Con paso de gacela vulnerada
cantando vienes por el bosque umbrío
coronada de juncos, ramos , lirios.
Oculto entre los árboles
un silencio de pájaros anuncia
tu presencia,
y te llama el arroyo con los lentos
ademanes del sauce.
Enajenada sigues recogiendo
las últimas violetas. En tus manos
la postrera corona es la más bella.
Pronto la linfa sentirá tu peso
de seda,
y un breve instante flotará en su espejo
tu memoria.
Meira Delmar