Anciano risco, a quien la joven nieve
abraza y besa con callados labios.
Necias corrientes y remansos sabios,
¡cuán sabio el que a partirse no se atreve!
Robles, ruinas ya, do el cierzo aleve
manifiesta sus ásperos resabios.
Todos imagen sois de mis agravios,
hasta el cielo me imita cuando llueve.
Como la nieve, con el risco estuve;
divídenme los tiempos como al agua;
y roble soy, a quien ausencia ofende;
mis ojos son una copiosa nube:
si te parezco tanto, ¿cómo enciende,
oh Guadarrama, Amor en mí su fragua?
Pedro Soto de Rojas