I
Vino en un rayo de luna,
de luna del mes de enero;
era un chiquillo de Osuna
que quería ser torero.
Ganadera salmantina,
yo la nombro por madrina,
que, el dinero y el cartel,
si algún día los consigo,
pongo al cielo por testigo
que me caso con usted.
Un ¡ole! en la tienta
por su valentía
y un duende en mis venas
que así me decía:
ESTRIBILLO
Ganadera con divisa verde y oro,
ten cuidado,
que el amor no te sorprenda como el toro
desmandado.
Por tu hacienda y tu apellío
se te guarda devoción,
y un clavel en tu vestío
llamaría la atención.
En tus ojos se adivina
la locura de un te adoro.
Has de ser como la encina,
ganadera salmantina
con divisa verde y oro.
II
Ya es un torero de fama,
dinero y categoría;
ya es su pasión una llama
que me ronda noche y día.
Por tres veces me ha pedido
que lo tome por marido,
por tres veces dije ¡no!,
y la causa está en Osuna,
morenita de aceituna
que por mí se le olvidó.
Y son, en mis noches
de penas mortales,
cuchillos las coplas
de mis mayorales:
ESTRIBILLO
Ganadera con divisa verde y oro,
dueña mía,
cuánto diera por salvarte de ese toro
de agonía.
Con tu hacienda y tu apellío
ya te sobra en qué pensar
y hasta el luto del vestido
te lo debes de quitar.
Porque así no se adivina
que enterrastes un te adoro
bajo el tronco de una encina,
ganadera salmantina
con divisa verde y oro.
Rafael de León