Estoy resbalando por una flor caliente.
He estado siempre cansada.
Este egoísmo voraz que insiste en la miseria.
Pulsa mi vigilia la única fortuna de los locos.
La que no comprendió nada pero lo sintió todo.
Y en las madrugadas hago panegíricos a esta Yolanda mezquina,
que sabe venderse y conoce el final.
Yolanda Castaño