Pecho alzado de eunuco, talle que aprieta
Verde faja de seda, bajo chaqueta
Fulgurante de oro cual rica alhaja.
Como víbora negra que un muro baja
Y a mitad del camino se enrosca quieta,
Aparece en su nuca fina coleta
Trenzada por los dedos de amante maja.
Mientras aguarda oculto tras un escaño
Y cubierta la espada con rojo paño
Que, mugiendo, a la arena se lance el toro,
Sueña en trocar la plaza febricitante
En purpúreo torrente de sangre humeante
Donde quiebre el ocaso sus flechas de oro.
Julián del Casal