CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

25 de febrero de 2021

TUS PALABRAS




2

Tus palabras: me envuelven en una
placenta y me colocan delicadamente
en tu interior para gestarme.


Me trasladan, las traslado, vamos
abriendo surcos desde dentro hacia
afuera.


Una flecha que viaja por el interior de
una diana: para ella acertar consiste en
encontrar la salida (y sólo tiene una
oportunidad, un tiro): para ella la diana
es un laberinto. Así que finge dormirse
hasta que la salida, que coincide con el
centro, pasa distraída por su lado.
Entonces sí: se alza, se tensa y le dispara
por la espalda.


Todo recién nacido lleva tatuado un
laberinto y una diana que la vida se
encargará de ir haciendo visibles trazo a
trazo.


Vivir es reparar los efectos de esa
emboscada original que supuso la
muerte del centro, es hacerle el boca a
boca al centro hasta que vuelva a
respirar. Pero el centro no es Dios (el
centro no es el Centro) sino tú, yo,
cualquiera de nosotros.


Cuando te tanteo en la oscuridad mis
manos recorren las paredes del
laberinto. Y el modo en el que tus
gemidos rebotan, se amplifican o se
duermen por sus corredores me enseña
las dimensiones y el dibujo del
laberinto.


Cuando me lames en la oscuridad una
diana se pone a rodar cadera abajo, un
blanco en movimiento al que sólo
puede acertar una flecha perfectamente
inmóvil.


Tus palabras son un líquido cálido: al
bucearlas me duermo.


Al hablar desenrollas los caminos del
mundo para que yo los explore.
Cuando callas los vuelves a enrollar,
pero queda una tenue huella de cada
uno de ellos gracias a la cual siempre
puedo reconstruir algunos.


Me has enseñado a ser peligroso para
mí mismo y a ser inofensivo para los
demás.


Después de muchos abrazos no somos
una pareja sino un atlas. Si alguien
quiere saber dónde se encuentra o hacia
dónde queda el lugar al que planea
viajar, sólo tiene que abrirnos y poner
un dedo sobre el punto de destino.


Si no fuera por lo que dices de mí, y
porque me llevas en tu interior como
una madre al feto, mi laberinto estaría
en ruinas: cascotes en vez de muros,
montones de piedras en vez de
elegantes revueltas, ratas comedoras de
ojos en vez de minotauros, polvo en
suspensión en vez de corrientes de aire
fresco filtrándose por las grietas.


El cordón umbilical: el hilo de la
madeja.


Dejarse nacer en otro es un acto de fe,
una locura. Y también: un pacto con el
silencio que fuimos para que no
irrumpa en el silencio que seremos.


Sólo soy una sombra proyectada en la
pared: existo porque tú eres cuerpo y
bombilla. Existo porque nada se
interpone entre nosotros.


Tus fluidos me escriben, me dibujan el
modo de salir. Dibujo que he de beber
para que tenga sentido.


Jesus Aguado