CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

14 de abril de 2014

PUERTO RICO






¡Borinquen!, nombre al pensamiento grato
como el recuerdo de un amor profundo,
bello jardín de América el ornato,
siendo el jardín América del mundo.

Perla que el mar de entre su concha arranca
al agitar sus ondas placenteras,
garza dormida entre la espuma blanca
del níveo cinturón de tus riberas.

Tú, que das a la brisa de los mares,
al recibir el beso de su aliento
la garzota gentil de tus palmares;

Que pareces en medio de la bruma
al que llega a tus playas peregrinas,
una ciudad fantástica de espuma
que formaron jugando las ondinas.

Un jardín encantado
sobre las aguas de la mar que domas,
un búcaro de flores columpiado
entre espuma y coral, perlas y aromas.

Tú, que en las tardes sobre el mar derramas
con los colores que tu ocaso viste
otro océano de flotantes llamas;

tú, que me das el aire que respiro
y vida al canto que espontáneo brota,
cuando la inspiración en raudo giro
con sus alas flamígeras azota
la frente del cantor; ¡oye mi acento!

El santo amor que entre mi pecho guardo
te pintará su rústica armonía;
por ti lo lanzo a la región del viento,
tu corazón lo dicta al corazón del Bardo,
y el Bardo en él su corazón te envía.

¡Oyelo patria! El último sonido
será, tal vez, de mi laúd; muy pronto
partiré a las regiones del olvido.

Mi juventud efímera se merma,
y ya en su cárcel habitar no quiere
un alma melancólica y enferma.

Antes que llegue mi postrero día
y mi cantar se extinga con mi aliento,
¡toma, patria, mi última poesía!
¡Ella es de mi amor el testamento!
¡Ella el adiós que tu cantor te envía!

Tres siglos ha que el hombre
encerrado en el viejo continente
ni en ti soñaba ni soñó tu nombre.

....

Tres siglos ha que el hombre
encerrado en el viejo continente,
ni en ti pensaba, ni soñó tu nombre.

Tu ser fue una bellísima quimera
a los que vían el confín del mundo
de Thule en la fantástica ribera;

Pero sonó una hora en el gigante
reloj que marca su existencia al orbe;
y abrió sus ondas al airado Atlante.

El dedo del destino tocó
de un hombre en la ardecida frente,
y entre las ondas le mostró un camino.

El tan solo quería,
cruzando las regiones del occidente,
volver al sitio donde nace el día;

Al viento del azar tendió sus velas
desde el confín del túrbido océano,
y la suerte llevó sus carabelas
a chocar con el mundo americano.

De ese mundo bellísimo fragmento
ere, ¡oh patria!, que en el mar lanzara
un cataclismo al estallar violento;

más trajiste tan sólo su belleza
sin copiar del inmenso continente
la pompa y el horror de su grandeza;

ni el Tigre carnicero,
ni el León, ni el Jaguar en tu montaña
lanzan su grito aterrador y fiero;

ni el Boa se retuerce en la llanura,
ni entre las aguas de tu manso río
turbar la onda transparente y pura
se ve al Caimán indómito y bravío.

Ni arrojas al Atlante
de la playa pacífica, el inmenso
rey de los ríos, Marañón gigante.

Ni tus montes con ruido subitáneo
estremecidos en su base crujen,
cuando con ronco respirar titáneo
el Orizaba y Cotopaxi rugen.

Y no estremece un Niágara tu suelo
al desplomar la inmensa catarata,
en la que el iris, el pintor del cielo,
une a las franjas del luciente plata
oro, y carmín, y púrpura y topacio,
mientras en los cristales se retrata
fiero el cóndor, monarca del espacio.

Tienes... la caña en la feraz sabana,
lago de miel que con la brisa ondea,
mientras su espuma, la gentil guajana
como blanco pulmón se balancea.

Y la palma, que mece en el ambiente,
encerrada en el ánfora colgante,
la ninfa pura de su aérea fuente;

y de tus montes en el ancha falda
donde el cedro y la péndola dominan,
luce el cafeto la gentil guirnalda
del colmo ramo que a la tierra inclinan
las bayas del carmín y de esmeralda.

Tú tienes, sí, tus noches voluptuosas
que amor feliz al corazón auguran
y en un vergel de lirios y de rosas
manantiales de plata que murmuran.

Tórtolas que se quejan en los montes
remedando suspiros lastimeros
palomas y turpiales y sinsontes
que anidan en floridos limoneros.

Todo es en ti voluptuoso y leve,
dulce, apacible, halagador y tierno,
y tu mundo moral su encanto debe
al dulce influjo de tu mundo externo.

Por eso, en aquel día
que abordaron las naves castellanas
a tus bellas riberas, patria mía,

tus tribus aborígenes,
dominando el temor que las llevara
al seno oscuro de tus selvas vírgenes;

tranquilas contemplaron
regresando apacibles a tu orilla,
cómo los brazos de la cruz se alzaron
bajo el rojo estandarte de Castilla

Pura amistad vehemente
unió los hombres que aportó el abismo,
del indio rudo en la tostada frente
cayó la onda sagrada del bautismo.

Después, ya roto el temor el dique,
la llama del amor lució esplendente,
la dulce hermana del primer Cacique
llamó su esposo al paladín de Oriente.

Y tú fuiste el joyel que traspasaba
el casto beso de su amor primero,
del señorial cintillo de Agüeynaba
a la corona del monarca ibero.

....

Y después... y después,,,, nunca mi canto
pinte el hondo luchar de las pasiones,
ni el exterminio, ni la crueldad y el llanto,
mancha de los humanos corazones.

Borremos del error las hondas huellas
que a la infeliz humanidad desdoran,
porque hombre soy... y me avergüenzo de ellas.

Llegó un día fatal de horror y duelo,
que en el del oro tras el torpe lucro
la vil esclavitud manchó tu suelo;

¡y el huracán del golfo americano
dejó las naves abordar tranquilas
a las riberas del jardín indiano!

Y tú, ¡patria!, la perla de Occidente,
¡no te volviste al seno de los mares
para lavar la mancha de tu frente!

Más no en vano en Judea
corrió la sangre de Jesús,
sellando el triunfo de su santa idea;

más no en vano anhelante
camina el mundo por al ancha vía
del progreso adelante;

brilló una aurora de feliz memoria
en que cesaron lágrimas y duelos
borrándose una mancha de la historia,

y mil y mil acentos
dieron tu nombre, ¡Libertad sagrada!,
a los montes, los valles y los vientos.

¡Y ni una sola represalia impía!,
¡ni una venganza profanó tu suelo!
¡Bendiciones y cantos, patria mía,
perdiéronse en las bóvedas del cielo!

¡Extraño cuadro! que en el ancha tierra,
al vencer la opresión en lucha santa,
de entre el lago purpúreo de la guerra
la libertad sangrienta se levanta.

Dios debió sonreír y viendo a su hechura
hacer del paria compañero altivo,
y del ángel tomar la investidura
al realizar un el yugo del cautivo.

Y bendecirte conmovido y tierno,
porque sólo en tu suelo hospitalario,
al dulce influjo de tu mundo externo
se vio la Redención del Calvario.

......

Otro paso adelante; sin que vibres
el arma fraticida,
en el concierto de los pueblos libres
se levanta tu voz; savia de vida
y juventud circula por tus venas,
cuando la noble España conmovida
quebranta del colono sus cadenas.

Ya no eres, patria, un átomo perdido
que al ver su propia pequeñez se aterra,
ni un jardín escondido
en un pliegue del manto de la tierra.

Eres el pueblo que su voz levanta
si la justicia y la razón le abona,
que las exequias del pasado canta
y el himno santo del progreso entona.

Tú no serás la nave prepotente
que armada en guerra, al huracán retando,
conquista el puerto, impávida y valiente
las ondas y los hombres dominando;

pero serás la placida barquilla
que al impulso de brisa perfumada
llegue el remanso de la blanca orilla;

Tal es, patria, tu sino,
libertad, conquistar, ciencia y ventura,
sin dejar en las zarzas del camino
ni un jirón de tu blanca vestidura.

Empero..., si me engaño,
si me reserva mi destino impío
llorar tu ruina y contemplar tu daño;

si he de escuchar tus ecos
devolverme entre lágrimas y horrores
el ronco acento de los bronces huecos;

si fuera mi laúd el destinado
para cantar tu pena y tu agonía....
¡Ah, que le mire pronto destrozado
en mis trémulas manos, patria mía!

Y antes que el mal en tu recinto nazca
y contemplarlo con espanto pueda ....,
¡que disponga el Señor cuando le plazca
de este resto de vida que me queda!

Mas si Jehová le concedió al poeta,
al cantar a su patria y a su destino,
la doble vista del veraz profeta;

si ha de unirse mi nombre con tu historia
para ser el cantor de tu alegría,
para ver el heraldo de tu gloria.

Dios me conceda al verte
de venturas y triunfos coronarte,
¡una vida sin fin para quererte
y una lira inmortal para cantarte!



Jose Gautier Benitez

7 de abril de 2014

SI YA NO VIENES




Si ya no vienes, ¿ para qué te aguardo?
Y si te aguardo, di por qué no vienes,
verde y lozana zarza que mantienes
sin consumirte el fuego donde ardo.

Cuánto tardas, amor, y cuánto tardo
en rescindir los extinguidos bienes.
Ya quién me salve no lo sé, ni quienes
clavan el alma dardo sobre dardo.

A la mañana, que se vuelve oscura,
sigue la noche, que se vuelve clara
a solas con tu sed, que hiere y cura.

No quisiera pensar si no pensara
que, privado que fui de tu hermosura,
me olvidara de mí si te olvidara.

Antonio Gala

31 de marzo de 2014

TU AUSENCIA VIVA A TU PRESENCIA INVADE




Tu ausencia viva a tu presencia invade
que lentamente mueren si se mira;
pues no por verte más se acerca el horizonte de los ojos,
más vacío mientras más profundo.,

En la ventana, los cuadros y el espejo,
un aire indiferente y helado se aleja
de tu respiración, que renueva su asfixia,
inaccesible en ellos

el mundo inmóvil a donde no penetra
tu vida, tu presencia presa en el movimiento
de tu muerte fugaz y paulatina.

Jorge Cuesta

24 de marzo de 2014

RUISEÑORES DE NUEVO




" En el gran cielo de la poesía,
mejor dicho
en la tierra o mundo de la poesía que incluye cielos
astros
dioses
mortales
está cantando el ruiseñor de Keats
siempre
pasa Rimbaud empuñando sus 17 años como la llama de amor viva de San Juan
a la teresa se le dobla el dolor y su caballo triza el polvo enamorado Francisco de Quevedo y Villegas
el dulce Garcilaso arde en los infiernos de John Donne
de César Vallejo caen caminos para que los pies de la poesía caminen
pies que pisan callados como un burrito andino
Baudelaire baja un albatros de su reino celeste
con el frac del albatros Mallarméva a la fiesta de la nada posible
suena el violín de Verlaine en la fiesta de la nada posible
recuerda que la sangre es posible en medio de la nada
que Girondo liublimará perrinunca lamora
y girarán los barquitos de tuñón contra el metal de espanto que abusó a Apollinaire
oh Lou que desamaste la eternidad de viaje
el palacio del exceso donde entró la sabiduría de Blake
el paco urondo que forraba en lamé la felicidad para evitarle fríos de la época
mientras Roque Dalton trepaba por el palo mayor de su alma y gritaba. " 

Juan Gelman

17 de marzo de 2014

SERENAMENTE GRIS




La lluvia, tornadiza como una polvareda,
más flota que desciende, serenamente gris...
el viento, adormilado, sobre la tarde queda
y sobre los ramales la nébula sutil

Cabalgan por el éter tristezas invernales,
y en la tranquila estancia, serenamente gris,
mientras la vaga niebla se asoma a los umbrales
¡te duermes en mi pecho como una flor de lis!

Tu joven pecho cándido me brinda sus latidos
y tus fragantes labios, dulces y sonreídos
me invitan para el beso romántico sutil,

y mientras que yo beso tus labios virginales,
envuelta en sus dolientes crespones invernales
muriendo va la tarde, ¡serenamente gris...!

Federico Bermúdez y Ortega

10 de marzo de 2014

SON DIURNO





Ahora que ya tu calidad es ardiente y dura,
como el órgano que se rodea de un fuego
húmedo y redondo hasta el amanecer
y hasta un ancho volumen de fuego respetado.
Ahora que tu voz no es la importuna caricia
que presume o desordena la fijeza de un estío
reclinado en la hoja breve y difícil
o en un sueño que la memoria feliz
combaba exactamente en sus recuerdos,
en sus últimas playas desoídas.

¿Dónde está lo que tu mano prevenía
y tu respiración aconsejaba?
Huida en sus desdenes calcinados
son ya otra concha,
otra palabra de difícil sombra.
Una oscuridad suave pervierte
aquella luna prolongada en sesgo
de la gaviota y de la línea errante.

Ya en tus oídos y en sus golpes duros
golpea de nuevo una larga playa
que va a sus recuerdos y a la feliz
cita de Apolo y la memoria mustia.
Una memoria que enconaba el fuego
y respetaba el festón de las hojas al nombrarlas
el discurso del fuego acariciado.

Jose Lezama Lima

3 de marzo de 2014

LA PUERTA




Por esa puerta huyo, diciendo: "¡Nunca!"
Por esa puerta ha de volver un día...
Al cerrar esa puerta, dejo trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día.

Cada vez que el impulso de la brisa,
como una mano débil, indecisa,
levemente sacude la vidriera
palpita más aprisa, más aprisa
mi corazón cobarde que la espera.

Desde mi mesa de trabajo veo
la puerta con que sueñan mis antojos,
y acecha agazapado mi deseo
en el trémulo fondo de sus ojos.

¿Por cuanto tiempo, solitario, esquivo
he de aguardar con la mirada incierta
a que Dios me devuelva compasivo
a la mujer que huyó por esa puerta?

¿Cuando habrán de temblar esos cristales
empujados por sus manos ducales
y, con su beso ha de llegarme ella
cual me llega en las noches invernales
el ósculo piadoso de una estrella?

¡Oh, Señor!, ya la Pálida está alerta:
¡Oh, Señor!, ¡cae la tarde ya en mi vía
y se congela mi esperanza yerta!
¡Oh, Señor!, ¡has que se abra al fin la puerta
y entre por ella la adorada mía!
¡Por esa puerta ha de volver un día!

Amado Nervo

24 de febrero de 2014

BALADAS



La noche de los toldos

Para José Asunción Flores

+

Siete hogueras arden...

Siete hogueras cantan
músicas de luces.
En la noche blanca
de los toldos indios,
siete hogueras arden...

Palmeras salvajes
del desierto mudo,
destrenzan al viento
su música verde.

En los algarrobos
madura la chicha
que emborracha al indio
y da a sus tobillos,
cosquillas de danzas.

Mientras, en la noche
de los toldos indios,
siete hogueras arden...

Furor de tan-tanes:
se puebla el silencio
de mudas presencias.

Máscara de piedra
sobre el rostro verde
tiene el indio joven;
culebras azules
surcan sus mejillas,
ajorcas de plumas
ciñen los tobillos
de la joven india.
Mientras, en la noche
de los toldos indios
siete hogueras arden...

Frente al Sacerdote
siete hogueras arden.
Callan los tan-tanes
de la voz de cuero.
En la noche blanca
de los toldos indios
sube a las estrellas
un rumor de ruego:

«Kilikamá oú...
Kilikamá oú...
Kifikamá oú...
Kilikamá oú...»

En la noche blanca
de los toldos, arden
siete hogueras rojas.
El jhú-jhú acelera
su ritmo frenético
y arroja a los indios
hacia las doncellas,
en un entrevero
de danza nupcial.

Los labios ofrecen
sus copas de fuego,
para que mis indios
ardan en amor.
La Luna, que otorga
sus lágrimas rojas
a las indias núbiles,
escucha los ruegos
del Gran Sacerdote,
que en la noche blanca
de los toldos indios
le pide su amparo:

«Ta-aná oú...
Ta-aná tojhó...
Ta-aná tojhó...
Ta-aná tojhó...»

La noche del toldo
huye hacia los montes;
ponchos de cenizas
cubren los rescoldos
de las siete hogueras...

Duermen los tan-tanes
de la voz de cuero,
pero aún se escuchan
en la noche blanca
rumores de ruego:

«Kilikamá ojhó...
Kilikamá ojhó...
Kilikamá ojhó...
Kilikamá ojhó...»

Ya no hay siete hogueras:
la noche del toldo
se durmió en el alba...

Herib Campos Cervera

17 de febrero de 2014

LA YAPA



Como una sola estrella no es el cielo,
ni una gota que salta, el Ocëano,
ni una falange rígida, la mano,
ni una brizna de paja, el santo suelo:

tu gimnasia de jaula no es el vuelo,
el sublime tramonto soberano,
ni nunca podrá ser anhelo humano
tu miserable personal anhelo.

¿Qué saben de lo eterno las esferas?
¿de las borrascas de la mar, las gotas?
¿de puñetazos, las falanges rotas?
¿de harina y pan, las pajas de las eras?...

¡Detén tus pasos Lógica, no quieras
que se hagan pesimistas los idiostas!

Almafuerte

10 de febrero de 2014

ASOMBRO




Me asombran las hormigas que al ir
[vienen tan seguras de sí que me dan miedo
porque están donde van sin más [preguntas
y aunque asomos de vida son perfectas
si minúsculas máquinas que saben
el dónde y el adónde que les toca
y a la muerte la ignoran como a nada
si no fuese tan útil instrumento
con que hacer de lo inerme nueva vida.

Pero aunque agrande su minucia viva
el azoro redondo en que las miro
y me apena que no se sepan nunca
tal como son en su afanarse oscuro
ya tan inmemorial como la Tierra

más me asombra mi pena y me convence
de que saberse el ser bien que la vale
aun cuando el precio sea tan alto como
el enorme silencio de allá afuera. 

Eliseo Diego

3 de febrero de 2014

INTRODUCCION





Árbol de mi pensamiento
Lanza tus hojas al viento
        Del olvido,
Que, al volver las primaveras,
Harán en ti las quimeras
        Nuevo nido;
Y saldrán de entre tus hojas,
En vez de amargas congojas,
        Las canciones
Que en otro mayo tuvistes,
Para consuelo de tristes
        Corazones.

Julian del Casal

27 de enero de 2014

HOMBRE





Soy hombre , he nacido,
tengo piel y esperanza.
Yo exijo, por lo tanto,
que me dejen usarlas.
No soy dios: soy un hombre
(como decir un alga).
Pero exijo calor en mis raíces,
almuerzo en mis entrañas.
No pido eternidades
llenas de estrellas blancas.
Pido ternura, cena,
silencio, pan, casa...

Soy hombre, es decir,
animal con palabras.
Y exijo, por lo tanto,
que me dejen usarlas.

Jorge de Bravo

20 de enero de 2014

HIMNO A LOS VOLUNTARIOS DE LA REPUBLICA



Voluntario de España, miliciano
de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazón,
cuando marcha a matar con su agonía
mundial, no sé verdaderamente
qué hacer, dónde ponerme; corro, escribo, aplaudo,
lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo
a mi pecho que acabe, al que bien, que venga,
y quiero desgraciarme;
descúbrome la frente impersonal hasta tocar
el vaso de la sangre, me detengo,
detienen mi tamaño esas famosas caídas de arquitecto
con las que se honra el animal que me honra;
refluyen mis instintos a sus sogas,
humea ante mi tumba la alegría
y, otra vez, sin saber qué hacer, sin nada, déjame,
desde mi piedra en blanco, déjame,
solo,
cuadrumano, más acá, mucho más lejos,
al no caber entre mis manos tu largo rato extático,
quiebro con tu rapidez de doble filo
mi pequeñez en traje de grandeza!

Un día diurno, claro, atento, fértil
¡oh bienio, el de los lóbregos semestres suplicantes,
por el que iba la pólvora mordiéndose los codos!
¡oh dura pena y más duros pedernales!
!oh frenos los tascados por el pueblo!
Un día prendió el pueblo su fósforo cautivo, oró de cólera
y soberanamente pleno, circular,
cerró su natalicio con manos electivas;
arrastraban candado ya los déspotas
y en el candado, sus bacterias muertas...

¿Batallas? ¡No! Pasiones. Y pasiones precedidas
de dolores con rejas de esperanzas,
de dolores de pueblos con esperanzas de hombres!
¡Muerte y pasión de paz, las populares!

¡Muerte y pasión guerreras entre olivos, entendámonos!
Tal en tu aliento cambian de agujas atmosféricas los vientos
y de llave las tumbas en tu pecho,
tu frontal elevándose a primera potencia de martirio.

El mundo exclama: "¡Cosas de españoles!" Y es verdad.
Consideremos,
durante una balanza, a quemarropa,
a Calderón, dormido sobre la cola de un anfibio muerto
o a Cervantes, diciendo: "Mi reino es de este mundo, pero
también del otro": ¡punta y filo en dos papeles!
Contemplemos a Goya, de hinojos y rezando ante un espejo,
a Coll, el paladín en cuyo asalto cartesiano
tuvo un sudor de nube el paso llano
o a Quevedo, ese abuelo instantáneo de los dinamiteros
o a Cajal, devorado por su pequeño infinito, o todavía
a Teresa, mujer que muere porque no muere
o a Lina Odena, en pugna en más de un punto con Teresa...
(Todo acto o voz genial viene del pueblo
y va hacia él, de frente o transmitidos
por incesantes briznas, por el humo rosado
de amargas contraseñas sin fortuna)
Así tu criatura, miliciano, así tu exangüe criatura,
agitada por una piedra inmóvil,
se sacrifica, apártase,
decae para arriba y por su llama incombustible sube,
sube hasta los débiles,
distribuyendo españas a los toros,
toros a las palomas...

Proletario que mueres de universo, ¡en qué frenética armonía
acabará tu grandeza, tu miseria, tu vorágine impelente,
tu violencia metódica, tu caos teórico y práctico, tu gana
dantesca, españolísima, de amar, aunque sea a traición,
a tu enemigo!

¡Liberador ceñido de grilletes,
sin cuyo esfuerzo hasta hoy continuaría sin asas la extensión,
vagarían acéfalos los clavos,
antiguo, lento, colorado, el día,
nuestros amados cascos, insepultos!
¡Campesino caído con tu verde follaje por el hombre,
con la inflexión social de tu meñique,
con tu buey que se queda, con tu física,
también con tu palabra atada a un palo
y tu cielo arrendado
y con la arcilla inserta en tu cansancio
y la que estaba en tu uña, caminando!
¡Constructores
agrícolas, civiles y guerreros,
de la activa, hormigueante eternidad: estaba escrito
que vosotros haríais la luz, entornando
con la muerte vuestros ojos;
que, a la caída cruel de vuestras bocas,
vendrá en siete bandejas la abundancia, todo
en el mundo será de oro súbito
y el oro,
fabulosos mendigos de vuestra propia secreción de sangre,
y el oro mismo será entonces de oro!

¡Se amarán todos los hombres
y comerán tomados de las puntas de vuestros pañuelos tristes
y beberán en nombre
de vuestras gargantas infaustas!
Descansarán andando al pie de esta carrera,
sollozarán pensando en vuestras órbitas, venturosos
serán y al son
de vuestro atroz retorno, florecido, innato,
ajustarán mañana sus quehaceres, sus figuras soñadas y cantadas!

¡Unos mismos zapatos irán bien al que asciende
sin vías a su cuerpo
y al que baja hasta la forma de su alma!
¡Entrelazándose hablarán los mudos, los tullidos andarán!
¡Verán, ya de regreso, los ciegos
y palpitando escucharán los sordos!
¡Sabrán los ignorantes, ignorarán los sabios!
¡Serán dados los besos que no pudisteis dar!
¡Sólo la muerte morirá! ¡La hormiga
traerá pedacitos de pan al elefante encadenado
a su brutal delicadeza; volverán
los niños abortados a nacer perfectos, espaciales
y trabajarán todos los hombres,
engendrarán todos los hombres,
comprenderán todos los hombres!

¡Obrero, salvador, redentor nuestro,
perdónanos, hermano, nuestras deudas!
Como dice un tambor al redoblar, en sus adagios:
qué jamás tan efímero, tu espalda!
qué siempre tan cambiante, tu perfil!

¡Voluntario italiano, entre cuyos animales de batalla
un león abisinio va cojeando!
¡Voluntario soviético, marchando a la cabeza de tu pecho universal!
¡Voluntarios del sur, del norte, del oriente
y tú, el occidental, cerrando el canto fúnebre del alba!
¡Soldado conocido, cuyo nombre
desfila en el sonido de un abrazo!
¡Combatiente que la tierra criara, armándote
de polvo,
calzándote de imanes positivos,
vigentes tus creencias personales,
distinto de carácter, íntima tu férula,
el cutis inmediato,
andándote tu idioma por los hombros
y el alma coronada de guijarros!
¡Voluntario fajado de tu zona fría,
templada o tórrida,
héroes a la redonda,
víctima en columna de vencedores:
en España, en Madrid, están llamando
a matar, voluntarios de la vida!

¡Porque en España matan, otros matan
al niño, a su juguete que se para,
a la madre Rosenda esplendorosa,
al viejo Adán que hablaba en alta voz con su caballo
y al perro que dormía en la escalera.
Matan al libro, tiran a sus verbos auxiliares,
a su indefensa página primera!
Matan el caso exacto de la estatua,
al sabio, a su bastón, a su colega,
al barbero de al lado -me cortó posiblemente,
pero buen hombre y, luego, infortunado;
al mendigo que ayer cantaba enfrente,
a la enfermera que hoy pasó llorando,
al sacerdote a cuestas con la altura tenaz de sus rodillas...

¡Voluntarios,
por la vida, por los buenos, matad
a la muerte, matad a los malos!
¡Hacedlo por la libertad de todos,
del explotado, del explotador,
por la paz indolora -la sospecho
cuando duermo al pie de mi frente
y más cuando circulo dando voces-
y hacedlo, voy diciendo,
por el analfabeto a quien escribo,
por el genio descalzo y su cordero,
por los camaradas caídos,
sus cenizas abrazadas al cadáver de un camino!

Para que vosotros,
voluntarios de España y del mundo, vinierais,
soñé que era yo bueno, y era para ver
vuestra sangre, voluntarios...
De esto hace mucho pecho, muchas ansias,
muchos camellos en edad de orar.
Marcha hoy de vuestra parte el bien ardiendo,
os siguen con cariño los reptiles de pestaña inmanente
y, a dos pasos, a uno,
la dirección del agua que corre a ver su límite antes que arda.

Cesar Vallejo