Fue la dicha de nadie esta que huye,
este fuego, este hielo, este suspiro,
pero, ¿qué más de su evasión retiro
que otro aroma que no se restituye?
Una pérdida a otra substituye
si sucede al que fui nuevo respiro,
y si encuentro al que fui cuando me miro
una dicha presente se destruye.
Cada instante son dos cuando acapara
lo que se adhiere y lo que se separa
al azar de su frágil sentimiento,
que es vana al fin la voluntad que dura
y no transmite a su presión futura
la corrupción de su temperamento.
Jorge Cuesta