Explícame por qué dices Mis rosas,
y mi piano, y por qué frecuentemente
Tus libros y tu perro, indiferente;
y di, por qué con aire placentero
me dices: Unas cosas
voy ahora a comprar con mi dinero.
Lo mío es siempre tuyo, eso es sabido.
¿Por qué dices palabras que entre los dos han sido
y serán siempre odiosas?
Mío y tuyo... ¡Qué extrañas tonterías!
Si me amaras, los libros tú dirías,
y el perro, y nuestras rosas.
Paul Geraldy