CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

30 de enero de 2010

A ERIGONE


Deja que llegue a ti, deja que ahonde
como el minero en busca del tesoro,
que en tu alma negra la virtud se esconde
como en el seno de la tierra el oro.

¡Alma sombría, ayer inmaculada!
Tu caída me asombra y me entristece.
¿Qué culpa ha de tener la nieve hollada
si el paso del viajero la ennegrece?

No mereces castigo ni reproche;
entre los vicios tu virtud descuella;
que en el pliegue más negro de la noche
brilla más para la lejana estrella.

La mano aleve que al rosal arranca
su flor más bella, y luego la deshoja;
la que manchó tu vestidura blanca,
la que en los brazos del placer te arroja;

la que apagó en tu frente de azucena
la llama del pudor y la alegría,
y ornó tu sien, marchita por la pena,
con las deshechas flores de la orgía,

es la que al verte desvalida y sola,
te empuja hacia el abismo, sin aliento;
la que tu amor y tu pureza inmola
por el amargo pan del sufrimiento.

Me admiran tus heroicos sacrificios;
me admira que no temas, que no dudes,
y que en la árida roca de los vicios
puedan colgar su nido las virtudes.

Por eso llego a ti ¿no lo imaginas?
A ver surgir, cual gratas ilusiones,
luz entre sombras, flores entre ruinas,
¡amor entre los muertos corazones!

Vengo a cubrirte de brillantes galas,
a ser tu protección y tu consuelo,
y a desatar tus poderosas alas
¡para que puedas ascender al cielo!

Luis G. Urbina

DECIRES



Decir
(Otras coplas)

1
Por un valle deleytoso,
do mora gentil compaña,
oí un canto sabroso
de un ave muy estraña:

bien vos digo que en España
non ví otra de tal guisa;
esta trahe en su devisa
mucha gente de cucaña.

2
Vila estar en un ramo,
e pensé que era esparvel,
nonbrando la que más amo.

Díxele: "Señor uxel,
pues çercades el vergel,
por merced, si vos plazería,
de grado saber querría,
vuestro nombre quál es él."

3
-"Cuco me llaman por nombre
e tal es el mi clamor,
que en el mundo non ay onbre
que ame gentil señor,

que non tome grand pavor
si me oyere rredoblar:
sy te plaze mi cantar,
otro son diré mejor."

4
-"Señor, dixe, vuestro canto
otro tiempo me ponía
en temor e grand espanto
por una señora mía;

mas agora non querría
oir otro papagayo,
que todo el pesar que trayo
he perdido en este día."

5
Por ende suplico agora
a la señor bien andante,
pues me fizo una señora
aleve por su talante,

que seades bien andante,
e yo aya en que vos syrva,
que querades ya yo viva
por vuestro de aquí adelante.

6
Muy justa rrazón demandas,
e yo quiérolo fazer,
pues que veo que tu andas
sospiroso y sin plazer;

por ende te do poner
conplido, si Dios me vala,
que tú seas en mi sala
el mayor que pueda ser.

Fin

Él se fué a sus añaghacias
que tenía en derredor;
e dile yo muchas gracias;
finqué por su servidor.


Loor a Doña Juana de Urgel Condesa de Fox

1
No punto se discordaron
el cielo e naturaleza,
señora, quando criaron
vuestra plaziente belleza:

quisieron e demostraron
su magnífica largueza,
segunt vos proporcionaron,
e ornaron de gentileza.

2
Después de la más cercana
a la fama en fermosura,
ques más divina que umana,
visto su gesto e figura,

vos, señora doña Juana,
sois la más gentil criatura
de quantas actor explana,
nin poeta en escriptura.

3
Non se piensen, ni pensedes
que vos fablo por amores,
mas porque vos merescedes
muy más insignes loores;

que amor, gracias e mercedes
tantos tengo de dolores,
que, si saberlo queredes,
plañiredes mis langores.

4
Miren vuestra compañía,
e verán vuestra excellencia,
generosa fidalguía
e gallarda continencia;

honestat e policía
vos aguardan, e prudencia:
certas más vos loaría,
si bastase mi sciencia.


Segunt vuestra loçanía
bien vale la conseqüencia:
perdonat por cortesía
la torpe e ruda eloqüencia.


Decir: El aguilando

1
Sacadme ya de cadenas,
señora, e fazedme libre:
que Nuestro Señor vos libre
de las infernales penas.

Estas sean mis estrenas,
esto solo vos demando,
este sea mi aguilando;
que vos faden fadas buenas.

2
Días ha que me prendistes
e sabedes que soi vuestro,
dias ha que vos demuestro
la llaga que me fezistes.

Desde aquellos dias tristes,
quando primero vos ví,
dias ha que me vos dí,
ya sea que lo encubristes.

3
Por tanto, señora mía,
usad de piadosas leyes
por estos tres sanctos Reyes
e por el su sancto día.

Por bondat o fidalguía
o por sola humanidat,
vos plega mi libertat,
o por gentil cortesía.


Ca vuestra filusumía
deniega ferocidad,
e muestra benignidad
sin ninguna villanía.


Otro decir

1
Cuando la fortuna quiso,
señora, que vos amase,
ordenó que yo acabase
como el triste de Narciso:

non de mí mesmo pagado,
mas de vuestra catadura,
fermosa, neta criatura,
por quien vivo e soy penado.

2
Quando bien he trabajado,
me fallo fondo en el valle:
no sé si fable ni calle...
¡tanto soy desesperado!

Deseo non desear,
e querría non querer:
de mi pesar he plazer,
y de mi gozo pesar.

3
Lloro e río en un momento
e soy contento e quexoso;
ardid me fallo e medroso:
tales disformezas siento

por vos, dona valerosa,
en cuyo aspecto contenplo
casa de Venus, e tenplo,
donde su ymagen reposa.

4
Aurora de gentil mayo,
puerto de la mi salud,
perfección de la virtud
e del sol candor e rayo;

pues que matar me queredes
e tanto lo desseades,
bástevos ya que podades,
si por vengança lo avedes.

5
¿Quién vió tal feroçidat
en angélica figura?
Nin en tanta fermosura
indómita crueldat?

Los contrarios se ayuntaron,
cuytado, por mal de mí.
Tiempo ¿dónde te perdí,
que así me galardonaron?

6
Succesora de Lucina,
mi prisión e libertad,
langor mío e sanidad,
mi dolençia e medicina;

pensad que muriendo bivo,
e biviendo muero e peno:
de la vida soy ageno,
e de muerte non esquivo.

7
¡O, si fuesen oradores
mis sospiros e fablasen,
porque vos notificasen
los infinitos dolores

que mi triste coraçón
padesce por vos amar,
mi folgura, mi pessar,
mi cobro e mi perdición!

8
Cual del cisne es ya mi canto,
e mi carta la de Dido:
coraçón desfavorido,
causa de mi grand quebranto,

pues ya de la triste vida
non avedes conpasión,
honorad la deffunssión
de mi muerte dolorida.

¡Guay de quien así conbida,
e de mi tiempo perdido!
Pues non vos sea en olvido
esta canción por finida.


Decir

Amor, el qual olvidado
cuydava que me tenía,
me façe bevir penado,
sospirando noche e día.

1
En otros tiempos quisiera
que de mí non se menbrara:
que qualquier bien me fiçiera,
pues que gelo soplicara.

Mas después que rebatado
me vió de como solía,
me faze bevir penado
sospirando noche e día.

2
Pero, Amor, pues me feçiste
amador, façme que crea
ser amado de quien viste
que me firió sin pelea:

si no, dome por burlado,
pues dona de tal valía
me faze bevir penado
sospirando noche e día.

3
Si non, sabe çiertamente
que jamás tuyo non sea,
nin me llame tu serviente
nin vista de tu librea,

aunque sep'andar rasgado;
pues tu poca cortesía
me faze bevir penado,
sospirando noche e día.


Decir

¿Quién será que se detenga,
si d'Amor es combatido?,
¿o quál será que non venga
en qualquier grave partido
que le sea cometido?

1
Gran batalla me conquiso
ordenada en tal manera:
Fermossura delantera,
reglada de gentil visso,

con alas de loçanía,
banderas de gran sentido
labradas de cortesía;
así que finqué vençido,
del todo desfavorido.

2
Armada de gentileza
toda esta gente venía:
paramento de destreza,
plumajes de fidalguía

traían con tan buen ayre,
llamando grande apellido,
que me priso su donayre;
e dexóme así ferido,
que tarde seré guarido.


Dezir

1
Yo, mirando una ribera,
ví venir por [u]n grant llano
un hombre, que cortesano
pareçía en su manera:

vestía ropa estrangera,
fecha al modo de Bravante,
bordada, bien roçegante,
pas[s]ante del estribera.

2
Traía al su diestro lado
una muy fermosa dama,
de las que toca la fama
en superlativo grado:

un capirote charpado
a manera bien estraña
a fuer del alta Alimaña
donosamente ligado.

3
De gentil seda amarilla
eran aquestas dos hopas,
tales, que nunca ví ropas
tan lindas a maravilla:

el guarnimento e la silla
d'aquesta linda señora,
çertas después nin agora
non lo vy tal en Castilla.

4
Por música maestría
cantava esta cançión,
que fizo a mi coraçón
perder el pavor que avía:

"Bien debo loar amor
pues toda vía
quiso tornar mi tristor
en alegría."


Deçir de un enamorado

1
Diversas vezes mirando
el vuestro gesto agraciado,
me soy tanto enamorado,
que siempre vivo penando.

Mas quien non vos amará,
contemplando tal belleza,
o todo çiego será,
o en él non habitará
discrepçión nin gentileza.

2
Ca singular, non comuna,
vos ama toda la gente,
en virtudes exçellente,
de verdades la coluna:

pues non de maravillar
es por mucho que vos ame,
nin lo deveis esquivar,
nin se deve de penssar
que en mi vida vos dessame.

3
E esto causa la raçón,
e a mí non me desplaçe,
e todo lo satisfaçe
vuestra mucha perfección:

la qual bien reconosçida,
es mejor por vos morir,
que por las otras la vida
ver en palmas sostenida,
e para siempre vivir.

4
Si non, decit, si goçedes,
¿qual señora fizo Dios
tan perfetta como vos,
e quantas obras fazedes?

E si dezides verdat,
segunt que vos conosçés,
non tan solo de beldat,
mas en toda honestad
monarca os llamarés.

5
Así non es maravilla
que muchos grandes señores
galanes e amadores
sean de vuestra quadrilla:

ca si esto acontesçe,
es porque vuestra persona
tiene por lo que meresçe,
segunt ya claro paresçe,
sobre todas la corona.

6
Por do, si algo presumo
de mi flaco sentimiento,
es porque mi penssamiento
en vuestra virtut consumo:

el qual por vos acatado,
por vos non seer blasmado,
lo fallarés non absente;
que siempre me soys pressente:
tal de vos só enamorado.

7
Mas por non vos ser prolixo,
çessaré, lo qual çessar
es difícil de obrar,
segunt que vos soy afixo;

ca por lexos que me veo,
yo nunca de vos me parto,
nin otra gloria posseo,
sinon, por ver mi desseo,
en loor de vos non farto.

8
Non por aquesto penssés
quiera ser de vos querido;
que si digo lo devido,
non es quanto meresçés:

solo vos gradesçeré
que por vuestro me miredes
con tals ojos, que seré
el más constant que podré,
aunque la muerte me dedes.


Nunca ya me cansaré
d'escrivir lo que valedes,
nin servir vos çessaré,
la qual prueva dexaré
a las obras que veredes.

Marques de Santillana

29 de enero de 2010

SILVA CUBANA



Más suave que la pera
En Cuba es la gratísima Guayaba
Al gusto lisonjera,
Y la que en dulce todo el mundo alaba,
Cuya planta exquisita
Divierte el hambre y aun la sed limita.

El Marañón tragante
Más grato que la guinda si madura,
El color rozagante
¡Oh, Adonis! en lo pálido figura:
Árbol ¡oh, maravilla!
Que echa el fruto después de la semilla.

La Guanábana enorme
Que agobia el tronco con el dulce peso,
Cuya fruta disforme
A los rústicos sirve de embeleso,
Un corazón figura
Y al hombre da vigor con su frescura.

Misterioso el Caimito,
Con los rayos de Cintio reluciente,
En todo su circuito
Morado y verde, el fruto hace patente,
Cuyo tronco lozano
Ofrece en cada hoja un busto a Jano.

La Papaya sabrosa
Al melón en su forma parecida,
Pero más generosa
Para volver la vacilante vida
Al ético achacoso,
Árbol al apetito provechoso.

El célebre Aguacate
Que aborrece al principio el europeo,
Y aunque jamás lo cate
Con el verdor seduce su deseo,
Y halla un fruto exquisito
Si lo mezcla con sal el apetito.

La Jagua sustanciosa
Con el queso cuajado de la leche
Es aun más deliciosa
Que la amarga aceituna en escabeche;
No se prefiere el óleo que difunde
Porque acá la manteca lo confunde.

El Mamey Celebrado
Por ser ambos en la especie, una amarillo
Y el otro colorado,
En el sabor mejor es que el membrillo,
Y en los rigores de la estiva seca
La blanda fruta del Mamón manteca.

El Mamoncillo tierno
A las mujeres y a los niños grato:
Y pasado el invierno
Topo de los frutales el Boniato,
Y el sabroso ciruelo que sin hoja
Amarillo o morado el feto arroja.

Amable mas que el guindo
Y que el árbol precioso de la uva
Es acá el Tamarindo:
Licores admirables saca Cuba
De su fruto precioso, que fermenta,
Al masico mejor que Horacio mienta.

El argos de las frutas
Es el Anón, que a Juno he consagrado,
Fruto tan delicado
Que reina en todas las especies brutas,
De ojos llena su cuerpo granujoso,
Al néctar comparable en lo sabroso.

La Piña, que produce
No Atis en fruta que prodiga el pino,
Que la apetencia induce,
Sino la Piña con sabor divino,
Planta que con dulcísimo decoro
Aforra el gusto con escamas de oro.

El Níspero apiñado
Por la copia del fruto y de la hoja,
En más supremo grado
Que las que el Marzo con crueldad despoja,
Árbol que, madurando, pende y cría
Dulcísimos racimos de ambrosia.

El Coco cuyo tronco
Ruidoso con su verde cabellera,
Aunque encorvado y bronco,
Hace al hombre la vida placentera
Y es su fruto exquisito
Mejor plato a la sed y al apetito.

El Plátano frondoso...
Pero ¡Oh Musa! qué fruto ha dado el orbe
Como aquel prodigioso
Que todo el gremio vegetal absorbe.
Al maná milagroso parecido,
Verde o seco del hombre apetecido.

No te canses ¡Oh Numen!
En alumbrar especies pomonanas,
Pues no tienen resumen
Las del cuerno floral de las Indianas.
Pues a favor producen de Cibeles
Pan las raíces y las canas mieles.

Manuel Justo de Rubalcava

REDONDILLAS


1

Del conde de Villamediana

Del nuevo efe[c]to q[ue] siento
no me acierto a defender,
ni llego a comprehender
si es miedo o atrevimiento.


2

A D. Jorge de Tovar

Hoy que me falta el amparo,
o que ya no lo procuro,
¿cómo puede hablar oscuro
hombre que se queja claro?

No dudéis que ya sois yerno,
virtud que tanto os alegra,
porque duda vuestra suegra
si sois recato o recuerno.


3

A don Fernando Carrillo, presidente del Consejo de Indias

Pues agua subes, Carrillo,
hoy del favor al placer;
si no la quieres verter,
no la subas por carrillo.

El carrillo que te digo,
aunque te ayude a subilla,
ya cuanto quieras asilla,
dará en el pozo contigo;

que sus tretas más usadas
son al próspero adular,
pero si le ve rodar
le dará mil carrilladas.

Los turbados y amarillos
persigue y quiere sangrar,
siendo tan diestro en pillar
que masca con dos carrillos.

Sin que nada le avergüence,
a quien se postra persigue,
porque ni tiene ni sigue
más ley que viva quien vence.

Nada me inquieta ni ahoga
deste Carrillo el rigor,
y aun pareciera mejor
tal Carrillo en una soga.

Si quieres ver su retrato,
su trato al rostro semeja,
que es gracia en él más añeja
el ser aleve e ingrato.

Carrillo, no bebas gota
sacada con tal carrillo,
que querrá luego escribillo
y tiene muy mala nota.


4

Bien el himno repartisteis,
señoras que nos cantáis,
pues el ser madre tomáis,
y el virgo a los frailes disteis.


5

A la caída de Vergel. (Habla el toro)

Decid, guarda del toril,
¿por qué mostrast[e]is pasión,
siendo igual la obligación
al toro que al alguacil?


6

Al mismo Rodrigo Calderón. Redondillas

Aquí de un hombre el poder
yace mejorado en suerte;
perdió el ser y fue su muerte
tal que cobró mayor ser.

Caminante, ¿dónde vas?
No estén de tu nombre ajenos:
si fue más para ser menos,
fue menos para ser más.

Hoy de fortuna el desdén
dio aquí una muerte inmortal
a quien el bien hizo mal
y a quien el mal hizo bien.


7

A tres privados

Defecerunt sicut fumus
Aliaga y el Burgalés;
Calderón contritus est,
et nos liberati sumus.


8

A una dama viuda y hermosa que hacía vanidad de ser galanteada en cualquier acto público, y la vio sola en un
balcón en las fiestas de Alcalá


Papo solo y sin segundo
y en las fiestas de Alcalá:
o el mundo se acaba ya,
o no hay pijas en el mundo.


9

A un obispo fray a quien achacaban que conocía a dos sobrinas suyas

Don fray Sagitario armado,
muy bien conozco tus mañas,
y que pescas con dos cañas
y entrabas en cuarto grado.


10

Dichos agudos de repente por el conde a una mujer

Aquese pecho, Isabel
es tan helado y tan crudo,
que, como se ve desnudo,
amor teme entrar en él.

Juan de Tassis

28 de enero de 2010

CANTOR Y GAUCHO


Aquí me pongo a cantar
Al compás de la vigüela,
Que el hombre que lo desvela
Una pena estraordinaria
Como la ave solitaria
Con el cantar se consuela.

Pido a los Santos del Cielo
Que ayuden mi pensamiento;
Les pido en este momento
Que voy a cantar mi historia
Me refresquen la memoria
Y aclaren mi entendimiento.

Vengan Santos milagrosos,
Vengan todos en mi ayuda,
Que la lengua se me añuda
Y se me turba la vista;
Pido a Dios que me asista
En una ocasión tan ruda.

Yo he visto muchos cantores,
Con famas bien obtenidas,
Y que después de adquiridas
No las quieren sustentar
Parece que sin largar
se cansaron en partidas.

Mas ande otro criollo pasa
Martín Fierro ha de pasar;
nada lo hace recular
ni los fantasmas lo espantan,
y dende que todos cantan
yo también quiero cantar.

Cantando me he de morir
Cantando me han de enterrar,
Y cantando he de llegar
Al pie del eterno padre:
Dende el vientre de mi madre
Vine a este mundo a cantar.

Que no se trabe mi lengua
Ni me falte la palabra:
El cantar mi gloria labra
Y poniéndome a cantar,
Cantando me han de encontrar
Aunque la tierra se abra.

Me siento en el plan de un bajo
A cantar un argumento:
Como si soplara el viento
Hago tiritar los pastos;
Con oros, copas y bastos
Juega allí mi pensamiento.

Yo no soy cantor letrao,
Mas si me pongo a cantar
No tengo cuándo acabar
Y me envejezco cantando:
Las coplas me van brotando
Como agua de manantial.

Con la guitarra en la mano
Ni las moscas se me arriman,
Naides me pone el pie encima,
Y cuando el pecho se entona,
Hago gemir a la prima
Y llorar a la bordona.

Yo soy toro en mi rodeo
Y torazo en rodeo ajeno;
Siempre me tuve por güeno
Y si me quieren probar,
Salgan otros a cantar
Y veremos quién es menos.

No me hago al lao de la güeya
Aunque vengan degollando,
Con los blandos yo soy blando
Y soy duro con los duros,
Y ninguno en un apuro
Me ha visto andar tutubiando.

En el peligro, ¡qué Cristos!
El corazón se me enancha,
Pues toda la tierra es cancha,
Y de eso naides se asombre:
El que se tiene por hombre
Ande quiere hace pata ancha.

Soy gaucho, y entiendaló
Como mi lengua lo esplica:
Para mí la tierra es chica
Y pudiera ser mayor;
Ni la víbora me pica
Ni quema mi frente el sol.

Nací como nace el peje
En el fondo de la mar;
Naides me puede quitar
Aquello que Dios me dio
Lo que al mundo truje yo
Del mundo lo he de llevar.

Mi gloria es vivir tan libre
Como el pájaro del cielo:
No hago nido en este suelo
Ande hay tanto que sufrir,
Y naides me ha de seguir
Cuando yo remuento el vuelo.

Yo no tengo en el amor
Quien me venga con querellas;
Como esas aves tan bellas
Que saltan de rama en rama,
Yo hago en el trébol mi cama,
Y me cubren las estrellas.

Y sepan cuantos escuchan
De mis penas el relato,
Que nunca peleo ni mato
Sino por necesidá,
Y que a tanta alversidá
Sólo me arrojó el mal trato

Y atiendan la relación
que hace un gaucho perseguido,
que padre y marido ha sido
empeñoso y diligente,
y sin embargo la gente
lo tiene por un bandido.

Jose Hernandez

SI TU ME DICES VEN....



Si tú me dices ven, lo dejo todo...
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada...
Pero dímelo fuerte, de tal modo

que tu voz como toque de llamada,
vibre hasta el más íntimo recodo
del ser, levante el alma de su lodo
y hiera el corazón como una espada.

Si tú me dices ven, todo lo dejo...
Llegaré a tu santuario casi viejo,
y al fulgor de la luz crepuscular,

más he de compensarte mi retardo,
difundiéndome ¡Oh, Cristo! como un nardo
de perfume sutil, ante tu altar.

Amado Nervo

27 de enero de 2010

AH QUE TU ESCAPES



Ah, que tú escapes en el instante
en el que ya habías alcanzado tu definición mejor.
Ah, mi amiga, que tú no quieras creer
las preguntas de esa estrella recién cortada,
que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga.

Ah, si pudiera ser cierto que a la hora del baño,
cuando en una misma agua discursiva
se bañan el inmóvil paisaje y los animales más finos:
antílopes, serpientes de pasos breves, de pasos evaporados
parecen entre sueños, sin ansias levantar
los más extensos cabellos y el agua más recordada.
Ah, mi amiga, si en el puro mármol de los adioses
hubieras dejado la estatua que nos podía acompañar,
pues el viento, el viento gracioso,
se extiende como un gato para dejarse definir.

Jose Lezama Lima

ME SORPRENDIO EL VERANO TRAICIONERO


Me sorprendió el verano traicionero
lejos de ti, lejos de mí muriendo.
Junio, julio y agosto, no os entiendo.
No sé por qué reís mientras me muero.
Vengan nieve y granizo, venga enero,
vengan escarchas ya, vayan viniendo.
Troncos que fueron nidos ahora enciendo
y no consigo la calor que quiero.
Suelta la vida al viento falsos lazos:
no hay flor, ni luz, ni sed, ni amor, ni río.
Sólo hay un corazón hecho pedazos.
Agosto miente, amor, y siento frío.
Sin la tibia bufanda de tus brazos
aterido sucumbe el cuello mío.

Antonio Gala

26 de enero de 2010

ROMANCE DE BARRANQUILLA


(Del libro Sitio del amor)

Porque nació frente al alba
y en el sitio de la brisa,
le dieron un nombre claro
de flor o de lluvia fina.
Un nombre para decirlo
en medio de la sonrisa,
enamorados los ojos
y el corazón: ¡Barranquilla!
Porque nació frente al alba
¡y el alba es buena madrina!

Con lino de sol y sombra
tejieron años los días
y una mañana sin nubes
despertó moza la niña.

Con los cabellos al viento,
la dulce piel encendida,
y el andar sin descanso
tal aire de gallardía
que el alma de las palmeras
arrodillóse vencida...
Porque nació frente al alba
¡y el alba es buena madrina!

Breves jazmines alados
--casi de luz detenida--
crecen con gracia delgada
cuando sus pasos atisban...
La tarde cuida su gozo,
la noche su sueño cuida,
y ella se viste con seda
de flores amanecidas
sobre la cumbre del árbol
tan solo para vestirla...

Seda dorada del roble
con hebras de melodía,
seda de la acacia roja,
seda de las campanillas
que tienen fugaz el aire
y como el aire palpitan...
Rodea sus altas sienes
un vuelo de golondrinas
y abre jacintos de oro
su diestra mano clarísima.
Porque nació frente al alba
¡Y el alba es buena madrina!

El mar de gritos azules,
el mar del habla encendida,
le trae canciones remotas
y barcas de otras orillas.
El río, tenaz viajero,
con largo asombro la mira,
y le regala blancura
de garzas estremecidas
que suben a la comarca
donde la estrella se inicia.
Y el viento pirata, el viento
de clara estirpe marina,
le ciñe el talle redondo
con brazos de lejanía,
¡y se la lleva consigo
donde la tierra limita
con el batir de campanas
de la triunfal alegría!

Porque nació frente al alba,
y porque el alba madrina,
le dio aquel nombre que pide,
para decirlo, sonrisa...
El nombre que puede ser
de flor o de lluvia fina,
y que también lleva el Ángel
de júbilo: ¡Barranquilla!

Meira Delmar

LA PIEDRA



En su duro letargo concentrada,
redonda, como el cráneo de un gigante,
la piedra en la vereda perfumada
es verruga enigmática y punzante.

Quieta, sintió la alegre carcajada,
y el temblor de la carne rozagante,
de la muchacha frágil y cansada
que llegó con el cántaro jadeante.

La piedra suda un ansia negra y blonda.
En lo profundo de su entraña honda
un sueño se arrebuja perezoso.

"¡Moisés, Moisés, la turba está sedienta;
tócame con tu vara, que revienta
el manantial de liquido precioso!"

Luis Pales Matos

25 de enero de 2010

AMOR YA NO TE EXRAÑO



Amor, ya no te extraño, porque siempre te encuentro
en la nube viajera, en el astro distante,
en el rumor del mar, en el viviente centro
de la flor que eclosiona, en el áureo levante.

Amor, ya no te busco, porque te llevo dentro
con la impasible luna, con el sol abrasante,
con el fulgor de afuera y la sombra de adentro,
la inmortal siempreviva y el azahar fragante.

Estás conmigo siempre: te tenga o no te tenga,
te siento al lado mío, aunque te encuentres lejos,
en el fondo del alma, bien que no te retenga,

para advertir entonces, recién, de la medida
en que te quiero ahora, que vamos para viejos.
Mi cariño traspasa los bordes de la vida.

Marilina Rebora

A JULIA DE BURGOS




Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga
porque dicen que en verso doy al mundo mi yo.
Mienten, Julia de Burgos. Mienten, Julia de burgos.
La que se alza en mis versos no es tu voz: es mi voz
porque tú eres ropaje y la esencia soy yo; y el más
profundo abismo se tiende entre las dos.

Tú eres fría muñeca de mentira social,
y yo, viril destello de la humana verdad.
Tú, miel de cortesana hipocresías; yo no;
que en todos mis poemas desnudo el corazón.

Tú eres como tu mundo, egoísta;
yo no; que en todo me lo juego a ser lo que soy yo.
Tú eres sólo la grave señora señorona; yo no,
yo soy la vida, la fuerza, la mujer.

Tú eres de tu marido, de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de todos, porque a todos, a
todos en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.

Tú te rizas el pelo y te pintas; yo no;
a mí me riza el viento, a mí me pinta el sol.

Tú eres dama casera, resignada, sumisa,
atada a los prejuicios de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante corriendo desbocado
olfateando horizontes de justicia de Dios.

Tú en ti misma no mandas;
a ti todos te mandan; en ti mandan tu esposo, tus
padres, tus parientes, el cura, el modista,
el teatro, el casino, el auto,
las alhajas, el banquete, el champán, el cielo
y el infierno, y el que dirán social.

En mí no, que en mí manda mi solo corazón,
mi solo pensamiento; quien manda en mí soy yo.

Tú, flor de aristocracia; y yo, la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes todo y a todos se
lo debes, mientras que yo, mi nada a nadie se la debo.

Tú, clavada al estático dividendo ancestral,
y yo, un uno en la cifra del divisor
social somos el duelo a muerte que se acerca fatal.

Cuando las multitudes corran alborotadas
dejando atrás cenizas de injusticias
quemadas, y cuando con la tea de las siete virtudes,
tras los siete pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra todo lo injusto
y lo inhumano, yo iré en medio de
ellas con la tea en la mano.

Julia de Burgos

24 de enero de 2010

ADIVINANZAS



En los dientes, la mañana,
y la noche en el pellejo.
¿Quién será, quién no será?

-El negro.

Con ser hembra y no ser bella,
harás lo que ella te mande.
¿Quién será, quién no será?

-El hambre.

Esclava de los esclavos,
y con los dueños, tirana.
¿Quién será, quién no será?

-La caña.

Escándalo de una mano
que nunca ignora a la otra.
¿Quién será, quién no será?

-La limosna.

Un hombre que está llorando
con la risa que aprendió.
¿Quién será, quién no será?

-Yo.

Nicolas Guillen

AGUA



¡Agua, no huyas de la sed, detente!
Detente, oh claro insomnio, en la llanura
de este sueño sin párpados que apura
el idioma febril de la corriente.

No el tierno simulacro que te miente,
entre rumores, viva; no madura,
ama la sed esa tensión de hondura
con que saltó tu flecha de la fuente.

Detén, agua, tu prisa, porque en tanto
te ciegue el ojo y te estrangule el canto,
dictar debieras a la muerte zonas;

que por tu propia muerte concebida,
sólo me das la piel endurecida
¡oh movimiento, sierpe! que abandonas.

Jose Gorostiza

ESTA NOCHE



Esta noche el paisaje soñador se niquela
con la blanda caricia de la lumbre lunar;
en el monte hay cocuyos, y mi balsa que riela
va borrando luceros sobre el agua estelar.

El fogón de la prora, con su alegre candela,
me enciende en oro trémulo como a un dios tutelar;
y unos indios desnudos, con curiosa cautela,
van corriendo en la playa para verme pasar.

Apoyado en el remo avizoro el vacío,
y la luna prolonga mi silueta en el río;
me contemplan los cielos, y del agua al rumor

alzo tristes cantares en la noche perpleja,
y a la voz del bambuco que en la sombra se aleja,
la montaña responde con un vago clamor.

Jose Eustacio Rivera

23 de enero de 2010

LOS DIEZ MANDAMIENTOS



I

Luego en el primero, Señor, Tú nos mandaste
adorar a Ti solo, e por él nos vedaste
creer en otros dioses, e sienpre reçelaste
nuestra flaca creençia, e por ende ordenaste.

Contra esto pequé, Señor, de cada día,
creyendo en agüeros con grant maliçia mía,
en sueños e estornudos e otra estrellería,
ca todo es vanidat, locura e follía.

Ca de todas las cosas Tú fueste el Crïador,
non puede ser llamado ninguno otro Señor,
Tú eres solo Dios, e yo tu servidor,
en otro adorar sería grant error.


II

Segundo, defendiste en vano non jurar
por el tu santo nonbre; te devemos loar
los inojos fincados, loando e adorar;
e contra esto luego me quiero acusar.

Juro muy a menudo por tu nonbre, Señor,
e maliçiosamente, de que só pecador,
e por muy vanas cosas e sin ningunt color:
Por ende merçed pido a Ti de tal error.

Quebranté muchos votos que fize en sazón
que estava en grant cuita e en grant tribulación;
libraste me, Señor, de toda ocasión,
mas los promesos votos aún oy por conplir son.


III

Lo terçero mandaste las tus fiestas onrar,
dexar nos de obras vanas e a Ti, Señor, orar,
e en buenos pensamientos aquel día pasar,
limosnas a los pobres de nuestros bienes dar.

Guardé lo yo, Señor, muy poco tal mandado.
El día de la Fiesta nunca fue apartado
por mí del otro día que estava otorgado
de fazer todas obras: por que só muy culpado.

El día del domingo caminos començé,
mis omnes e mis bestias muy mal los trabajé,
con aves e con canes aquel día caçé,
de fazer obras santas poco me enpaché.

De oír dezir las oras non tomé devoçión
en la tu casa santa, ni a la predicaçión:
en vanos pensamientos puse mi coraçón,
mentir e escarnir era mi entinçión.


IV

Onrar a nuestros padres en el quarto contiene;
al que así lo faze tu graçia le mantiene,
las onras deste mundo e todo bien le viene:
si ventura avemos, pasar lo non conviene.

Çierto, Señor pequé en él por mi ventura,
ca nunca los onré, nin tomé dende cura
como servir devía, por la mi grant locura:
por que agora mi alma siente mucha tristura.

Mi padre e mi madre, Señor, me engendraron,
a la luz deste mundo ellos me aportaron,
con muy grandes cuidados chiquillo me crïaron,
después en los sus bienes ricament me dotaron.

Sienpre les fiz enojos e les fui mal mandado,
pequeña reverençia les tove, mal pecado;
con lágrimas lo lloro, ca só muy manzellado:
Merçed, Señor, demando, sea me perdonado.

Señor merçed te pido, que ayas pïedat
de mi alma mesquina, e a la mi grant maldat
vença en tu jüízio tu noble caridat,
ca mucho mal meresco e mucha crüeldat.


V

Lo quinto defendiste a omne non matar,
ca quien así lo faze quiere se egualar
contigo, Señor grande, que lo fueste formar
sólo a Ti pertenesçe de tal caso usar.

Pecado es muy grande e muy contra razón,
que un omne mate a otro por qualquier ocasión,
que es contra natura, ca veemos que el león
nin el lobo non mata tales como ellos son.

Quien su próximo matare de Dios será judgado
en este mundo, en otro gravemente penado:
en Caín lo verás quál es este pecado,
en las penas que ovo, cómo fue castigado,

Quien atal cosa ayuda en consejo o favor
así es omeçida como el matador:
ver lo has por Judás aquel falso traidor,
que fue en el consejo de matar al Señor.

Otrosí quien enfama de mal a su cristiano,
matador le dirán, e non es nonbre vano,
ca mata e sotierra bivo a su hermano:
por ventura l' valdría más morir por su mano.

Otrosí quien no acorre a quien puede ayudar,
matador le diremos, que mucho es de culpar;
quien puede fazer bien e non toma logar,
finca en muy grant culpa e non s' puede salvar.

Si vieres tu cristiano de fanbre pereçer,
de frío o de sed, o de otro menester,
acorre le si puedes, non le dexes perder;
si por tu culpa muere, avrás de padesçer.

Señor, só muy culpado contra tu mandamiento,
e de todo en todo por errado me siento;
maté e enfamé, e dexé al fanbriento
peresçer, e acorrí muy tarde al sediento.

Di mucho mal consejo e otorgué mi favor
por estorvar a muchos de quien avié rencor;
Señor, Tú me perdona de tan feo error,
non se pierda el alma por cuerpo pecador.


VI

El sesto mandamiento me dize: "Non farás
ni acometrás forniçio que sabe que avrás
por ende grandes penas, e por la ley verás
como deste pecado a Dios enojarás."

Leemos que el deluvio que el mundo sumió
por sólo este pecado Nuestro Señor lo dio,
porque los omnes todos que Él fizo e crió
amavan a las gentes que les Él defendió.

Ha en este pecado maneras departidas,
las unas son muy malas, otras aborreçidas;
pecado es muy suzio e acorta les las vidas
a los que en él caen: nunca en él comidas.

Si quieres defender te deste pecado tal
atienpra tu comer, non sea desigual;
escusa ver mugeres nunca pienses en ál,
e sienpre te acuerda que eres omne mortal.

Señor, buelve tu cara, non cates mis pecados,
ca son feos e muchos e muy desaguisados,
e da me la tu graçia que sean perdonados,
porque pueda salvar me con los tus apartados.


VII

Seteno mandamiento dize: "Non furtarás,
e los bienes agenos nunca los robarás,
e si así non lo fazes, contra Dios errarás:
si te salvar cobdiçias, dello te guardarás.

Pequé mucho en esto con mucha ladronía,
tomando lo ageno e mucha robería,
de que non fize emienda fasta en este día,
nin nunca ovo el dueño de mí la su valía.


VIII

El ochavo defiende: "Non serás mal testigo,
por amor ni pavor amigo nin enemigo;
nunca por el tu dicho otro pierda su abrigo:
avrá buena ventura quien fiziere el castigo.

Nunca te pagues mucho de querer profaçar
nin de escarnesçer nin de falso burlar,
ca esto non es ál sinon mal enfamar
al próximo inoçente por le muy más dañar.

De bivos e de muertos, Señor yo profaçé,
afirmé muchas vezes las cosas que non sé,
enfamé al mi cristiano e su fama dañé:
por que, Señor, te pido perdón pues que erré.


IX

La muger del próximo el noveno defiende;
será de grant ventura el que lo bien entiende
e lo guarda por sienpre: non faga porque emiende
en el fuego durable que sienpre se ençiende.

¿Quién contará el enxienplo deste duro pecado?
como el rey David por él fuera penado,
quando tomó a Urías, el su siervo cuitado,
una muger que avía estando en el fonsado.

Viera el rrey David de un soleador
bañar a Bersabé, e tomó le amor
luego de la robar, e fue él forçador
por que después grant pena le dio Nuestro Señor.

De aqueste pecado Dios mucho se ensañó,
e a aquel rey David en mucho lo penó:
mató le luego el fijo que ella dél conçibió,
e después del su pueblo setenta mill mató.


X

Dezeno mandamiento me viene defender
que nunca yo cobdiçie el ageno aver,
ca sin ello muy rico me puede Dios fazer,
e qual es lo mejor, Él lo sabrá escoger.

Cobdiçio, yo, Señor, asaz de cada día
los bienes de mi hermano e toda su quantía,
e que lo él perdiese yo poco curaría,
e poca caridat sobre esto le ternía.

Cobdiçio yo, Señor, e só muy avariento,
e pasé todas las cosas contra tu mandamiento:
da me, Señor, tu graçia e tu defendimiento,
que faga yo a mi alma otro mejor çimiento.

Señor muy piadoso, yo me confieso a Ti,
que en este pecado algunt tienpo fallí,
e después yo muy tarde e mal me arrepentí:
por que tu piedat, Señor, espero aquí.

Señor mío, Tú quieras tu siervo perdonar
por tu misericordia de que sueles usar,
a este pobre omne, que Tú fueste formar,
pueda por la tu graçia en tu gloria morar.

Pero Lopez de Ayala

ESCRÚPULO



Me parece que vivo
que estoy entre los ruidos
que miro las paredes,
que estas manos son mías,
pero quizás me engañe
y paredes y manos
sólo sean recuerdos
de una vida pasada.
He dicho "me parece"
yo no aseguro nada.

Oliverio Girondo

GOLFO DE MEXICO VERACRUZ



La vecindad del mar queda abolida:
Basta saber que nos guardan las espaldas,
Que hay una ventana inmensa y verde
Por donde echarse a nado.

Alfonso Reyes

22 de enero de 2010

SI ME LLAMARAS



¡Si me llamaras, sí;
si me llamaras!
Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!
Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
-¡si me llamaras, sí, si me llamaras!-
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: "No te vayas".

Pedro Salinas

LA FLOR



Al higo de la higuera un picotero
le comió el corazón;
y ahora, sin querer, el higo negro
se parece a una flor.

En la higuera me haré, después de muerto,
un higo blanco, amor,
y tú serás curruca o benteveo,
o calandria o pinzón.

Y ha de llegar el día que en el huerto
me verás bajo el sol,
y picarás y picarás mi pecho,
hasta hacerme una flor.

Jose Pedroni

CUARTO SOLO



Si te atreves a sorprender
la verdad de esta vieja pared;
y sus fisuras, desgarraduras,
formando rostros, esfinges,
manos, clepsidras,
seguramente vendrá
una presencia para tu sed,
probablemente partirá
esta ausencia que te bebe.

Alejandra Pizarnik

21 de enero de 2010

TU, YO MISMO



Tú, yo mismo, seco como un viento derrotado
que no pudo sino muy brevemente
sostener en sus brazos una hoja
que arrancó de los árboles...
¿cómo será posible que nada te conmueva
que no haya lluvia que te estruje
ni sol que rinda tu fatiga?

Ser una transparencia sin objeto
sobre los lagos limpios de tus miradas.
¡Oh tempestad, diluvio de hace ya mucho tiempo!
Si desde entonces busco tu imagen
que era solamente mía
si en mis manos estériles ahogué
la última gota de tu sangre, y mi lágrima,
y si fue desde entonces indiferente el mundo,
e infinito el desierto,
y cada nueva noche,
musgo para el recuerdo de tu abrazo,
¿cómo en el nuevo día tendré sino tu aliento,
sino tus brazos impalpables entre los míos?

Lloro como una madre
que ha reemplazado al hijo único muerto.
Lloro como la tierra que ha sentido dos veces
germinar el fruto perfecto y mismo.
Lloro porque eres tú para mi duelo
y ya te pertenezco en el pasado.

Salvador Novo

ELLA Y YO




Ella tiene la gracia seductora
que a mí me enloqueció.
Ella tiene, en los ojos, del lucero
la limpia irradiación.

Ella tiene un hoyuelo en la mejilla
que amante le dejó
al besarla, prendado de sus gracias
el travesuelo dios.

Ella tiene en su límpida mirada
tesoros de pasión,
la diosa del talento, generosa,
sus dones le cedió.
Ella tiene muchísimos encantos...
¡no tiene corazón!

Yo no tengo riquezas fabulosas
que halaguen su ambición,
ni en el libro glorioso de la fama
mi nombre se grabó.

Yo no tengo el poder de los magnates,
su altiva posición;
Yo vivo pobre, solitario y triste
luchando con mi amor.

Yo no tengo siquiera versos suaves
que formen su ilusión;
todo, todo me falta en esta vida...
¡me sobra corazón!

Jose Gautier Benitez

FAUSTO



(Impresiones del gaucho Anastasio El Pollo)


I

En un overo rosao,
Flete nuevo y parejito,
Caía al bajo, al trotecito,
Y lindamente sentao,
Un paisano del Bragao,
De apelativo Laguna:
Mozo jinetazo ¡ahijuna!,
Como creo que no hay otro,
Capaz de llevar un potro
A sofrenarlo en la luna.

¡Ah criollo! si parecía
Pegao en el animal,
Que aunque era medio bagual,
A la rienda obedecía
De suerte, que se creería
Ser no sólo arrocinao,
Sino tamién del recao
De alguna moza pueblera.
¡Ah Cristo! ¡quién lo tuviera!...
¡Lindo el overo rosao!

Como que era escarciador,
Vivaracho y coscojero,
Le iba sonando al overo
La plata que era un primor;
Pues eran plata el fiador,
Pretal, espuelas, virolas
Y en las cabezadas solas
Traiba el hombre un Potosí:
¡Qué!... Si traía, para mí,
Hasta de plata las bolas.

En fin: -como iba a contar,
Laguna al río llegó,
Contra una tosca se apió
Y empezó a desensillar.
En esto, dentró a orejiar
Y a resollar el overo,
Y jué que vido un sombrero
Que del viento se volaba
De entre una ropa, que estaba
Más allá, contra un apero.

Dió güelta y dijo el paisano:
-¡Vaya "Záfiro"! ¿qué es eso?
Y le acarició el pescuezo
Con la palma de la mano.
Un relincho soberano
Pegó el overo que vía,
A un paisano que salía
Del agua, en un colorao,
Que al mesmo overo rosao
Nada le desmerecía.

Cuando el flete relinchó,
Media güelta dió Laguna,
Y ya pegó el grito: -¡ahijuna!
¿No es el Pollo?
-Pollo, no,
Ese tiempo se pasó.
(Contestó el otro paisano),
Ya soy jaca vieja, hermano,
Con las púas como anzuelo,
Y a quien ya le niega el suelo
Hasta el más remoto grano.

Se apió el Pollo y se pegaron
Tal abrazo con Laguna,
Que sus dos almas en una
Acaso se misturaron.

Cuando se desenredaron,
Después de haber lagrimiao
El overito rosao
Una oreja se rascaba
Visto que la refregaba
En la clin del colorao.

-Velay, tienda el cojinillo
Don Laguna, sientesé
Y un ratito aguardemé
Mientras maneo el potrillo:
Vaya armando un cigarrillo,
Si es que el vicio no ha olvidao,
Ahí tiene contra el recao
Cuchillo, papel y un naco:
Yo siempre pico el tabaco
Por no pitarlo aventao.

-Vaya amigo, le haré gasto...
-¿No quiere maniar su overo?
-Dejeló a mi parejero
Que es como mata de pasto.
Ya una vez, cuando el abasto,
Mi cuñao se desmayó;
A los tres días volvió
Del insulto, y crea amigo,
Peligra lo que le digo:
El flete ni se movió.

- ¡ Bien haiga gaucho embustero!
¿ Sabe que no me esperaba
Que soltase una guayaba
De ese tamaño, aparcero?
Ya colijo que su overo
Está tan bien enseñao,
Que si en vez de desmayao
El otro hubiera estao muerto,
El fin del mundo, por cierto,
Me lo encuentra allí parao.

-Vean como le buscó
La güelta... ¡bien haiga el Pollo!
Siempre larga todo el rollo
De su lazo...
¡Y cómo no!
¿O se ha figurao que yo
Asina nomás las trago?
¡Hágase cargo!...
-Ya me hago...

-Prieste el juego.
-Tómelo.
Y aura le pregunto yo
¿Qué anda haciendo en este pago?
-Hace como una semana
Que he bajao a la ciudá,
Pues tengo necesidá
De ver si cobro una lana,
Pero me andan con mañana
Y no hay plata, y venga luego.
Hoy no más cuasi le pego
En las aspas con la argolla
A un gringo, que aunque es de embrolla
Ya le he maliciao el juego.

-Con el cuento de la guerra
Andan matreros los cobres,
Vamos a morir de pobres
Los paisanos de esta tierra.-
Yo cuasi he ganao la sierra
De puro desesperao...
Yo me encuentro tan cortao
Que a veces se me hace cierto
Que hasta ando jediendo a muerto...

-Pues yo me hallo hasta empeñao.
- ¡Vaya un lamentarse! ¡ahijuna!...
Y eso es de vicio, aparcero:
A usté lo ha hecho su ternero
La vaca de la fortuna.
Y no llore, Don Laguna,
No me lo castigue Dios:
Si no comparemolós
Mis tientos con su chapiao,
Y así en limpio habrá quedao,
El más pobre de los dos.

-¡Vean si es escarbador
Este Pollo! ¡Virgen mía!
Si es pura chafalonía...
-¡Eso sí, siempre pintor!
-Se la gané a un jugador
Que vino a echarla de güeno.
Primero le gané el freno
Con riendas y cabezadas,
Y en otras cuantas jugadas
Perdió el hombre hasta lo ajeno.

¿Y sabe lo que decía
Cuando se vía en la mala?
El que me ha pelao la chala
Debe tener brujería.
A la cuenta se creería
Que el Diablo y yo...
¡Callesé!
¿Amigo, no sabe usté
Que la otra noche lo he visto
Al demonio?
-¡Jesucristo!
-Hace bien, santigüesé,
-¡Pues no me he de santiguar!

Con esas cosas no juego;
Pero no importa, le ruego
Que me dentre a relatar
El cómo llegó a topar
Con el malo. ¡Virgen santa!
Sólo el pensarlo me espanta...
-Güeno, le voy a contar
Pero antes voy a buscar
Con qué mojar la garganta.

El Pollo se levantó
Y se jué en su colorao,
Y en el overo rosao
Laguna al agua dentró.
Todo el baño que le dió
Jué dentrada por salida
Y a la tosca consabida
Don Laguna se volvió
Ande a Don Pollo lo halló
Con un frasco de bebida.

-Larguesé al suelo, cuñao
Y vaya haciéndose cargo,
Que puede ser más que largo
El cuento que le he ofertao.
Desmanée el colorao,
Desate su maniador,
Y en ancas, haga el favor
De acollararlos...
-Al grito:
¿Es manso el coloradito?
-¡Ese es un trebo de olor!

-Ya están acollaraditos...
-Dele un beso a esa giñebra:
Yo le hice sonar de una hebra
Lo menos diez golgoritos...
-Pero esos son muy poquitos
Para un criollo como usté,
Capaz de prenderselé
A una pipa de lejía...
-Hubo un tiempo en que solía...
-Vaya, amigo, larguesé.



II

-Como a eso de la oración
Aura cuatro o cinco noches,
Vide una fila de coches
Contra el tiatro de Colón.

La gente en el corredor,
como hacienda amontonada,
Pujaba desesperada
Por llegar al mostrador.

Allí a juerza de sudar,
Y a punta de hombro y de codo,
Hice, amigaso, de modo
Que al fin me pude arrimar.
Cuando compré mi dentrada
Y di güelta... ¡Cristo mío!
Estaba pior el gentío
Que una mar alborotada.

Era a causa de una vieja
Que le había dao el mal...
-Y si es chico ese corral,
¿ A qué encierran tanta oveja?
-Ahí verá: -por fin, cuñao,
A juerza de arrempujón,
Salí como mancarrón
Que lo sueltan trasijao.

Mis botas nuevas quedaron
Lo propio que picadillo,
Y el fleco del calzoncillo
Hilo a hilo me sacaron.

Y para colmo, cuñao
De toda esta desventura,
El puñal, de la cintura,
Me lo habían refalao.

-Algún gringo como luz
Para la uña, ha de haber sido.
-¡Y no haberlo yo sentido!
En fin, ya le hice la cruz.

Medio cansao y tristón
Por la pérdida, dentré
Y una escalera trepé
Con ciento y un escalón.

Llegué a un alto finalmente,
Ande va la paisanada,
Que era la última camada
En la estiba de la gente.

Ni bien me había sentao,
Rompió de golpe la banda,
Que detrás de una baranda
La habían acomodao.

Y ya tamién se corrió
Un lienzo grande, de modo
Que a dentrar con flete y todo
Me aventa, creameló.

Atrás de aquel cortinao
Un Dotor apareció,
Que asigún oí decir yo,
Era un tal Fausto mentao.

-¿Dotor dice? Coronel
De la otra banda, amigaso;
Lo conozco a ese criollaso
Porque he servido con él.

-Yo tamién lo conocí
Pero el pobre ya murió.
¡Bastantes veces montó
Un zaino que yo le di!

Dejeló al que está en el cielo
Que es otro Fausto el que digo,
Pues bien puede haber, amigo,
Dos burros del mesmo pelo.

-No he visto gaucho más quiebra,
Para retrucar ¡ahijuna!...
Dejemé hacer, Don Laguna,
Dos gárgaras de giñebra.

Pues como le iba diciendo,
El Dotor apareció,
Y en público se quejó
De que andaba padeciendo.

Dijo que nada podía
Con la cencia que estudió,
Que él a una rubia quería,
Pero que a él la rubia no.

Que al ñudo la pastoriaba
Dende el nacer de la aurora,
Pues de noche y a toda hora
Siempre tras de ella lloraba.
Que de mañana a ordeñar
Salía muy currutaca,
Que él le maniaba la vaca,
Pero pare de contar.

Que cansado de sufrir,
Y cansado de llorar,
Al fin se iba a envenenar
Porque eso no era vivir.

El hombre allí renegó,
Tiró contra el suelo el gorro,
Y, por fin, en su socorro
Al mesmo Diablo llamó.

¡Nunca lo hubiera llamao!
¡Viera sustaso, por Cristo!
¡Ahí mesmo jediendo a misto,
Se apareció el condenao

Hace bien: persinesé
Que lo mesmito hice yo.
-¿Y cómo no disparó?
-Yo mesmo no sé porqué.

¡Viera al Diablo! Uñas de gato,
Flacón, un sable largote,
Gorro con pluma, capote
Y una barba de chivato.

Medias hasta la berija,
Con cada ojo como un charco,
Y cada ceja era un arco
Para correr la sortija.

"Aquí estoy a su mandao,
Cuente con un servidor",
Le dijo el Diablo al Dotor,
Que estaba medio asonsao.

"Mi Dotor, no se me asuste
Que yo lo vengo a servir.
Pida lo que ha de pedir
Y ordenemé lo que guste".

El Dotor, medio asustao,
Le contestó que se juese...
-Hizo bien: ¿ no le parece?
-Dejuramente, cuñao.

Pero el Diablo comenzó
A alegar gastos de viaje
Y a medio darle coraje
Hasta que lo engatusó.

-¿No era un Dotor muy projundo?
¿Cómo se dejó engañar?
-Mandinga es capaz de dar
Diez güetas a medio mundo.

El Diablo volvió a decir:
"Mi dotor, no se me asuste,
Ordenemé en lo que guste,
Pida lo que ha de pedir.

Si quiere plata, tendrá:
Mi bolsa siempre está llena,
Y más rico que Anchorena,
Con decir quiero, será.

No es por la plata que lloro,
Don Fausto le contestó:
Otra cosa quiero yo
Mil veces mejor que el oro.

"Yo todo lo puedo dar,
Retrucó el Ray del Infierno,
Diga: -¿quiere ser Gobierno?
Pues no tiene más que hablar".

-No quiero plata ni mando,
Dijo Don Fausto, yo quiero
El corazón todo entero
De quien me tiene penando.

No bien esto el Diablo oyó,
Soltó una risa tan fiera,
Que toda la noche entera
En mis orejas sonó.

Dio en el suelo una patada,
Una paré se partió,
Y el Dotor, fulo, miró
A su prenda idolatrada.

-¡Canejo!... ¿será verdá?
¿Sabe que se me hace cuento?
-No crea que yo le miento:
Lo ha visto media ciudá.

¡Ah, Don Laguna! ¡si viera
Qué rubia!... Creameló:
Creí que estaba viendo yo
Alguna virgen de cera.

Vestido azul, medio alzao,
Se apareció la muchacha:
Pelo de oro, como hilacha
De choclo recién cortao.

Blanca como una cuajada,
Y celeste la pollera,
Don Laguna, si aquello era
Mirar a la Inmaculada.

Era cada ojo un lucero,
Sus dientes, perlas del mar,
Y un clavel al reventar
Era su boca, aparcero.

Ya enderezó como loco
El Dotor cuando la vió,
Pero el Diablo lo atajó
Diciendolé: -"Poco a poco:

Si quiere, hagamos un pato;
Usté su alma me ha de dar
Y en todo lo he de ayudar.
¿Le parece bien el trato?"

Como el Dotor consintió,
El Diablo sacó un papel
Y lo hizo firmar en él
Cuanto la gana le dió.

-¡Dotor, y hacer ese trato!
-¿Qué quiere hacerle, cuñao
Si se topó ese abogao
Con la horma de su zapato?

Ha de saber que el Dotor
Era dentrao en edá,
Asma es que estaba ya
Bichoco para el amor.

Por eso, al dir a entregar
La contrata consabida,
Dijo:-"¿Habrá alguna bebida
Que me pueda remozar?"

Yo no sé qué brujería,
Misto, mágica o polvito
Le echó el Diablo y... ¡ Dios bendito!
¡Quién demonios lo creería!

Por eso, al dir a entregar
La contrata consabida,
Dijo:-"¿Habrá alguna bebida
Que me pueda remozar?"

Yo no sé qué brujería,
Misto, mágica o polvito
Le echó el Diablo y... ¡ Dios bendito!
¡Quién demonios lo creería!

-¿Qué dice?... ¡barbaridá!...
¡Cristo padre!... ¿Será cierto?
-Mire: que me caiga muerto
Si no es la pura verdá.

El Diablo entonces mandó
A la rubia que se juese
Y que la paré se uniese,
Y la cortina cayó.

A juerza de tanto hablar
Se me ha secao el garguero:
Pase el frasco, compañero.
-¡Pues no se lo he de pasar!



III

-Vea los pingos...
-¡Ah, hijitos!
Son dos fletes soberanos.
-¡Como si jueran hermanos
Bebiendo la agua juntitos!

¿Sabe que es linda la mar?
-¡La viera de mañanita
Cuando a gatas la puntita
Del sol comienza a asomar!

Usté ve venir a esa hora,
Roncando la marejada,
Y ve la espuma encrespada
Los colores de la aurora.

A veces con viento en la anca,
Y con la vela al solsito,
Se ve cruzar un barquito
Como una paloma blanca.

Otras, usté ve, patente,
Venir boyando un islote,
Y es que trai a un camalote
Cabrestiando la corriente.

Y con un campo quebrao,
Bien se puede comparar,
Cuando el lomo empieza a hinchar
El río medio alterao.

Las olas chicas, cansadas,
A la playa a gatas vienen,
Y allí en lamber se entretienen

Las arenitas labradas.
Es lindo ver en los ratos
En que la mar ha bajao,
Cair volando al desplayao
Gaviotas, garzas y patos.

Y en las toscas, es divino,
Mirar las olas quebrarse,
Como al fin viene a estrellarse
El hombre con su destino.

Y no sé qué da el mirar
Cuando barrosa y bramando,
Sierras de agua viene alzando
Embravecida la mar.

Parece que el Dios del cielo
Se amostrase retobao,
Al mirar tanto pecao
Como se ve en este suelo.

Y es cosa de bendecir,
Cuando el Señor la serena,
Sobre ancha cama de arena
Obligándola a dormir.

Y es muy lindo ver nadando
A flor de agua algún pescao:
Van, como plata, cuñao,
Las escamas relumbrando.

-¡Ah, Pollo! Ya comenzó
A meniar taba: ¿y el caso?
-Dice muy bien amigazo:
Seguiré contandoló.

El lienzo otra vez alzaron
Y apareció un bodegón,
Ande se armó una runión
En que algunos se mamaron.

Un don Valentín, velay,
Se hallaba allí en la ocasión,
Capitán muy guapetón
Que iba a dir al Paraguay.

Era hermano, el ya nombrao,
De la rubia y conversaba
Con otro mozo que andaba
Viendo de hacerlo cuñao.

Don Silverio o cosa así,
Se llamaba este individuo,
Que me pareció medio ido
O sonso cuanto lo vi.

Don Valentín le pedía
Que a la rubia la sirviera
En su ausencia...
-¡Pues, sonsera!
¡El otro qué más quería!

-El Capitán con su vaso,
A los presentes brindó,
Y en esto se apareció
De nuevo el Diablo, amigaso.

Dijo que si lo almitían
Tamién echaría un trago,
Que era por no ser del pago

Que allí no lo conocían.
Dentrando en conversación
Dijo el Diablo que era brujo:
Pidió un ajenjo, y lo trujo
El mozo del bodegón.

No tomo bebida sola,
Dijo el Diablo; se subió
A un banco y vi que le echó
Agua de una cuarterola.

Como un tiro de jusil
Entre la copa sonó,
Y a echar llamas comenzó
Como si juera un candil.

Todo el mundo reculó.
Pero el Diablo sin turbarse
Les dijo: -No hay que asustarse,
Y la copa se empinó.

-¡Qué buche! ¡Dios soberano!
-Por no parecer morao
El capitán jué, cuñao,
Y le dio al Diablo la mano.

Satanás le registró
Los dedos con grande afán
Y le dijo: -Capitán,
Pronto muere, crealó.

El Capitán, retobao,
Peló la lata, y Luzbel
No quiso ser menos que él
Y peló un amojosao.

Antes de cruzar su acero,
El Diablo el suelo rayó:
¡Viera el juego que salió!
-¡Qué sable para yesquero!

-¿Qué dice? ¡Había de oler
El jedor que iba largando
Mientras estaba chispiando
El sable de Lucifer!

No bien a tocarse van
Las hojas, creameló,
La mitá al suelo cayó,
Del sable del Capitán.

"¡Este es el Diablo en figura
De hombre!", el Capitán gritó
Y al grito le presentó
La cruz de la empuñadura.

¡Viera al Diablo retorcerse
Como culebra, aparcero!
-¡Oiganlé!...
-Mordió el acero
Y comenzó a estremecerse.

Los otros se aprovecharon
Y se apretaron el gorro:
Sin duda a pedir socorro
O a dar parte dispararon.

En esto don Fausto entró
Y conforme al Diablo vido,
Le dijo: -¿Qué ha sucedido?
Pero él se desentendió.

El Dotor volvió a clamar
Por su rubia, y Lucifer,
Valido de su poder,
Se la volvió a presentar.

Pues que golpeando en el suelo.
En un baile apareció
Y don Fausto le pidió
Que lo acompañase a un cielo.

No hubo forma que bailara:
La rubia se encaprichó;
De balde el Dotor clamó
Por que no lo desairara.

Cansao ya de redetirse
Le contó al Demonio el caso;
Pero él le dijo: "Amigaso,
No tiene porqué afligirse:

Si en el beile no ha alcanzao
El poderla arrocinar,
Deje, le hemos de buscar
La güelta por otro lao.

Y mañana, a más tardar,
Gozará de sus amores.
Que otras mil veces mejores
Las he visto cabrestiar."

¡Balsa general! gritó
El bastonero mamao;
Pero en esto el cortinao
Por segundo vez cayó.

Armemos un cigarrillo
Si le parece...
-¡Pues no!
-Tome el naco, piqueló,
Usté tiene mi cuchillo.

IV

Ya se me quiere cansar
El flete de mi relato...
-Priendalé guasca otro rato:
Recién comienza a sudar.

-No se apure: aguardesé:
¿Cómo anda el frasco?...
-Tuavía
Hay con que hacer medio día:
Ahí lo tiene, prendalé.

-¿Sabe que este giñebrón
No es para beberlo solo?
Si alvierto, traigo un chicholo
O un cacho de salchichón.

-Vaya, no le ande aflojando,
Dele trago y domeló,
Que a reiz de las carnes yo
Me lo estoy acomodando.

-¿Qué tuavía no ha almorzao?
-Ando en ayunas, don Pollo:
Porque, ¿a qué contar un bollo
Y un cimarrón aguachao?

Tenía hecha la intención
De ir a la fonda de un gringo
Después de bañar el pingo.
-Pues vámonos del tirón.

-Aunque ando medio delgao
Don Pollo, no le permito
Que me merme ni un chiquito
Del cuento que ha comenzao.

-Pues entonces allá va:
Otra vez el lienzo alzaron
Y hasta mis ojos dudaron
Lo que vi... ¡barbaridá!

¡Qué quinta! ¡Virgen bendita!
¡Viera, amigaso, el jardín!
Allí se vía el jazmín,
El clavel, la margarita,

El toronjil, la retama,
Y hasta estuatas, compañero,
Al lao de ésa, era un chiquero
La quinta de don Lezama.

Entre tanta maravilla
Que allí había y medio a un lao
Habían edificao
Una preciosa casilla.

Allí la rubia vivía
Entre las flores como ella,
Allí brillaba esa estrella
Que el pobre Dotor seguía.

Y digo pobre Dotor,
Porque pienso, Don Laguna,
Que no hay desgracia ninguna
Como un desdichao amor.

-Puede ser; pero, amigaso,
Yo en las cuartas no me enriedo,
Y en un lance en que no puedo,
Hago de mi alma un cedaso.

Por hembras yo no me pierdo:
La que me empaca su amor
Pasa por el cernidor
Y... si te vi, no me acuerdo.

Lo demás, es calentarse
El mate al divino ñudo...
-¡Feliz quien tenga ese escudo
Con qué poder rejuardarse!

Pero usté habla, don Laguna,
Como un hombre que ha vivido
Sin haber nunca querido
Con alma y vida a ninguna.

Cuando un verdadero amor
Se estrella en un alma ingrata,
Más vale el fierro que mata,
Que el fuego devorador,

Siempre ese amor lo persigue
Adonde quiera que va:
Es una fatalidá
Que a todas partes lo sigue.

Si usté en su rancho se queda,
O si sale para un viage,
Es de balde: no hay parage
Ande olvidarla usté pueda.

Cuando duerme todo el mundo,
Usté, sobre su recao,
Se da güelta, desvelao,
Pensando en su amor projundo.

Y si el viento hace sonar
Su pobre techo de paja,
Cree usté que es ella que baja
Sus lágrimas a secar.

Y si en alguna lomada
Tiene que dormir al raso,
Pensando en ella, amigaso,
Lo hallará la madrugada.

Allí acostao sobre abrojos,
Y entre cardos, Don Laguna,
Verá su cara en la luna,
Y en las estrellas sus ojos.

¿Qué habrá que no le recuerde
Al bien de su alma querido,
Si hasta cree ver su vestido
En la nube que se pierde?

Asina sufre en la ausiencia
Quien sin ser querido quiere:
Aura verá cómo muere
De su prenda en la presencia.

Si en frente de esa deidad
En alguna parte se halla,
Es otra nueva batalla
Que el pobre corazón da.

Si con la luz de sus ojos
Le alumbra la triste frente,
Usté, Don Laguna, siente
El corazón entre abrojos.

Su sangre comienza alzarse
A la cabeza en tropel,
Y cree que quiere esa cruel
En su amargura gozarse.

Y si la ingrata le niega
Esa ligera mirada,
Queda su alma abandonada
Entre el dolor que la aniega.

Y usté, firme en su pasión...
Y van los tiempos pasando.
Un hondo surco dejando
En su infeliz corazón.

-Güeno, amigo, así será,
Pero me ha sentao el cuento.
-¡Qué quiere! Es un sentimiento...
Tiene razón, allá va:

Pues, señor, con gran misterio,
Traindo en la mano una cinta,
Se apareció entre la quinta
El sonso de don Silverio.

Sin duda alguna saltó
Las dos zanjas de la güerta,
Pues esa noche su puerta
La mesma rubia cerró.

Rastriándolo se vinieron
El Demonio y el Doctor
Y tras dos árbol mayor
A aguaitarlo se escondieron.

Con las flores de la güerta
Y la cinta, un ramo armó
Don Silverio, y lo dejó
Sobre el umbral de la puerta.

-¡Que no cairle una centella!
-¿A quién? ¿Al sonso?
-¡Pues digo!...
¡Venir a osequiarla, amigo,
Con las mesmas flores de ella.

-Ni bien acomodó el guacho
Ya rumbió...
-¡Miren qué hazaña!
Eso es ser más que lagaña
Y hasta da rabia, caracho!

-El Diablo entonces salió
Con el Dotor y le dijo
"Esta vez priende de fijo
La vacuna, crealó.

Y el capote haciendo a un lao,
desenvainó allí un baulito
Y jué y lo puso juntito
Al ramo del abombao.

-No me hable de ese mulita:
¡Que apunte para una banca!
¿ A que era mágica blanca
Lo que trujo en la cajita?

-Era algo más eficaz
Para las hembras, cuñao,
Verá si las ha calao
De lo lindo Satanás.

Tras del árbol se escondieron
Ni bien cargaron la mina,
Y más que nunca, divina,
Venir a la rubia vieron.

La pobre, sin alvertir,
En un banco se sentó,
Y un par de medias sacó
Y las comenzó a surcir.

Cinco minutos, por junto,
En las medias trabajó,
Por lo que carculo yo
Que tendrían solo un punto.

Dentró a espulgar a un rosal,
Por la hormiga consumido.
Y entonces jué cuando vido
Caja y ramo en el umbral.

Al ramo no le hizo caso,
Enderezó a la cajita,
Y sacó... ¡Virgen bendita!
¡ Viera qué cosa, amigaso!

¡Qué anillo, que prendedor!
¡Qué rosetas soberanas!
¡Qué collar! ¡Qué carabanas!
-¡Vea el Diablo tentador!

-¿No le dije, don Laguna?
La rubia allí se colgó
Las prendas, y aparecio
Más platiada que la luna.

En la caja, Lucifer
Había puesto un espejo...
-¿Sabe que el Diablo, canejo,
La conoce a la mujer?

-Cuando la rubia gastaba
Tanto mirarse la luna,
Se apareció, don Laguna,
La vieja que la cuidaba.

¡Viera la cara, cuñao,
De la vieja al ver brillar
Como reliquias de altar
Las prendas del condenao!

"¡Diaónde este lujo sacás!"
La vieja, fula, decía,
Cuando gritó: -"¡Avemaría!"
En la puerta, Satanás.

-"¡Sin pecao! ¡Dentre, señor!"
-"¿No hay perros?" - "¡Ya los
[ataron!"
Y ya también se colaron
El Demonio y el Dotor.

El Diablo allí comenzó
A enamorar a la vieja
Y el dotorcito a la oreja
De la rubia se pegó.

-¡Vea al Diablo haciendo gancho!
-El caso jué que logró
Reducirla y la llevó
A que le amostrase un chancho.

-¿Por supuesto, el Dotorcito
Se quedó allí mano a mano?
-Dejuro, ya verá, hermano,
La liendre que era el mocito.

Corcobió la rubiecita
Pero al fin se sosegó,
Cuando el Dotor le contó
Que él era el de la cajita.

Asigún lo que presumo,
La rubia aflojaba laso,
Porque el Dotor, amigaso,
Se le quería ir al humo.

La rubia lo malició
Y por entre las macetas
Le hizo unas cuantas gambetas
Y la casilla ganó.

El Diablo tras de un rosal,
Sin la vieja apareció..
-¡A la cuenta la largó
Jediendo entre algún maizal!

-La rubia, en vez de acostarse
Se lo pasó en la ventana,
Y allí aguardó la mañana
Sin pensar en desnudarse.

Ya la luna se escondía
Y el lucero se apagaba,
Y ya también comenzaba
A venir clariando el día.

¿No ha visto usté de un yesquero
Loca una chispa salir,
Como dos varas seguir
Y de ahí perderse, aparcero?

Pues de ese modo cuñao,
Caminaban las estrellas
A morir, sin quedar de ellas
Ni un triste rastro borrao.

De los campos el aliento
Como sahumerio venía,
Y alegre ya se ponía
El ganao en movimiento.

En los verdes arbolitos,
Gotas de cristal brillaban,
Y al suelo se descolgaban
Cantando los pajaritos

Y era, amigaso, un contento
Ver los junquillos doblarse
Y los claveles cimbrarse
Al soplo del manso viento.

Y al tiempo de reventar
El botón de alguna rosa,
Venir una mariposa
Y comenzarlo a chupar.

Y si se pudiera al cielo
Con un pingo comparar.
Tamién podría afirmar
Que estaba mudando pelo.

-¡No sea bárbaro canejo!
¡Qué comparancia tan fiera!
-No hay tal: pues de zaino que era
Se iba poniendo azulejo.

¿Cuando ha dao un madrugón
No ha visto usté, embelesao,
Ponerse blanco-azulao
El más negro ñubarrón?

-Dice bien, pero su caso
Se ha hecho medio empacador...
-Aura viene lo mejor,
Pare la oreja, amigaso.

El Diablo dentró a retar
Al Dotor, y entre el responso,
Le dijo: "¿Sabe que es sonso?
¿Pa qué la dejó escapar?"

"Ahí la tiene en la ventana:
Por suerte no tiene reja,
Y antes que venga la vieja
Aproveche la mañana".

Don Fausto ya atropelló
Diciendo -"¡Basta de ardiles!"
La cazó de los cuadriles
Y ella... ¡también lo abrazó!

-¡Oiganlé a la dura!
-En esto
Bajaron el cortinao:
Alcance el frasco, cuñao.
-A gatas le queda un resto.

V

-Al rato el lienzo subió
Y deshecha y lagrimiando,
Contra una máquina hilando,
La rubia se apareció.

La pobre dentró a
Tan amargamente allí,
Que yo a mis ojos sentí
Dos lágrimas asomarse

- ¡ Qué vergüenza!
-Puede ser:
Pero, amigaso, confiese
Que a usté tamién lo enternece
El llanto de una mujer.

Cuando a usté un hombre lo ofiende,
Ya sin mirar para atrás,
Pela el flamenco y ¡sas! ¡tras!
Dos puñaladas le priende.

Y cuando la autoridá
La partida le ha soltao,
Usté en su overo rosao
Bebiendo los vientos va.

Naides de usté se despega
Porque se haiga desgraciao,
Y es muy bien agasajao
En cualquier rancho a que llega.

Si es hombre trabajador
Ande quiera gana el pan:
Para eso con usté van
Bolas, lazo y maniador.

Pasa el tiempo, vuelve al pago
Y cuanto más larga ha sido
Su ausencia, usté es recebido
Con más gusto y más halago.
Engaña usté a una infeliz,
Y para mayor vergüenza,
Va y le cerdea la trenza,
Antes de hacerse perdiz.

La ata, si le da la gana
En la cola de su overo
Y le amuestra al mundo entero
La trenza de ña Julana.

Si ella tuviese un hermano,
Y en su rancho miserable
Hubiera colgao un sable,
Juera otra cosa, paisano.

Pero sola y despreciada
En el mundo, ¿ qué ha de hacer?
¿A quién la cara volver?
¿Ande llevar la pisada?

Soltar al aire su queja
Será su solo consuelo,
Y empapar con llanto el pelo
Del hijo que usté le deja.
Pues ese dolor projundo
A la rubia la secaba
Y por eso se quejaba
Delante de todo el mundo.

Aura, confiese, cuñao,
Que el corazón más calludo
Y el gaucho más entrañudo
Allí habría lagrimiao.
¿Sabe que me ha sucedido
De lo lindo el corazón?
Vea, si no, el lagrimón
Que al oirlo se me ha salido!
-¡Oirganlé!

-Me ha redotao.
¡No guarde rencor, amigo!
-Si es en broma que le digo...
-Siga su cuento, cuñao.

-La rubia se arrebozó
Con un pañuelo ceniza,
Diciendo que se iba a misa
Y puerta ajuera salió.

Y crea usté lo que guste
Porque es cosa de dudar...
¡Quién había de esperar
Tan grande desbarajuste!

Todo el mundo estaba ageno
De lo que allí iba a pasar,
Cuando el Diablo hizo sonar
Como un pito de sereno.

Una iglesia apareció
En menos que canta un gallo.
-¡Vea si dentra a caballo!
-¡Me larga, creameló!

Creo que estaban alzando
En una misa cantada,
Cuando aquella desgraciada
Llegó a la puerta llorando.

Allí la pobre cayó
De rodillas sobre el suelo,
Alzó los ojos al cielo
Y cuatro credos rezó.

Nunca he sentido más pena
Que al mirar a esa mujer:
Amigo: aquello era ver
A la mesma Magalena.

De aquella rubia rosada
Ni rastro había quedao:
Era un clavel marchitao,
Una rosa deshojada.

Su frente que antes brilló
Tranquila como la luna,
Era un cristal, don Laguna,
Que la desgracia enturbió.

Ya de sus ojos hundidos
Las lágrimas se secaban
Y entre-temblando rezaban
Sus labios descoloridos.

Pero el Diablo la uña afila,
Cuando está desocupao,
Y allí estaba el condenao
A una vara de la pila.
La rubia quiso dentrar,
Pero el Diablo la atajó,
Y tales cosas le habló
Que la obligó a disparar.

Cuasi le da el acidente
Cuando a su casa llegaba:
La suerte que le quedaba
En la vedera de enfrente.

Al rato el Diablo dentró
Con don Fausto muy del brazo
Y una guitarra, amigaso,
Ahí mesmo desenvainó.

-¿Qué me dice, amigo Pollo?
-Como lo oye, compañero;
El Diablo es tan guitarrero
Como el paisano más criollo.

El sol ya se iba poniendo,
La claridá se ahuyentaba
Y la noche se acercaba
Su negro poncho tendiendo.

Ya las estrellas brillantes
Una por una salían,
Y los montes parecían
Batallones de gigantes.

Ya las ovejas balaban
En el corral prisioneras,
Y ya las aves caseras
Sobre el alero ganaban.

El toque de la oración
triste los aires rompía
Y entre sombras se movia
El crespo sauce llorón.

Ya sobre el agua estancada
De silenciosa laguna,
Al asomarse, la luna,
Se miraba retratada.

Y haciendo un estraño ruido
En las hojas trompezaban
Los pájaros que volaban
A guarecerse en su nido.
Ya del sereno brillando
La hoja de la higuera estaba,
Y la lechuza pasaba
De trecho en trecho chillando.

La pobre rubia, sin duda,
En llanto se deshacía,
Y rezando a Dios pedía
Que le emprestase su ayuda.

Yo presumo que el Dotor,
Hostigao por Satanás,
Quería otras hojas más
De la desdichada flor.

A la ventana se arrima
Y le dice el condenao:
"Dele no más sin cuidao
Aunque reviente la prima".

El diablo a gatas tocó
Las clavijas, y al momento,
Como un arpa, el istrumento
De tan bien templao sonó.

-Tal vez lo traiba templao
Por echarla de baquiano...
-Todo puede ser, hermano,
Pero ¡oyese al condenao!

Al principio se florió
Con un lindo bordoneo
Y en ancas de aquel floreo
Una décima cantó.

No bien llegaba al final
De su canto, el condenao,
Cuando el Capitán, armao
Se apareció en el umbral.

-Pues yo en campaña lo hacía...
-Daba la casualidá
Que llegaba a la ciudá
En comisión, ese día.
-Por supuesto, hubo fandango...
-La lata ahí no más peló
Y al infierno le aventó
De un cintarazo el changango.

-¡Lindo el mozo!
-¡Pobrecito!
-¿Lo mataron?
-Ya verá:
Peló un corbo el Dotorcito
Y el Diablo... ¡barbaridá!

Desenvainó una espadita
Como un viento; lo embasó
Y allí no más ya cayó
El pobre...
-¡Anima bendita!

-A la trifulca y al ruido
En montón la gente vino...
-¿Y el Dotor y el asesino?
-Se habían escabullido.

La rubia tamién bajó
Y viera aflición, paisano,
Cuando el cuerpo de su hermano
Bañao en sangre miró.

A gatas medio alcanzaron
A darse una despedida,
Porque en el cielo, sin vida,
Sus dos ojos se clavaron.

Bajaron el cortinao,
De lo que yo me alegré:
-Tome el frasco, prendalé.
-Sírvase no más, cuñao.

VI

-¡Pobre rubia! Vea usté
Cuánto ha venido a sufrir:
Se le podía decir:
¡Quién te vido y quién te ve!

-Ansí es el mundo, amigaso:
Nada dura, don Laguna,
Hoy nos ríe la fortuna.
Mañana nos da un guascaso.

Las hembras en mi opinión
Train un destino más fiero
Y si quiere, compañero,
Le haré una comparación.

Nace una flor en el suelo,
Una delicia es cada hoja,
Y hasta el rocío la moja
Como un bautismo del cielo.

Allí está ufana la flor,
Linda, fresca y olorosa:
A ella va la mariposa,
A ella vuela el picaflor.

Hasta el viento pasajero
Se prenda al verla tan bella,
Y no pasa por sobre ella
Sin darle un beso prinicro.

¡Lástima causa esa flor
Al verla tan consentida!
Cree que es tan larga su vida
Como fragante su olor.

Nunca vio el rayo que raja
A la renegrida nube,
Ni ve al gusano que sube,
Ni al fuego del sol que baja.

Ningún temor en el seno
De la pobrecita cabe,
Pues que se hamaca, no sabe,
Entre el fuego y el veneno.

Sus tiernas hojas despliega
Sin la menor desconfianza,
Y el gusano ya la alcanza...
Y el sol de las doce llega...

Se va el sol abrasador,
Pasa a otra planta el gusano
Y la tarde encuentra, hermano,
El cadáver de la flor.

Piense en la rubia, cuñao,
Cuando entre flores vivía
Y diga si presumía
Destino tan desgraciao.

Usté que es alcanzador
Afijesé en su memoria
Y diga: ¿es igual la historia
De la rubia y de la flor?

-Se me hace tan parecida
Que ya más no puede ser.
-Y hay más: le falta que ver
A la rubia en la crujida

-¿Qué me cuenta? ¡Desdichada!
-Por última vez se alzó
El lienzo y aparecio
En la cárcel encerrada.

-¿Sabe que yo no colijo
El por qué de la prisión?
-Tanto penar, la razón
Se le jué y mató al hijo.
Ya la habían sentenciao
A muerte, a la pobrecita,
Y en una negra camita
Dormía un sueño alterao.

Y a redoblaba el tambor,
Y el cuadro ajuera formaban
Cuando al calabozo entraban
El Demonio y el Dotor.

-¡Veanló al Diablo si larga
Sus presas así no más!
¿A qué anduvo Satanás
Hasta oír sonar la descarga?


-Esta vez se le chingó
El cuete y ya lo verá..
-Priendalé al cuento, que ya
No lo vuelvo a atajar yo.
-Al dentrar hicieron ruido
Creo que con los cerrojos:
Abrió la rubia los ojos
Y allí contra ella los vido.

La infeliz ya trastornada
A causa de tanta herida,
Se encontraba en la crujida
Sin darse cuenta de nada.

Al ver venir al Dotor
Ya comenzó a disvariar,
Y hasta le quiso cantar
Unas décimas de amor.

La pobrecita soñaba
Con sus antiguos amores,
Y creía mirar sus flores
En los fierros que miraba.
Ella creía que como antes,
Al dir a regar su güerta,
Se encontraría en la puerta
Una caja con diamantes.

Sin ver que en su situación
La caja que la esperaba,
Era la que redoblaba
Antes de la ejecución.

Redepente se afijó
En la cara de Luzbel:
Sin duda al malo vio en é1,
Porque allí muerta cayó.

Don Fausto al ver tal desgracia
De rodillas cayó al suelo,
Y dentró a pedir al cielo
La recibiese en su gracia.

Allí el hombre arrepentido
De tanto mal que había hecho,
Se daba golpes de pecho
Y lagrimeaba aflijido.

En dos pedazos se abrió
La paré de la crujida
Y no es cosa de esta vida
Lo que allí se apareció.

Y no crea que es historia:
Yo vi entre una nubecita,
La alma de la rubiecita
Que se subía a la gloria.

San Miguel en la ocasión
Vino entre nubes bajando
Con su escudo, y revoliando
Un sable tirabuzón.

Pero el Diablo que miró
El sable aquel y el escudo,
Lo mesmito que un peludo
Bajo la tierra ganó.

Cayó el lienzo finalmente
Y ahí tiene el cuento contao...
Prieste el pañuelo, cuñao:
Me está sudando la frente.

-Lo que almiro es su firmeza
Al ver esas brujerías.
-He andao cuatro o cinco días
Atacao de la cabeza.

-Ya es güeno dir ensillando...
-Tome ese último traguito
Y eche el frasco a ese pocito
Para que quede boyando.

Cuando los dos acabaron
De ensillar sus parejeros,
Como güenos compañeros,
Juntos al trote agarraron:

En una fonda se apiaron
Y pidieron de cenar:
Cuando ya iban a acabar,
Don Laguna sacó un rollo
Diciendo: -"El gasto del Pollo
De aquí se lo han de cobrar".

Estanislao del Campo