De todo bastecimiento
Valencia se proveyó,
Juntamente sus castillos
Que Játiva y Chelva son
Con Peñáguila y Paterna
Y Murviedro, que es mejor
Por sus aguerridas huestes
Y elevada situación.
En la llanura de Cuarte
Sus Reales asentó
El moro Búcar, sus tiendas
Y su regio pabellón.
A la torre del alcázar
A Jimena el Cid subió,
La que viendo tantas tiendas
De tal lujo y tal valor,
Tantos corceles de guerra,
Tanto jinete y peón,
Abatida en su flaqueza
Daba indicios de temor;
Hasta que esforzóla el Cid
Y en esta guisa le habló:
Cuantos más moros veáis,
Más ganancia tengo yo.
Contra la chusma de Agar,
Brillando el primer albor,
Puesto el rendaje a Babieca
El noble Cid cabalgó
Y en las impuras mesnadas
Puso tanta confusión,
Hizo brillar su tizona
Y tan gran rebato dio,
Que doce mil fueron muertos
Y se vieron en prisión
Diez y siete Reyes moros;
Solo Búcar se salvó.
Después de tan fausta empresa,
Los infantes de Carrión
Que hubieron coraje al Cid,
Pues juzgaron que amañó
Por mengua y oprobio suyos
Aquel paso del león,
Partieron con sus mujeres
Y ciegos en su furor
Las azotaron vilmente
Con bárbara indignación
En los Robledos de Torpes,
(Nombre que el desmán dictó).
Por pena del desacato
Diéronse a confiscación
Los bienes de los infantes
Y don Alonso mandó
Que el conde de Portugal
Y el de Tolosa, en unión
Con los grandes de Castilla,
Castigasen tal baldón.
Por ende se hizo el cantar
Que en este modo empezó:
«Tres Cortes hace el buen Rey»,
«Todas tres a una sazón.»
Juan Arolas