CafePoetas es un Blog sin animo de lucro donde se rinde homenaje a poetas de ayer, hoy y siempre.

30 de diciembre de 2011

AMOR


Sólo la voz, la piel, la superficie
Pulida de las cosas.

Basta. No quiere más la oreja, que su cuenco
Rebalsaría y la mano ya no alcanza
A tocar más allá.

Distraída, resbala, acariciando
Y lentamente sabe del contorno.
Se retira saciada
Sin advertir el ulular inútil
De la cautividad de las entrañas
Ni el ímpetu del cuajo de la sangre
Que embiste la compuerta del borbotón, ni el nudo
Ya para siempre ciego del sollozo.

El que se va se lleva su memoria,
Su modo de ser río, de ser aire,
De ser adiós y nunca.

Hasta que un día otro lo para, lo detiene
Y lo reduce a voz, a piel, a superficie
Ofrecida, entregada, mientras dentro de sí
La oculta soledad aguarda y tiembla.

Rosario Castellanos

28 de diciembre de 2011

ES AQUI Y NO ES AQUI


Es aquí y no es aquí,
la casa palacio real,
la señora fulanita
es lo que vengo a buscar
sí, ay, ay, ay, es lo que vengo a buscar.

Despierta, vidita mía,
a las vueltas de la luna,
ábreme la puerta, cielo,
que me van a dar la una...

Despierta, vidita mía,
a las horas del reloj,
ábreme la puerta, cielo,
que me van a dar las dos...

Despierta, vidita mía,
no te duermas otra vez,
ábreme la puerta, cielo,
que me van a dar las tres...

Despierta, vidita mía,
no te duermas sin recato,
ábreme la puerta,cielo,
que me van a dar las cuatro...

Ya se acabaron las horas
de este maldito reloj,
por no saberle dar cuerda
en las cinco se paró...

Cogollo

Que viva la fulanita,
quisiera darle un abrazo,
pero me encuentro aquí afuera,
cantándole un esquinazo.

Violeta Parra

26 de diciembre de 2011

VILLANCICOS



1

Si no os uviera mirado
no penara,
pero tampoco os mirara.

Veros harto mal á sido,
mas no veros peor fuera;
no quedara tan perdido
pero mucho más perdiera.
¿Qué viera aquél que no os viera?
¿Cuál quedara,
señora, si no os mirara?


2

¿Qué testimonios son estos
que le queréis levantar?
¡Que no fue sino bailar!


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El duque d'Alva

¿Qué peligroso acidente
fue hazer tal maleficio?
Tomaste por exercicio
hacer reír a la gente.

Yo soy quien desto se siente.
Yo te quiero aconsejar
que no cures de bailar.


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Gracilazo

Esta tienen por gran culpa;
no lo fue a mi parecer,
porque tiene por desculpa
que lo hizo la muger.
Ésta le hizo caer
mucho más, que no el saltar
que hizo con el bailar.


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El prior de San Juan

No fue'l pecado primero;
mas por él padecerán
todos los que bailarán
como bailó el cavallero.
No lo tomen por agüero
los que quisieren dançar,
que no fue sino bailar.


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Boscán

En lo vedado tocó,
y por esto es cosa clara
quen el sudor de su cara
bivirá, pues que bailó.
Malamente s'engañó;
mas bien se pudo engañar
que no fue sino bailar.


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Don Hernando Álvarez de Toledo

Perdiérase este señor
en esta gran maravilla,
sino por la paxarilla
que le cantava al alvor.
Si desto tiene dolor,
yo le quiero consolar,
que no fue sino bailar.


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El clavero de Alcántara

Fue para todos espanto
soltaros el Rey tan presto,
pero no os soltó por esto,
para que os soltéis vos tanto.
Soltástesos tanto cuanto,
mas no fue sino saltar,
y si no saltar, bailar.


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Don Luis Osorio

Sepan qué manda la ley:
muera don Luis agora;
que'n los palacios del Rey
bailó con una señora.
Desastrada fue tal ora,
mas áse de perdonar,
que no fue sino bailar.


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Don García de Toledo

Soltóos el Emperador,
pero no sin penitencia;
mandó daros por sentencia
que bailásedes, señor.
Dizen todos que's rigor;
que no es justo castigar
a ninguno con bailar.


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Gutierre López de Padilla

No tengo de fiar más
en hombres blandos y tristes.
¿qué os prometió Satanás,
cuando dél así os vencistes?
Errastes lo que hezistes:
no digo que fue el errar
que errásedes el bailar.


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El marqués de Villafranca

Dudan todos los letrados
de jüicios más enteros,
de bienes tan mal bailados
que gozen los erederos.
Dizen que hasta los postreros
abrá cierto d'alcançar
maldición de tal bailar.


Juan Boscán

24 de diciembre de 2011

PARA NAVIDAD


Pues el amor
nos ha dado Dios,
ya no hay que temer,
muramos los dos.

Danos el Padre
a su único Hijo:
hoy viene al mundo
en pobre cortijo.
¡Oh gran regocijo,
que ya el hombre es Dios!
no hay que temer,
muramos los dos.

Mira, Llorente
qué fuerte amorío,
viene el inocente
a padecer frío;
deja un señorío
en fin, como Dios,
ya no hay que temer,
muramos los dos.

Pues ¿cómo, Pascual,
hizo esa franqueza,
que toma un sayal
dejando riqueza?
Mas quiere pobreza,
sigámosle nos;
pues ya viene hombre,
muramos los dos.

Pues ¿qué le darán
por esta grandeza?
Grandes azotes
con mucha crudeza.
Oh, qué gran tristeza
será para nos:
si esto es verdad
muramos los dos.

Pues ¿cómo se atreven
siendo Omnipotente?
¿Ha de ser muerto
de una mala gente?
Pues si eso es, Llorente,
hurtémosle nos.
¿No ves que El lo quiere?
muramos los dos.

Santa Teresa de Jesus

22 de diciembre de 2011

JESUS


Jesús no vino al mundo de "los cielos".
Vino del propio fondo de las almas;
de donde anida el yo: de las regiones
internas del Espíritu.

¿Por qué buscarle encima de las nubes?
Las nubes no son el trono de los dioses.
¿Por qué buscarle en los candentes astros?

Llamas son como el sol que nos alumbra,
orbes, de gases inflamados... Llamas
nomás. ¿Por qué buscarle en los planetas?

Globos son como el nuestro, iluminados
por una estrella en cuyo torno giran.

Jesús vino de donde
vienen los pensamientos más profundos
y el más remoto instinto.

No descendió: emergió del océano
sin fin del subconsciente;
volvió a él, y ahí está, sereno y puro.

Era y es un león. El que se adentra
osado en el abismo
sin playas de sí mismo,
con la luz del amor, ese le encuentra.

Amado Nervo

20 de diciembre de 2011

VILLANCICOS


1

Si amor pone las escalas
al muro del coraçón,
¡no ay ninguna defensión!

Si amor quiere dar combate
con su poder y firmeza,
no ay fuerça ni fortaleza
que no tome o desbarate,
o que no hiera o no mate
al que no se da a presión,
¡no ay ninguna defensión!

Sin partidos, con partidos,
con sus tratos o sin trato,
gana y vence en poco rato
la razón y los sentidos;
los sentidos ya vencidos,
sojuzgada la razón,
¡no ay ninguna defensión!

Con halagos y temores,
con su fuerça y su poder,
de los que han de defender
haze más sus servidores;
pues las guardas son traydores
y cometen traÿción,
¡no ay ninguna defensión!

Nunca jamás desconfía;
de los más sus enemigos
haze mayores amigos;
siempre vence su porfía,
da plazer y da alegría,
y, si quiere dar passión,
¡no ay ninguna defensión!

Son sus fuerças tan forçosas
que fuerçan lo más que fuerte,
puede dar vida y dar muerte,
puede dar penas penosas;
a sus fuerças poderosas,
si pone fe y afición,
¡no ay ninguna defensión!

Fin

No ay quién salga de sus manos,
discretos y no discretos,
a todos tiene sugetos:
judíos, moros, cristianos;
sobre todos los humanos
tiene gran juridición,
¡no ay ninguna defensión!


2

Pues que tú, Reyna del cielo,
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!

Tú que reynas con el Rey
de aquel reyno celestial;
tú, lumbre de nuestra ley,
luz de linage humanal,
pues para quitar el mal
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!

Tú, Virgen, que mereciste
ser madre de tal Señor;
tú, que, quando le pariste,
le pariste sin dolor;
pues con nuestro Salvador
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!

Tú, que del parto quedaste
tan virgen como primero;
tú, Virgen, que te empreñaste
siendo virgen por entero;
pues que con Dios verdadero
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!

Tú, que lo que perdió Eva
cobraste por quien tú eres;
tú, que nos diste la nueva
de perdurables plazeres;
tú, bendita en las mugeres,
si nos vales
darás fin a nuestros males.

Tú, que te dizen bendita
todas las generaciones;
tú, que estás por tal escrita
entre todas las naciones;
pues en las tribulaciones
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!

Tú, que tienes por oficio
consolar desconsolados;
tú, que gastas tu exercicio
en librarnos de pecados;
tú, que guías los errados
y los vales,
¡da remedio a nuestros males!

Tú, que tenemos por fe
ser de tanta perfeción
que nunca será ni fue
otra de tu condición;
pues para la salvación
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!

¿Quién podrá tanto alabarte
según es tu merecer?
¿Quién sabrá tan bien loarte
que no le falte saber?;
pues que para nos valer
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!

¡O, Madre de Dios y Hombre!
¡O concierto de concordia!
Tú, que tienes por renombre
Madre de misericordia,
pues para quitar discordia
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!

Tú, que por gran humildad
fueste tan alto ensalçada
que a par de la Trinidad
tú sola estás assentada.
Y pues tú, Reyna Sagrada,
tanto vales,
¡da remedio a nuestros males!

Tú, que estavas ya criada
quando el mundo se crio;
tú, que estavas muy guardada
para quien de ti nació,
pues por ti nos conoció,
si nos vales
fenecerán nuestros males.

Fin

Tú, que eres flor de las flores;
tú, que del cielo eres puerta;
tú, que eres olor de olores;
tú, que das gloria muy cierta,
si de la muerte muy muerta
no nos vales,
no ay remedio en nuestros males.


3

Quien tuviera por señora
la Virgen, Reyna del cielo,
no tema ningún recelo.

Que a los flacos coraçones
con su gracia torna fuertes,
haze vidas de las muertes
y es llave de las presiones;
quien de sus consolaciones
alcançare algún consuelo
no tema ningún recelo.

Siempre bive sin tristura
quien le tiene devoción;
da muy gran consolación
la vista de su figura;
el que servir la procura
con amor, en este suelo,
no teme ningún recelo.

Fin

A quien ella da osadía
no teme ningún temor
y si tiene algún dolor
se le buelve en alegría.
Señora, Virgen María,
consuela mi desconsuelo,
no tema ningún recelo.


4

¿A quién devo yo llamar
"vida mía"
sino a ti, Virgen María?

Todos te deven servir,
Virgen y Madre de Dios,
que siempre ruegas por nos
y tú nos hazes bivir.
Nunca me verás dezir
"vida mía"
sino a ti, Virgen María.

Duélete, Virgen de mí,
mira bien nuestro dolor,
que este mundo pecador
no puede bivir sin ti.
No llamo desque nací
"vida mía"
sino a ti, Virgen María.

Tanta fue tu perfeción
y de tanto merecer
que de ti quiso nacer
quien fue nuestra redención.
No ay otra consolación,
vida mía,
sino a ti, Virgen María.

El tesoro divinal
en tu vientre se encerró,
tan precioso que libró
todo el linage humanal.
¿A quién quexaré mi mal,
vida mía,
sino a ti, Virgen María?

Tú sellaste nuestra fe
con el sello de la cruz,
tú pariste nuestra luz,
Dios de ti nacido fue.
Nunca jamás llamaré
"vida mía"
sino a ti, Virgen María.

Fin

¡O clara Virginidad,
fuente de toda virtud!,
no cesses de dar salud
a toda la cristiandad.
No pedimos piedad,
vida mía,
sino a ti, Virgen María.


5

¡O Reyes Magos benditos,
pues de Dios soys tan amados,
sed mi guarda y abogados!

Sed mi guarda en este suelo
porque en sus lazos no caya
y abogados en el cielo
porque a veros allá vaya;
porque por vosotros aya
gran perdón de mis pecados,
sed mi guarda y abogados.

Tanto quiso Dios amaros
por vuestro merecimiento
que le plugo revelaros
su sagrado nacimiento;
pues le tenéys tan contento
y con Él soys tan privados,
sed mi guarda y abogados.

Venistes desde Oriente
adorar al Rey divino
con aquel alto presente
para quien d'él era dino;
caminastes de contino
por una estrella guiados,
sed mi guarda y abogados.


Fin

Sirviéronle los pastores
por Pastor de tantas greyes
y vosotros, mis señores,
por mayor Rey de los reyes;
pues del Dador de las leyes
soys tan queridos y amados,
sed mi guarda y abogados.


6

El que rige y el regido,
sin saber,
mal regidos pueden ser.

Mal rige quien no es prudente
porque todo va al revés
y el perfeto regir es
saber mandar sabiamente;
quel regido y el rigente,
sin saber,
mal regidos pueden ser.

Donde falta discreción
no ay ninguna cosa buena;
lo que discreción ordena,
aquello da perfeción;
mas los que regidos son,
sin saber,
mal regidos pueden ser.


Fin

El saber que Dios nos da,
aquél es saber perfeto
y aquél se llame discreto
que de tal saber sabrá;
y lo que regido va,
sin saber,
mal regido puede ser.


7

Quien al triste coraçón
procurare consolar
tome parte del llorar.

Que quien al triste consuela,
si de su dolor se duele,
primero que le consuele,
llorando su mal le duela,
porque el triste no recela
otro más triste pesar
que ver otros alegrar.

Mal concierta covardía
y esforçada fortaleza,
el triste busque tristeza
y el alegre ellalegría;
porque en una compañía
el llorar con el cantar
mal se puede concertar.

El que bive triste vida
la vida tiene por muerte,
y es la muerte de tal suerte
muerte mil vezes sufrida;
quien de vida tan perdida
no se puede remediar
la muerte deve buscar.


8

Más vale trocar
plazer por dolores
que estar sin amores.

Donde es gradecido
es dulce el morir;
bivir en olvido,
aquél no es bivir;
mejor es sufrir
passión y dolores
que estar sin amores.

Es vida perdida
bivir sin amar
y más es que vida
saberla emplear;
mejor es penar
sufriendo dolores
que estar sin amores.

La muerte es vitoria
do bive afición,
que espera aver gloria
quien sufre passión;
más vale presión
de tales dolores
que estar sin amores.

El ques más penado
más goza de amor,
quel mucho cuydado
le quita el temor;
assí ques mejor
amar con dolores
que estar sin amores.

No teme tormento
quien ama con fe,
si su pensamiento
sin causa no fue;
aviendo por qué
más valen dolores
que estar sin amores.


Fin

Amor que no pena
no pida plazer,
pues ya le condena
su poco querer;
mejor es perder
plazer por dolores
que estar sin amores.


9

Por muy dichoso se tenga
quien por vos sufre passión,
pues es harto galardón.

Siendo vos la causadora
de la muerte que yo muero,
¿qué mayor vitoria quiero
que morir por tal señora?;
pues con la causa se dora,
bien abasta la passión,
pues es harto galardón.

A quantos vencidos biven
no tenéys que darles grado,
pues en veros es forçado
que de fuerça se cativen;
vuestros ojos no me esquiven,
no quiero sino passión,
pues es harto galardón.

Los aquexados sospiros
de la pena que me days,
harto los galardonáys
en que pene por serviros;
sin otra merced pediros
soy contento de passión,
pues es harto galardón.

A vos se deve el ditado
de más hermosura y gala,
y a mí nadie se me yguala
en seros aficionado;
por ser tan bien empleado
yo quiero sufrir passión,
pues es harto galardón.

Y pues soys tan linda y bella,
mi passión he yo por buena,
que a todo el mundo days pena
y a nadie remedio della;
no puedo tener querella
con tan dichosa passión,
pues es harto galardón.


Fin

Aunque no jamás vencida
y a todos vencéys en veros,
nadie dexe de quereros
pues es deuda conocida;
con esperança perdida
de esperar sino passión,
pues es harto galardón.


10

Ya no quiero tener fe,
Señora, sino con vos,
pues que soys Madre de Dios.

Vos soys hija, vos soys madre
de Aquél mesmo que os crio.
Él es vuestro hijo y padre
y por madre a vos nos dio.
A todos nos redimió
en querer nacer de vos,
¡bendita Madre de Dios!

Soys Madre de Dios y mía,
soys el fin de mi esperança,
soys mi plazer y alegría,
soys mi bienaventurança.
Mi remedio no se alcança
por otra sino por vos,
¡Virgen y Madre de Dios!

¿Qué mudança me mudó?;
¿quál amor pudo vencerme
quando mi fe os olvidó
por en otro amor meterme?
Que estava para perderme
si no fuera ya por vos,
¡Madre y Esposa de Dios!

Mis verdaderos amores
ya con vos tenerlos quiero,
pues que soys de pecadores
el remedio verdadero.
Que si bien alguno espero
es por serviros a vos,
¡huéspeda y sierva de Dios!

Los que vuestro nombre llaman
son muy presto remediados;
los que con amor os aman
siempre biven consolados.
Nunca son desamparados
los que tienen fe con vos,
¡sagrado templo de Dios!


Fin

A vos quiero por señora,
en tanto quanto biviere;
sed vos mi procuradora
quando deste mundo fuere,
porque después que muriere
no me aparte yo de vos,
¡palacio y casa de Dios!


11

-¿Quién te traxo, Criador,
por esta montaña escura?
-¡Ay, que tú, mi criatura!

-¿Cómo vienes lastimado,
maltratado de tal suerte?
¿Quién te sentenció a la muerte
siendo justo, sin pecado?
Aviendo, Señor, crïado
a toda humana natura,
¿vienes a tal desventura?

-Acordé de te crïar
por ver tu merecimiento,
quebraste mi mandamiento,
no lo supiste guardar,
por do vengo yo a pagar
tu pecado y tu locura,
pues te hize a mi figura.

-¿No pudieras, Rey del cielo,
pues eres tan poderoso,
reynar en gloria y reposo
sin venir aqueste suelo
a sufrir tal desconsuelo,
tal dolor y tal tristura,
tal pena tan sin mesura?

-Por cumplir las profecías
que de mí profetizaron
los profetas que cantaron
la venida del Mexías.
Pues se cumplen ya los días
para cumplir la escritura,
búsquenme la sepultura.

-¡O Poderoso Poder,
nuestra verdadera luz,
que en el árbol de la Cruz
has venido a padecer,
por venir a guarecer
con tu sangre santa y pura
la lavor de tu hechura!


Fin

-En árbor vine a penar
por levantar tu caýda,
que a do se perdió la vida
allí se deve buscar.
Por purgar el resalgar
que comiste por dulçura,
he por dulce mi amargura.


12

Hermitaño quiero ser,
por ver.
Hermitaño quiero ser.

Por provar nueva manera
mudar quiero mi vestir,
porque en el traje defuera
desconoçan mi bivir.
No mudaré mi querer.
Por ver,
hermitaño quiero ser.

Serán mis hábitos tales
que digan con mi dolor:
será el paño de mis males,
será de fe la color,
y el cordón de padecer.
Por ver,
hermitaño quiero ser.

Será hecho mi cilicio
de muy áspero tormento,
texido con mi servicio,
cosido con sufrimiento,
y élo siempre de traer.
Por ver,
hermitaño quiero ser.

Las cuentas para rezar
han de ser cien mil querellas,
el bordón para esforçar
ha de ser la causa dellas.
Y pues me dexé vencer,
por ver,
hermitaño quiero ser.

Crecerán mis barvas tanto
quanto creciere mi pena.
Pediré con triste llanto:
"¡Dad para la Madalena!",
si me quisieren valer.
Por ver,
hermitaño quiero ser.

No peynaré mis cabellos
ni descansarán mis ojos
hasta que se duela dellos
quien me causa mil enojos,
si se quisiesse doler.
Por ver,
hermitaño quiero ser.

Haré vida tan estrecha,
que peor sea que muerte,
porque no tengan sospecha
que bivo por otra suerte,
y no tomaré plazer.
Por ver,
hermitaño quiero ser.

Andaré sin alegría
aquexado de cuydados,
por los páramos de día,
de noche por los poblados,
y assí quiero fenecer.
Por ver,
hermitaño quiero ser.

Quiçá que por mi ventura,
andando de puerta en puerta,
veré la gentil figura
de quien tien mi vida muerta,
si saliesse a responder.
Por ver,
hermitaño quiero ser.

Los sospiros encubiertos
que he callado por mi daño,
ora serán descubiertos
en hábito de hermitaño;
ora ganar o perder.
Por ver,
hermitaño quiero ser.

Pensarán los que me vieren
que sospiro con pobreza;
la que mis ojos ver quieren
bien sentirá mi tristeza,
bien me sabrá conocer.
Por ver,
hermitaño quiero ser.


Fin

¡O, qué bienaventurança
ternía mi coraçón
si cumpliesse mi esperança
viéndome en tal religión!
Haré todo mi poder.
Por ver,
hermitaño quiero ser.


13

-Remediad, señora mía,
pues podéys.
-Señor, no me lo mandéys.

-El remedio de mi vida
de vos lo espero, señora.
-Pues tened, señor, perdida
esperança, por agora.
-¡O crüel remediadora,
no queréys!
-Señor, no me lo mandéys.

-Mal remedio tenéys luego
si vos de mí lo esperáys.
-Señora, por Dios os ruego
tal cosa no me digáys,
que si mi pena miráys,
sí haréys.
-Señor, no me lo mandéys.

-Siempre me siguen dolores
por seros aficionado.
-Pues ¿por qué tenéys amores
con quien soys tan desdichado?
-Y si soy de amor forçado
¿qué diréys?
-Señor, no me lo mandéys.

-No procuréys de servirme,
que no entiendo remediaros.
-Ni yo, señora, partirme
de buscar en qué agradaros,
que no podéys escusaros,
si quereys.
-Señor, no me lo mandéys.

-Aunque mi mal me condene,
vos soys la que me condena.
-No soy, pues queréys que pene
por librar a vos la pena.
-Pues que mi fe es tanto buena,
no dudéys.
-Señor, no me lo mandéys.

-Si gran fe tenéys comigo
mudad vuestra confiança.
-Señora, con tal castigo
nunca amor hizo mudança,
antes cumplid mi esperança,
pues podéys.
-Señor, no me lo mandéys.


Fin

-Dad, señora, ya algún medio
cómo mi vida no muera.
-Yo, señor, daré remedio
quando razón lo requiera.
-Señora, luego quisiera,
pues podéys.
-Señor, no me lo mandéys.


14

No quiero que me consienta
mi triste vida bivir
ni yo quiero consentir.

Pues que vos queréys matarme
yo, señora, soy contento,
que veros y dessearme
será doblado tormento,
pues vuestro merecimiento
no me consiente bivir
ni yo quiero consentir.

De mi dolor y tristura
ningún remedio se espera,
pues que mi suerte y ventura
del todo quiere que muera;
y la muerte verdadera
no me consiente bivir
ni yo quiero consentir.

Consiento mi triste suerte
porque sé que soys servida
que sufra por vos la muerte
por verme perder la vida;
y pues mi pena crecida
no me consiente bivir
ni yo quiero consentir.


Fin

Sufro la muerte doblada
en pensar que si yo muero,
de nadie seréys amada
con amor tan verdadero;
mas pues no queréys, no quiero
que me consintáys bivir
ni yo quiero consentir.


15

-Dezidme, pues sospirastes,
cavallero, que gozéys,
¿quién es la que más queréys?

-Lástima tan lastimera,
¿para qué la preguntáys,
pues que sabéys que me days
mayor mal porque más muera?
Quien yo quiero que me quiera
vos, señora, lo sabéys.
Y más no me preguntéys.

-En preguntaros, señor,
yo no creo aver errado,
que en veros apassionado
huve de vos gran dolor.
Si padecéys mal de amor,
assí della vos gozéys,
que vos no me lo neguéys.

-¡O, señora, y qué lindeza
la de quien me cativó,
sino que se me tornó
para mí toda en crueza!
Es tanta su gentileza
que vos mesma la amaréys
y a mí no me culparéys.

-No neguéys vuestra fatiga
a quien os busca consuelo.
Pues de vuestro mal me duelo
sepa quién es vuestra amiga,
que más parece enemiga
éssa por quien padecéys,
pues que vos no la vencéys.

-Obedecer y serviros
es lo que yo más desseo;
que lo sepáys bien lo creo,
mas mi mal quiero deziros:
los tormentos y sospiros
de la pena en que me veys,
remediar vos los podéys.


Fin

-¿Remediar a vuestra pena
si dezís penaros yo?
Pues el amor os prendió,
él quitará la cadena;
sabed que ya soy agena,
vos de mí más no curéys,
que mal remedio tenéys.


16

Pues no te duele mi muerte
siendo tú la causa della,
sepan todos mi querella.

Sepan que tengo razón
de quexarme, si me quexo,
pues de ti vencerme dexo
dándote mi coraçón;
y no tienes afición
pues me matas por tenella,
sepan todos mi querella.

¡O muger desgradecida,
más que nadie nunca fue!,
que no te vence mi fe
ni mi passión tan crecida,
pues la tienes conocida
y quieres desconocella,
sepan todos mi querella.

Siempre muestras que me quieres,
yo no sé lo que desseas,
mas no puede ser que seas
más cruel de lo que me eres;
y pues con la fe me hyeres
y no muestras obras della,
sepan todos mi querella.

Posiste, con tu querer,
en mi fe mucha esperança,
mas ora, con la mudança,
hásmela hecho perder;
y pues tú, con tu poder,
no quieres favorecella,
sepan todos mi querella.

Y tu querer ha causado
en el mío tal firmeza
que mi bien y mi riqueza
es en cumplir tu mandado;
y pues no tienes cuydado
y matas siendo tan bella,
sepan todos mi querella.


Fin

Mas esta merced te pido
por no te dar más enojos:
me mires con tales ojos
con quales mi fe te vido;
si crueza pone olvido,
piérdela, pues en perdella
perderé yo mi querella.


17

No quiero tener querer
ni quiero querido ser.

Pues amor tan mal me trata,
no quiero su galardón,
que con mil muertes me mata
por le tener afición,
y no me puedo valer
con el mucho padecer.

Mostróme tal esperança
quando por suyo me di,
quel daño de la tardança
con ella no lo sentí,
y por me echar a perder
ha tardado el gradecer.

Siempre me dio mil pesares
por un plazer con dolor
y en peligrosos lugares
siempre me negó el favor,
y nunca me pude ver
sino triste en su poder.

Fueron tantos mis servicios
que no se pueden contar,
sus pagas y beneficios
han sido de me matar,
y es cosa de no creer
quánto pierde mi perder.

Las mercedes que esperava,
triste, yo nunca las vi
el gozo que desseava
fue tristeza para mí;
ya la gloria y el plazer
no me saben conocer.


Fin

No fue menos su crüeza
que mis pérdidas y daños;
si fe grande mi firmeza,
muy mayores sus engaños;
pues no me quiere querer
ya no quiero suyo ser.


18

Pues amas, triste amador,
dime qué cosa es amor.

Es amor un mal que mata
a quien le más obedece;
mal que mucho más maltrata
al que menos mal merece;
favor que más favorece
al menos merecedor.

Es amor una afición
de desseo desseoso,
donde falta la razón
al tiempo más peligroso;
y es un deleyte engañoso
guarnecido de dolor.

Es amor un tal poder
que fuerça la voluntad;
adonde pone querer
quita luego libertad;
es más firme su amistad
quando finge desamor.

Es una fuente do mana
agua dulce y amargosa,
que a los unos es muy sana
y a los otros peligrosa,
unas vezes muy sabrosa
y otras vezes sin sabor.

Es una rosa en abrojos
que nace en qualquier sazón,
quando se vencen los ojos
consintiendo el coraçón;
cógese con gran passión,
con gran peligro y temor.


Fin

Es un xarope mezclado
de un plazer y mil tristuras,
desleýdo con cuydado
en dos mil desaventuras;
que si beverlo procuras
morirás, si no ay favor.


19

Más quiero morir por veros
que bivir sin conoceros.

Es tan firme mi esperança,
que jamás haze mudança,
teniendo tal confïança
de ganarme por quereros.

Mucho gana el ques perdido
por merecer tan crecido
y es vitoria ser vencido
sin jamás poder venceros.


Fin

Aunque sienta gran tormento,
gran tristeza y pensamiento,
yo seré dello contento,
por ser dichoso de veros.


20

Pues que mi triste penar
siempre crece y es más fuerte,
más me valdría la muerte.

Que la gloria que recibo
en ver vuestra hermosura,
me tiene siempre cativo
con dolores y tristura,
y me haze dessear,
viendo mi passión tan fuerte,
mil vezes, triste, la muerte.

Y con este tal desseo
bivo sin vida penando,
que jamás nunca posseo
el galardón que demando;
y querría ya trocar
esta desastrada suerte
por bivir vida sin muerte.


Fin

Es dulce penosa vida
viniendo de vuestra mano,
mas no siendo vos servida
el morir es lo más sano;
y en morir la vida gano,
siendo tan triste mi suerte.
¡Más me valdría la muerte!


21

No se puede llamar fe
la que en obras no lo fue.

Aunque mucho me queráys,
pues que no me remediáys,
vos soys la que me matáys
y de vos me quexaré.

Vos me mostrastes favor
por me meter en amor
y avéysme dado dolor,
dolor que tal nunca fue.

Robástesme mi querer,
mi libertad y poder,
mas no queréys gradecer
el mal que por vos passé.

Pues la fe y el bien amar
en obras se ha de mostrar,
no tardéys en remediar,
que vuestro soy y seré.


Fin

No neguéys el galardón
a mi triste coraçón,
que con toda mi passión
yo jamás os negaré.


22

¡Ay, amor, a quántos tienes
cativados
que no te son obligados!

Cativas el coraçón,
ques razón que no catives;
no te goviernas ni bives
por derecho ni razón;
tiene muchos tu afición
cativados
que no te son obligados.


Fin

Cativaste mi querer
do mi fe recibe engaño
y no miras quanto daño
se me puede recrecer.
¡Quántos tiene tu poder
cativados
que no te son obligados!


23

Ya cerradas son las puertas
de mi vida,
y la llave es ya perdida.

Las puertas son mis servicios,
la cerradura es olvido,
la llave que se ha perdido
es perder los beneficios.
Assí que fuera de quicios
va mi vida,
pues la llave es ya perdida.

Puse la vida en poder
de quien sirvo y de quien amo.
Agora, triste, aunque llamo,
no me quiere responder.
Cerróme con su querer
la salida,
y la llave es ya perdida.


Fin

He servido con tal fe
qual nadie nunca sirvió.
El galardón que me dio
fue peor que nunca fue.
Assí que triste no sé
de mi vida,
pues la llave es ya perdida.


24

Bivirá tanto mi vida
quanto vos seáys servida.

Tanto serviros desseo,
quel dessear me atormenta,
y no sé si soys contenta
de la vida que posseo;
que no quiero tener vida
sin que vos seáys servida.

Y si vos queréys que muera,
la vida no la codicio,
pues en hazeros servicio
es mi gloria verdadera;
que la muerte será vida
si con ella soys servida.


Fin

Y aunque mis servicios sean
pequeños para con vos,
mirad, señora, por Dios,
quánto serviros dessean;
que no tengo yo más vida
de quanto seáys servida.


25

Pues el fin de mi esperança
tanto tarda,
para mayor mal se guarda.

Es el fin del bien que espero
alcançar vuestro querer,
que sin vos querer no quiero
bien ni gloria ni plazer;
mas, pues vuestro gradecer
tanto tarda,
para mayor mal se guarda.

No se tarda mi serviros,
mas tárdase el galardón,
que me causa mil sospiros
que salen del coraçón;
y pues vuestra compassión
tanto tarda,
para mayor mal se guarda.


Fin

Guárdase mi buena suerte
para dar fin a mi gloria,
porque después de mi muerte
quede mi mal por memoria;
assí que si mi vitoria
más se tarda,
para mayor mal se guarda.


26

Paguen mis ojos, pues vieron
a quien más que a sí quisieron.

Vieron una tal beldad,
que de grado y voluntad
mi querer y libertad
cativaron y prendieron.

Cativaron mi querer
en poder de tal poder,
que les es forçado ser
más tristes que nunca fueron.


Fin

Más tristes serán, si biven,
que si moros los cativen,
porque de mirar se esquiven
a quien nunca conocieron.


27

Ventura quiere que quiera
trocar plazer por pesar,
por más penar mi penar.

Ya mi triste pensamiento
el plazer ha despedido
y en su lugar recebido
la tristura y el tormento.
Yo me siento muy contento,
muy contento con pesar,
por más penar mi penar.

Mostróme ventura gloria
porque su poder supiesse,
y antes que bien la sintiesse
huyóme de mí memoria.
No me queda otra vitoria
sino dolor y pesar,
por más penar mi penar.

Si no supiera mi vida
de gloria ni la gustara,
después no me lastimara
al tiempo quando perdida.
Para dar mayor herida,
mostróme su dessear,
por más penar mi penar.

Muy mejor, triste, me fuera
nunca de plazer saber,
para agora conocer
tristura tan lastimera.
Hasta que del todo muera
no me faltará pesar,
por mas penar mi penar.

Pues quiso mi mala suerte,
consienta mi coraçón
acabar una passión
con otra passión más fuerte.
Por mejor buscar la muerte
quiero más el más pesar,
por más penar mi penar.


Fin

El muy triste desdichado,
porque creça su fatiga,
con la más fatiga siga
tras la passión y el cuydado.
Y assí, triste, yo, penado,
no quiero sino pesar,
por más penar mi penar.


28

Ningún cobro ni remedio
puede mi vida cobrar
sino vuestro remediar.

Que si vos no remediáys,
doy la vida por perdida;
si remedio me negáys
yo no siento a quién lo pida:
pues por vos pierdo la vida,
por vos la puedo cobrar:
que no ay otro remediar.

Contentaros y serviros
es el fin de mi desseo;
mis cuydados y sospiros
por vos sola los posseo;
y ningún remedio veo
que pueda remedio dar
sino vuestro remediar.


Fin

Vos sola soys el remedio
de mi mal y perdimiento,
y sin vos no sé qué medio
ponga medio en mi tormento.
Assí que cobro no siento
para me poder cobrar
sino vuestro remediar.


29

¡No te tardes, que me muero,
carcelero!
¡No te tardes, que me muero!

Apressura tu venida,
porque no pierda la vida;
que la fe no está perdida,
carcelero.
¡No te tardes, que me muero!

Bien sabes que la tardança
trae gran desconfïança;
ven y cumple mi esperança,
carcelero.
¡No te tardes, que me muero!

Sácame desta cadena,
que recibo muy gran pena,
pues tu tardar me condena,
carcelero.
¡No te tardes, que me muero!

La primer vez que me viste,
sin te vencer me venciste;
suéltame, pues me prendiste,
carcelero.
¡No te tardes, que me muero!

La llave para soltarme,
ha de ser galardonarme
proponiendo no olvidarme,
carcelero.
¡No te tardes, que me muero!


Fin

Y siempre, quanto bivieres,
haré lo que tú quisieres,
si merced hazerme quieres,
carcelero.
¡No te tardes, que me muero!


30

Floreció tanto mi mal,
sin medida,
que hizo secar mi vida.

Floreció mi desventura
y secósse mi esperança;
floreció mi gran tristura
con mucha desconfïança;
hizo mi bien tal mudança,
sin medida,
que hizo secar mi vida.

Hase mi vida secado,
con sobra de pensamiento;
ha florecido el cuydado,
las passiones y el tormento;
fue tanto mi perdimiento,
sin medida,
que hizo secar mi vida.


Fin

Secósse todo mi bien,
con el mal que floreció;
no sé cúyo soy ni quién,
quel plazer me despidió;
tanto mi pena creció,
sin medida,
que hizo secar mi vida.


31

Vencedores son tus ojos,
mis amores,
tus ojos son vencedores.

Fue de tal contentamiento
mi querer de tu beldad,
que te di mi libertad
a troque de pensamiento;
y me hallo más contento
que todos los amadores.
Mis amores,
tus ojos son vencedores.

Rematada está la cuenta,
pues mi fe te da la paga;
que no ay cosa que no haga
por tener a ti contenta.
Yo no sé quién se arrepienta
de sufrir por ti dolores.
Mis amores,
tus ojos son vencedores.

Aunque pongas duda en ella,
tienes mi fe tan vencida,
que por ti perder la vida
en poco tengo perdella.
¿Quién te puede ver tan bella
que en mirar no le enamores?
Mis amores,
tus ojos son vencedores.

No descuydes mi cuydado,
mira bien quánto te quiero,
que amador tan verdadero
no deve ser olvidado.
Mil passiones he passado
por alcançar tus favores.
Mis amores,
tus ojos son vencedores.

Con esfuerço y osadía
de poderme llamar tuyo,
no me temo ni rehuyo
cativarme, vida mía.
Tú, mi bien y mi alegría,
pones y quitas temores.
Mis amores,
tus ojos son vencedores.

Y mi libertad cativa,
pues la tienes, ten por cierto
que seré mil vezes muerto
y la fe quedará biva.
Olvida de serme esquiva,
porque mis bienes mejores.
Mis amores,
tus ojos son vencedores.

Si bien sientes mi desseo,
sentirás en tu memoria
que mirarte es tanta gloria
quanto mal, si no te veo.
Assí que por ti posseo
amarguras y dulçores.
Mil amores,
tus ojos son vencedores.

Conformes creo que estamos,
plega a Dios que siempre sea,
y lo que el uno dessea
ambos juntos lo queramos;
y muy buena fe tengamos,
y las obras muy mejores.
Mis amores,
tus ojos son vencedores.


Fin

Agora, por no enojarte,
no te digo más de aquesto
sino que de aquí protesto
de ser tuyo sin errarte,
y jamás nunca olvidarte
aunque muestres disfavores.
Mis amores,
tus ojos son vencedores.

Juan del Encina

18 de diciembre de 2011

SAN JUAN


El sol cubre los muelles alongados y hundidos
en el mar, que salpican cáscaras y tablones.
En los muelles, azúcar, carbón, mulatos, ruidos;
y en el mar, buques, yates, bergantines, ancones.

La onda es azul, es verde; fulge, en lumbradas plenas,
desde el pétreo castillo que se yergue a la entrada
de la rada; en la orilla del mar, cocos, arenas.
La luz y los colores anclados en la rada.

Pintados caseríos; cortos y férreos puentes;
muros de España sobre la cambiadiza onda;
jardines polvorosos, quemantes y crujientes;
y el alcatraz, de agudo pico, que hace su ronda.

San Juan junta sus piedras, tal como el cielo junta
sus nubes; y su mole se abrillanta, se afina.
EL trópico sus pastas de ardor y sueño unta
al Morro, a San Cristóbal y a Santa Catalina.

Evaristo Ribera Chevremont

16 de diciembre de 2011

AL NACIMIENTO DE JESUS


Hoy nos viene a redimir
un Zagal, nuestro pariente,
Gil, que es Dios omnipotente.

Por eso nos ha sacado
de prisión a Satanás;
mas es pariente de Bras,
y de Menga, y de Llorente.
¡Oh, que es Dios omnipotente!

Pues si es Dios, ¿cómo es vendido
y muere crucificado?
¿No ves que mató el pecado,
padeciendo el inocente?
Gil, que es dios omnipotente.

Mi fe, yo lo vi nacido
de una muy linda Zagala.
Pues si es Dios ¿cómo ha querido
estar con tan pobre gente?
¿No ves, que es omnipotente?

Déjate de esas preguntas,
muramos por le servir,
y pues El viene a morir
muramos con El, Llorente,
pues es Dios omnipotente.

Santa Teresa de Jesus

14 de diciembre de 2011

CONFESION


Una vez, una sola, amable y dulce mujer,
En mi brazo tu brazo pulido
Se apoyó (sobre el fondo tenebroso de mi alma
Este recuerdo no ha palidecido)

Era tarde; cual una medalla nueva
La luna llena se mostraba,
Y la solemnidad de la noche, como un río,
Sobre París durmiente corría.

Y a lo largo de las casas, bajo las puertas cocheras,
Los gatos pasaban furtivamente,
El oído en acecho, o bien, como sombras queridas.
Nos acompañaban lentamente.

De pronto, en medio de la intimidad libre
Abierta a la pálida claridad,
De ti, rico y sonoro instrumento donde no vibra
Más que la radiante alegría,

De ti, clara y alegre cual una fanfarria
En la mañana chispeante,
Una nota llorosa, una nota discordante,
Se escapó vacilando

Como un niño endeble, horrible, sombrío, inmundo,
Del que su familia se avergonzara,
Y que, durante mucho tiempo, para ocultarlo al mundo,
En una cueva lo tuviera en secreto.

Pobre ángel, ella entonó, su nota chillona:
"Nada aquí abajo es cierto,
Y siempre, por más que se acicale,
Se traiciona el egoísmo humano;

"Es duro oficio el de ser bella mujer,
Y es el trabajo banal
De la bailarina loca y fría que se pasma
En una sonrisa maquinal;

"Construir sobre los corazones es una cosa necia;
Que todo vacila, amor y belleza,
Hasta que el Olvido los arroja en su capacho,
¡Para volverlos a la Eternidad!"

Con frecuencia he evocado esta luna encantada,
Este silencio y esta languidez,
Y esta confidencia horrible murmurada
En el confesionario del corazón.

Charles Baudelaire

12 de diciembre de 2011

LOS DOS CABALLOS


Cuidaba mucho un francés
Dos caballos por su mano;
Era el uno jerezano
Y era el otro cordobés.

Ambos de ardiente mirada,
Ambos de fuerte resuello,
Grueso y encorvado el cuello,
La cabeza descarnada.

Era tanta su apostura
Que yo afirmo sin recelo
Pudieran ser el modelo
De Pablo en la fiel pintura.

Tenía el cordobés ya
Dada, y con bastante esmero,
La instrucción de picadero
Que a un buen caballo se da.

Corbetas, saltos atrás,
Con soltura bracear,
Paso de posta, trotar,
Gran galope y nada más.

Educado el jerezano
Con destreza y tino raro
Bailaba, saltaba un aro,
Respondía con la mano.

Y no con poca sorpresa
Justo el público aplaudió
Cuando la polca bailó
Y cuando comió a la mesa.

Otras mil habilidades
Hacía que no refiero,
Ganando muy buen dinero
Por villas y por ciudades.

En una (su nombre ignoro)
Quísole un inglés comprar
Y por él llegaba a dar
Cantidad, y grande, de oro.

Hizo instancias el inglés
Pero el amo resistía
Ofreciendo si quería
Más barato el cordobés.

«Ya podéis dijo el britano ,
Pues de los dos animales
Más que el cordobés reales
Duros vale el jerezano».

«¡Pardiez, singular ajuste!
Dijo al verlo un mozalbete
Boquirrubio y regordete,
De pocos años y fuste .

¡Linda idea! Padre mío,
Si son estos animales
Absolutamente iguales
En hermosura y en brío,

¿Será cuerdo y oportuno
O una solemne sandez
Por llevarse el de Jerez
Ofrecer veinte por uno?

El mismo pelo y alzada,
El mismo cuello encorvado...»
«Hijo, el uno está educado
Y el otro no sabe nada.

Al hacer la tasación
Del valor de cada cual
Olvídaste, y haces mal,
De apreciar la educación.

Parangón apenas cabe,
De escucharlo no te asombres
En caballos como en hombres
Entre quien ignora y sabe.

La proporción que has oído
No es ni con mucho bastante,
Si vale uno el ignorante
Vale mil el instruido.»

Concepción Arenal

10 de diciembre de 2011

HORAS SERENAS


Horas serenas del ocaso breve,
cuando la mar se abraza con el cielo
y se despierta el inmortal anhelo
que al fundirse la lumbre, lumbre bebe.

Copos perdidos de encendida nieve,
las estrellas se posan en el suelo
de la noche celeste, y su consuelo
nos dan piadosas con su brillo leve.

Como en concha sutil perla perdida,
lágrima de las olas gemebundas,
entre el cielo y la mar sobrecogida

el alma cuaja luces moribundas
y recoge en el lecho de su vida
el poso de sus penas más profundas.

Miguel de Unamuno

8 de diciembre de 2011

DIETETICA


Hay que ingerir distancia,
lanudos nubarrones,
secas parvas de siesta,
arena sin historia,
llanura,
vizcacheras,
caminos con tropillas
de nubes,
de ladridos,
de briosa polvareda.

Hay que rumiar la yerba
que sazonan las vacas
con su orín,
y sus colas;
la tierra que se escapa
bajo los alambrados,
con su olor a chinita,
a zorrino,
a fogata,
con sus huesos de fósil,
de potro,
de tapera,
y sus largos mugidos
y sus guampas, al aire,
de molino,
de toro...

Hay que agarrar la tierra,
calentita o helada,
y comerla
¡comerla!

Oliverio Girondo

6 de diciembre de 2011

MI CINTURON APRIETA TU CINTURA


Mi cinturón aprieta tu cintura,
y tu sonrisa, mi corazón.

Sobrevolamos las islas indecibles
ya nuestro paso las nubes se disipan.

¿Cómo regresar al beso y la armonía
sin que la respiración se entrecorte?

¿Cómo planear la noche compartida
después de tanta ausencia?

Sólo el aire es aliado nuestro
porque nuestro deseo es de aire puro.

Cuando descendamos a la tierra
las alas deberán seguir batiendo:
el aire de las alas
es nuestro sostén único
y las alas del aire nuestro lecho.

Desembocan los ríos en los mares azules
como en tu pecho desemboca el mar.

Abrázame en tus alas
para que otro aire no me roce
sino tu aliento, del que vivo y muero.

Bajo el cielo impalpable
hecho de luz y espera,
abrázame, amor mío, con tus alas.

Abrázame sobre la corrompida
ciudad sagrada de los hombres.

Antonio Gala

4 de diciembre de 2011

PERFECCION FUGAZ

Para el poeta Carlos Pellicer





Pinté el tallo,
luego el cáliz,
después la corola
pétalo por pétalo,
y,
al terminar mi rosa,
la induje
a soñar su aroma.

¡Hice la rosa perfecta!
Tan perfecta,
que al día siguiente
cuando fui a mirarla,
ya estaba muerta.

Elias Nandino

2 de diciembre de 2011

ELEGIA DE LEYLA KHALED

Elegía de Leyla Kháled

(De el libro Reencuentro)



Te rompieron la infancia, Leyla Kháled

Lo mismo que una espiga
o el tallo de una flor,
te rompieron
los años del asombro y la ternura,
y asolaron la puerta de tu casa
para que entrara el viento del exilio.

Y comenzaste a andar,
la patria a cuestas,
la patria convertida en el recuerdo
de un sitio que borraron de los mapas,
y dolía más hondo cada hora,
y volvía más triste del silencio,
y gritaba más fuerte en el castigo.

Y un día, Leyla Kháled, noche pura,
noche herida de estrellas, te encontraste
los campos, las aldeas, los caminos,
tatuados en la piel de la memoria,
moviéndose en tu sangre roja y viva,
llenándote los ojos de sed suya,
las manos y los hombros de fusiles,
de fiera rebeldía los insomnios.

Y comenzaron a llamarte nombres
amargos de ignominia,
y te lanzaron voces como espinas
desde los cuatro puntos cardinales,
y marcaron tu paso con el hierro
del oprobio.

Tú, sorda y ciega, en medio
de las ávidas zarpas enemigas,
ardías en tu fuego, caminante
de frontera a frontera,
escudando tu pecho contra el odio
con la incierta certeza del regreso
a la tierra luctuosa de que fueras
por mil manos extrañas despojada.

Te vieron los desiertos, las ciudades,
la prisa de los trenes, afiebrada,
absorta en tu destino guerrillero,
negándote al amor y los sollozos,
perdiéndote por fin entre la sombra.

Nadie sabe, no sé cuál fue tu rumbo,
si yaces bajo el polvo, si deambulas
por los valles del mar, profunda y sola,
o te mueves aún con la pisada
felina de la bestia que persiguen.

Nadie sabe. No sé. Pero te alzas
de repente en la niebla del desvelo,
iracunda y terrible, Leyla Kháled,
oveja en lobo convertida, rosa
de dulce tacto en muerte transformada.

Meira Delmar

30 de noviembre de 2011

A LA TRAICION DE UNA HERMOSA


Tú que prendiste ayer los aurorales
fulgores del amor en mi ventana;
tú, bella infiel, adoración lejana
Madona de eucologios y misales:

Tú, que ostentas reflejos siderales
en el pecho enjoyado, grave hermana,
y en tus ojos, con lumbre sobrehumana,
brillan las tres virtudes teologales:

no pienses que tal vez te guardo encono
por tus nupcias de hoy. Que te bendiga
mi señor Jesucristo. Yo perdono

tu flaqueza, y esclavo de tu hechizo
de tu primer hijuelo, dulce amiga,
celebraré en mis versos el bautizo.

Ramon Lopez Velarde

28 de noviembre de 2011

VEN MADRE, A DESCANZAR


Ven, madre, a descansar de todos tus trabajos
hasta el jardín umbroso que cultivo en mis sueños,
a la luz de luciérnagas y de áureos escarabajos
y la mágica ayuda de esos seres pequeños,

los gnomos, que se visten con trajes escarlata
y brotan cuando alumbran las primeras estrellas,
que usan zapatitos con hebillas de plata
sin dejar en el musgo la marca de sus huellas.

Cantarán para ti la cigarra y el grillo,
ocultos entre hiedras, glicinas o jazmines.
Y con las hojas muertas haremos un castillo

con muros almenados en oro y amarillo,
hasta que se deshaga por sobre los jardines
(en tanto la cabeza sobre mi hombro inclines).

Marilina Rebora

26 de noviembre de 2011

ANTIFONA


En mi angustia, callada y escondida,
sé tú como enfermera bondadosa,
cuya mano ideal viene y se posa,
llena de suave bálsamo, en la herida.

Ríe en mi tedio –sepulcral guarida–
como un rayo de sol en una fosa;
perfuma, como un pétalo de rosa,
el fango y la impureza de mi vida.

Del corazón en el silencio, canta;
entre las sombras de mi ser, fulgura;
mi conturbado espíritu levanta;

enciende la razón en mi locura,
¡tengo hambre y sed de bien!... Dame una santa
limosna de piedad y de ternura.....

Luis G. Urbina

24 de noviembre de 2011

NOCTURNO ROSA

A José Gorostiza





Yo también hablo de la rosa.
Pero mi rosa no es la rosa fría
ni la de piel de niño,
ni la rosa que gira
tan lentamente que su movimiento
es una misteriosa forma de la quietud.

No es la rosa sedienta,
ni la sangrante llaga,
ni la rosa coronada de espinas,
ni la rosa de la resurrección.

No es la rosa de pétalos desnudos,
ni la rosa encerada,
ni la llama de seda,
ni tampoco la rosa llamarada.

No es la rosa veleta,
ni la ulcera secreta,
ni la rosa puntual que da la hora,
ni la brújula rosa marinera.

No, no es la rosa rosa
sino la rosa increada,
la sumergida rosa,
la nocturna,
la rosa inmaterial,
la rosa hueca.

Es la rosa del tacto en las tinieblas,
es la rosa que avanza enardecida,
la rosa de rosadas uñas,
la rosa yema de los dedos ávidos,
la rosa digital
la rosa ciega.

Es la rosa moldura del oído,
la rosa oreja,
la espiral del ruido,
la rosa concha siempre abandonada
en la más alta espuma de la almohada.

Es la rosa encarnada de la boca,
la rosa que habla despierta
como si estuviera dormida.
Es la rosa entreabierta
de la que mana sombra,
la rosa entraña
que se pliega y expande
evocada, invocada, abocada,
es la rosa labial,
la rosa herida.

Es la rosa que abre los parpados,
la rosa vigilante, desvelada,
la rosa del insomnio desojada.

Es la rosa del humo,
la rosa de ceniza,
la negra rosa de carbón diamante
que silenciosa horada las tinieblas
y no ocupa lugar en el espacio.


Xavier Villaurrutia

22 de noviembre de 2011

EL DRAMA DEL CALVARIO


Giró el genio en derredor
después de pisar la cumbre;
y una fantástica lumbre
llenó a la sombra de horror:
y un gemebundo clamor
taladró la inmensidad,
y se hundió la humanidad
sobre su propio esqueleto;
y reveló su secreto
más hondo la eternidad.

Siniestra, cárdena lumbre
bañó la faz del calvario,
cual un ardiente sudario
flotando desde la cumbre:
bajo la negra techumbre
del éter vago y profundo,
aquel surgir iracundo…
brutal de la claridad…
era quizás, ¡la verdad
mirando una vez al mundo!

Palmario, el Gólgota, frío,
quedó en los aires desiertos,
con sus dos brazos abiertos,
predicando en el vacío…
Y entonces, como en estío
los insectos en los faros,
innominables, ignaros,
surgiendo del horizonte,
rodeaban la cruz y el monte
todos los muertos preclaros.

De la honda, azul entraña
llovían monstruos y santos:
y eran tales, y eran tantos,
¡que gemía la montaña!…
Desde la torpe alimaña
del alma vil de Nerón,
al concepto, a la noción
más alta del supergenio,
en aquel breve proscenio
¡tomaron colocación!

De aquella invasión mortuoria
quedó repleto el calvario;
resonante, tumultuario
¡cuál una copa de gloria!
Bajo el tropel de la historia
trepidaban sus cimientos,
y se hundía por momentos,
cual una nave inundada…
cual una frente cargada
¡de sombríos pensamientos!

Tremenda, enorme, sin par,
genial, feroz batahola,
lo mismo que cada ola
¡lanzando un grito en el mar!
Formidable resollar
de las almas con bandera,
que imaginar no pudiera
aquel que no imaginase,
que al mismo tiempo bramase
¡cada punto de la esfera!

Toda pasión, toda vida,
toda excelsitud pasada,
desde la cumbre sagrada
quería ser comprendida…
Y como la palma erguida
sobre la mutable arena,
presidiendo aquella escena
con dulce, con noble ceño,
yacía Cristo en su leño
¡cual una blanca azucena!

Los humanos, los vivientes,
los que todavía somos,
con toda el alma en los lomos,
estaban allí presentes:
Pensándose delincuentes,
del genio ante los secretos,
mustios, miserables, quietos,
inanimados, pasivos
se reducían los vivos
¡en sus propios esqueletos!

Y en el valle acurrucada,
yacía la humanidad,
tal vez sin otra ansiedad
¡que la ansiedad de la nada!
Ni un gesto, ni una mirada,
ni un suspiro producía,
en tanto que recibía,
genial, vibrante, notoria,
la confesión de la gloria
¡sobre su testa vacía!…

Poco a poco, lentamente,
todo el mundo quedó calmo,
lo mismo que palmo a palmo,
va cediendo la creciente;
de aquel clamor prepotente
ni leve rumor se oía,
de aquella loca porfía
ya no sonó ni un reproche
y en el silencio y la noche
¡quedó la extensión vacía!

Perfecto, conciso, frío,
quedó el calvario a la luz,
con sus dos brazos en cruz
acariciando el vacío.
Y en el silencio sombrío
del aire y de las esferas
aquella lumbre de hogueras
demostraba sin rumor
la impotencia del amor,
¡en una raza de fieras!

Almafuerte

20 de noviembre de 2011

UN HIJO DESOBEDIENTE


Que fué a una fiesta en contra del
gusto de su padre
A mi amigo el Gral. Pedro M.
Espaillat. Santo Domingo.

Hoy también contar me toca
Otro caso parecido,
Al del hijo maldecido
En un campo allá de Moca.
Que por una cosa poca
O es decir, por un pollito,
Ese muchacho maldito
A su madre maltrató,
Y el diablo se lo llevó
Al infierno derechito.

Pues en Jacagua ha pasado
Otro caso cuasi igual,
Que lo contaré tal cual
Como a mí me lo han contado.
“Un padre de familia honrado
A un hijo le aconsejó
Y mucho le suplicó
Que no fuera a una fiesta,
Que esa noche había propuesta
En qué parte no sé yo”

Y el hijo sin más espera
Al padre así le contesta:
“Pues sí voy a la fiesta
Aunque el demonio no quiera,
Me voy de cualquier manera
Sin que nadie me sujete,
Y el primero que se mete
En privarme de mi gusto,
Cuatro balazos le ajusto
Como cinco y dos son siete”.

Otra vez le dijo el padre:
“Tú no vayas a la fiesta
Que en tu cama hago una apuesta
Que no hay perro que te ladre.
—Por la salud de mi madre
A esa fiesta sí que voy,
Porque listo ya lo estoy
Y el que me salga al encuentro
Del pecho en el mismo centro
Cuatro balazos le doy”.

El padre quedó abismado
Contemplando largo rato,
Aquel hijo tan ingrato
Desobediente y malcriado.
Y al fin, le dijo indignado:
“Hijo mío, jamás te hablo;
Pero yo espero en San Pablo
Y en el gran Poder Divino,
Que al marcharte, en el camino,
Ojalá te lleve el diablo”.

El hijo sin atender
A más nada se marchó,
Y al festín se dirigió
Lleno de gusto y placer;
Pero pronto pudo ver
Que salía de una emboscada
Un hombre de grande alzada
Con dos cuernos en la frente,
Y los ojos puramente
De fuego una llamarada.

El joven así que vió
Aquella infernal figura,
Con muy notable bravura
Al momento se cuadró
Y el revólver lo sacó,
Sin andar con pareceres;
Y al hombre dijo: ¡quién eres!
Si en el mundo andas penando,
De parte de Dios te mando
Que me digas lo que quieres”.

“Cállate esa boca, perro:
El fantasma contestó,
Que a arreglarte vengo yo
Con estas uñas de hierro.
Yo soy el diablo que encierro
A todo el que no me cuadre,
Y al perro que a mí me ladre
Como tú, que así me gruñas,
Le enseño con estas uñas
A respetar a su padre”.

De una vez entró con él
El demonio y lo tumbó,
Y las uñas le clavó
Con una fiereza cruel;
Que si no es por San Miguel
Que de encima se lo quita
De virtud con su varita,
El joven ya estuviera
Junto con aquella fiera
Que maltrató a su mamita.

E1 hijo, de tal manera
Llegó a su casa estropeado,
Con todo el cuerpo aruñado
Y la camisa por fuera,
Gritando al padre le abriera
La puerta sin dilación,
Para pedirle perdón,
Y el padre así que lo vió
Hincado, lo perdonó
Y le echó la bendición.

Viva la paz! Viva la unión! Y abajo
los cogedores de mangos bajitos! AlIé.
AlIé, a buscar qué hacer, y dejen al
País tranquilo.
Santiago, 6 de Octubre

Juan Antonio Alix

18 de noviembre de 2011

ESE GRAN SIMULACRO





Cada vez que nos dan clases de amnesia,
como si nunca hubieran existido
los combustibles ojos del alma
o los labios de la pena huérfana,
cada vez que nos dan clases de amnesia
y nos conminan a borrar
la ebriedad del sufrimiento
me convenzo de que mi región
no es la farándula de otros.

En mi región hay calvarios de ausencia,
muñones de porvenir, arrabales de duelo,
pero también candores de mosqueta,
pianos que arrancan lágrimas,
cadáveres que miran aún desde sus huertos,
nostalgias inmóviles en un pozo de otoño,
sentimientos insoportablemente actuales
que se niegan a morir allá en lo oscuro.

El olvido está lleno de memoria
que a veces no caben las remembranzas
y hay que tirar rencores por la borda
en el fondo el olvido, es un gran simulacro,
nadie sabe ni puede aunque quiera olvidar,
un gran simulacro repleto de fantasmas,
esos romeros que peregrinan por el olvido
como si fuese el camino de Santiago.

El día o la noche en que el olvido estalle
salte en pedazos o crepite
los recuerdos atroces y de maravilla
quebrarán los barrotes de fuego,
arrastrarán por fin la verdad por el mundo,
y esa verdad será que no hay olvido.

Mario Benedetti

16 de noviembre de 2011

HOMBRE SECRETO


Hay un grito de muros hostiles y sin término;

hay un lamento ciego de músicas perdidas;
hay un cansado abismo de ventanas abiertas
hacia un cielo de pájaros;
hay un reloj sonámbulo
que desteje sin pausa sus horas amarillas,
llamando a penitencia y confesión.

Todo cae a lo largo de la sangre y el duelo:
mueren las mariposas y los gritos se van.

¡Y yo, de pie y mirando la mañana de abril!
¡Mirando cómo crece la construcción del tiempo:
sintiendo que a empujones
me voy hacía el cariño de la sal marinera,
donde en los doce tímpanos del caracol celeste
gotean eternamente los caldos de la sed!

¡Dios mío! -Si no quiero otra cosa
que aquello que ya tuve y he dejado,
esas cuatro paredes desnudas y absolutas;
esa manera inmensa de estar solo, royendo
la madera de mi propio silencio
o labrando los clavos de mi cruz.

¡Ay, Dios mío!

Estoy caído en álgidos agujeros de brumas.
Estoy como un ladrón que se roba a sí mismo;
sin lágrimas; sin nada que signifique nada;
muriendo de la muerte que no tengo;
desenterrando larvas, maderas y palabras
y papeles vencidos;
cayendo de la altura de mi nombre,
como una destrozada bandera que no tiene soldados;
muerto de estar viviendo de día y en otoño,
esta desmemoriada cosecha de naufragios.

Y sé que al fin de cuentas se me trasluce el pecho,
hasta verse el jadeo de los huesos, mordidos
por los agrios metales de frías herramientas.
Sé que toda la arena que levanta mi mano
se vuelve, de puntillas, irremisiblemente,
a las bodegas últimas
donde yacen los vinos inservibles
y se engendran las heces del vinagre final.

¡Cuánto mejor sería no haber llegado a tanto!
No haber subido nunca por el aire de Abril,
o haber adivinado que este llevar los ojos
como una piedra helada fuera lo irremediable
para un hombre tan triste como yo!

Dios mío: ¡si creyeras que blasfemo,
ponme una mano tuya sobre un hombro
y déjame que caiga de este amor sin sosiego,
hacia el aire de pájaros y la pared desnuda
de mi desamparada soledad!

Herib Campos Cervera

14 de noviembre de 2011

QUE TE TRAE POR AQUI


Qué te trae por aquí
eso habréis de contestar,
si me pensáis engañar,
yo habré de engañarte a ti.

Ándate con claridad
volando en este jardín,
si eres palomo engañoso,
lleva lejos tu clarín.

Llegaste a mi palomar
pero no sé con qué fin,
si eres palomo del bien,
bienes tendréis que sufrir.

Llegaste a mi palomar
pero no sé con qué afán,
si eres palomo del mal,
males tendréis que gozar.

Si te brindan la ocasión,
confiesa la realidad,
si eres palomo gorrión,
no me lo habréis de ocultar.

Violeta Parra

12 de noviembre de 2011

QUE HAY UN VERSO QUE ES MIO, SOLO MIO


Que hay un verso que es mío, sólo mío,
como es mía, sólo mía,
mi voz. Un verso que está en mí
y en mí siempre encuentra su medida;
un verso que en mí mismo
acorda su armonía
al ritmo de sangre,
al compás de mi vida,
y al vuelo de mi alma,
en las horas santas de ambiciones místicas.
Quiero ganar mi verso, este verso,
lejos de todo ruido y granjería.

Leon Felipe

11 de noviembre de 2011

CANCIONES


1

¿Cómo cantaré yo en tierra extraña
cantar que darme pueda algún consuelo?
¿Qué me aconseja amor en esta ausencia?
Mi mal es fuerza, tu voluntad maña;
a la seguridad vence el recelo,
la desesperación a la paciencia.

Si pienso que me veo en tu presencia,
mi pensamiento está tan abatido,
que siempre finge cosas de pesar:
tu soberbia, tu saña, tu desvío,
que en la ocasión me falta el albedrío,
pues cuando quiero no puedo hablar,
que pierdo la razón, mas no el sentido.

En tu presencia estoy y estó en tu olvido,
olvido en que jamás habrá mudanza,
y acuérdaste de mí para dañarme;
no te acuerdas de mí, mas es costumbre
ser en esto cruel tu mansedumbre,
y yo de, diligente, condenarme
en tu descuido y mi desconfianza.

Amor, amor, que quitas la esperanza
y en su lugar das vana fantasía,
¿qué bien tiene el morir si no lo siente
quien es la causadora de este daño?
No quiero que deshagas el engaño;
quiero que sea razón y no acidente
lo que pueda vencer a tu porfía.

Si yo, señora, viese que algún día
volvías tus dos soles a mirarme
por voluntad y no por ocasión,
pensaría que estaba en tu memoria.
Mas ¿cómo bastaré a sufrir tal gloria
que un punto de ella es más que mi pasión?
Con tanto bien no puedo remediarme.

Del pensamiento querría yo ayudarme
si él me obedeciese a mi contento,
mas no para pensar cosa liviana
o que sabida pueda darte enojos;
pensaré como muero ante tus ojos,
que procede mi pena de tu gana,
que das alguna causa a mi tormento.

La vida pasaría en este cuento
con esperar de alguna buena suerte,
mas ¡ay de mí! que no puede venir
ni cabe en mi jüicio tal locura.
De mi cuidado hago sepoltura,
y en soledad y tristeza mi vivir,
no vida, sino sombra de la muerte.

¡Oh señora, si yo pudiese verte
o quisieses saber tú cuál estoy,
harto alivio sería para mí
en tan extraño mal como padezco!
Las noches y los días aborrezco:
maldígome en la noche porque fui
y, cuando viene el día, porque soy.

También maldigo el lugar a donde voy,
y el tiempo porque pasa y no te veo,
a la hora que te vi y a la sazón,
que siempre la procuro y no la hallo.
Si hablo me maldigo y, cuando callo,
la voluntad maldigo y mi razón,
y tu aborrecimiento y mi deseo.

Cuantos males sospecho, tantos creo,
y juzgo lo que ha de ser por lo que fue,
revolviendo mis quejas de contino
por ver si tienen medio o lo han tenido;
mas, como ni lo espero ni lo pido,
como ciego que va por el camino
no veo dónde voy ni dónde iré.

Muéveme el deseo y ciégame la fe;
muchas veces querría disimular,
pero descubro más disimulando;
liviano es el cuidado que decirse
puede, y el que no puede sufrirse
él mismo se descubrirá callando,
que no presta ser mudo ni hablar.

Ni reposo con dormir ni con velar:
velando pienso en lo peor que puedo,
paso cosas que no quiero creer;
durmiendo sueño aquello que he pensado;
como el hombre que duerme de cansado,
sueño que caigo y no puedo caer
y en lo más alto estoy con aquel miedo.

Muero cuando me mudo y, si estoy quedo,
busco piedad y caigo en la sospecha;
y no hay de qué tener este cuidado,
que todos son contigo lo que soy;
mas ellos, si no van por donde voy,
podría ser hallarse en buen estado,
pues lo que a uno daña a otro aprovecha.

Llamo la muerte como cosa hecha,
y viene, mas no llega a su lugar,
que no consiente amor ni lleva medio
en tanta soledad morir por ruego;
fuerza querría que fuese, y fuese luego,
que el mayor bien es el postrer remedio
en mal que no se puede remediar.


2

El bombodombón,
la bombodombera,
¡quién fuera lanzón!
¡quién lanceta fuera!

Quien lo que quiere no puede,
no quiere lo que podría,
ni se canse, ni se quede,
mas eche por otra vía;
no mude la fantasía
el que muda la manera,
¡quién lanceta fuera!

Procurar empresa vana
es de muy gran majadero.
Yo deseo ser barbero
porque hiere y porque sana
y aun es cosa muy humana,
señora, en esta ocasión,
¡quién fuera lanzón!

Nunca vaya por rodeo
quien desea lo imposible;
procure ser invisible
que es más dulce devaneo;
mas en la ocasión que veo
de entrar en la sangradera
¡quién lanceta fuera!

Aún te vea yo sangrada
y traída al retortero,
pues a tanto caballero
traes la sangre quemada.
¡Oh pena bien empleada
y mejor el que la diera!
La bombodombera.

Sangría sin ocasión,
si es con arrebatamiento,
da muy grande alteración
y poco contentamiento.
Si te sangrares de asiento,
yo barbero y tú barbera,
la bombodombera.

Saca la sangre, traidora,
con que tanto mal hiciste
desde el punto que quisiste
mostrarte mi matadora;
tú animosa, tú señora,
yo siervo sin corazón,
el bombodombón.

Salga la sangre que pudo
tu hermosura alterar
y al mezquino tartamudo
que te comenzó a hablar
acabó con sospirar
la palabra y la ocasión,
el bombodombón.

Quien da general tormento
sángrenla de la elección,
por nuestro quebrantamiento
y su mala condición;

no se pase la ocasión
antes de la primavera,
¡quién lanceta fuera!

En sangría de verdad
con que la salud se cobra
hay tanta necesidad
de instrumento como de obra;
si aprovecha lo que sobra
en semejante razón,
¡quién fuera lanzón!,
y si lanzón no pudiera,
¡quién lanceta fuera!


3

Pastora, si mal me quieres
y deseas apartarme,
bien lo muestras con mirarme.

Contigo tienes testigos,
señora, de estos antojos,
que el corazón y los ojos
nunca fueron enemigos.
Huyan de ti tus amigos
y tú huye de mirarme,
que yo no puedo apartarme.

Nadie ponga el afición
en voluntad ocupada,
que al cabo de la jornada
para en desesperación.
Yo busco mi perdición
y tú quieres ayudarme,
pastora, con mal mirarme.

Doblada lleva la queja
el pastor que por ti muere,
si quieres a quien te deja
y dejas a quien te quiere.
Vaya amor adonde fuere
que, aunque quieras apartarme,
no podrás con no mirarme.


4

Va y viene mi pensamiento
como el mar seguro y manso;
¿cuándo tendrá algún descanso
tan continuo movimiento?

Glosa

Parte el pensamiento mío
cargado de mil dolores,
y vuélveme con mayores
de la parte do lo envío.

Aunque de esto en la memoria
se engendra tanto contento,
que con tan dulce tormento
cargado de pena y gloria
va y viene mi pensamiento.

Como el mar muy sosegado
se regala con la calma,
así se regala el alma
con tan dichoso cuidado.

Mas allí mudanza alguna
no puede haber, pues descanso
con el mal que me importuna
que no es sujeto a fortuna
como el mar seguro y manso.

Si el cielo se muestra airado,
la mar luego se embravece
y, mientras el mar más crece,
está más firme en su estado.

Ni a mí me cansa el penar
ni yo con el mal me canso;
si algo me podrá cansar
es venir a imaginar
cuándo tendrá algún descanso.

Que, aunque en el más firme amor
mil mudanzas puede haber,
como es de pena a placer
y de descanso a dolor,

sólo en mí está reservado
en tu fijo y firme asiento
que, sin poder ser mudado,
está quedo y sosegado
tan continuo movimiento.


5

Olvida, Bras, a Costanza,
líbrate de su cadena,
no fíes en esperanza,
que no hay esperanza buena.

Poquito entiendes de amores,
Bras, y muy mucho porfías.
¿Tras esta engañapastores
pierdes el seso y los días?

Tú fías en su mudanza
y ella misma te condena
pues un punto de esperanza
te cuesta un siglo de pena.

Estando libre y serena
desasosiegas la vida,
como una causa primera
que mueve sin ser movida.

Triste el que busca mudanza,
que a sí mismo se condena,
si confía en esperanza
de quien nunca la dio buena.

Si se te ofrece, carillo,
alguna buena ocasión,
ésta la torna cuchillo
para tu condenación.

En la fragua de esperanza
forja una larga cadena
de eslabones de mudanza
y duro hierro de pena.

El corazón que te ofrece
ausente, venido el hecho,
ella lo arranca del pecho
y da a cuantos le parece.

No esperes, Bras, de Costanza
obra ni palabra buena,
que a dedos da la esperanza
y el tormento a mano llena.

Si ha de ser de bien y cierta
el esperanza chapada,
Bras, la tuya es cosa muerta,
que la fundas sobre nada.

No hay tan ligera mudanza
que no te parezca buena;
mal conoces a Costanza,
poco sabes de esta pena.

Esta tu esperanza, amigo,
de miedo tiene una parte,
pues que trae pena consigo
de que no puedes guardarte.

Quien pone su confianza,
Bras, en voluntad ajena,
ni en pena espere mudanza,
ni tema en mudanza pena.

Pastora, tu hermosura,
tu gracia, habla y semblante
promete buena ventura
al que no mira adelante.

Y al que con buena esperanza
se pusiese en tu cadena,
cuchillos de confianza
son y ministros de pena.

Diego Hurtado de Mendoza