el Templo, rezaba de hinojos
ante el Cristo, y mirando su melena y sus ojos,
su belleza emotiva de jovial Nazarena.
En mi alma tradujo la ideal fantasía
que leyenda la historia del divino Mesías
y la triste y hermosa María Magdalena.
Federico Bermudez y Ortega