CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

26 de agosto de 2009

MI LINEA GIRATORIA



I

Penas, ¡por cuántos caminos
llegáis al mismo lugar!
Viniendo de todas partes
sólo en un punto os juntáis.


II

Penas, cuando sois del cuerpo
yo sí os puedo resistir.
Penas, si sois del cerebro
infiernos me hacéis vivir.


III

¿Qué haría yo sin mis penas?
Pienso que dejar de ser,
las tengo desde el nacer:
ya más que malas son buenas.


IV

Que en el invierno haga frío
y en el verano calor,
que las penas sean penas
y que se ahonde el amor.


V

Cuando es de día y hay sol,
a veces me atrae la muerte,
cuando es de noche y no hay luna,
me aterra el fin de mi suerte.


VI

Mi vista está dividida,
ve luz y ve oscuridad:
lo oscuro la tranquiliza,
la enerva la claridad.


VII

Mi cuarto es de cuatro metros,
mi cuerpo mide uno y medio.
La caja que se me espera
totalizará mi tedio.


VIII


Muerte, si tú me enamoras,
deja a la vida que entre.
No seas celosa, mi frente
ya es del dominio en que moras.


IX


Yo nunca llegaré a vieja,
sólo trato a la vejez.
Soy la más joven del mundo,
me aparto de la niñez.


X

La eternidad es comprenderlo todo,
lo que existe y lo nunca imaginado:
Eternidad: rotundo consumado.


XI

Cuán pequeño tiene que ser todo
para poder formar la eternidad.
Sólo habiendo minúsculas porciones
se puede lo infinito realizar.


XII

Que nunca nos falte Dios
o lo que por Dios se entiende.
Oremos por encontrar
de Dios el equivalente.


XIII

¿Qué es la tierra?
Es materia que no tiene sentido,
triste esfera, rincón no concedido.
¿Qué hago en ella?
Con mi esencia tornarla refulgente,
proyectando mi luz eternamente.


XIV

Me piensan contradictoria,
no ven más que mis extremos.
No conocen mi victoria:
que mi línea giratoria
va reuniendo los extremos.


XV

De mi vocabulario, lo que vale,
mi lengua lo murmura torpemente,
pues hay un torbellino que, latente,
agitando mi sangre, nunca sale.

¡Qué lenguaje tan mudo, qué insistente,
el que mis venas con pudor sepultan!
En su sanguíneo laberinto ocultan
un subterráneo oleaje persistente.

Lo que mi boca dice pobremente,
es el eco de un eco mantenido
por palabras que faltas de sonido,
prisioneras, al mundo creen ausente.

Polvo
... y en polvo te convertirás.
Génesis, capítulo 3, versículo 19


I

Me envuelve el polvo, y me inquieta.
¿Por qué vendrá de tan lejos?
Y ¿cómo en residuos viejos
mundos pasados sujeta?
-El polvo no tiene meta,
ni principio habrá tenido;
sé que siempre ha contenido,
en su eternidad convulsa,
la arcana fuerza que impulsa
a lo que es y a lo que ha sido.


II

Tu esencia no habrá cambiado,
mas tu trayecto es temible;
si bien naciste apacible,
viviendo te has desquiciado.
Hoy ya estás desorbitado
y en gris confusión avanzas;
a los abismos te lanzas
y los proclamas alturas.
Polvo, ¿por qué te apresuras
exterminando esperanzas?


III

Eras sereno y abstracto;
pero te fuiste esparciendo
Un Dios te fue poseyendo
hasta que adquiriste tacto.
De este divino contacto
te vino inmenso poder,
y en tu continuo ascender
tu cómplice el viento, ha sido.
Hoy todo lo has abatido...
¡Hasta mi indefenso ser!


IV

Polvo constructor del mundo,
mundo de sangre impregnado,
lo gris por rojo has mudado,
lo estéril por lo fecundo.
Es tu poder tan profundo,
que de sangre has hecho ideas;
temo que divino seas
pareciendo terrenal,
pues te presiento inmortal
porque tú mismo te creas.


V

Extraño polvo cenizo
que te pintas de colores,
entiendo que te decores
para ocultar lo enfermizo.
Como eres tan movedizo,
también con la forma juegas,
y derramándote a ciegas
en tumultuoso fluir,
almas logras esculpir,
mas luego de ellas reniegas.


VI


Polvo, ¡qué bien te solazas
en tu pardusca envoltura,
mostrando expresión tan pura
que la soberbia disfrazas!
Cobardemente reemplazas
tu orgullo por humildad;
mas oculta es tu maldad,
y eres polvo endemoniado,
pues todo lo has encauzado
a una opaca eternidad.


VII

Mis ojos se están volviendo
cavernas de polvo oscuro;
sus cuencas marcan un duro
trayecto, que va existiendo
entre el ser que está viviendo
y el polvo fiel que desliza
su arcana fuerza plomiza
con crueldad nunca saciada.
¿Por qué si el polvo es la nada,
en mi vista se eterniza?


VIII

Te veo por los tejados,
por las alas de mi suerte;
en los espejos, al verte,
miro mis poros ajados,
de eterno polvo impregnados,
de antiguas muertes nutridos
al igual que mis sentidos.
Polvo que polvo vas siendo,
mi cuerpo te está sirviendo
de antena de tus latidos.


IX

A un doble polvo enemigo
mi rostro está sentenciado:
al uno nació ya atado;
del otro busca el abrigo.
Dos muertes lleva consigo:
una alegre, otra sombría;
aquélla siempre varía,
ésta sin moverse espera.
Si una es ya mi calavera,
la otra es mi máscara fría.


X

De pronto vi mi cabeza
en el espacio perdida,
con pensamiento, y sin vida,
y sin humana impureza.
Sentí profunda extrañeza;
mas luego entendí mi lodo,
y fui descubriendo el modo
de hacer mi cuerpo infinito:
Mi polvo al polvo remito,
dejo de ser... ¡y soy todo!


XI

¿Qué crimen ha cometido
este polvo en que mi forma
ha creído hallar su norma,
después de nada haber sido?
Debió de estar esparcido
sin tener una conciencia;
hoy la siente en mi presencia
y su soberbia ha purgado,
pues ya es mi ser limitado
que perderá la existencia.


XII

Ya soy criatura sin piel:
el polvo me la ha robado,
brutalmente la ha arrancado
y ahora lo cubre a él.
Mira, polvo, eres cruel:
de fango me has construido,
a mi alma diste sentido
y te va a nutrir mi muerte.
¡Dame otra piel que liberte
este cuerpo escarnecido!


XIII

Cuando en polvo esté esparcida
mi carne ya no vibrante,
y este cerebro enervante
deje de inventar la vida;
ahí en la tierra, perdida,
encontraré polvo amigo,
de alguien que lloró conmigo
hasta consumir sus ojos.
¡Qué alivio que sus despojos
le den a mi polvo abrigo!


XIV

Cuando mi carne podrida,
al irse polvo volviendo,
sienta que se está fundiendo
con alguien que odió en la vida,
querrá buscar la salida
por los poros de la tierra,
pues entablará una guerra
con ese polvo enemigo.
¡Ay, que temible castigo
mezclarse con lo que aterra!


XV

Polvo, ¿por qué me persigues
como si fuera tu presa?
Tu extraño influjo no cesa,
y hacerme tuya consigues;
pero por más que castigues
hoy mi humillada figura,
mañana en la sepultura
te has de ir mezclando conmigo.
Ya no serás mi enemigo...
¡Compartirás mi tortura!


XVI

Polvo, tú crees perturbarme
pensando que no te entiendo.
¡Demasiado te comprendo
para que por ti me alarme!
No tengo por qué inquietarme,
si mucho antes de nacer
ya polvo debí de ser,
y cuando haya terminado,
tan sólo habré retornado
a mi angustioso no ser.


XVII

Polvo que pisan mis pies,
y vas subiendo a mis venas,
tus invisibles arenas
raíces serán después,
que han de producir las mies
en mi materia viviente;
y siempre estará latente
en ti, polvo renovado,
la vida que ha germinado
en misteriosa simiente.


XVIII

Polvo que transporta el viento
y en misterio eterno estás,
aunque no sé adónde vas,
ya te he cedido mi aliento;
vivir contigo presiento,
que cuando deje de ser,
ha de empezar a nacer
lo que haya de mí quedado.
Tú, polvo, habrás transformado
mi muerte en un nuevo ser.


XIX

¡Oh polvo, angustia esparcida!
¡Llanto que en mis huesos llevo!
Pensando en ti, ya me atrevo
a no sentirme en la vida.
Me estoy soñando perdida
en tus hambrientas arenas,
mientras mi carne condenas
y consumes mi figura,
ya somos lo que perdura:
la materia sin cadenas.


XX

Polvo que semejas humo
o que te finges montaña;
polvo cuya inquina y saña
me causa tormento sumo;
a tu hondo existir me sumo
y ya prescindo de mí.
Por gracia tuya nací
y tengo que resignarme,
pues para no desmembrarme
debo refugiarme en ti.


XXI

Polvo, cómplice enemigo,
a un tiempo goce y tortura,
mi libertad y clausura,
mi recompensa y castigo;
todo lo tuyo investigo
porque observándome estoy.
Dicen que viviendo voy,
y yo siendo lo contrario;
mi existir no es voluntario,
de ti, polvo, aliada soy.


XXII

Al fuego, al temible fuego,
al que todo lo devora
con su violencia invasora,
ya sin temores me entrego.
Polvo hará de mí, mas luego
que me convierta en ceniza,
esta lumbre advenediza
tendrá el fin que ha provocado:
mi polvo habrá exterminado
el fuego que me esclaviza.

Yo soy mi casa
Si el amor no lo he cantado,
¿será porque lo he vivido?
Si el dolor lo he pregonado,
¿será porque va conmigo?


I

¿Por qué quise quitarme de las cosas
del mismo modo como las tomaba?
¿Por qué nunca fijé yo la mirada
en materia que tiene que morir?
¿Por qué siempre traté de resistir
a este lodo, que mancha con mirarlo?
¿Por qué intenté ir al mundo y despreciarlo,
tratando entonces de mirar al cielo?
¿Por qué busqué en la nada mi consuelo
y quise que la sombra me gustara?
¿Por qué huí de que el cuerpo me inquietara
e hiciera de mis poros sus esclavos?
¿Por qué insistía en que mis pies atados
tuvieran libertad para elevarse?
¿Por qué rogué a mi mente liberarse
de tanta combinada situación?
¿Por qué usé tan equívoca pasión
para calmar mis temblorosas ansias?
¿Por qué traté de distinguir distancias
que ojos normales nunca pueden ver?

Porque quise - ¡ay, osada! - que mi ser
tuviera un prematuro amanecer.


II

... y me quise volver inalterable,
y lo logré volviéndome de piedra.
Era tan tormentosa mi tragedia,
que tuve que ceder y no fui nadie.

Y no fui nadie...y yo seguí existiendo
como existen las plantas y las piedras,
que soportan el sol y las tinieblas,
sin lograrse expresar, tal vez sintiendo.

Sintiendo que este mundo las rodea,
que las cobija el cielo y las alumbra,
pero a pesar de todo, la penumbra
es más grande, más grande que la idea,

que la idea de salir y levantarse
hacia un mundo mejor, desconocido,
donde puedan por fin en escondido
claro rincón, por una vez hallarse.


III

¿Por qué estoy sola llorando?
¿Por qué estoy sola viviendo?
¿Por qué, pensando y rondando,
mi sangre voy consumiendo?

¿Qué no se oyen mis lamentos?
¿Qué no se oyen mis clamores?
¿Qué no, mis contentamientos,
tienen sabor a dolores?

Cuando nada me rodea,
pero todo me obsesiona,
cuando la dicha me crea,
pero el dolor me aprisiona.

¿No es de justicia un camino
aunque deba se fatal?
¿No es menester que el destino
me liberte de este mal?


IV

Camino que a veces veo
como un abismo angustioso,
pero que otras veces creo
un monte maravilloso.

¿Por qué si negro pareces,
mostrárteme quieres blanco?
¿Por qué si brillante creces,
de pronto te tornas llanto?

Rara condición la mía
de visión tan exaltada:
mi dicha y mi fantasía,
mi pena, dolor y ... nada.



V

Escaleras sin peldaños
mis penas son para mí,
cadenas de desengaños,
tributos que al mundo di.

Tienen diferente forma
y diferente matiz,
pero unidas por los años,
mis penas, o mis engaños,
como sucesión de daños,
son escaleras en mí.


VI

Casa redonda tenía
de redonda soledad:
el aire que la invadía
era redonda armonía
de irrespirable ansiedad.
Las mañanas eran noches,
las noches desvanecidas,
las penas muy bien logradas
las dichas muy mal vividas.
Y de ese ambiente redondo,
redondo por negativo,
mi corazón salió herido
y mi conciencia turbada.
Un recuerdo mantenido:
redonda, redonda nada.


VII

Todos hablan de mi vida...
algunos, de mis amores,
nadie de mis sinsabores
ni de mi pena escondida.
Si yo a nadie recrimino
y todo en todos tolero,
¿por qué el mundo, en mi destino,
pretende ser justiciero?


VIII

No es que yo ame el sufrimiento
ni que el placer me desboque,
mi afán es que el alma toque
senderos de redención.
Necesito en mi pasión
bueno y mal amalgamado,
tendré un camino logrado
cuando mi vida y mi suerte,
por haberse realizado,
me hayan dado dicha y muerte.


IX

Cada vez que a un camposanto
llego por casualidad,
en vez de ver tumbas, veo
vidas que viviendo están.
Cuando yo salgo a la calle
y miro gente reunida,
me parece que dormida
o muerta la gente está.
En vez de figuras creo,
muchas lápidas mirar,
y sus cuerpos imagino
rígidos de eternidad.


X

No sé si muero despierta
o si es que vivo soñando,
si sé que me estoy quemando
y que todo me atormenta.
Lo que a mí sólo me pasa
está más allá de todo,
no hay nadie que de este modo
sentirse pueda en su casa.
Y al decir casa, pretendo,
con un símbolo expresar,
que casa, suelo llamar
al refugio que yo entiendo
que el alma debe habitar.


XI

Noches con ojos abiertos,
noches de vuelos terribles,
congoja y ansia indecibles,
sueños en sombra despiertos.
Desbordados mis latidos,
mis pasiones desbordadas,
mis ansias, ¡ay, no colmadas!,
casi muertos mis sentidos.
Todo en la noche girando,
filtrándose por mi alma.
Yo clamo por tener calma:
¡Mi Dios, mi Dios! ¿Hasta cuándo?


XII

¡Ay, Luna!, tú no eres luna,
Luna, tú estás más allá,
demasiado luna eres
para poder Luna estar.
¡Ay, Luna, ven en mi ayuda
que yo quiero descifrar,
por qué siendo tú tan luna,
Luna, tan extraña estás!


XIII

¿Qué es lo que mi mente encierra,
que no puedo descifrar?
¿Qué es esta nada que yerra
y que no logro expresar?
No hay lenguaje con qué hablarlo;
no está ni en el pensamiento,
es algo de más adentro,
pertenece a otras regiones.
No pretendo penetrarlo;
soy toda limitaciones.


XIV

¡Ay qué insincera y sincera
rotunda sinceridad!
¡Ay qué intranquila y tranquila
terrible tranquilidad!
No pueden acompasadas
mis sensaciones latir,
tienen que ser desgarradas
por una doble inquietud,
que, perturbando mi alma,
a un tiempo le dé salud.


XV

Sola... tan sola hacia dentro;
y colmada, y destruida,
con las dichas en huida
y el dolor siempre al encuentro.
Cielo e infierno de vida,
solo y pavoroso antro;
asombro de mar de espanto,
aguas de ideas en partida;
confusión no concebida.
¡Qué gran locura de tanto!


XVI

Mi pensamiento siempre tan constante,
hay momentos que aterra por su hondura,
pues se agiganta en ritmo y en altura
y provoca un infierno desbordante
de angustiosa y caótica locura.

Todo en él se proyecta con tortura,
las ideas de atrás pasan delante,
los placeres se fingen amargura,
las penas dramatizan el instante.

En un desfile eterno y enervante
van pasando las ansias de mi vida,
y comparten la lucha maldecida
de esta gran pesadilla de mi mente,
que piensa que no existe lo existente.


XVII

De mi esférica idea de las cosas,
parten mis inquietudes y mis males,
pues geométricamente, pienso iguales
a lo grande y pequeño, porque siendo,
son de igual importancia; que existiendo,
sus tamaños no tienen proporciones,
pues no se miden por sus dimensiones
y sólo cuentan, porque son totales,
aunque esféricamente desiguales.


XVIII

Estrellas que, por ser tantas,
todas parecéis iguales;
estrellas que, virginales,
lograsteis ser infinitas.

¿Acaso luces malditas
que por turbarme nacieron,
o es que, acaso, se movieron
para mí, puertas benditas?

Pero como, al fin, mis cuitas
en estrellas se fijaron,
a estrellas, penas se ataron
de modo tan similar

que parecen continuar,
en espejo reflejado,
su universo dilatado
a mi pena universal.


XIX

Se incubó mi egoísmo en soledad.
Entonces, ¡no ha de ser tanto egoísmo!...
Si mi niñez, más que niñez, fue abismo,
no es raro que llegase a esta verdad:
que lo único que vale es el ser mismo.

Y que si bien existe en mí, maldad,
como virtud e indiferencia tengo,
equilibrando bien y mal, sostengo:
que hay en mi todo, mi ritmo de igualdad
que compensa egoísmo y hermandad,
y hace de una niñez que fue vencida,
esta egoísta madurez crecida,
que gime porque sea su verdad
una entrega total y sin medida.


XX

Me estoy volcando hacia fuera
y ahogándome estoy por dentro.
El mundo es sólo una esfera,
y es al mundo al que pidiera
totalidad, que no encuentro.

Totalidad que debiera
yo, en mí misma, realizar,
a fuerza de eliminar
tanta pasión lastimera;
de modo que se extinguiera
mi creciente vanidad
y de este modo pudiera
dar a mi alma saciedad.


XXI

Ventana de un cuarto, abierta...
¡Cuánto aire por ella entraba!
Y yo que en el cuarto estaba,
a pesar que aire tenía,
de asfixia casi moría;
que este aire no me bastaba,
porque en mi mente llevaba
la congoja y la aflicción
de saber que me faltaba,
la ventana de mi razón.


XXII

De mi barroco cerebro,
mi alma se destila intacta;
en cambio mi cuerpo pacta
venganzas contra los dos.

Todo mi ser corre en pos
de un final que no realiza;
mas ya mi alma se desliza
y a los dos ya los libera,
presintiéndoles ribera
de total penetración.


XXIII

Hay cosas que yo no digo,
y que pudiera decir,
son cosas que están conmigo,
en mi heredado sentir.

Si estas son cosas del cuerpo
o a la mente pertenecen,
o si es que al alma envejecen,
no tienen explicación.

Sí son oculta expresión,
que por pudor concentrado,
no puede mi yo variado
revelar en su extensión.


XXIV

Yo soy cóncava y convexa;
dos medios mundos a un tiempo:
el turbio que muestra afuera,
y el mío que llevo dentro.

Son mis dos curvas-mitades
tan auténticas en mí,
que a honduras y liviandades
toda mi esencia les di.

Y en forma tal conviví
con negro y blanco extremosos,
que a un mismo tiempo aprendí
infierno y cielo tortuosos.


XXV

En una casa habitaba
que techos blancos tenía,
y en ella un ser se moría
y su muerte me mataba.

A la calle yo salía
y aunque techos no miraba,
al ser aquel recordaba,
y su recuerdo me hundía,
haciendo que su agonía
en muerte se eternizara.

Pita Amor