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18 de enero de 2010

EPISTOLAS DE SATURNO



Epístola primera


No emprendas viaje
terrestre
primero has de conocer tu historia

En un ciclo
de inciertos testimonios
dos aguijones vacilaban
en la semioscuridad de un buceo
cada uno
una elección distinta
emergiendo de ombligos apartados
dos familias mudando
en la insondable lejanía
al paso lento
del universo
con que transcurren sus milenios

Un tiempo en que la tierra
como niña traviesa
se embadurnaba la cara
con formas novedosas
allá un adorno
un árbol prodigioso
nacido en un mar de helechos
acá un vuelo inesperado
allí pezuñas temibles
haciendo resonar como tambores
las estepas
cada propósito
un ensayo de ambiguos resultados
o una antorcha revelando
nuevos laberintos
en la mansión de la vida






Aconteció
después de convalecer el mundo
de graves convulsiones
antes de enfermar
de sus males de hielo
cuando recobrada la verde hebra
retejió sus tallos
flores y hojas
luego de plasmar en el gredal
alas y pelajes
una vez que se aquietaron las aguas
y las estrellas
volvieron a pintar sus peces





Epístola segunda


No emprendas viaje
terrestre
primero has de conocer tu historia

el ser de la paz
tuvo por morada las llanuras
y colinas
trigueñas de sol
y arcilla
cogía los frutos
en los huertos
que originaban los manantiales
en una tierra
que sin mezquindad
se prodigaba

El hijo de la armonía
acordó servicio
con las bestias mansas
que criaban los pastizales
fue el primero en cargar al bruto
con espigas
y en obtener su ayuda
para abrir los surcos
donde enterrar la semilla

Al atardecer
cuando el silencio
buscaba hospedarse
en una somnolencia de hojas
el ser de la piel desnuda
se sentaba
para atender complacido
a las enseñanzas
de sus ancianos venerables






En las nevadas estaciones
invernales
buscó refugio en las cavernas
y empleaba el tiempo
en ponderar sus actos
enriquecía sus leyendas
cuando una y otra vez
las relataba
y pintó las paredes rocosas
con su nostalgia de mesetas





Epístola tercera


No emprendas viaje
terrestre
primero has de conocer tu historia

El ser de la violencia
tuvo por morada
la selva
bajo el cielo exuberante
de una fronda enmarañada
una forzosa sucesión
de crepúsculos
y noches
donde a ratos sorprendía la luna
al ser de los ojos verdes
torvos y huraños
en los vellos negros
en los vellos rojos
cuando lograba filtrar
sus agudas linternas blancas

El astuto merodeador
sobrevivió a las grandes bestias
a la guadaña despiadada
de las fauces abiertas
cada paso en la conquista
del sustento
una lucha cruenta
y era la sangre
de las víctimas
la que nutría sus impulsos
los feroces carniceros
sus maestros
aprendió a ejercer el derecho
a dentelladas
no hubo ancianos a su vera
cuando las fuerzas decaían
se apersonaba
inconmovible
un definitivo pavor de garras








Epístola cuarta


No emprendas viaje
terrestre
primero has de conocer tu historia

El ser de la reflexión
de continuo meditaba
absorto en algún dios
o en sí mismo
inmerso en una trascendente
interioridad
su avance era calmo
a la medida del prudente
transitar de la tierra

En las noches transparentes
mientras observaba
el firmamento
percibió las distancias
y a los números
fue encontrando
hasta formas las cuentas
del calendario
y la infinitud
de los volúmenes
redujo a simples ecuaciones

El poeta de las llanuras
vivía una posta singular
desechadas las cargas
que lo desviaran del camino
entregaba el cayado
en el límite de sus días
luego de recorrer
el trecho suficiente
y a otro tanto
se obligaba el que seguía




La criatura serena
recibía la muerte sin temor
ni pesadumbre
las honras fúnebres
con sus pétreas formalidades
no perpetuaban la tristeza
sino el testimonio
de una vida singular
era feliz
y estaba bien encaminado





Epístola quinta


No emprendas viaje
terrestre
primero has de conocer tu historia

Durante un implacable
asedio de tormentas
los rayos
vencieron
el enrejado de lianas
castigando los matorrales
que guarecían
al ser de la floresta
y desde ese entonces
vagó prendido
a una extraña desazón
tan perturbadora
que le hacía sentirse diferente
un forastero
en su propia selva

El ser de los ojos tristes
procuró en vano
desasirse
del embrujo
que padecía
cuando la luna
tapizaba los calveros
el trastorno le excitaba
con mayor violencia
capturado por un vértigo
de músculos y nervios
se entregaba a un frenesí
de movimientos
y urgía sus salvajes ritmos
golpeando maderos
en cortezas ahuecadas
y en una oportunidad cualquiera
las cortezas criaron chispas
de las chispas
nacieron llamas
y la selva se transformó en hoguera






Epístola sexta


No emprendas viaje
terrestre
primero has de conocer tu historia

La selva era una hoguera
y a través de los helechos
brillaban asustados
los ojos verdes en los vellos negros
al borde la espesura
atisbaban azorados
los ojos tristes en los vellos rojos
y cuando el calor y el humo
atosigaban
irrumpieron en el llano
golpeando con sus puños
sus potentes pechos

Los sucesos carecieron
de testigos
y las leyendas los han transmitido
de maneras diferentes
mezclando
en una sola brazada
agresores y agredidos
y Caín acometió a Abel
quizás el de los bosques
era hijo de Caín
el hijo de la Eva
acaso hija del Semael
tal vez el de las llanuras
era hijo de Abel
el hijo del Adán
por ventura hijo del Adón








Lo cierto fue que el cazador
sacrificó a los varones
y seducido por las hembras
las conservó
para juntarse a ellas
quiso la naturaleza
que los retoños
no quedaran mulas
sino se multiplicaran
y una especie híbrida pobló la tierra
un nuevo tanteo en las tinieblas
tras posibles corredores
las ramas originales
extinguidas

La hembras de la piel lisa
educaron a sus vástagos
en los preceptos
que guiaron a su pueblo
como si fuesen
leyes inflexibles
sin considerar que habían muerto
aquellos que podían
profesarlos
y así dieron comienzo
al drama existencial
que para siempre
señaló a sus descendientes

El desdichado esclavo
de la herencia dual
recibió los mandamientos
incapaz de cumplirlos
cabalmente
y en el mismo ser
los pasos a que impulsaba la estirpe
del justo
los desbarataba
la simiente del inicuo
la misma rama pudo enaltecerse
y degradarse
el mismo espíritu para el amor
y el egoísmo
la misma alma para la caridad
y el odio




Ahora atiende
terrestre
debes resolver la encrucijada
en que te encuentras
o vives la suma que eres
bajo sólo reglas naturales
sin restarte
alienado
o emprendes la tarea de extirpar
la raíz de Caín
que hay en Abel
pero escucha
terrestre
el hombre nuevo que pretendes
no podrá llegar
si tú no mueres

Andres Recasens Salvo