Dejad que os coja la mano,
que mi piel con vuestra piel
descanse de su cansancio.
Dejadme que de la miel
del dulce calor humano
me sacie de tanta sed
y dejadme, terminando,
que peregrine después.
Hay manos que están buscando
el calor que yo les dé.
Juan Jose Alcolea
