CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

30 de abril de 2009

EL GOZO ALUCINADO





El color se me adentra y no lo pinto;
la nota musical llega hasta el fondo
de la entraña cordial, y yo la escondo
en el sacro rincón de su recinto.
El árbol es aliento y no verdura,
germinación de vuelo y no ramaje;
el ojo lo desliga del paisaje
y lo clava en el dombo de la altura.
Apago soles y deseco ríos,
borro matices y deshago formas,
y en propio barro, quebrantando normas,
modelo mundos para hacerlos míos.
Sobrepasa las cosas la mirada,
el sueño crece, lo real esfuma,
y me embarco en las alas de la bruma
corno en una galera aparejada.

Enrique González Martínez

ADENTRO DE MI VAGA SUPERFICIE


Adentro de mi vaga superficie
se revuelve un constante movimiento;
es el polvo que todo lo renueva,
destruyendo.
Adentro de la piel que me protege
y de la carne a la que estoy nutriendo,
hay una voz interna que me nombra;
Polvo tenso.
Sé bien que no he escogido la materia
de este cuerpo tenaz, pero indefenso,
arrastro una cadena de cenizas:
polvo eterno.
Tal como yo han pasado las edades,
soportando la lucha de lo interno,
el polvo va tomando sus entrañas
de alimento...
¡Humanidad, del polvo experimento!

Pita Amor

YO NO LO SE. DE CIERTO



Yo no lo sé de cierto, pero supongo
que una mujer y un hombre
algún día se quieren,
se van quedando solos poco a poco,
algo en su corazón les dice que están solos,
solos sobre la tierra se penetran,
se van matando el uno al otro.

Todo se hace en silencio. Como
se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.

Cualquier día despiertan, sobre brazos;
piensan entonces que lo saben todo.
Se ven desnudos y lo saben todo.

(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo.)

Jaime Sabines

25 de abril de 2009

ALMUÑECAR





Durante un anochecer en esta playa te amé tanto
que una respiración
para los dos bastaba.
Suspendieron el mar, para mirarnos,
su armonioso escalofrío,
y su unánime vuelo de gaviotas.
Se divertía el agua, sonrosada,
como si fuera a amanecer,
y se posó el silencio sobre el aire
lo mismo que un jilguero en una rama.
No existía para el amor
futuro ni pretérito:
todo era eterno instante....
Y de repente, sobre tus hombros
observé, mientras te besaba,
que nos veían ojos codiciosos.
No supe si eran de los viejos fenicios
o quizá de la noche...
No tardó en quedar claro
dónde va el ruiseñor cuando mayo termina.
La muerte que los devoró a ellos,
sigilosa nos acechaba.
Nuestro amor, como el de ellos, fue vencido.
Pero yo te amo todavía.

Antonio Gala

DONDE FUE TU RISA




Donde fue tu risa
que, al morir, nacía.
Quién dirá tu nombre
donde el crepúsculo
no es tregua, sino milagro.
Quién lo pronunciará,
sino la propia tierra
que te cobija.

Felipe Servulo

EL VENDEDOR DE MANZANAS







Manzanas llevo, dulces manzanas!
¡Manzanas llevo para vender!
¡Manzanas dulces de aroma grato,
manzanas dulces como la miel!

Tienen mejillas color de rosa,
su pulpa es blanca como el jazmín,
y son tan lindas y son tan buenas,
que el que las pruebe será feliz.

Hijas del campo, fueron mecidas
por vientos suaves de la estación;
tuvieron cuna en la verde rama,
después que el árbol estuvo en flor.

¡Dulces manzanas, ricas manzanas
llevo, señores, para vender!
Sabrosas, lindas, de aroma grato,
¡manzanas dulces como la miel!


María Enriqueta Camarillo

NOVIA DE LA TIERRA




Mirarte solo en mi ansiedad espero,
solo a mirarte en mi ansiedad aspiro,
y más me muero cuanto más te miro,
y más te miro cuanto más me muero.

El tiempo, pasa por demás ligero,

lloro su raudo, turbulento giro,
y más te quiero cuanto más suspiro,
y más suspiro cuanto más te quiero.

Deja a tu talle encadenar mi brazo,

y, al blando son con que nos brinda el remo,
la mar surquemos en estrecho lazo.

Ni temo al viento ni a las ondas temo,

que más me quemo cuanto más te abrazo,
y más te abrazo cuanto más me quemo.

Salvador Rueda

ORO VIEJO



Soy el hijo natural
de no sé qué aberración
y de cuya tradición
puede hablar el arrabal;
he sido la flor del mal,
el tenorio del facón,
el que ganó la elección
cuando el caudillo imperaba
y el malevaje buscaba
para usarlo de escalón.
Fue el que tuvo por bandera,
como ley, como atavismo,
reconocer en sí mismo
a toda la hombría entera.
No tuve quien se opusiera
a mis odiosos antojos,
por mí bajaron los ojos
hombres que fueron muy machos
y marqué muchos escrachos
con largos barbijos rojos.

El comisario sagaz
me tuvo por un aliado,
fue mi tutor obligado
en el barrio, el Juez de Paz,
y fue mi apodo procaz
un insulto que altivaba
porque una historia guardaba
que era para mí un laurel
y me lucía con él
cuanto más me degradaba.

Celedonio Flores

23 de abril de 2009

AUTOBIOGRAFIA




¿Versos autobiográficos ? Ahí están mis canciones,
allí están mis poemas: yo, como las naciones
venturosas, y a ejemplo de la mujer honrada,
no tengo historia: nunca me ha sucedido nada,
¡oh, noble amiga ignota!, que pudiera contarte.

Allá en mis años mozos adiviné del Arte
la armonía y el ritmo, caros al musageta,
y, pudiendo ser rico, preferí ser poeta.
-¿Y después?
-He sufrido, como todos, y he amado.

¿Mucho?

-Lo suficiente para ser perdonado...

Amado Nervo

NEGRA SOMBRA


Cuando pienso que te fuiste,
negra sombra que me asombras,
a los pies de mis cabezales,
tornas haciéndome mofa.
Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te me muestras,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que zumba.
Si cantan, eres tú que cantas,
si lloran, eres tú que lloras,
y eres el murmullo del río
y eres la noche y eres la aurora.
En todo estás y tú eres todo,
para mí y en mi misma moras,
ni me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras.

Rosalía de Castro

ME ESTAS VEDADA TU

¿Imaginas acaso la amargura
que hay en no convivir
los episodios de tu vida pura?
me está vedado conseguir que el viento
y la llovizna sean comedidos
con tu pelo castaño.
Me está vedado oír en los latidos
de tu paciente corazón (sagrario
de dolor y clemencia)
la fórmula escondida
de mi propia existencia.
Me está vedado, cuando te fatigas
y se fatiga hasta tu mismo traje,
tomarte en brazos, como quien levanta
a su propia ilusión incorruptible
hecha fantasma que renuncia al viaje.
Despertarás una mañana gris
y verás, en la luna de tu armario,
desdibujarse un puño
esquelético, y ante el funerario
aviso, gritarás las cinco letras
de mi nombre, con voz pávida y floja
¡y yo me hallaré ausente
de tu final congoja!
¿Imaginas acaso
mi amargura impotente?
Me estás vedada tú... Soy un fracaso
de confesor y médico que siente
perder a la mejor de sus enfermas
y a su más efusiva penitente.

Ramón López Velarde

SONETO DE LA ENCARNACION




Para que el alma viva en armonía,
con la materia consuetudinaria
y, pagando la deuda originaria,
la noche humana se convierta en día;

para que a la pobreza tuya y mía
suceda una riqueza extraordinaria
y para que la muerte necesaria
se vuelva sempiterna lozanía

lo que no tiene iniciación empieza,
lo que no tiene espacio se limita,
el día se transforma en noche oscura,

se convierte en pobreza la riqueza,
el modelo de todo nos imita,
el Creador se vuelve criatura.

Francisco Luis 
Bernárdez

20 de abril de 2009

MITO

Mito
mito mío
acorde de luna sin piyamas
aunque me hundas tus psíquicas espinas
mujer pescada poco antes de la muerte
aspirosorbo hasta el delirio tus magnolias calefaccionadas
cuanto decoro tu lujosísimo esqueleto
todos los accidentes de tu topografía
mientras declino en cualquier tiempo
tus titilaciones más secretas
al precipitarte
entre relámpagos
en los tubos de ensayo de mis venas.

Oliverio Girondo

TE PRETENDO MUJER



Te pretendo mujer,
mujer y sólo eso,
sin deslumbrantes destellos,
sin oscuras sombras de poder.
Te pretendo mujer como eres, siendo,
que no hay y no pretendo
que lo que fueras dejes de ser.
Te pretendo humilde compañera

y soberbia si has de defender
el sitio que más te convenga
a ser aquello que quieras ser.
Te pretendo entendedora

de mi hombría y padecer
de mi risa y de mi amargo
trasuntar el tiempo sin placer.
Te pretendo mujer, mujer y sólo eso,

sin flores en el cabello,
sin herencias al nacer, y
por pretenderte de alguna forma
te doy yo mi pretensión
(aunque no la tengas por tu halago
de quererme y no pretender)
mis días y mis noches
mis condenas, algún reproche
y el miedo incólume de ser, y
la promesa también miedosa
de olvidarme del consuelo
y aprender a socorrer...
Te pretendo capaz de recibirme

este querer y no cejar jamás
aunque débil he de sentirme
poder ser fuerte para darte más.
Te pretendo mujer, rebelde

a mis tontas locuras de ansiedad, y
que me hagas sonrojar de vergüenza
si cometo el pecado de juzgar.
Por pretenderte de alguna forma

y no poder siquiera pensar,
te doy mis pensamientos crueles
y mi manera de hablar
para que sepas que puedes pretenderme
de la forma en que no soy de verdad,
y en ello no haya en mi conciencia
cosa alguna que me haga cambiar
el deseo de pretenderte mujer,
sólo mujer, y nada más...

Miguel Angel Turco

HOMBRES QUE ME SERVISTE



Ese que no dejó de ser mi amante
y al que le debo siempre sepultura,
uno a quien nunca quise lo bastante;
aquél, obra de sueño, conjetura...

Alguien me jugó a nada y tuvo suerte,
otro que no ha venido de la guerra,
éste donde converso con mi muerte
porque me lo disputa hasta la tierra.

¡Salid de la memoria evocadora
con vuestro amor, pues tengo frío ahora!
Sabed todos que os llevo de la mano.

Vuestras sombras estallan como un mito
de vez en cuando aquí. Sois lo bendito,
hombres que me servisteis de verano.

Carilda Oliver

17 de abril de 2009

MIRA LA FINA LLUVIA




Mira la fina lluvia
que vivifica y sacia la vieja memoria
de hojarascas y neblíes.
Así vienes tú: llegas a mi
y asciendes por mis venas;
te conjuras en mi esencia solitaria
y tu boca despierta de besos,
florece mi desierto con cerezas y damascos.
Y vienen contigo las plazas festivas,
el vino suave y el bronce que toca arrebato.
El hechizo que convierte
las horas en instantes.
El aire vivo que cruza la estancia
y arraiga en tu cintura.
Y azúcar en el brazo inmenso
que desarbola y me clausura.

Felipe Servulo

SONETO DE LA UNIDAD DEL ALMA



Yo que tengo la voz desparramada,
yo que tengo el afecto dividido,
yo que sobre las cosas he vivido
siempre con la memoria derramada;

yo que fui por la tierra desolada,
yo que fui bajo el cielo prometido
con el entendimiento repartido
y con la voluntad multiplicada;

quiero poner ahora la energía
de la memoria, del entendimiento
y de la voluntad en armonía

con la Memoria que no olvida nunca
con el Entendimiento siempre atento
y con la Voluntad que no se trunca.

Francisco Luis 
Bernárdez

DE BLANCO


¿Qué cosa más blanca que cándido lirio?
¿Qué cosa más pura que místico cirio?
¿Qué cosa más casta que tierno azahar?
¿Qué cosa más virgen que leve neblina?
¿Qué cosa más santa que el ara divina
de gótico altar?

De blancas palomas el aire se puebla;
con túnica blanca, tejida de niebla,
se envuelve a lo lejos feudal torreón;
erguida en el huerto la trémula acacia
al soplo del viento sacude con gracia
su níveo pompón

¿No ves en el monte la nieve que albea?
La torre muy blanca domina la aldea,
las tiernas ovejas triscando se van;
columpia su copa la enhiesta azucena
y su ánfora inmensa levanta el volcán;

Entremos al templo. La hostia fulgura;

de nieve parecen las canas del cura,
vestido con alba de lino sutil.
Cien niñas hermosas ocupan las bancas
y todas vestidas con túnicas blancas
en ramos ofrecen las flores de abril.

Subamos al coro. La virgen propicia
escucha los rezos de casta novicia
y el Cristo de mármol expira en la cruz.
Sin mancha se yerguen las velas de cera;
de encaje es la tenue cortina ligera
que ya transparenta del alba la luz.

Bajemos al campo. Tumulto de plumas
parece el arroyo de blancas espumas
que quieren, cantando, correr y saltar.
Su airosa mantilla de fresca neblina
terció la montaña; la vela latina
de barca ligera se pierde en el mar.

Ya salta del lecho la joven hermosa
y el agua refresca sus hombros de diosa,
sus brazos ebúrneos, su cuello gentil.
Cantando y risueña se ciñe la enagua,
y trémula brillan las gotas del agua
en su árabe peine de blanco marfil.

¡Oh, mármol! ¡Oh, nieve! ¡Oh, hermosa blancura,
que esparces doquiera tu casta hermosura!
¡Oh, tímida virgen! ¡Oh, casta vestal!
Tú estás en la estatua de eterna belleza;
de tu hábito blanco nació la pureza,
¡al ángel dos alas, sudario al mortal!

Tú cubres al niño que llega a la vida,
corona las sienes de fiel prometida,
al paje revistes de rico tisú.
¡Qué blancos son, reina, los mantos de armiño!
¡Qué blanca es, oh madre, la cuna del niño!
¿Qué blanca mi amada, qué blanca eres tú!

En sueños ufanos de amores contemplo
alzarse muy blancas las torres de un templo,
y oculto entre lirios abrirse un hogar;
y el velo de novia prenderse a tu frente,
cual nube de gasa que cae lentamente
y viene en tus hombros de encaje a posar.

Manuel Gutiérrez Najera

EL TONEL DEL ODIO




El Odio es el tonel de las pálidas Danaides;
La Venganza consternada con brazos rojos y fuertes
Se ha complacido en precipitar en sus tinieblas vacías
Grandes cubos colmados de sangre y de lágrimas de los muertos,

El Demonio hace hoyos secretos en esos abismos,
Por donde huirían mil años de sudores y esfuerzos,
Aunque ella lograra reanimar sus víctimas,
Y para oprimirlas resucitar sus cuerpos.

El Odio es un beodo en el fondo de una taberna,
Que siente siempre la sed nacer del licor
Y multiplicarse como la hidra de Lerna.

—Mas los bebedores felices conocen a su vencedor,
Y el Odio es consagrado a la suerte lamentable
De no poder jamás dormirse bajo la mesa.



Charles Baudelaire

15 de abril de 2009

DIOS TE SALVE



Cuando se haga en ti la sombra;
cuando apagues tus estrellas;
cuando abismes en el fango más hediondo, más infecto,
más maligno, más innoble, más macabro,-más de muerte,
más de bestia, más de cárcel,-
no has caído todavía,
no has rodado a lo más hondo…
si en la cueva de tu pecho, más ignara, más remota,
más secreta, más arcana, más oscura, más vacía,
más ruin, más secundaria,
canta salmos las tristeza,
muerde angustias el despecho,
vibra un punto, gime un ángel, pía un nido de sonrojos,
se hace un nudo de ansiedad.
Los que nacen tenebrosos;
los que son y serán larvas;
los estorbos, los peligros, los contagios, los Satanes,
los malditos, los que nunca,- nunca en seco, nunca siempre,
nunca mismo, nunca, nunca,-
se podrán regenerar,
no se auscultan en sus noches,
no se lloran a si propios…
se producen imperantes, satisfechos,- como normas,
como moldes, como pernos, como pesas controlarias,
como básicos puntales,
y no sienten el deseo
de lo sano y de lo puro
ni siquiera un vil momento, ni siquiera un vil instante,
de su arcano cerebral.
Al que tasca sus tinieblas,
al que ambula taciturno;
al que aguanta en sus dos lomos,- como el peso indeclinable,
como el peso punitorio de cien urbes, de cien siglos;
de cien razas delincuentes,-
su tenaz obcecación;
al que sufre noche y día,-
y en la noche hasta durmiendo,-
como el roce de un cilicio, como un hueso en la garganta,
como un clavo en el cerebro, como un ruido en los oídos,
como un callo apostemado
la noción de sus miserias,
la gran cruz de su pasión:
yo le agacho mi cabeza; yo le doblo mis rodillas;
yo le beso las dos plantas; yo le digo: Dios te salve…
¡Cristo negro, santo hediondo, Job por dentro,
vaso infame de dolor!

Almafuerte

LAS CONTRADICCIONES



No encuentro paz, ni me permiten guerra;
De fuego devorado, sufro el frío;
Abrazo un mundo, y quédome vacío;
Me lanzo al cielo, y préndeme la tierra.

Ni libre soy, ni la prisión me encierra;
Veo sin luz, sin voz hablar ansío;
Temo sin esperar, sin placer río;
Nada me da valor, nada me aterra.

Busco el peligro cuando auxilio imploro;
Al sentirme morir me encuentro fuerte;
Valiente pienso ser, y débil lloro.

Cúmplese así mi extraordinaria suerte;
Siempre a los pies de la beldad que adoro,
Y no quiere mi vida ni mi muerte.

Gertrudis Gómez de Avellaneda

UNA MAJA

Muerden su pelo negro, sedoso y rizo,
Los dientes nacarados de alta peineta
Y surge de sus dedos la castañeta
Cual mariposa negra de entre el granizo.
Pañolón de Manila, fondo pajizo,
Que a su talle ondulante firme sujeta,
Echa reflejos de ámbar, rosa y violeta
Moldeando de sus carnes todo hechizo.
Cual tímidas palomas por el follaje,
Asoman sus chapines bajo su traje
Hecho de blondas negras y verde raso,
Y al choque de las copas de manzanilla
Riman con los tacones la seguidilla,
Perfumes enervantes dejando al paso.

Julian del Casal

9 de abril de 2009

DIEGO FALLON





Es la hora en que los muertos se levantan
mientras que duerme el mundo de los vivos,
en que el alma abandona el frágil cuerpo
y sueña con lo santo y lo infinito
•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••
Vierte la luna plateados rayos
que reflejan las ondas en el río
y que iluminan, con sus tintes vagos
los medrosos despojos de un Castillo.
Todo es silencio allí, do en otro tiempo
hubo bullicio y locas alegrías...
¡Pero mirad! son vaporosas sombras
las que en la oscura selva se deslizan.
¡Ah! no temáis no son aterradores
fantasmas de otros tiempos -son ondinas;
mirad cómo se abrazan y confunden
cómo raudas por el aire giran,
apenas tocan con el pie ligero
del prado la mullida superficie.
Ya se avanzan... girando en la espesura
o se sumergen en las ondas límpidas;
y al compás de una música que suena
como el lejano acorde una lira
elévense, empujadas por el leve
viento que sus cabellos acaricia...
Pero callad... alumbra el horizonte
con sus primeros tintes nuevo día,
y las sombras se pierden al borrarse
del bosque entre las húmedas neblinas.

Jose Asunción Silva

PEQUEÑA DEL AMOR




Pequeña del amor, tú no lo sabes,
tú no puedes saberlo todavía,
no me conmueve tu voz
ni el ángel de tu boca fría,
ni tus reacciones de sándalo
en que perfumas y expiras,
ni tu mirada de virgen
crucificada y ardida.
No me conmueve tu angustia
tan bien dicha,
ni tu sollozar callado
y sin salida.
No me conmueven tus gestos
de melancolía,
ni tu anhelar, ni tu espera,
ni la herida
de que me hablas afligida.
Me conmueves toda tú
representando tu vida
con esa pasión tan torpe
y tan limpia,
como el que quiere matarse
para contar: soy suicida.
Hoja que apenas se mueve
ya se siente desprendida:
voy a seguirte queriendo
todo el día.

Jaime Sabines

TIEMPO DEFINIDO

Está bien que la vida de vez en cuando
nos despoje de todo.
En la oscuridad los ojos aprenden
a ver más claramente.
Cuando la soledad es el vacío intenso
del cuerpo y de las manos,
hay caminos abiertos hacia lo más profundo
y hacia lo más distante.
En el silencio las amadas voces
renuevan dulcemente sus palabras
y los muros custodian el rumor infinito
de los ausentes pasos.
Los labios que antes fueran
sitio de amor en las calladas tardes
aprenden la grandeza
de la canción rebelde y angustiada.
Hay un viento en suspenso sobre los altos árboles,
un repique de lluvia
sobre ruinas oscuras y humeantes,
un gesto en cada rostro
que dice de amargura y vencimiento.
Sigue un lento caer de horas inútiles,
desprendidas del tiempo,
y más allá de todo lo que formaba
el círculo pequeñito del mundo,
"aquel mundo cerrado, con sus vagas estrellas
y su bruma de sueño",
despierta inmensamente la herida voz del hombre
poblador de la tierra.
Antes estaban lejos, casi desconocidos,
el combate y el trueno.
Ahora corre la sangre por los cauces iguales
del odio y la esperanza,
sin que nada detenga la invasora corriente
de las fuerzas eternas.

Maruja Vieira

7 de abril de 2009

PORQUE YA NO ESTAS




Porque ya no estas
he prendido la vida,
que caros son los días
sin esperanza.
Cuánto silencio, cuánto,
cuando digo tu nombre
y callas.

Felipe Servulo

A LA QUE VA CONMIGO




Iremos por la vida como dos pajarillos
que van en pos de rubias espigas, y hablaremos
de sutiles encantos y de goces supremos
con ingenuas palabras y diálogos sencillos.

Cambiaremos sonrisas con la hermana violeta
que atisba tras la verde y oscura celosía,
y aplaudiremos ambos la célica armonía
del amigo sinsonte que es músico y poeta.

Daremos a las nubes que circundan los flancos
de las altas montañas nuestro saludo atento,
y veremos cuál corren al impulso del viento
como un tropel medroso de corderillos blancos.

Oiremos cómo el bosque se puebla de rumores,
de misteriosos cantos y de voces extrañas;
y veremos cuál tejen las pacientes arañas
sus telas impalpables con los siete colores.

Iremos por la vida confundidos en ella,
sin nada que conturbe la silenciosa calma,
y el alma de las cosas será nuestra propia alma,
y nuestro propio salmo el salmo de la estrella.

Y un día, cuando el ojo penetrante e inquieto
sepa mirar muy hondo, y el anhelante oído
sepa escuchar las voces de los desconocido,
se abrirá a nuestras almas el profundo secreto.

Enrique González Martínez

LA MUCHACHA EBRIA



Este lánguido caer en brazos de una desconocida,
esta brutal tarea de pisotear mariposas y sombras y cadáveres;
este pensarse árbol, botella o chorro de alcohol,
huella de pie dormido, navaja verde o negra;
este instante durísimo en que una muchacha grita,
gesticula y sueña por una virtud que nunca fue la suya.

Todo esto no es sino la noche,
sino la noche grávida de sangre y leche
de niños que se asfixian,
de mujeres carbonizadas
y varones morenos de soledad
y misterioso, sofocante desgaste.

Sino la noche de la muchacha ebria
cuyos gritos de rabia y melancolía
me hirieron como el llanto purísimo
como las náuseas y el rencor,
como el abandono y la voz de las mendigas.

Lo triste es este llanto, amigos, hecho de vidrio molido
y fúnebres gardenias despedazadas en el umbral de las cantinas
llanto y sudor molidos, en que hombres desnudos, con sólo negra barba
y feas manos de miel se bañan sin angustia, sin tristeza:
llanto ebrio, lágrimas de claveles, de tabernas enmohecidas,
de la muchacha que se embriaga sin tedio ni pesadumbre,
de la muchacha que una noche
y era una santa noche me entregara su corazón derretido,
sus manos de agua caliente, césped, seda,
sus pensamientos tan parecidos a pájaros muertos,
sus torpes arrebatos de ternura,
su boca que sabía a taza mordida por dientes de borrachos,
su pecho suave como una mejilla con fiebre,
y sus brazos y piernas con tatuajes,
y su naciente tuberculosis,
y su dormido sexo de orquídea martirizada.

Ah, la muchacha ebria, la muchacha del sonreír estúpido
y la generosidad en la punta de los dedos,
la muchacha de la confiada, inefable ternura para un hombre,
como yo, escapado apenas de la violencia amorosa.

Este tierno recuerdo siempre será una lámpara frente a mis ojos,
una fecha sangrienta y abatida.
¡Por la muchacha ebria, amigos míos!

Efrain Huerta

SI DICES UNA PALABRA MAS....





Si dices una palabra más,
me moriré de tu voz,
que ya me está hincando el pecho,
que puede traspasarme el pecho
como una aguda, larga, exquisita espada.
Si dices una palabra más
con esa voz tuya, de acero, de filo y de muerte;
con esa voz que es como una cosa tangible
que yo podría acariciar, estrujar, morder;
si dices una palabra más
con esa voz que me pones de punta en el pecho,
yo caería atravesada, muerta
por una espada invisible,
dueña del camino más recto a mi corazón.

Dulce María Loynaz

4 de abril de 2009

TODO ERA AMOR




¡Todo era amor... amor!
No había nada más que amor.

En todas partes se encontraba amor.

No se podía hablar más que de amor.

Amor pasado por agua, a la vainilla,

amor al portador, amor a plazos.

Amor analizable, analizado.

Amor ultramarino.

Amor ecuestre.

Amor de cartón piedra, amor con leche...

lleno de prevenciones, de preventivos;

lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
Amor con una gran M, con una M mayúscula,
chorreado de merengue,
cubierto de flores blancas...
Amor espermatozoico, esperantista.

Amor desinfectado, amor untuoso...

Amor con sus accesorios, con sus repuestos;
con sus faltas de puntualidad, de ortografía;
con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes,
de los bomberos.
Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,
que arranca los botones de los botines,
que se alimenta de encelo y de ensalada.

Amor impostergable y amor impuesto.

Amor incandescente y amor incauto.

Amor indeformable.
Amor desnudo.

Amor-amor que es, simplemente, amor.

Amor y amor...
¡y nada más que amor!

Oliverio Girondo