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28 de noviembre de 2021

MILAGROS DE NUESTRA SEÑORA


Introducción




Amigos e vassallos de Dios omnipotent,
si vos me escuchássedes por vuestro consiment,
querríavos contar un buen aveniment:
terrédeslo en cabo por bueno verament.


Yo maestro Gonçalvo de Verceo nomnado,
yendo en romería caeçí en un prado,
verde e bien sençido, de flores bien poblado,
logar cobdiçiaduero pora omne cansado.


Davan olor sovejo las flores bien olientes,
refrescaban en omne las carnes e las mientes;
manaban cada canto fuentes claras corrientes,
en verano bien frías, en ivierno calientes.


Avién y grand abondo de buenas arboledas,
milgranos e figueras, peros e mazanedas,
e muchas otras frutas de diversas monedas,
mas non avié ningunas podridas nin asedas.


La verdura del prado, la olor de las flores,
las sombras de los árboles de temprados sabores,
resfrescáronme todo e perdí los sudores:
podrié vevir el omne con aquellos olores.


Nunqua trobé en sieglo logar tan deleitoso,
nin sombra tan temprada nin olor tan sabroso;
descargué mi ropiella por yazer más vicioso,
poséme a la sombra de un árbol hermoso.


Yaciendo a la sombra perdí todos cuidados,
odí sonos de aves, dulces e modulados:
nunqua udieron omnes órganos más temprados,
nin que formar pudiesen sones más acordados.


Unas tenién la quinta, e las otras doblaban,
otras tenién el punto, errar no las dejaban:
al posar e al mover, todas se esperaban,
aves torpes nin roncas non se acostaban.


Non serié organista nin serié violero,
nin giga nin salterio nin mano de ratero,
nin instrumento nin lengua nin tan claro vocero
cuyo canto valiese con esto un dinero.


Pero que nos dissiemos todas estas bondades,
non contamos las diezmas, esto bien lo creades:
que avié de noblezas tantas diversidades
que no las contarien priores nin abades.


El prado que vos digo avié otra bondat:
por calor nin por frío non perdié su beltat,
siempre estaba verde en su entegredat,
non [perdié] la verdura por nulla tempestat.


Manamano que fui en tierra acostado,
de todo el lazerio fui luego folgado;
oblidé toda cuita [e] lazerio passado:
¡Qui allí se morasse serié bienventurado!


Los omnes e las aves, quantos acaecién,
levavan de las flores cuantas levar querién,
mas mengua en el prado ninguna non façién:
por una que levavan tres e quatro nacién.


Semeja esti prado egual de Paraíso,
en qui Dios tan grand gracia, tan grand bendición miso;
él que crió tal cosa maestro fue anviso:
omne que ý morasse nunqua perdrié el viso.


El fruto de los árboles era dulz e sabrido,
si don Adán oviesse de tal fruto comido,
de tan mala manera non serié decibido,
ni tornárién tal danno Eva nin so marido.


Sennores e amigos, lo que dicho avemos
palabra es oscura, esponerla queremos:
tolgamos la corteza, al meollo entremos,
prendamos lo de dentro, lo de fuera dessemos.


Todos cuantos vevimos, que en piedes andamos,
siquiere en presión o en lecho yagamos,
todos somos romeos que camino pasamos,
San Pedro lo diz esto, por él vos lo probamos.


Cuanto aquí vivimos en ageno moramos;
la ficança durable suso la esperamos;
la nuestra romería estonz la acabamos,
cuando a Paraíso las almas enviamos.


En esta romería avemos un buen prado
en qui trova repaire tot romeo cansado:
la Virgin Gloriosa, madre del buen Criado,
del cual otro ninguno egual non fue trobado.


Este prado fue siempre verde en onestat,
ca nunca ovo mácula la su virginidat,
post partum et in partu fue virgin de verdat,
illesa, incorrupta en su entegredat.


Las cuatro fuentes claras que del prado manaban,
los cuatro evangelios, eso significaban,
ca los evangelistas cuatro que los dictaban,
cuando los escrivién, con ella se fablavan.


Cuanto escrivién ellos, ella lo emendava,
eso era bien firme lo que ella laudava;
parece que el riego todo d'ella manaba
cuando a menos d'ella nada non se guiava.


La sombra de los árboles, buena, dulz e sanía,
en qui ave repaire toda la romería,
sí son las oraciones que faz Santa María
que por los pecadores ruega noche e día.


Cuantos que son en mundo, justos e pecadores,
coronados e legos, reyes e emperadores,
allí corremos todos, vasallos e sennores,
todos a la su sombra imos coger las flores.


Los árboles que facen sombra dulz e donosa
son los santos miraclos que faz la Gloriosa,
ca son mucho más dulces que azúcar sabrosa,
la que dan al enfermo en la cuita rabiosa.


Las aves que organan entre esos frutales,
que han las dulces voces, dizen cantos leales,
estos son Agustino, Gregorio, otros tales,
cuantos que escribieron los sos fechos reales.


Estos avién con ella amor e atenencia,
en laudar los sos fechos metién toda femencia;
todos fablavan d'ella, cascuno su sentencia,
pero tenién por todo todos una creencia.


El rosennor que canta por fin maestría,
siquiere la calandria que faz grand melodía,
mucho cantó mejor el barón Isaía
e los otros profetas, honrada componía.


Cantaron los apóstolos muedo muy natural,
confesores e mártires facién otro tal;
las vírgenes siguieron la gran Madre caudal,
cantan delante d'ella canto bien festival.


Por todas las iglesias, esto es cada día,
cantan laudes ant ella toda la clerecía:
todos li façen cort a la Virgo María;
estos son rossennoles de gran placentería.


Tornemos ennas flores que componen el prado,
que lo façen hermoso, apuesto e temprado;
las flores son los nomnes que lida el dictado
a la Virgo María, madre del buen Criado.


La benedicta Virgen es estrella clamada,
estrella de los mares, guïona deseada,
es de los marineros en las cuitas guardada,
ca cuando ésa veden es la nave guiada.


Es clamada, y éslo de los cielos, reína,
tiemplo de jesu Christo, estrella matutina,
sennora natural, piadosa vecina,
de cuerpos e de almas salud e medicina.


Ella es vellocino que fue de Gedeón,
en qui vino la pluvia, una grand visión;
ella es dicha fonda de David el varón
con la cual confundió al gigante tan fellón.


Ella es dicha fuente de qui todos bebemos,
ella nos dio el cebo de qui todos comemos;
ella es dicha puerto a qui todos corremos,
e puerta por la cual entrada atendemos.


Ella es dicha puerta en sí bien encerrada,
pora nos es abierta pora darnos la entrada;
ella es la palomba de fiel bien esmerada,
en qui non cae ira, siempre está pagada.


Ella con grand derecho es clamada Sïón,
ca es nuestra talaya, nuestra defensïón:
ella es dicha trono del reï Salomón,
reï de grand justicia, sabio por mirazón.


Non es nomne ninguno que bien derecho venga
que en alguna guisa a ella non avenga;
non ha tal que raíz en ella no la tenga,
nin Sancho nin Domingo, nin Sancha nin Domenga.


Es dicha vid, es uva, almendra, malgranada,
que de granos de gracia está toda calcada,
oliva, cedro, bálsamo, palma bien ajumada,
piértega en que sovo la serpiente alzada.


El fuste que Moisés en la mano portaba
que confundió los sabios que Faraón preciaba,
el que abrió los mares e después los cerraba,
si non a la Gloriosa al non significaba.


Si metiéremos mientes en el otro bastón
que partió la contienda que fue por Arón,
al non significaba, como dice la lección,
si non a la Gloriosa, esto bien con razón.


Señores e amigos, en vano contendemos,
entramos en grand pozo, fondo no'l trovaremos;
más serién los sus nomnes que nos d'ella leemos
que las flores del campo, del más grand que sabemos.


Desuso lo dissiemos que eran los frutales
en qui facién las aves los cantos generales,
los sus sanctos miraclos, grandes e principales,
los cuales organamos ennas fiestas caubdales.


Quiero dejar con tanto las aves cantadores,
las sombras e las aguas, las devantdichas flores;
quiero d'estos frutales tan plenos de dulzores
fer unos pocos viessos, amigos e sennores.


Quiero en estos árboles un ratiello sobir
e de los sos miraclos algunos escribir;
la Gloriosa me guíe que lo pueda cumplir,
ca yo non me atrevería en ello a venir.


Terrélo por miráculo que lo faz la Gloriosa
si guiarme quisiere a mí en esta cosa;
Madre, plena de gracia, reína poderosa,
tú me guía en ello, ca eres piadosa.



Gonzalo de Berceo