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7 de septiembre de 2006

CENTRANDO AL MUNDO



I

¿Cómo no he de llorar si tengo ojos
que tienen que mirar y que no miran?
¿Cómo no me he de ahogar si mis pulmones
absorben aire, pero no respiran?
¿Cómo no he de tener perturbaciones,
si mi sangre no cabe en la existencia?
¿Cómo no he de clamar compensaciones,
si en mí todo se adentra con demencia?
¿Cómo no he de desear realizaciones,
si me consumo en ansias desiguales?
¿Por qué no he de saciar yo mis pasiones,
si me arrastra el tumulto de los males?
¿Y cómo, si respiro tentaciones,
va mi pulso a tener ritmos normales?


II

¿Por qué no puedo llorar,
cuando sufrir puedo tanto?
¿Por qué no me brota el llanto,
si no hago más que pensar?
¡Que no puedo soportar
lo que en mi mente se agolpa!...
Yo prefiero renunciar
a esta vida que es locura,
que continuar la tortura
de vivir con pensamientos.
No es posible más tormentos,
pues mi cerebro me mata,
y eternidad se dilata
haciéndome, en vida, ver
que pensar es padecer.


III

Muerte y Vida, sois en mí
la misma inquietud doliente,
el mismo trayecto ardiente
que nace donde termina;
una fuerza que domina
en idénticas porciones.
Vida y Muerte, sois pasiones,
un solo círculo hacéis:
si distantes parecéis
engaño es de cercanía.
No hallo en vida lozanía
ni en muerte temo final,
que yo os uno por igual
y en línea curva os realizo,
hasta el instante preciso
que por haberos juntado
sois infinito saciado.


IV

Como la tierra yo soy
de redonda y giratoria.
Girando en mí misma doy
los matices que en el día,
en sucesiva armonía,
terminan para empezar.
Parece mi despertar
claro y sin complicaciones,
y son luego mis pasiones
que, al sol, fuego hacen brotar.
Viene después mi penar,
y tarde y noche se unen
en sombras que se resumen
de nostalgias y ansiedades,
y que uniendo mis verdades,
cual tierra me hacen girar.


V

Cual un espejo, reflejo
la imagen que está delante;
cambia mi faz cada instante,
tiene infinitas reacciones:
todas ellas son ficciones,
espejismos del espejo.
Mi cristal está perplejo;
inmóvil, al mundo abarca.
La nueva visión aparta
el recuerdo de la ida.
Mi vida está convertida
en un reflejo constante
de mi transcurrir cambiante.


VI

Caminaba yo de frente
y mi sombra iba detrás.
Yo pensé que la cubría,
pero mi sombra tenía
la potestad suficiente
de tornarme transparente,
y ocupando mi lugar,
ella se filtró silente,
y yo, su sombra... fui atrás.


VII

Eliminando, sí... eliminando,
he de hallar, por mí misma, la verdad.
Probando todo, pero caminando,
al camino certero he de llegar.
Mi victoria será nunca parar:
tomarlo todo sin anclar en nada,
y a fuerza de dejar, irme saciado.
¡Que la muerte me encuentra exterminada!


VIII

Yo no hablo de la noche
oscura por que no hay sol,
hablo de la noche negra,
eterna porque hay dolor.
No es que me falte valor
de ver mi noche despierta,
es que, velando, estoy muerta
y me enciende este negror.
¿Cómo, si muriendo voy,
tengo este fulgor de llama?
¿Por qué me quema esta flama,
si agonizando ya estoy?
Es que, viviendo, yo doy
la agonía cada día...
Se exalta mi fantasía,
mas la noche me reclama.


IX

La muerte me ha acompañado,
puesto que de ella nací.
Con muerte adentro crecí
y viviendo la he llevado.
En mi ser obsesionado
la muerte fue mi tortura,
porque nací en la amargura
y muriendo he caminado.
Muerte en vida yo he probado,
que se muere cada día:
lo que se cree lozanía
es ya trayecto pasado.
Sólo se dirá colmado
lo que por muerto es un hecho,
que es el camino deshecho
el único realizado.


X

Cada vez que lloré,
con el llanto vertido a la tierra inundé.
Cuando me sonreí,
con mi risa esparcida todo el aire invadí.
Si llegué a suspirar,
mis suspiros tornaron más convulsa la mar.
El día que yo muera
morirá mi figura,
mas la esencia vertida
quedará retenida,
y mi alma victoriosa
vibrará conmovida,
al vibrar cada cosa.


XI

¿Qué es lo que oigo, sin oír?
¿Qué siento yo, sin sentir?
¿Por qué si no hay nada, hay tanto?
No hay rumor y se oye un canto,
canto de voces ahogadas,
por mi soledad fraguadas;
figura de sombra tienen;
no existen y se mantienen,
sombra de sombras aladas
en espirales atadas;
su murmullo suena a llanto,
nada son y dan espanto.
Mas ¿las podré resistir,
latiendo con su latir?


XII

Estoy velando mi muerte
y a pesar de ello, estoy viva.
Aun siento la sangre activa
y ya terminó mi suerte.
¡Ay, vida, yo quiero verte!
A veces dudo que seas:
martirizarme deseas,
desde el momento que siendo,
yo muerta estoy existiendo
sin que mi velar tú veas.


XIII

Todo lo siento penar,
el llanto, la risa, el humo.
Al bien con el mal lo sumo,
¡angustioso encadenar!
Eres, vida, el retornar
engañoso hacia la nada.
Te creen radiante jornada,
y eres abismo insondable.
No eres sueño irrealizable,
eres muerte no soñada.


XIV

¡Qué tremendas las cosas no vividas!
Tienen más alma que las realizadas.
Nunca han sido, ni son, ni serán nada,
y su aspecto de sombra proyectada,
más que si fueran, la intensifica.
Si su fantasma no se justifica,
razón tendrá para querer aislarse:
que el no ser es también un realizarse,
quizá de una manera más rotunda.
Si la sombra se aparta vagabunda,
el abismo tendrá que consumarse.


XV

Centrando al mundo él me está rodeando,
mi vista está esparcida a todas partes:
son mis ojos gigantes sin baluartes,
y eternidad al tiempo van robando.
En frenética lucha, están buscando
ver el final de lo que ya no existe;
su redondo mirar por fin desiste:
tanta soberbia los está cegando.
Mas, misterio que sigue perturbando,
a mis llagados párpados estruja
y a mis ojos cegados los empuja
a seguir la negrura investigando.


Pita Amor.