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16 de abril de 2019

SIETE GOZOS DEL AMOR




1


Comienzan las obras de Juan Rodríguez del Padrón y esta primera es una que hizo llamada "Siete gozos de amor."



Ante las puertas del templo
do recibe el sacrificio
Amor, en cuyo servicio
noches y días contemplo,
de tu caridad demando
obedecida, Señor,
aquesta ciego amador,
el cual te dirá cantando,
si de él te mueve dolor,
los siete gozos de amor.




Primer gozo


El primer gozo se cante:
causar la primera vista,
que la señora bien quista
comienza se del amante,
cuando a la ley verdadera
fe muestra de bien amar,
le place de se tornar
ciego de hombre que era
ha creer y afirmar
o morir o defensar.


Yo sólo dirán que fue
el ciego contemplador
que cegó tu resplandor
la ora que te miré.


El sol no pudo causar
con toda su claridad
lo que tu sola beldad;
mas no es de maravillar;
¡O si tanta o la meitad
fuese la tu piedad!


De moverte a compasión
no te debes retraer
yo ver bien y conocer,
aunque ciego, mi pasión.


La pena del pensamiento
y deseo no cumplido
aunque el sentido he perdido,
con doble sentido siento:
cuanto más mi muerte pido,
se dobla más mi sentido.




Segundo gozo


El primer gozo fenece
sin fenecer desear:
el segundo es de cantar,
la contra de él no fallece.


El cual, según la fe nuestra,
en que soy el más constante,
es aquel primer semblante
que la señora demuestra
al siervo dende adelante.


Solo yo, triste, diré
deste placer no gozando,
que nuestra ley, más amando
de lo que manda, pasé.


Amador que tanto amase
no digan que ser pudiese;
yo sólo dirán que fuese
aquel que la ley pasase
de amar y amor venciese.


En voz más triste que leda
el segundo ya canté;
si de él por ti no gocé,
por falta de amor no queda.


El que ha de haber victoria,
sin tu bondad ofender
en amar yo he de ser
de cuantos poseen la gloria
o pasar o fenecer.




Tercer gozo


El tercero gozo es
el amante ser oído,
recontando
los trabajos que después
de su vista le han venido,
deseando.


El cual tiene por sentir,
quien hasta aquí,
el huego do suele arder
quiso a todo encubrir,
y más a ti,
por más gloria merecer.


Si fue de mí ofendido
amor y sus servidores
algún día,
fue por no ser entendido
que en vivo fuego de amores
yo ardía,
ni tu merced entendiese
la tal flama
yo sentir y padecer,
con temor que no ardiese
la tu fama
por causa de me valer.


Lo que el seso resistiendo,
tú ni otro pudo oír
jamás de mí,
ya viva muerte muriendo,
con deseo de morir,
te descubrí;


como el que es puesto a tormento,
que por fuerza
su mal viene a confesar
y tornando al sentimiento,
más se esfuerza,
de lo encubrir o negar.




Cuarto gozo


El canto va feneciendo
del tercero
mas no plañir y llorar,
menos caridad sintiendo
que primero,
del cuarto gozo a tractar.


El cual es, pues que decir
mees forzado,
donde el fuego concebí
discreta señora serví
en estado
y virtud mayor de sí.


El primero movimiento
al segundo
nunca pudo contrastar,
ávido conocimiento
en el mundo
tú ser la más singular.


Conozcan ser tu loanza
más debida
las altas de gran poder,
pues la bien aventuranza
de esta vida
es virtudes poseer.


Como sea manifiesto
tú vencer
las virtudes en bondad
por ventura deshonesto
mi querer
juzgará tu voluntad;


mas porque veas el fin
deseando
de virtud no desviar,
mi mote del serafín
inflamado
te plega de blasonar.




Quinto gozo


El cuarto gozo finando
sin fin haber mis cuidados,
mas siempre multiplicando,
el quinto ya discordando,
mis sentidos trabajados
en sus males contemplando,
es poder en la señora
el servidor entender
sus servicios cualquier ora,
ofreciéndole placer.


Pues mi servicio no ves
contrastar a las virtudes
manifiestas que posees,
ni demanda, según crees,
que tu buen deseo mudes,
ni lo contrario desees,
no te sea cosa fuerte
en grado lo recibir
de quien piedad o muerte
no cesa de te pedir.


Si la tu gran discreción,
una virtud poseyendo,
ya posee cuantas son,
sin haber contradicción,
una sola falleciendo,
y las otras por tal son
para ser más virtuosa
gloria que tanto deseas,
conviene que piadosa
contra mí, forzado, seas.




Sexto gozo


Del quinto me despidiendo,
sin dar fin al triste canto,
el sesto en voz de planto
por orden voy prosiguiendo.
El cual es, si la tardanza
por tí cesa,
de largo me ofrecer
la verdadera esperanza
o promesa
del deseado placer.


Cuantos aman atendiendo
desaman desesperando,
y yo menos esperando,
más en el fuego me enciendo.
La voluntad no movible,
deseosa,
¿quién la puede constreñir?


Cuando a Dios es imposible
la tal cosa,
yo no puedo resistir.


Esperanza y deseo
son en tan gran división
que según la perfección
de la tu bondad, yo creo,
aunque Dios te perdonase,
y la gente
no lo pudiese creer,
que tu merced no pecase,
solamente
por tu virtud mantener.




Séptimo gozo


Del sesto me deliberando,
sin poder mi gran firmeza
la sobra de tu crudeza
vencer, mas acrecentando,
el final gozo nombrado,
solo fin de mis dolores,
es amar y ser amado
el amante en igual grado,
que es la gloria de amadores.


Pues la obra de caridad
es amar al enemigo,
conviene que al amigo
ames de necesidad.
Si voluntad no consiente,
virtud la debe forzar
amar tu leal sirviente
en el grado trascendente
que te ama sin mal pensar.


La muerte siento venir,
del cuerpo no sé que hagas;
muévante las cinco plagas,
celos, amar y partir,
bien amar sin atender
amar siendo desamado,
y desamar no poder,
pues no te pueden mover
los gozos que te he contado.




Cabo



Si te place que mis días
yo fenezca mal logrado
tan en breve
plegarte que con Macías
ser merezca sepultado;
y decir debe
do la sepultura sea:
Una tierra los crió,
una muerte los levó,
una gloria los posea.


Juan Rodriguez del Padrón