Canta el forzado en su fatal tormento,
Y al son del remo el marinero canta,
Cantando, al sueño el pescador espanta,
Y el cautivo cantando está contento:
Al artesano en su entretenimiento
Le divierte la voz de su garganta;
Canta el herrero que el metal quebranta,
Y canta el desvalido macilento.
El más infortunado entre sus penas
Con la armónica voz mitiga el llanto,
Y el peso de sus bárbaras cadenas;
Pues si el dulce cantar consuela tanto
Al mísero mortal en sus faenas,
Yo por burlar mis desventuras canto.
Manuel Zequeira y Arango