Los caballeros del huracán se enganchan en los postigos de los comercios.
Vuelcan los jarros de leche como simples alfeñiques.
Giran alrededor de las cabezas.
Van a apoyarse con nostalgia en la bola pilosa de los peluqueros.
Caballeros del huracán
qué habéis hecho de vuestros guantes.
Al azar por los barrios que ellos perturban.
Suben entre las casas.
Hacia arriba hacia abajo hacia arriba hacia arriba.
Suspiran en las buhardillas.
Suspiran en los respiraderos.
Caballeros del huracán.
Pero dónde pero dónde dejasteis vuestros guantes.
Uno se aleja otro se aproxima
son dos bien lo veo.
El que se aleja es San Sebastián.
El que se aproxima es un pagano.
Caballeros del huracán.
Qué intrigantes que sois.
San Sebastián se arranca algunas flechas.
El pagano las recoge y las lame.
San Sebastián lleva el reloj en la muñeca.
Las tres y diez.
Caballeros del huracán.
Dónde dónde dónde dejasteis vuestros guantes.
Uh Uh en las chimeneas.
Las tres y once actualmente.
Hace rato que no hay trenes subterráneos.
Qué vais a buscar en los sótanos.
Caballeros del huracán.
Quizás hayáis perdido vuestros guantes.
Aquí dejé mi corbata.
Me responde San Sebastián.
El pagano nada dice.
Sin duda ha extraviado su corbata.
Caballeros del huracán.
Los guantes han caído a la alcantarilla.
Uno observa el momento actual.
El otro tiene recuerdos en los oídos.
Uno alza vuelo y el otro muere.
La noche se abre y muestra las piernas.
Caballeros del huracán.
Caballeros extravagantes.
Louis Aragón
