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16 de septiembre de 2021

A ROGELIO BUENDIA MANZANO



POETA JOVEN




¿El Bien y el Mal? ¿Quién sabe su camino...?
El crimen de la abeja se transforma
en miel. En tu anhelar sigue la norma
del instinto, lo único divino


que resta al barro humano. Peregrino
del Ensueño y creyente de la Forma,
comulga con tu espíritu y conforma
el ritmo de tu paso a tu destino.


Armoniza en tu voz, grave y sonora,
los ecos más remotos y diversos,
y al resplandor glorioso de tu aurora,


del aislamiento en la fecunda calma,
talla en la carne viva de tus versos
todo el lírico Olimpo de tu alma.



*

Un ¡espera!, un ¡recuerda! es cuanto queda
de tu voz en mi oído... ¡todo es eso!
¡Nunca en tus labios floreció mi beso!
¡Jamás mis sueños perfumó la seda


de tus cabellos..! Bajo la arboleda
nos dijimos ¡adiós...! Y en un exceso
de orgullo y de rencor, se quitó el preso
sus cadenas de rosas... ¡Dios conceda


a tu alma la dicha ambicionada!
Yo, en las frías tinieblas de la nada
con pasos de sonámbulo me pierdo...


¡Y aullando de dolor, sobre la arena
del pasado, mi vida es una hiena
devorando el cadáver de un recuerdo!



*

Si yo fuese un orfebre florentino,
sobre el cristal de una esmeralda clara
con unción religiosa, cincelara
la línea audaz de tu perfil latino.


Y en el más puro oro, en el más fino,
después, como una lágrima engarzara
la verde gema, para que brillara
en medio de tu seno alabastrino.


Y si fuera pintor, ¡con qué cuidado,
con mi pincel, por el amor guiado,
diluiría en la cándida vitela


de un abanico tu sutil figura,
entre el rosa fragante y la frescura
de un florido paisaje de acuarela!



*

No volveré a gozar en tu mirada
la luz del Paraíso, ni el fragante
reposo de tu seno palpitante
servirá a mis cansancios de almohada,


que un ángel silencioso, con su espada
de fuego, en los umbrales vigilante,
guarda la estrecha puerta de diamante
de mi perdido Edén única entrada.


Jamás mi alma renacer espera
en la paz de tu eterna Primavera.
Para siempre tus rosas he perdido...


¡Oh Paraíso de mi amor postrero,
cuya entrada defiende con su acero
el ángel silencioso del Olvido!



Francisco Villaespesa