CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

18 de marzo de 2024

CANCION DE LOS LENTES






El poeta envejece.
No ve la línea,
la delgada silueta
que, antes, veía.
La escritura le baila
una polkita;
se le van los matices,
las golondrinas.
Pero se puso lentes
y oh maravilla
se dibujaron netas
las golondrinas.
Apareció de nuevo,
-la delgadina-
aquella del romance,
palabra limpia...
Los tipos de su máquina
la tinta china
por más que los limpiaba
no aparecían...
Se arrimaba a la hoja
cuanto podía,
su nariz borroneaba
la letra fina...
Pero se puso lentes
y oh maravilla
volvieron las "corrientes"
las "cristalinas"...
Y releyó a Pessoa
y a Carlos Williams
y anduvo con Sabines
por la cornisa...
Ahora es un "cuatrojos"
es un "lenteja "
pero ve lo que escribe
y lo que piensa.

Washington Benavides

RIMA LVII - COMO LA BRISA QUE LA SANGRE OREA






Como la brisa que la sangre orea
sobre el oscuro campo de batalla,
cargada de perfumes y armonías
en el silencio de la noche vaga.

Símbolo del dolor y la ternura,
del bardo inglés en el horrible drama
la dulce Ofelia, la razón perdida,
cogiendo flores y cantando pasa.

Gustavo Adolfo Bécquer

17 de marzo de 2024

RIMA LXXXI - APOYANDO MI FRENTE CALUROSA





Apoyando mi frente calurosa
en el frío cristal de la ventana,
en el silencio de la oscura noche
de su balcón mis ojos no apartaba.

En medio de la sombra misteriosa
su vidriera lucía iluminada,
dejando que mi vista penetrase
en el puro santuario de su estancia.

Pálido como el mármol el semblante;
la blonda cabellera destrenzada,
acariciando sus sedosas ondas,
sus hombros de alabastro y su garganta,
mis ojos la veían, y mis ojos
al verla tan hermosa, se turbaban.

Mirábase al espejo; dulcemente
sonreía a su bella imagen lánguida,
y sus mudas lisonjas al espejo
con un beso dulcísimo pagaba...

Mas la luz se apagó; la visión pura
desvanecióse como sombra vana,
y dormido quedé, dándome celos
el cristal que su boca acariciara.

Gustavo Adolfo Bécquer

VIENEN





Vienen diferente e iguales
con cada una es diferente y es igual
con cada una la ausencia de amor es diferente
con cada una la ausencia de amor es igual.

Vienen diferentes e idénticas
con cada una es diferente y es lo mismo
con cada una la ausencia de amor es diferente
con cada una la ausencia de amor es la misma.

Samuel Beckett

16 de marzo de 2024

YO SOY TU INDOMITA GACELA




Yo soy tu indómita gacela,
el trueno que rompe la luz sobre tu pecho.

Yo soy el viento desatado en la montaña
y el fulgor concentrado del fuego del ocote.

Yo caliento tus noches,
encendiendo volcanes en mis manos,
mojándote los ojos con el humo de mis cráteres.

Yo he llegado hasta vos vestida de lluvia y de recuerdo,
riendo la risa inmutable de los años.

Yo soy el inexplorado camino,
la claridad que rompe la tiniebla.

Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía
y te recorro entero,
sendero tras sendero,
descalzando mi amor,
desnudando mi miedo.

Yo soy un nombre que canta y te enamora
desde el otro lado de la luna,
soy la prolongación de tu sonrisa y tu cuerpo.

Yo soy algo que crece,
algo que ríe y llora.

Yo,
la que te quiere.

Gioconda Belli


RIMA XXXIV - DEJE LA LUZ A UN LADO






Dejé la luz a un lado y en el borde
de la revuelta cama me senté,
mudo, sombrío, la pupila inmóvil
clavada en la pared.

¿Qué tiempo estuve así? No sé: al dejarme
la embriaguez horrible de dolor,
expiraba la luz y en mis balcones
reía el sol.

Ni sé tampoco en tan terribles horas
en qué pensaba o qué pasó por mí;
sólo recuerdo que lloré y maldije,
y que en aquella noche envejecí.

Gustavo Adolfo Bécquer



15 de marzo de 2024

SOY UN DISCURRIR DE ARENA QUE RESBALA





Soy un discurrir de arena que resbala
entre la duna y los guijarros
la lluvia del verano llueve sobre mi vida
sobre mí vida mía que me persigue y huye
y tendrá fin el día del comienzo.

Caro instante te veo
en el retroceder de este telón de bruma
donde ya no deberé pisar estos largos umbrales movedizos
y viviré lo mismo que una puerta
que se abre y se vuelve a cerrar.

Samuel Beckett

RIMA XLV - AL VER MIS HORAS DE FIEBRE






Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?

Cuando la trémula mano
tienda próximo a expirar
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?

Cuando la muerte vidrie
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?

Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral)
una oración al oírla,
¿quién murmurará?

Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa
¿quién vendrá a llorar?

¿Quién en fin al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?

Gustavo Adolfo Bécquer

14 de marzo de 2024

RIMA LXXXIII - ES EL ALBA UNA SOMBRA






Es el alba una sombra
de tu sonrisa,
y un rayo de tus ojos
la luz del día;
pero tu alma
es la noche de invierno,
negra y helada.

Gustavo Adolfo Bécquer


ELEGIA FRENTE ALRIO





...el triste corazón de los humanos.

Percy B. Shelley




Las once de la noche
y el trópico descansa de un combate feroz contra sí mismo.

Vuelan nocturnas mariposas torpes
Hiende la luz el agua.
Canta un sapo en la sombra que parte en dos la noche:
denso muro de grillos.

Y estoy aquí
sin tus libros a mano.
Oigo pasar el río
que un kilómetro abajo se junta con el mar.

Fluye despacio la memoria:
te conocí bajo el árbol de imágenes
con el que reconstruiste el universo.

Pardeaban los sesenta.
Se hacía más confusa la confusión de los dieciséis años.

Adivino la palabra por tu voz
de algún modo.
Pero sucede que no será posible decírtelo
ni oírte
ni mostrarte jamás mi primer libro.

A veces
la vida muestra todo su obsceno resplandor.
Entonces
el tiempo es una gota congelada
un golpe suave que nos calla un segundo
y fija con extraño poder la circunstancia.

Sucedió hace dos noches.
Iba a leer en público
y alguien dijo tu muerte de repente

Ahí empezó todo esto.
Sembrada está en el fondo del oído esa semilla amarga.
A orillas de mi voz pienso en Manrique:
oigo el río de Tuxpan que un kilómetro abajo se junta con el mar.

El trópico descansa.
Entra Raúl Garduño al pensamiento.
Adviene la palabra.
Muerde el tiempo:
las once de la noche
para siempre.

Efraín Bartolomé