CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

15 de febrero de 2018

EL ALMA EN FUGA



Buscaron al romper de la alborada,
mis brazos y mis ojos su presencia,
y sólo hallé, por signo de la ausencia,
el hueco de su sien en la almohada.

Oh, qué correr la angustia desatada,
qué ulular por el llano mi demencia,
qué husmear en los ámbitos la esencia
de la alígera planta perfumada!

Amigos que alabasteis su hermosura,
no a solas me dejéis en la amargura
del trance doloroso e imprevisto...

¡Escrutad el perfil del horizonte!

¡Batid los campos y talad el monte!

¡Decidme, por piedad, si la habéis visto!...


Enrique González Martínez

8 de febrero de 2018

TIEMPO




1
El beso que no te di
se me ha vuelto estrella dentro...
¡Quién lo pudiera tornar
-y en tu boca...- otra vez beso!

2
Quién pudiera como el río,
ser fugitivo y eterno:
Partir, llegar, pasar siempre
y ser siempre el río fresco ...

3
Es tarde para la rosa.
Es pronto para el invierno.
Mi hora no está en el reloj...
¡Me quedé fuera del tiempo!

4
Tarde, pronto, ayer perdido...
mañana in logrado, incierto
hoy... ¡Medidas que no puede
fijar, sujetar un beso!...

5
Un kilómetro de luz,
un gramo de pensamiento...
(De noche el reloj que late
es el corazón del tiempo...)

6
Voy a medirme el amor
con una cinta de acero.
Una punta en la montaña:
La otra... ¡Clávala en el viento!...

Dulce María Loynaz

2 de febrero de 2018

VIEJO ESTRIBILLO



¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...
¿Quién gritando mi nombre la morada recorre?
¿Quién me llama en las noches con tan trémulo acento?
-Es un soplo de viento que solloza en la torre,
es un soplo de viento...
¿Di, quién eres, arcángel cuyas alas se abrasan
en el fuego divino de la tarde y que subes
por la gloria del éter?
-Son las nubes que pasan;
mira bien, son las nubes...
¿Quién regó sus collares en el agua, Dios mío?
Lluvia son de diamantes en azul terciopelo.
-Es la imagen del cielo que palpita en el río,
es la imagen del cielo...
¡Oh, Señor! ¡La belleza sólo es, pues, espejismo!
Nada más Tú eres cierto: sé Tú mi último Dueño.
¿Dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo?
-Un poquito de ensueño te guiará en cada abismo,
un poquito de ensueño...

Amado Nervo

MAS ELLOS





Mas ellos, caso que estaban
Sin favor y tan a solas,
Contra todos se mostraban,
Y claramente burlaban
De las coplas españolas,
Canciones y villancicos,
Romances y cosa tal,
Arte mayor y real,
Y pies quebrados y chicos,
Y todo nuestro caudal.


Y en lugar destas maneras
De vocablos ya sabidos
En nuestras trovas caseras,
Cantan otras forasteras,
Nuevas a nuestros oídos:
Sonetos de grande estima,
Madrigales y canciones
De diferentes renglones,
De octava y tercera rima
Y otras nuevas invenciones.


Desprecian cualquiera cosa
De coplas compuestas antes,
Por baja de ley, y astrosa
Usan ya de cierta prosa
Medida sin consonantes.
A muchos de los que fueron
Elegantes y discretos
Tienen por simples pobretos,
Por solo que no cayeron
En la cuenta a los sonetos.


Daban, en fin, a entender
Aquellos viejos autores
No haber sabido hacer
Buenos metros ni poner
En estilo los amores;
Y que el metro castellano
No tenía autoridad
De decir con majestad
Lo que se dice en toscano
Con mayor felicidad.


Mas esta falta o manquera
No la dan a nuestra lengua,
Que es bastante y verdadera,
Sino solo dicen que era
De buenos ingenios mengua;
Y a la causa en lo pasado
Fueron todos carescientes
De estas trovas excelentes
Que han descubierto y hallado
Los modernos y presentes.


Viendo pues que presumían
Tanto de su nueva ciencia,
Dijéronles que querían
De aquello referían
Ver algo por experiencia;
Para prueba de lo cual,
Por muestra de novel uso,
Cada cual de ellos compuso
Una rima en especial,
Cual se escribe aquí de yuso.


Cristobal Castillejo

1 de febrero de 2018

ROMANCERO ESPIRITUAL




1


Romance de Nuestra Señora



La serrana más hermosa,
la de los ojos serenos,
que al Rey prendió el corazón
con uno de sus cabellos;


la que con una palabra
le trajo hasta su aposento,
y tamañito le puso
dando qué decir al cielo;


la que le puso de suerte
que los grandes de su reyno,
dizque se maravillaron
como tan otro le vieron;


la que le trajo a un portal
en una noche de invierno,
temblando delante della,
estando de amor ardiendo;


la que fue tan venturosa,
que, siendo un pastor su abuelo,
se vio reyna de tres mundos
y madre del que es rey dellos,


hoy, con su amor en sus brazos
hecho dosel de su pecho,
con él parece que ruega
a Adán, que le está pidiendo,


a sus pies puesto un esclavo
cargado de propios yerros,
el corazón en los ojos,
le dice humilde estos versos:


Dadnos, virgen bella,
del nochebueno,
de diversas frutas
y pan del cielo.


El cielo, señora,
que dizque es muy vuestro,
os dio en aguinaldo
cuanto tiene bueno.


El Padre a su Hijo,
el Hijo a sí mesmo,
el Hijo y el Padre
al Amor eterno.


Dadnos estas pascuas
del nochebueno,
de diversas frutas
y pan del cielo.


En el horno virgen
los tres le pusieron,
donde nueve meses
se estuvo cosiendo.


Reciente y hermoso
le ponéis al yelo,
porque el hombre pueda
llegar a comerlo.


Dadnos, virgen bella,
del nochebueno,
de diversas frutas
y pan del cielo.


Pan es de los pobres,
pues alegre veo
que lo dais de gracia,
y gracia con ello.


Pan nuestro se llama,
dadnos el pan nuestro,
que, aunque nos le deis,
se os quedará entero.


Denos buenas pascuas
el nochebueno,
de diversas frutas
y pan del cielo.





2


Romance de los Reyes



Señor niño, el que nació
entra una mula y un buey,
y nos trajo como brujos
a medianoche a Belén,


si he de decir lo que siento,
niño, cosas miro en él,
que mientras más las percollo,
menos las puedo entender.


Dizque sin principio nace,
y apenas ha medio mes
que le vi en somo un pesebre
acabado de nacer;


y por más señas, me acuerdo
que aturdido desperté
a los chillidos y voces
de unos mozicos de bien;


y hice mucho en despertar,
que me descuido, tal vez,
y duermo de una volada
horas más de veintiséis.


Vi danzar unos danceros,
vi unos baileros también,
y unos canteros cantar,
no por la sol fa mi re.


Y aunque le vi aquella noche,
a verle vuelvo, pardiez,
porque, en dejando de verle,
muero por volverle a ver,


porque dizque tiene gracia
en perdonar y querer,
que cuanto en él se ve es lindo,
y más lo que no se ve.


Su madre dizque es doncella
antes del parto y después;
en aquesso no me meto,
que verdad debe de ser.


Mas diga, ¿quién le ha metido
en llorar y padecer,
teniendo en casa de su padre
una vida como un rey?


¿Tan mal le iba por allá,
señor niño? Pues a fe,
que haber por acá venido
lo llore más de una vez.


Sepa, pues, si no lo sabe,
que sí debe de saber,
que hacia acá vienen tres reyes,
¡ruega a Dios que sea por bien!


Uno tiene barbas de plata,
el otro de oro las tiene,
el otro, que es más lampiño,
del forro de una sartén;


todo es como un azabache,
dél pueden higas hacer,
y, para que no le ahoguen,
las puede al cuello poner.


Con unos fuertes pescuezos,
y unas corcovas también,
traen unas como tarascas,
de quien Dios nos libre, amén.


Delante traen una estrella,
dando saltos de placer,
que si no lo ha por enojo
relampaguea en somo dél.


Parece que a casa vienen,
que la estrella el ventor es,
y que, parada la casa,
se la señala a los tres.


Pero guárdese del negro,
porque a fe que es de temer,
por lo que tiene de galgo,
no arremeta a su merced.


De las tarascas se apean,
¡ay, Dios!, ¿qué querrán hacer?
¡Voto al soto, que se postran
y que le besan el pie!


Por las mejillas las almas
derretidas se les ven,
porque de lágrimas saben
mi niño que trae gran sed.


Como el cielo ve que llora,
y que tiene tanto porqué,
pienso que sin duda quiere
acallarle con un tres.


Danle mirra, incienso y oro,
y es justo que se lo den,
pues le confiesan y adoran
por Dios, por Hombre y por Rey.


El pie tengo de besarle,
por eso perdóneme,
que pues viene a perdonar
no tendrá mucho que hacer.


¡Ay, cómo sabe! En mi vida
cosa me supo más bien.
¡Voto a mi sayo!, que creo,
mi niño, que es de comer.





3


Romance de Santa Inés



Una niña de años trece
quiere un galán por mujer,
y despréciale la niña
porque es su amor de otra ley.


Tiene pensamientos altos,
y jura, aunque niña es,
que no tiene de casarse
con menos que con el Rey.


Pretendióla un gentilhombre,
digo, que hombre gentil fue,
y con ruegos y amenazas
jamás la pudo vencer.


Llevan a la niña presa,
y averiguado porqué,
es porque antes que hablar sepa
sabe amar y bien querer.


Dice a voces que primero
muerta la tienen de ver,
que a su amor primero quiebre
la palabra ni la fe.


Que no padezca quien ama
dice que no puede ser,
mas padecer por amar
que es gozar, no padecer.


A sus fuegos y sus rayos,
como invencible laurel,
la niña se está en sus trece,
¿qué mucho, si quiere bien?


Las esposas de las manos,
las cadenas de los pies
son instrumento a que canta
con sola una voz un tres.


Oyó la música el cielo,
y, con cantar allá bien,
los pasos de su garganta
dice Dios que ha menester.


No es perezosa la niña,
pues que por verse con Él
la de el sí con la cabeza,
dando saltos de placer.


Con dura mano el verdugo
cortó el hermoso clavel,
y porque no se marchite
Dios le planta en su vergel.


Hoy celebra amor las bodas
de Dios y la niña Inés,
que los hizo para en uno
y uno de dos supo hacer.


Da Dios el pan de la boda;
almas, sentaos a comer
a la mesa del altar,
en el plato de la fe.


Comed, buen provecho os haga,
aunque decir no sabré,
si avéis de comer a Dios,
adónde os ha de caber.





4


Romance de San Martín



Santo el de la media capa,
cierto curioso desea
saber qué más se la honraran
si la hubiera dado entera.


¿Qué padres dejó? ¿qué gustos?
¿qué coronas? ¿qué grandezas?
¿qué honras? ¿qué pies, qué manos?
¿qué ojos o qué cabeza?,


sino sólo media capa,
que sabe Dios qué tal era,
porque a los pobres, me diga,
¿cuándo se dio cosa buena?


Y ya que al pobre la dio,
¿quién quitará que no crea,
siendo soldado, que pudo
ser ávida en buena guerra?


Pues del hombre a quien la dio
graciosas cosas se cuentan,
porque así dizque era pobre
como yo soy abadesa.


Lo que es cierto es que le vieron
irse alabando con ella,
mire si se fue alabando
el pobrecito cual era.


Dirá que le dijo el alma
que era, aunque en tanta pobreza,
muy honrada su persona,
como si él le conociera.


Y yo a lo menos diré,
que por más que honrada sea,
que su capa no parece
lo que se quiso se tenga;


y que con ella, más ancho
que si de brocado fuera,
dando a todos qué decir
por la corte se pasea.


Mas si le quiere coger
y que su capa le vuelva,
hallarle ha en Constantinopla,
con otra, también ajena.


Y personas fidedignas
afirman por cosa cierta
que disfrazado le han visto
andar de iglesia en iglesia.


Hallarale rebosado
y de blanco por más señas,
no sé si le podrá ver
aunque delante le tenga,


porque, aunque es hombre que puede
traer su cara descubierta,
mientras anda por acá
no gusta que se la vean.


Tras esto, Martín, me admira
que mudar hábito quiera
hombre de capa y espada,
con fin de ser de la Iglesia.


Y según es de dichoso,
apostaré que se piensa
que le han de dar una mitra
por su virtud y sus letras.


Y que propone entre sí
que si Dios vérselo deja
que ha de ser gran limosnero,
porque a dar la capa empieza.


Aquesto de ser obispo,
ni lo busque ni lo tema,
porque si ello está de Dios
él lo será aunque no quiera.


Pero que tiene de serlo
se me ha puesto en la cabeza,
porque es bueno para obispo
quien da a los pobres su hacienda.


Y porque de mí se acuerde,
cuando en su silla se vea,
me escuche unas seguidillas,
no tales como quisiera:


¿Qué mucho un soldado que tiene deudas,
que le saquen la capa, Martín, por ellas?
Un pobre desnudo, roto y sin armas,
dicen que le ha hecho dejar la capa.


Pero no tenga miedo que se le pierda,
que guardada la tiene quien se la lleva.
Por la capa que ha dado le pronostico
antes de mil años otra de obispo.


Y tras la de obispo otra de cielo,
que le tienen seguro los limosneros.
Fiestas de dos capas tiene la Iglesia,
mas de media capa, sola la vuestra.





5


Romance de San Francisco



Hermanico el remendado,
el amortajado vivo,
sepa que todo le sabe,
atención, vaya conmigo.


Él es, cuanto a lo primero,
si no falto de juicio,
hombre que lo pareció,
¿qué mucho, si él se lo quiso?


Dicen que lo dejó todo,
hasta dejarse a sí mismo,
y sé que por cinco partes
revienta de puro rico.


Dicen que en la castidad
vivió como un ángel limpio,
y están llenos los conventos
de sus hijas y sus hijos.


Un bendito dicen que es,
yo diré que tan bendito,
que a robar hombres del mundo
se sale por los caminos.


Dicen que es manso y humilde,
y yo con ojos le miro
que se tome con el diablo,
según es de hombre rompido.


Dizque vive como un santo,
y que ha sacado he sabido
más de cuatro buenas mozas
para lo que es Dios servido.


También se sabe que tiene
por ser público lo digo
sus terceros y terceras,
famosos en el oficio.


Dicen que en guardar pobreza
es un padre capuchino,
y lo que tiene llegado
pluguiera a Dios fuera mío.


Pues sus gananciosas llagas
muy en gracia me han caído,
como si no se supiera
quién y porqué se las hizo.


Pues saben que se fue a un monte,
donde entre peñas metido,
porque ganase con ellas,
se las hizo un pobre amigo.


Verdad es que deste pobre
por todo el mundo se dijo
que antes que se las hiciese
le valieron infinito.


Que el sano se puso en cruz,
y que volando el herido
se vino a clavar con él,
ambos muertos y ambos vivos.


Que sin lanza y que sin clavos,
sin barrenas y martillos,
el uno fue cruz del otro
y los dos un crucifijo.


Que se dieron por las bocas
de los costados rompidos
los amantes corazones
mil besos enternecidos.


Que, divididos los dos,
quedaron tan parecidos,
que pudo el Padre decir
otra vez: Éste es mi Hijo.


Mire cuán secreto fue,
que no conozco yo niño
que primero que hablar sepa
no le diga frailecillo.


Y pues que lo saben todos,
escuche un poco, hermanito,
que le tengo de cantar
por mi padre San Francisco:


Aunque os viene nacido el rico sayal,
con los cinco golpes mejor os está.
Esas cinco rosas con hojas del sol,
del rosal de Christo Padre las cogió.


¡Fuego, toque a fuego, agua, ojos míos,
que se quema la casa de San Francisco!
¡Agua, ay Dios, que se abrasa, que el fuego es grande,
pues que salen las llamas por cinco partes!




6


Romance de Natividad



¡Voto a vos!, bella zagala,
que al momento que nos dijeron
el su buen alumbramiento,
se alegró todo el ejido.


Hicimos fuertes hogueras,
hubo terribles relinchos,
tocó Pascual su bandurria,
cantó, aunque mal, Benitillo.


Quisieron venirla a cantar,
mas no los dejó mi tío,
temiendo, si los oyera,
que la diera un tabardillo.


Y a mí, como al más discreto,
después de hasta treinta y cinco,
para darle el parabién
por todos me han elegido.


Por eso pónganse bien,
que, si no se me ha escurrido,
oirá en él cosas que son
para perder el juicio.


Mas primero que le diga
quiero ver su chicotillo,
los pies le quiero besar:
¡fuego de Dios, y qué lindos!


No sé a qué su niño sabe,
y sé que sabe infinito,
¡quién se lo comiera a besos,
que es propio para comido!


Ella es linda, en mi verdad,
en fin, madre de tal hijo,
porque no avía más que ser,
pues no pudo ser él mismo.


Su marido es harto bueno,
¿qué mucho, si es su marido?,
todo lo que no es del cielo
es menos que averlo sido.


Uno como pajarote,
si no era brujo lampiño,
con cara como persona
y con patas de lo mismo,


Gloria in excelsis cantando,
et in terra pax hominibus,
entre paz, paz y más paz,
nos dejó medio tullidos.


Entre la pena y el miedo,
despertamos aturdidos,
bien creerá que nos holgamos
de que nos hallamos vivos.


Con Chaparro me topé,
que a su chicote avía vido,
y con boca, ojos y manos,
loco de placer me dijo:


Si vas a Belén, Chamorro
que yo Chamorro me digo,
para lo que la cumpliere,
que so un pastor muy cumplido,


verás en un portalejo
los ángeles a racimos,
las estrellas a costales,
pero las glorias a ríos;


verás tamañito a Dios,
porque de amor se ha volvido,
tras ser de más de mil años,
dizque a la edad de los niños.


Pudo ser que él fuese de antes
de cristal, de oro y zafiros,
mas ahora decir puedo
que es ya como tigo y migo.


Verás en su madre virgen
mil cielos, mil paraísos,
que un padre tiene, sin ser padre,
un hijo que no es su hijo.


Pero tras verlos, te advierto
que has de volver sin juicio,
porque si vuelves con él
será no a verle tenido.


Apenas dejé acabarle,
cuando apeldo mi camino,
y hallo en las glorias que veo
que aun la mitad no me dijo.


Porque los bienes que gozo
es imposible decirlos,
y aun pienso que no hará poco
si los dice un querubino.


Diéronme que le presente
al zagal recién nacido
una pella de manteca
y de miel un cantarillo.


Cuatro mantillas le traigo,
que, a ser de lo que codicio,
fueran del sol, y aun el sol
podía decir: No son dignos.


Este cayado le traigo
hecho cruz, porque imagino
que se ha de quedar grabado
por guardar su ganadillo.


Aquesta corona ponga
de laurel y de junquillos
al Dios pan de los pastores
y al pan cercado de lirios.


¡Ruega al cielo que le vea
ser redentor de cautivos!,
pero mire que le guarde
de Judas y de judíos.


Mas ya que esto acá, muessa ama,
y traigo la voz conmigo,
oiga, que quiero cantarles,
con su perdón, versos míos:


¡Vívame la gala
del zagal y la zagala!
Lleno él de mil glorias
y ella de mil gracias.


¡Vívame la gala
del niño de perlas!


Centro de los gustos,
mar de las bellezas,
sol que al cielo abrasa
y que al yelo tiembla.


¡Vívame la gala!





7


Romance de la despedida de Christo
de su Santísima madre



De su madre se despide
triste el Rey Nuestro Señor,
con palabras en los ojos
y lágrimas en la voz.


«A pedir», dice «Señora,
vengo vuestra bendición,
porque no podré mañana
y es bien que me la deis hoy.


Manda mi padre que vaya,
madre, a cierta pretensión,
y aunque muera en la demanda
he de volver vencedor.


Hijo soy de buenos padres
y he hacer como quien soy,
a morir voy como hombre,
y a redimir como Dios.


Mi padre pide justicia
y misericordia vos,
y muriendo yo, Señora,
podré cumplir con los dos.


Amor quiere que me vaya,
quiere que me quede amor,
lo mismo quiero que quiere,
y así me quedo y me voy.


En pan me daré a los hombres,
hecho de harina de flor,
¡qué mucho, si sois la harina,
y flor entre espinas sois!


Quedaráse el hombre en mí,
en él me quedaré yo,
y como me caiga en gracia
será lo mismo que soy.


Dadme, besareos la mano,
y no me digáis que no,
ved que os llevo atravesada
en mitad del corazón.


Ved que el amor me da prisa,
muero por morir de amor,
y deseo yo su vida
más que el mismo pecador.


Abriréle por bien suyo
una puerta al corazón,
y con los brazos abiertos
saldré a ofrecerle el perdón.


Quedaráse tan abierta,
que pensarán más de dos
que por la sangrienta llaga
el cielo se me cayó.


En las tormentas del hombre,
que tantas y tales son,
desnudo me echaré a nado,
vivirá aunque muera yo.


A morir me parto, madre,
¡ay, madre!, quedaos a Dios,
si haréis, porque vais conmigo
y yo me quedo con vos.»


Hombre, si no eres de piedra,
muéstralo en esta ocasión,
pues las piedras se enternecen
al despedirse los dos.


Parte acompañar a Christo
en su muerte y su pasión;
tu señor muere por ti,
muere tú por tu señor.


Muere animoso a su lado,
mira que al lado de Dios
la muerte no será muerte,
ni el dolor será dolor.


Y si a tanto no te atreves,
porque te hiela el temor,
a consolar a su madre
te queda en tanta aflicción.


Llora y llora tus pecados,
alegrarás a los dos,
porque lágrimas por culpas
sus dulces consuelos son.


Llorando, aun cuando Dios muere,
puedes alegrar a Dios,
y consolar a su madre
en la soledad mayor.



Jose Valdivieso